Título: Con derecho a roce
Aviso: esta historia es para la actividad Amigo Secreto del foro La aldea oculta de las hoja y es para CRIMELA.
Sobre la historia: AU
Pedido: Romance. Un fic de Hanabi y Shisui. Que aun no sean pareja, sino que apenas se estén conociendo (pero en plan romántico). En un Universo Alterno: me gustaría que los dos fueran abogados. Hanabi recién graduada que ingresa a trabajar en la firma y conocerá a Shisui, que ni la vuelve a ver... y ella es Hanabi: Todos la vuelven a ver. No es necesario que Shisui sea compañero, puede ser un rival (pero no jefe).}
Con derecho a roce
CAPÍTULO I. Hanabi Hyuga
Hanabi se arregló los bajos de la falda. Comprobó que su maquillaje estuviera en su sitio y contó hasta tres. Tenía ante sí un gran edificio de oficinas, situada en la zona rica de la ciudad, y una de ellas era su destino, su codiciado destino. Enfundada en una camisa blanca, una chaqueta negra y una falda a juego con los tacones, apretó su bolso y entró en un enorme recibidor. La gente vestida de chaqueta y con maleta entraba y salía de los ascensores y de los pasillos de la planta baja. Buscó la oficina en el panel y mientras lo hacía, sintió cómo algunos ejecutivos le echaban una mirada. Ella se regocijó por ello. Uno de ellos se acercó:
—Disculpe, señorita, ¿a dónde va?—el hombre enseñó disimuladamente sus gemelos bañados a oro y su rolex de alta gama.
—Hoy empiezo mi trabajo como abogada junior en el despacho de abogados Sarutobi & Shimura—los ejecutivos torcieron el gesto. De presentar un aire chulesco pasaron a cierto aire de seriedad— ¡Oh! Ya está aquí el ascensor—Hanabi entró y pulsó el número 6—. Adiós—se despidió de sus efímeros admiradores mientras las puertas se cerraban.
Hanabi Hyuga había sido la primera de su promoción en la carrera de Derecho de la Universidad de Konoha. Desde el primer día de carrera, se prometió así misma ser la mejor en todo y frente a todos y sus esfuerzos no tardaron en dar sus frutos.
En el último curso, hizo sus prácticas en el despacho de su maestro y mentor de la carrera, Ebisu, y una vez terminada la odisea, consiguió por mediación suya entrar en la temida y exitosa firma Sarutobi & Shimura y ocupar la vacante libre, tras cuatro entrevistas y dos pruebas de idiomas en francés y alemán llevadas a cabo en las oficinas que la firma tenía enfrente de los juzgados en el centro de la ciudad. El mundo de la abogacía era duro y ella iba a por todas.
Salió del ascensor y dio a un hall de paredes diáfanas y muebles modernos. Se acercó a la recepcionista, una chica de largos cabellos rubios, que tecleaba el ordenador a toda velocidad
—Buenos días—dijo Hanabi. Vio en su chapa identificativa el nombre de "Ino Yamanaka"—. El señor Shimura me está esperando en su despacho. Soy Hanabi Hyuga.
La recepcionista, tras un breve examen superficial, miró en su agenda y asintió.
—Un momento—marcó un número en el teléfono y habló por el pinganillo de la oreja—. La señorita Hyuga acaba de llegar, señor… Sí, de acuerdo—dio al botón del auricular de la oreja y dijo—. Le acompaño. Está esperándola en su despacho.
Hanabi sonrió y la recepcionista, quien iba con un traje de una pieza de color gris que marcaba su figura, la guio por la oficina. En seguida, muchas miradas se fijaron en ella. La firma ocupaba toda la planta y estaba formada por seis amplios escritorios en el centro, tres despachos en el ala oeste y dos en el ala este, los de los dueños de la firma. La distribución del bufete era parecida a las otras oficinas de la firma.
Ino abrió la puerta del despacho que pertenecía a Danzo Shimura y Hanabi la siguió.
Yamanaka hizo un saludo con la cabeza a su jefe y la futura abogada se sintió embriagada por el despacho. Las paredes de la izquierda eran grandes ventanales por los que la luz se filtraba armoniosamente creando un juego perfectamente equilibrado con los muebles blanco y anchos del despacho. Tras la mesa del abogado, había una vitrina que ocupaba toda la extensión de la pared y que estaba ocupada por premios al trabajo de la firma, fotos de la familia y de la firma en sus inicios. Al lado contrario había una amplia biblioteca con los tomos más importantes de Derecho en todas sus facetas y una bola del mundo antigua que por su aspecto, se notaba que no había sido barata.
Sin embargo, lo que más sorprendió a Hanabi fue su jefe en sí. Danzo tenía esa mirada que penetraba en el alma de las personas, hecho que ayudaba la cicatriz de su mentón. Portaba un traje gris y una blusa de color azul marino a juego con un alfiler dorado que tenía las insignias D.S. Pero nada de esto intimidó a Hanabi.
—Tome asiento, por favor.
Ino cerró la puerta y avanzó unos pasos de manera lenta para después echar a correr a su mesa. Encendió su ordenador y en seguida se conectó con los abogados que había dentro de la planta por Facebook.
Ino:
¿Habéis visto a la nueva? Va de estirada.
Udon:
A mí me ha parecido muy mona.
Moegi:
¿Qué creéis que le dirá Danzo? Por cierto, Ino ¿Has visto sus zapatos?
Konohamaru:
Le soltará el rollo de los valores de la firma, bla bla bla…
Ino:
Los estoy buscando. Fijo que son de la marca L.B. De 600 para arriba.
Udon:
Creo que estamos yendo demasiado lejos.
Konohamaru:
Uuyyyy, Udon se ha enamorado.
Udon:
…
De repente, la puerta del despacho de Shimura se abrió. De él emergieron Hanabi y Danzo. Enseguida, todos apagaron el Facebook y volvieron a sus quehaceres. De los tres despachos del otro lado, salieron los tres abogados senior de la firma: Rin Nohara, Kakashi Hatake y Obito Uchiha.
—Todos, escuchadme—Shimura dio unos pasos, apoyado de su bastón hasta el centro—. Hoy se une a nuestra firma Hanabi Hyuga como abogada junior especializada en Derecho Medio Ambiental. Espero que le deis una cálida bienvenida y que pronto sienta esta como su casa.
Todos se levantaron y Hanabi se acercó a Danzo.
—Espero poder formar parte de esta increíble familia. Gracias por darme esta oportunidad—la voz de Hanabi y su ternura encandiló a todos. Udon fue el primero en acercarse, seguido de Moegi, Konohamaru, una chica rubia y los abogados senior, quienes fueron presentados por Shimura:
—Te presento a Udon Ise y Konohamaru Sarutobi, abogados junior y a Rin Nohara, abogada senior. Los tres conforman el grupo de Derecho Laboral de esta firma—Hanabi se quedó con sus nombres y especialidad y les dedicó una entrevista. A Udon por casi le daba algo ante tanta ternura, pero Konohamaru le dio un codazo y lo apartó—. Esta señorita es Yugito Nii, abogada junior y tu compañera en Derecho Medio Ambiental. Estáis bajo las órdenes de Kakashi Hatake—Hanabi se alegró de conocer a sus colegas de especialización y les tendió la mano. Iba a presentar a los abogados de la última especialidad, pero sonó el teléfono de su despacho—. Lo siento, debo cogerlo.
Shimura caminó hasta su despacho y cerró la puerta. La chica de cabellos pelinaranja se acercó a Hanabi:
—Soy Moegi Kazamatsuri, especialista en Derecho Penal, encantada. Y él es Óbito Uchiha, mi jefe—Óbito se acercó y saludó amablemente a la abogada junior.
—¿Sois dos en Derecho Penal solo?—preguntó Hanabi.
—No—señaló a un joven de cabellos castaños que estaba en la mesa más alejada. Portaba una camisa blanca, perfectamente amueblada al cuerpo del hombre, quien por otro lado, no despegaba la cara del ordenador.
—Mi sobrino vive en su mundo a veces. No se lo tengas en cuenta—dijo Óbito sacudiéndose la cabeza.
Hanabi reaccionó con curiosidad a ese detalle. Ya se había dado cuenta de que la otra pata de la firma, Hiruzen Sarutobi, que estaba de viaje, tenía a su nieto trabajando y ahora resultaba que había dos Uchihas en la firma y uno de ellos ni se había molestado en levantarse y saludarla. Hanabi se acercó, dejando al resto charlando y le dedicó su mejor sonrisa al hombre:
—Buenas, me llamó Hanabi Hyuga y acabo de llegar a la firma. Encantada—le tendió la mano y él ni se la aceptó. Ni siquiera se giró para saludarla. Óbito negó con la cabeza y Moegi se tapó los ojos. A Hanabi se le hinchó la vena de la frente y se le ocurrió un plan. Sutilmente se movió y volcó el jarrón que había en una esquina, vertiendo el agua sobre la camisa del chico, quien se levantó de la mesa, sobresaltado. Se quitó los auriculares y se sacudió los brazos.
—¡Estás loca! ¡Ve con más cuidado!
—Shisui, no se lo tengas en cuenta—Óbito se acercó y cogió los restos del jarrón roto. El resto paró de hablar y observó la situación. Sabían del humor de perros de Shisui. Hanabi se vanaglorió de acaparar su atención y descubrió que no solo había estado escuchando música con los auriculares durante su presentación, sino que haba estado jugando a las cartas en el ordenador.
—Lo siento, mucho. Supongo que son los nervios del primer día—dijo Hanabi actuando. Conforme más se acercaba a Shisui, más pudo apreciar sus rasgos: piel blanca, ojos almendrados y cabello corto rizado. Era tan alto como su tío y seguro que era el soltero de oro codiciado por las mujeres de la ciudad.
Shisui agarró algunos pañuelos de la caja que tenía en su cajón y miró durante unos segundos a la nueva, quien le pareció muy guapa.
—Shisui, creo que tengo una camisa limpia en mi despacho. Cámbiate.
Su sobrino le hizo caso y le siguió como un perrito fiel. Hanabi observó a los dos con una sonrisa de triunfo. A ella nunca la marginaban ni la ignoraban.
Moegi se la llevó al grupo y Yugito y Kakashi la pusieron al día de los casos de la especialización que llevaban.
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—¿Cuántas veces te digo que no juegues en tus horas de trabajo?—Óbito sacó del cuarto de baño unas toallas, mientras su sobrino se quitaba la camisa.
—Es mi forma de relajarme. No puedo evitarlo.
—Al menos—sacó una camisa blanca de un pequeño armario que él mismo había instalado en su despacho para posibles incidencias—, quítate los auriculares. No es profesional.
—Soy el mejor abogado junior de la firma. Mi índice de éxitos es superior a la media. Creo que puedo darme algunos lujos.
—¿Para escuchar esa música estridente? Si al menos escucharas algo decente… Por cierto, ¿qué te parece la nueva?
Shisui terminó de secarse y agarró la camisa de su tío.
—No está mal.
—¿Qué no está mal? A Udon por casi le da algo. Podrías intentar algo con ella.
—Me lanza un jarrón, me mancha una camisa que es regalo de mi madre, tu hermana y quieres que la invite a salir.
Óbito sonrió y abrió la puerta de su despacho:
—Piénsalo.
Shisui metió la mano en sus bolsillos y no entendió la sonrisita de su tío. Ni falta que hacía: su camisa debía ser vengada.
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Mañana por la noche subiré el segundo capítulo y último.
