Capítulo 1: El Principio del Fin
Era una noche normal, con una luna normal que iluminaba suavemente la normal ciudad de Surrey, en el que había un barrio absolutamente normal, con casas normales, como las que había en la normal y respetable calle de Privet Drive, y en el Nº 4 de esa calle habitaba la normal familia de los Dursley, pero lo que muy poca gente sabía (para fortuna de Petunia Dursley, la abnegada madre y ama de casa, que no soportaría verse criticada durante las reuniones para tomar el té) es que allí habitaba una persona que no era nada normal, pasando desde la lechuza blanca que se encontraba en esa habitación, hasta la extraña cicatriz que tenía en la frente.
El muchacho al que nos referimos, con un ingobernable pelo negro y una delgadez enfermiza, estaba sumido, a juzgar por su agitación, en una dolorosa pesadilla…
Estaba en un pasillo oscuro, avanzando, llegó a una gran sala con un arco del cual colgaba un raído velo. De improviso, en la sala aparecieron Sirius y Bellatrix, repitiendo la fatídica escena de una semana atrás, cuando Sirius atravesó el velo... para no volver.
Apareció en una nueva estancia, esta era completamente blanca, y como si de la postrer despedida y salutación de los actores al público en pie tras una sublime representación teatral se tratase, se encontraban ante él Sirius, Bellatrix, Hermione y Lupin, cuyas caras poseían una sombría apariencia que contrastaba con la luminosidad de la estancia.
-Te lo dije, Harry, te dije que era una trampa- decía Hermione.
-¿Qué pasa el pequeño bebé Potter echa de menos a su perrito?- apostillaba la voz estridente de Bellatrix,
Mientras Harry desesperado tapaba sus oídos con las manos - NOO, CALLAOS- gritaba.
-Por tu culpa -acusaba Lupin- perdí a dos de mis amigos, ¡y ahora mataste a Sirius!.
-yo pensaba que me querías Harry -incriminaba Sirius- ¡y mírame! Estoy muerto, muerto por tu culpa.
En estos instantes Harry se hallaba en el suelo, convertido en una masa sollozante "parad ya por favor"-suplicaba-"ya no puedo más".
De nuevo, una nueva habitación, esta estaba construida en piedra, ya mohosa por el tiempo, con manchas de sangre en las paredes y en el suelo, el miedo y la tristeza predominaban en la atmósfera, como si las paredes hubieran sido testigos mudos de crueles asesinatos y torturas; al final de la lúgubre habitación iluminada solo por antorchas, había un trono de piedra, con serpientes talladas como patas y reposabrazos, en este trono se encontraba Lord Voldemort, con una cruel sonrisa pintada en su reptiliana cara.
-¿Qué te ha parecido mi pequeña función de teatro, Potter? ¿No es excelsa?.
-Vete al infierno, Tom.
-No no no, Potter, respuesta incorrecta. ¡Crucio!.
Harry cayó al suelo mientras profería un grito desgarrador,
-Te daré una nueva oportunidad Potter, únete a mí y conseguirás más poder del que soñaste jamás, o seguirás viendo la muerte de tu padrino y amigos hasta que desesperes tanto que te suicides- dijo Voldemort.
-Nunca me uniré a ti, Riddle, ¡NUNCA!- gritó Harry,
-Muy bien Potter, tú lo has querido, que tengas dulces sueños a partir de aquí, Potter, dulces sueños.
Harry se incorporó de su cama sudoroso y jadeante, con lágrimas saliendo de sus ojos verdes y recorriendo sus mejillas; Hedwig, su fiel lechuza ululó suavemente, con sus ambarinos ojos mirándole en forma de pregunta silenciosa.
-Estoy bien Hedwig, solo es otra pesadilla –decía Harry mientras abría la ventana- anda, ve a cazar algo que llevas todo la tarde encerrada. Harry se quedó apoyado en la ventana mientras veía a Hedwig volar más y más lejos hasta transformarse en una pequeña mancha blanca en el firmamento. Estaba muy cansado, unas profundas ojeras delataban que no había podido dormir mucho tiempo, sin embargo, tenía miedo a volver a dormir, Voldemort tenía razón si seguía mucho tiempo así acabaría por volverse loco.
- y encima está la maldita profecía – susurró irónicamente. "…y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida…" esa frase le daba vueltas a Harry desde que salió del despacho del director – como si no tuviera bastante con mi vida, encima me tengo que cargar al capullo de Tom…
-¡CHICO, BAJA A CENAR, con este grito Tía Petunia interrumpió las divagaciones de Harry. Lenta y pesadamente Harry bajó las escaleras donde se topó con la cría de ballena asesina que se estaba convirtiendo su primo
-Eh anormal –dijo Dudley- quita de mi camino, o la próxima vez que salgas de casa mi pandilla te dará una paliza.
Llegó a la cocina, puso la mesa y mientras revolvía su mísera ración de comida.
-Chico –le espetó Vernon- come, que no quiero a los anormales de tus amigos por aquí porque no te estés alimentando bien.
-Sí, señor-le contestó con voz monótona Harry mientras engullía su porción de comida. Se levantó, lavó los platos de la cena y se dirigió a su habitación.
Una vez allí, recordó que pasado mañana debía mandarle una carta al profesor Lupin, para contarle como estaba. Decidió que como siempre le mandaba la misma respuesta, la escribiría hoy, se sentó frente al escritorio y comenzó a escribir.
Hola Remus,
¿Cómo estás, yo estoy bien, ninguna novedad.
Adiós, Harry.
En cuanto terminó la carta, quedó dormido sobre el escritorio por el cansancio.
Se encontraba en el infinito, un enorme vacío de color blanco. Vio aproximarse a una figura, que a medida que se acercaba tomaba forma de un anciano con una barba blanca andando con una larga vara blanca y vestido con una túnica azul.
-Hola joven Harry – dijo el anciano.
-¿Qui…Quien es usted?¿Y que hace aquí?¿Y como sabe mi nombre?-dijo anonadado Harry
-Las preguntas una a una por favor, verás Harry, a mi me llamaban Mirddin Emrys en mi época, aunque tu me conocerás como Merlín, y la razón por la que te conozco es porque tu eres mis descendiente y heredero, y no solo mío sino también de Godric y Helga – respondió amablemente Merlín que al ver que Harry permanecía en estado de shock, apareció dos sillones cómodos y una pequeña mesita con el té servido.
-So…so...soy… el…el…he…hederedo…heredo…heredero…d...de…Mer…Merlín –tartamudeó Harry.
-Y el de Gryffindor y Hufflepuff, muchacho, no te olvides.
-Ah – atino a decir Harry, mientras caía sorprendido en el sillón.
-Veras Harry, he venido porque deberás entrenar los poderes que van a despertar en ti, pero sobretodo he venido para ayudarte a vencer en esta guerra –dijo Merlín- y para darte consejo.
-Entiendo –dijo Harry con el semblante serio- y qué debería hacer según tú.
-Deberás perfeccionar tu oclumancia, estudiar lo que has dado hasta ahora y hacer ejercicio físico para fortalecerte, antes deberás salir de aquí, encontrar un piso en Londres, tu padrino debió de dejarte uno, te enseñaré un par de hechizos y encantamientos para proteger la casa y ocultarla. En cuanto llegues a Londres, iremos al Callejón Diagon podemos encontrar muchas cosas interesantes allí, y tienes que tomar tus herencias en posesión, después pasaremos al Callejón Knockturn, sin olvidar el mundo muggle. Cuando termines parte del entrenamiento, irás a Camelot, a medida que vayamos avanzando te seguiré explicando más cosas. Ah, se me olvidaba, no puedes ganar esta guerra solo Harry, necesitaras forjar alianzas con las criaturas mágicas, ellas te pueden enseñar muchas cosas.
-OK- dijo anonadado Harry.
-Por cierto, tus padres y Sirius te mandan muchos recuerdos, que no te culpes por su muerte y sobretodo que le patees el trasero escamoso a Tommy. Mientras perfeccionas la oclumancia, aquí tienes una poción para dormir sin sueños que durará un mes más o menos y que tiene la cualidad de hacer irrastreable la magia que hagas con la varita– contó Merlín.
-Pero Merlín ¿como me va a dar tiempo a hacer tanto en vacaciones?-preguntó Harry
-Llámame abuelo si quieres Harry y veras en Camelot, donde iremos después, pasa el tiempo mas rápido que en el mundo real, a la muerte de Arturo, transporté la isla a una dimensión paralela donde transcurre el tiempo de manera de que si aquí pasa un mes, en Camelot pasan 10 años.
-Entonces abuelo, ¿a qué esperamos?
-Ese es el espíritu muchacho, ponte este colgante, que me permitirá que hable contigo mentalmente, y este anillo, para que todos sepan que eres mi heredero.
-¿y que hacemos con la Orden de Fénix?-preguntó Harry
-Verás, el camino que sigue la orden no es el adecuado para ganar la guerra. Dumbledore es muy manipulador y no nos podemos fiar de él, además tengo el presentimiento de que si tu sobrevivieras a la batalla final contra Voldemort, el te hubiera matado o te hubiera encerrado en Azkaban o en San Mungo. Ahora Harry, vas a despertar, empaca las cosas y vayamos a Londres y recuerda que aunque no esté contigo físicamente lo estoy mentalmente.
-De acuerdo abuelo.
Harry despertó por primera vez de forma descansada, y, aunque no se creía lo del sueño, vio el anillo en su mano, y palpó el colgante entre sus ropas.
-Abuelo, abuelo ¿me oyes?-preguntó Harry
-Tranquilo Harry, no fue un sueño, estoy dentro de tu mente y ya sabía que se me olvidaba algo, si es que la edad es muy mala, me estoy haciendo viejo, tendría que haber investigado eso de la piedra filosofal y lo peor de todo es que ya no se me levanta como antes…
-erm, esto… abuelo ¿Qué se te había olvidado? – decía Harry intentando disimular su risa.
-Ahh, si tu padrino y tu padre me dijeron que cambiaras de aspecto y que comenzaras a ligarte a las chicas que para eso eres descendiente de Cassanova porque eso entra dentro del espíritu de los merodeadores, que le gastes bromas a los Slytherins y sobre todo a Snivellus y Sirius añade que dentro de que heredas está su moto y el diario de los merodeadores, que los cuides mas que a tu propia vida – soltó de carrerilla Merlín.
-Lo de las bromas es fácil, pero ¿las chicas? Si tengo más mala suerte que nadie y además, ¿Quién las entiende?-dijo sonrojado Harry.
-Tranquilo, chaval, aquí tienes a todo un profesional, ¿Por qué te crees que Morgana, mi esposa, quería castrarme?- dijo jovialmente Merlín.
-erm, de acuerdo abuelo, erm, creo que, si eso, acudiré a ti en calidad de alumno en lo sentimental, si- dijo nervioso Harry
-bien muchacho, ahora empácalo todo y vayámonos - agregó Merlín – ahora que está ese tal Mundungus de guardia.
Harry metió unos libros y la jaula de Hedwig, y sacó su capa invisible, pues desde que llegó a Privet Drive se dedicó a pasar las horas muertas encima de su cama. Un ulular molesto le sobresaltó, era Hedwig que le miraba de una forma desaprobadora,
-Calma Hedwig, esto es algo que debo de hacer –dijo Harry- porque no vas y me esperas en el callejón Diagon, así llamaremos menos la atención, además te prometo que cuando entremos en la tienda de mascotas te compro las chucherías lechuciles que tanto te gusta – Hedwig viéndose superada en argumentos salió por la ventana camino del callejón Diagon ululando alegremente. Harry entonces, encogió su baúl y bajó a la salita donde se encontraban los Dursley viendo la tele antes del desayuno.
-Maldito anormal ¿que haces aquí?- bramó Vernon
-Vengo a ofrecerles un trato muy beneficioso para ambos – replicó tranquilamente Harry
-Habla muchacho- gruñó Vernon
-Ustedes no le dicen a nadie que me marché de aquí, y yo me voy por el resto del verano- dijo Harry.
-hmpf, ¿seguro que esos anormales de tus amigos no nos harán nada?-preguntó Vernon
-Absolutamente nada- aseguró Harry – únicamente os pido un favor.
-Habla – dijo contrariado Vernon
-Necesito que me lleves a Londres, después de eso prometo no volver a molestaros en lo que resta de verano- contestó una sonrisita irónica
-Sube al coche, muchacho- replicó Vernon
-Da gusto hacer tratos contigo tío Vernon- murmuró mientras se dirigía al garaje.
Una vez en Londres, y ataviado con una sudadera con capucha, "cortesía" de su primo Dudley, Harry se dirigió al Caldero Chorreante con la capucha puesta para no ser reconocido, pidió a Tom que le abriera el acceso al Callejón Diagon cosa que este hizo no sin cierto recelo.
Observó todas las tiendas, tomando nota mentalmente de las cosas que necesitaba, mientras se dirigía al Gringotts tatareando alegremente, de repente se topó con una vorágine de personas que peleaban por entrar en una tienda en cuyo cartel rezaba: Sortilegios Weasley, bromas para todas las ocasiones. Harry sonrió para sus adentros mientras pasaba por delante de la tienda.
Una vez en Gringotts, se dirigió al mostrador,
-Buenos días, vengo a tomar posesión de mi herencia – dijo Harry
-Para eso deberá hablar con el jefe de sección Tssadi, tercer mostrador a la derecha – contestó agriamente el duende.
-Gracias – replicó irónicamente Harry, mientras se dirigía al mostrador señalado, en el que se encontraba un pálido duende de mediana edad con gafas revisando un legajo de papeles – hola, ¿el señor Tssadi?
-Sí, ¿que desea? – repuso Tssadi sin levantar la vista
-Deseo tomar mi herencia – respondió Harry
-¿Nombre?
-Potter, Harry Potter – susurró tranquilamente, Tssadi palideció si es que podía palidecer más y con un tartamudeó,
-¿Pot…Potter, por favor acompáñeme al despacho del jefe de Gringotts, el señor Malickud. Harry sonrió mientras seguía al atolondrado duende, llegaron a unas suntuosas puertas dobles de roble, con el escudo de Gringotts tallado, las manijas de las puertas labradas en oro y delicadamente ornamentadas con diamantes.
-Vaya con los duendes – comentó Merlín, quien hasta entonces había permanecido callado – yo me acuerdo de cuando esto no era más que un par de piedras mal apiladas y esa puerta tres tablas de madera.
Harry le iba responder cuando la puerta se abrió dando paso a un duende armado que le hizo pasar al despacho. El despacho era el típico de un jefe de banco importante, mullidas alfombras persas, delicados tapices colgados de las paredes, y un escritorio de Luis XIV, con sillas a juego. Detrás del escritorio se hallaba un duende anciano, con una mirada penetrante y parecía que no compartía la animadversión típica de los duendes para con los magos.
-Adelante señor Potter, acomódese – dijo afablemente
-Llámeme Harry a secas, por favor – respondió acongojado Harry ante tanto lujo.
- Muy bien Harry – contestó con una sonrisa Malickud – creo recordar, si no me equivoco, que ha venido a tomar posesión de su herencia, ¿no es así?
-Así es.
-Bien, por favor derrame una gota de sangre sobre este pergamino – le dijo alargándole un viejo pergamino y una aguja. Harry lo hizo, saliendo en letras de sangre todas las líneas familiares de las que heredaba.
-mmm, así que usted desciende del mismísimo Merlín ¿eh, ¡vaya que sorpresa! Creíamos que la línea de los Lioncourt acabó con la desgraciada desaparición del señor Lestat, además del ser el beneficiario de la herencia del Sr. Black. Muy bien señor Potter Black Emrys de Lioncourt, - dijo sacando un grueso fajo de papeles del escritorio- aquí tiene todas sus posesiones detalladamente listadas.
Harry vio la lista:
Cámaras de Gringotts, sin tasar las joyas y artículos
-Nº 001: 345.278.935.012 galeones
-Nº 003: 2.323.487.872 galeones
-Nº 004: 2.394.787.263 galeones
-Nº 012: 324.425.700 galeones
-Nº 711: 9.992.374 galeones
-Nº 687: 239.840 galeones
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Total: 350.331.868.061 galeones
Propiedades
- 1 piso en Londres
- 2 casas en Londres
- 1 mansión en el valle de Godric
- Un palacio en Venecia
- Un castillo en Francia
- Diversos pisos en Nueva York, California, Escocia y Argentina.
-Un edificio en París.
Acciones:
-15 Gringotts
-50 del Profeta
-25 de San Mungo
-2 compañías de fabricación de escobas
-Diversas acciones en empresas muggles
-15 de Manchester United
Resto de Pertenencias:
-Libros
-Pinturas
-Armas
-Una moto
-2 coches
-Joyas (sin cuantificar)
Decir que quedó impresionado tras ver su herencia es poco, Malickud esperó a que se le pasase el shock inicial. Tras esperar un rato, Harry reaccionó,
-Bien, necesito una lista completa de todos libros que hay, al igual que de las armas, además me gustaría saber si hay algún modo de pagar sin llevar el dinero encima tanto en el mundo mágico como en el muggle- dijo Harry
-No hay ningún problema, aunque tardaremos en hacer el listado completo, para pagar en el mundo mágico disponemos de un talonario con el 3 de comisión y de una tarjeta de crédito con la misma comisión – respondió Malickud - ¿eso es todo?
-Por el momento sí- comentó pensativo Harry – espero que nos volvamos a ver, Malickud.
-Será un placer, Harry, será un placer.
Harry se dirigió a la salida de Gringotts, inspiró profundamente y dijo,
-Esto es el principio del fin
-Ambos concordamos en eso, Harry, ambos lo hacemos – susurró Merlín.
Dudas, sugerencias, felicitaciones o tomatazos en un rewiew o a mi correo.
Un Besote muy grande a todos, y espero que os este gustando.
