¡Alice, battou!

Hey~ ¿Cómo están, fans del SaruMi/MiSaru? ¡Primer proyecto del año! Como ya había dicho, sería muy activa en el fandom. Y como está iniciando el año, empiezo con un nuevo proyecto que será una colección de historias de la OTP uwu Basándome en una tabla de 20 besos. Por lo tanto, las historias no tienen conexión alguna entre sí.

No sólo decidí hacer esto por el reto, sino que siempre me invento muchas, pero muchísimas historias SaruhikoxMisaki, básicamente, todo el tiempo. Y como no quiero llenar FF de puros one-shots, decidí subirlos de esta forma :3

Waaa, pensé que nunca lo terminaría uwu me costó algo de trabajo plantear la idea, la cual me inspiré por el CD-Drama "In the Park" Y, este one-shot, va dedicado a Sonneka. Sin ella, no habría podido escucharlo. ¡Muchísimas gracias, Sonne-chan!


Summary: Era suficiente con saber que Saruhiko estaría ahí, apoyándolo. Al igual que los viejos tiempos. Los momentos que tanto extrañó, regresaron. Con la determinación que poseía, tenía la victoria más que asegurada.

Status:(1/20)

Tema: #3 Beso en la frente.

Disclaimer: K Project no me pertenece, todos los derechos de autor, van para sus creadores, GoRa y GoHands. Los culpables de los mensajes subliminales x3. Saruhiko y Misaki, ya están casados.


*~Küsse~*

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"Existen muchas clases de besos, pero todos tocan el corazón y permanecen en la memoria, durante toda la vida. Algunos, con más amor que otros"


"Victoria"

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Sus piernas temblaban ligeramente. ¡No podía permanecer calmado! Había estado entrenando, e inclusive manteniendo su forma con darles clases a los hijos del dueño de su trabajo. Suspiró por enésima vez, en cuestión de una hora, el concurso iniciaría. La idea lo llenaba de ansias, y al mismo tiempo, los nervios accedían a él.

—Hey, Yata-chan, debes relajarte —aconsejó el camarero de cabellera rubia—, si continuas así, es posible que pierdas.

Enmudeció ante el comentario por parte de Kusanagi. El temor de cometer un error ante una gran cantidad de personas, le resultaría tan vergonzoso y humillante. Negó en un ladeo de cabeza, lo mejor sería no pensar en esa posibilidad.

—Misaki —la sosegada voz de la ex reina roja, atrajo su atención—. No te preocupes, todo saldrá bien —agregó sonriendo de forma tenue, pero encantadora.

—Así es, Yata-san —comentó Kamamoto, quien lucía su delgada figura, atrayendo las encandiladas miradas de algunas chicas.

Lentamente, la incomodidad fue desintegrándose. El apoyo que le brindaba su clan, le era bastante reconfortante. Sin embargo, el rompecabezas no estaba completo… Aún faltaba una pieza, la más importante. Por la cual, Misaki esperaba.

—Gracias a todos —musitó exhibiendo una deslumbrante sonrisa. Le agradaba que después de la destrucción de la Slate, los lazos con su clan estuvieran intactos. Inclusive, se atrevería a considerar que, ahora, eran aún más cercanos. Dio media vuelta y se acercó a la puerta—. Iré a dar un paseo por el parque que está cerca —se retiró con su patineta bajo el brazo.

Cabizbajo, viajó en su monopatín y llegó más rápido de lo que creía. Sentándose en las bancas de madera del lugar, se quitó su gorra morada, y bajando la mirada, dejó la tabla en el suelo. Miró el reloj en su muñeca; faltaban cuarenta minutos para que el evento iniciase. No pudo suprimir la tristeza que pareció golpear su rostro, expresando completamente ese sentimiento.

Se suponía que debía estar feliz en cada instante de ese día, tenía la habilidad para ser el ganador de ese concurso, pero… quería que él formara parte de ese logro. Deseaba que lo apoyara como antes, que se sorprendiera y lo mirase con emoción al hacer su rutina. Sucesos que, al final, serian simples ilusiones.

—No vendrás, ¿cierto, Saruhiko? —habló al aire. Siendo el silencio, uno de los testigos de sus palabras. ¿Había algo mal entre ellos? Ahora aceptaban sus diferencias y, poco a poco, curaban mutuamente las heridas que les generó el pasado.

¿No era suficiente para regresar a ser lo que fueron alguna vez? Diminutas lágrimas amenazaban con escapar de las comisuras de sus ojos, pero él, obstinado, no las dejaría salir para aparentar fortaleza. Alzó suavemente la mirada, esperando contemplar el azul firmamento, pero terminó encontrándose con una faz más que familiar.

—Deberías creer más en mí, Misaki —reprochó Fushimi, borrando al instante con su dedo índice, una ligera gota que se deslizó por la mejilla ajena. El pelirrojo tragó saliva, los nervios volvieron, pero la razón era distinta. La distancia que separaba sus rostros era mínima—. ¿Llorabas porque aún no llegaba? Qué tierno de tu parte —mencionó sardónico.

— ¿¡Eh!? ¡No estaba llorando! —exclamó Yata, incorporándose para encarar al chico de cabellera negra.

—No mientas.

— ¡No estoy mintiendo! Tan sólo me entró un poco de polvo en los ojos —se excusó cruzándose de brazos y mirándolo con el entrecejo fruncido—. ¿Por qué llegaste a estas horas, eh? ¿Y cómo supiste que estaba aquí?

—Te vi pasar y decidí seguirte —mintió, Saru había llegado con el resto de HOMRA. Al verlo, Kusanagi y Anna, le dijeron la localización de la vanguardia y él salió al instante—.Cuando te dije que no tenía mucho tiempo, no mentía. No faltaría a tu primer concurso, después de todo —susurró lo último girando el rostro hacia un costado, evitando contacto visual con el chico frente suyo. A su consideración, dijo algo vergonzoso.

—Saruhiko… tú…

—Además —interrumpió a posta—, quería ver cómo pierdes —rió con burla.

— ¡Oye! —protestó un ofendido Misaki— ¡Eso no pasara! Al contrario, Yatagaratsu-sama les pateara el trasero a todos —parloteó colocando ambas manos en su cadera, elaborando una pose triunfante. La tristeza que antes lo envolvió, fue remplazada por la energía y arrogancia. Saru sonrió suavemente al notarlo. Verse apagado, no le quedaba para nada al pelirrojo.

—No me lo cuentes, demuéstramelo cuando sea el momento —puntualizó él, tomando la gorra de Yata y acomodándola en la cabeza de éste—. ¿Y bien? ¿No estás nervioso?

— ¿Ah? ¿Acaso no me escuchas? ¿Por qué debería estar nervioso cuando voy a ganar? —interrogó, los aires de grandeza habían aumentado en el chico de ojos otoñales.

—Qué engreído…—murmuró por lo bajo, aunque el agudizado oído de Yata logró escucharlo—.Espero que no pierdas por tanta confianza.

—Tan sólo bromeo —replicó el skater— ¿Sabes? Estuve entrenando muy duro para ganar. Es normal que alcances lo que quieras al luchar por conseguirlo, ¿no?

—Supongo —Fushimi se encogió de hombros. Miró la banca y se sentó en ésta. El vanguardia lo imitó en lo último— ¿Y que harás cuando ganes?

Un suspiro salió de los labios de Yata.

—Ya lo había dicho, iré a América a participar en un concurso internacional —al instante, sonrió de oreja a oreja—. Será muy divertido ir allá. Visitaríamos muchos lugares juntos.

—Oh… Sí que tienes muchas fantasías —bromeó el chico perteneciente a Scepter 4. Misaki lo miró con reproche y no hubo más conversación por unos breves momentos. De repente, con suavidad, Saru recargó su cabeza en el hombro del mayor por meses, produciendo que la piel de éste se erizará con el contacto. Entretanto, también sintió una vaga nostalgia con esta situación, y los nervios por la cercanía, volvieron.

— ¿Sa-Saruhiko? —como respuesta, obtuvo un murmullo casi inaudible—. ¿Q- Qué haces?

El nombrado parpadeó confundido sin comprender la cuestión empleada. De nuevo, un silencio se creó en el ambiente, siendo cortado por la abrupta acción de Fushimi al separarse del mayor. Por un instante, Yata pudo ver una ligera tonalidad rojiza en los pómulos del otro. Entonces, fue cuando recordó que, en los tiempos del instituto, ocurría lo mismo.

Si ya no había temas para hablar, el de cabellos azabaches terminaba durmiéndose en el hombro de Misaki. Y el pelirrojo tenía que ser quien estuviera atento y lo despertara al llegar a la estación en la que tendrían que bajar. Le sorprendía gratamente que, Saru aún tuviera ese hábito con él, luego de tantos años.

—D-disculpa por eso —dijo, escondiendo con una mano, la vergüenza que se había acumulado en sus mejillas, enrojeciéndolas.

—No debes de preocuparte —contestó el del clan rojo con un ladeo de mano, restándole importancia al asunto—. Antes lo hacías todo el tiempo.

Un chasquido de lengua se oyó, le resultaba incomodo que Misaki recordara esas antiguas ocasiones. ¿Acaso no podía tener la pésima memoria que tenía en los exámenes? Quizás, en el cerebro de su amigo, hubieran prioridades; pero a Saruhiko le parecían innecesarias.

—Oye, Saruhiko —llamó, sacándolo de sus cavilaciones, captando su atención—. Hay algo que debo decirte.

— ¿Qué? —expresó en tono molesto, al pensar que se burlaría de su anterior acto.

Él sospechaba que viniendo de la vanguardia de HOMRA sería algo insólito… o tal vez, no tan inteligente. No obstante, el de anaranjada cabellera solía sorprenderlo, siendo capaz de brindarle una respuesta de cien puntos. Además, el matiz de seriedad que se presentó en la voz del otro, le hacia considerar que, probablemente, sería algo atípico. Se quedó en silencio, dándole a entender que prosiguiera.

Tragó saliva, las manos le sudaban y no encontraba las palabras adecuadas. De hecho, hablar no era su especialidad, ¿cómo expresar aquella calidez que nacía en su pecho y el cosquilleo en su estómago, al estar con quien fue, durante mucho tiempo, su mejor, verdadero y único amigo?

—Intenté decírtelo esa vez que nos encontramos en el parque —mencionó, haciéndole recordar al de gafas—, pero Miiko y Touru interrumpieron —nerviosamente, rascó su cabeza y rió.

—Ajá, ¿y?

—B-bueno…—balbuceó, golpeando de manera suave, pero insistente, el suelo con el pie derecho—. Es difícil de decir.

—No lo creo —soltó Fushimi, la actitud que tenía el pelirrojo le comenzaba a exasperar. ¿Cuál era la razón para tanto suspenso y lentitud? —. Tan sólo dilo. Date prisa, o llegaras tarde a tu competencia —comentó al sacar su PDA y mirar la hora.

—No me iré sin decírtelo —sentenció Misaki, se levantó colocándose frente su amigo—. Escúchame bien, porque no lo repetiré —añadió, sin poder evitar que un ligero rubor apareciera en sus mofletes.

Y esta era de las casi inexistentes veces, en las que Saru yacía perplejo, producto de la sorpresa. Ahora, él sentía sus mejillas arder, ¿desde cuándo los sonrojos eran contagiosos?

—Saruhiko… yo… —esta vez, el sonido de su reloj que indicaba una llamada, cortó la oración. Misaki convirtió sus manos en puños, apretándolos con fuerza. Sino fuera porque ese objeto era un regalo por parte del chico de orbes azules, ya lo habría destrozado.

«¿¡Quién demonios podría ser en un momento tan importante!?» pensó Yata, aún con mueca de enfado.

—Misaki, te están llamando.

—Ya lo sé, pero podemos ignorarlo —insistía el mayor, viendo al tercer líder de Scepter 4, negar en un movimiento de cabeza.

—Responde, puede ser algo importante —priorizó Saru. Si fuera el de antes, hubiera apoyado la decisión de ignorar y continuar. Aún así, había madurado y era consciente que no era el centro del mundo del skater. Le irritaba admitirlo, pero era una realidad para él.

Obedeciendo con desdén, suspiró y respondió la llamada.

— ¿Diga?

— ¡Hey, Yata-san! —saludó Rikio al otro lado de la línea—. Sé que estás con Fushimi, pero han dado la tercera llamada para dar inicio, ¡date prisa y regresa! —dicho lo último, finalizó la comunicación.

—Vete —permitió el de cabellos oscuros, después de un chasquido de lengua—. No quiero que llegues tarde —una extraña sensación invadió a ambos. Esta situación se les hacía tan familiar.

—P-pero…

Saruhiko rodó los ojos. ¿Tenía que ser tan terco? Esperaba que con cuatro años hubiese cambiado al menos. Lejos de molestarle, le agradaba, pues Misaki seguía siendo el mismo que conoció en el instituto. El pensamiento le hizo sonreír un poco.

—Si te vas, escuchare todo lo que quieras decirme y… —prometió, estando seguro que lo que pronunciaría, motivaría al menor en altura—. Si ganas, aceptaré cualquier cosa que quieras.

Al oírlo, abrió y cerró la boca varias veces, sin poder creérselo del todo. ¿Se trataría de alguna broma?

— ¿E-estás hablando en serio? —cuestionó con inseguridad, aquello era demasiado bueno para ser verdad.

—No hay necesidad de mentir —respondió Saruhiko viendo los ojos de Misaki, brillantes de la emoción. Chasqueó la lengua y prosiguió—: ¿Por qué estás tan feliz? ¿Acaso tu determinación aumento?

—Sí, de golpe —confesó tomando su patineta y alzando las comisuras de sus labios, mostrando una sonrisa arrogante. Era suficiente con saber que Saruhiko estaría ahí, apoyándolo. Al igual que los viejos tiempos. Los momentos que tanto extrañó, regresaron. Con la determinación que poseía, tenía la victoria más que asegurada.

—Infantil —masculló.

Fingió no haberlo escuchado. Estaba tan de buen humor para poder enfadarse. Y sin contenerse, retiró con una mano los azabaches mechones de cabello que cubrían la frente del muchacho, inclinándose lentamente hacia él, lo besó. El sentimiento que generó el accionar, fue tan efímero y… fascinante.

Sin necesidad de expresarlo, los dos tuvieron el mismo pensamiento; deberían repetirlo.

—Ahora sí puedo irme —se quitó su gorra y, en un movimiento veloz, la puso bruscamente en la cabeza del de lentes, haciendo que algunos de sus cabellos, salieran desordenados. Y evitando así, que pudiera ver el incontrolable rubor que yacía en su rostro. Se subió en su monopatín y se alejó con rapidez, impidiéndole al menor en edad, hablar —. ¡Nos vemos más tarde! —gritó desde la distancia.

De alguna forma, agradecía que Misaki le haya dado esa gorra, pues le brindó la oportunidad de ocultar la tonalidad carmesí que se manifestó en sus mejillas, ocasionando un gran contraste con su pálida piel.

—Más te vale ganar, idiota.


¡Yei! Y eso es todo, por ahora 7u7 Ojala les haya gustado. Por favor, dejen zanahorias, que siempre me inspiran a seguir adelante ;u;

¡Nos vemos en el próximo one-shot, con algún derivado del SaruMi!

¡Ciao~!