/ ¡Hola de nuevo! A falta del último capi de mi fanfic, os dejo este oneshot que hice como regalo de cumpleaños para una amiga. No es gran cosa, pero forma parte de todo lo que creo que pasa por la cabeza de Booth desde hace mucho tiempo... Porque aunque los personajes no son míos, todo lo que sienten ahora y aquí, sí. /
PEQUEÑAS MENTIRAS
Me has pedido que te diga en qué momento de nuestra relación te he mentido. Cualquier mentira. Una pequeñita, una por piedad, una por venganza, lo que fuera. Y me siento incómodo, claro. Porque nunca te he mentido. Bueno, alguna vez me he resistido a compartir algo contigo... Sí, es cierto, alguna vez también le he dado la vuelta a lo que realmente pensaba y te lo he contado de otra manera... pero eso no es mentir. Es solamente protección. Autoprotección. Porque eras como una estalactita que suelta una gota un día tras otro dentro de una cueva oscura y húmeda. Se llega a crear una estalagmita que va subiendo del suelo al techo, que se va haciendo más grande. Y yo tenía que parar ese goteo, porque si no habríamos llegado a tocarnos, a fundirnos, a ser uno. Y tenía tanto miedo que eso era impensable.
No te dije toda la verdad cuando una y mil veces me preguntaste si estaba bien tras tu rechazo. Vale, ahí mentí de todas las formas posibles, cada día lo hacía, cada minuto lo hacía. Porque si no, mis ojos me habrían delatado. Mis manos, que querían volar solas, habrían acariciado cada centímetro de tu cuerpo. Mis labios, que echaban de menos el único beso que habíamos compartido, querrían más y más sin remisión. Mis brazos, que habían disfrutado de tí por un efímero momento, no se habrían conformado con tocar simplemente tus hombros de vez en cuando. ¿Mentía? Claro que lo hice. Si no hubiera sido así, me habría vuelto loco o habría tenido que huir de ti. Y eso nunca. Prefiero lo que tenemos porque es mi segunda mejor opción. Me jor dicho, no hubo primera opción después de que me separaras de ti aquella noche.
Pero no me he dado por vencido. Y sí, he mentido. No ha sido fácil ver cómo tú también intentabas retomar tu vida y lo conseguías. Aunque sinceramente creo que nunca lo has logrado. Qué demonios, soy tu mejor opción. Y yo te he mentido algunas veces, pero tú te has engañado a ti misma todo el tiempo.
Confieso que me enfadé con el mundo y por extensión contigo. Tenía una bola en el estómago y una brecha en el corazón de tal calibre que sólo podía pensar en mí y en cómo salir de ese agujero tan negro en el que se había convertido mi vida de un momento para otro. La ira no se aplacaba con nada ni con nadie. Pero tú comprendiste que sólo necesitaba tiempo, y me lo diste, todo el tiempo del mundo. Y estuviste dispuesta a esperar y a dejar de lado tus propios miedos sólo para que yo consiguiera volver al centro de nuevo. Y que los dos fuéramos el centro una vez más.
Ahora ya no estoy enfadado. Y no te miento, Dios lo sabe, porque pase lo que pase jamás volveré a ocultarte nada. Porque somos compañeros, y los compañeros se lo dicen todo. Y porque no mientes a la persona a la que amas por mucho daño que produzca la verdad.
Prometo ser un fiel abanderado de la honestidad más absoluta. Aunque no sé si te vas a sentir cómoda cuando día tras día te diga sin ocultarte ni un detalle todo lo que se me pasa por la cabeza. Como por ejemplo, cuando te me acercas contoneando las caderas bajo tu bata de laboratorio, o cuando te muerdes los labios mientras piensas en algo complicado...
Pero tú buscabas la verdad y aquí la tienes.
Te quiero.
