Kurt no podía seguir metido en su casa. Tenía que salir. No se le ocurría que canción cantar para la tarea de esta semana. Tenía que despejarse y olvidar a todos. Mientras caminaba por la calle dándole patadas a las piedras comenzó a llover. Genial, nada puede ir peor-pensó. Kurt se sentó en un poyete no le importaba mojarse.

-Eh, como sigas ahí mucho tiempo vas a resfriarte-Dijo una voz que no conocía

Kurt se giró para ver quién era el que le hablaba, vio a un chico un poco más bajo que él, moreno y vestía con una pajarita.

-Hoy no me importa mojarme, todo me va mal-Le respondió

El moreno se acercó a Kurt y le tendió una mano para levantarle.

-Gracias pero prefiero quedarme aquí- le dijo, rechazando su mano.

Entonces Kurt vió como el desconocido se sentó justo al lado de él y abrió un paraguas con el que tapaba a los dos.

-Está bien, aunque no quiero que te refríes. –le dijo el chico misterioso.

Kurt se había fijado en sus ojos color avellana y se había dado cuenta de que el chico que lo acompañaba era bastante atractivo.

-Gracias, aunque no tienes que molestarte-Le dijo Kurt al chico del paraguas.

Después de unos minutos de silencio el desconocido habló.

-Blaine-soltó.

-¿Qué?-Dijo Kurt.

-Mi nombre es Blaine-dijo cerrando el paraguas. Había dejado de llover y parecía que el sol empezaba asomarse por aquellas horrorosas nubes negras.

-Kurt, encantado-Le dijo con una sonrisa.

-Bueno Kurt- levantandose del poyete-creo que he conseguido que no te resfríes-siguió-ahora tengo que irme, encantado de conocerte y, por cierto, bonitos ojos-se despidió con una sonrisa.

Kurt no sabía que decir ¿Qué acababa de pasar? Se levantó del poyete y caminó hasta su casa. Le dijo hola a su padre y subió a su habitación. Se tumbó en la cama y se puso a pensar.

Sí, era de locos, un chico al que no conocía de nada se había sentado junto a él y había impedido que se mojara. Blaine. Se llamaba Blaine.

Aquel extraño muchacho le había hecho sonreír aquella tarde a Kurt. Esa noche Kurt durmió más tranquilo y se preguntó si volvería a ver a aquel chaval de ojos color avellana llamado Blaine.