¡Buenas! Se me ocurrió este fic mientras escuchaba el soundtrack de la película de El Dorado, lol, de ahí la ambientación de la época. Bueno tenía la idea de la historia desde hace tiempo en mi cabeza (pensaba en dejarla simplemente en divagaciones mías) pero como no se me iba pensé en escribirla. En realidad, ya la tengo toda escrita, así que no tendré problemas en actualizarla, creo que subiré un capítulo por semana, serán entre 4-5 creo (perdonen si no es así, es que tengo toda la historia en un mismo documento)

Bueno, por último, aclaro alguna palabra como doblones, son monedas antiguas que se usaban en España, y el cuello de lechuguilla es ese cuello tan famoso que llevaba la gente importante de la época, los jueces, y de ese calibre. Pueden buscarlo en Google o simplemente ver la vestimenta que solía llevar Mephisto en épocas anteriores (está también en la cover de este fic). Perdonen si ya lo sabían.

Bueno pues, ¡Eso es todo! ¡Espero muchísimo que les guste la historia!


España, 1562.

Am corría por las calles de Granada. Saltaba, esquivaba obstáculos, trepaba, sin dejar de agarrar fuertemente las dos barras de pan que había robado. Detrás de ella, dos hombres forzudos la perseguían, probablemente los dueños de la panadería que había asaltado. Ella corría y corría, sin prestar mucha atención a su alrededor, pues la situación no se lo permitía. De esa forma no se dio cuenta de la persona que se cruzó en su camino y con la que chocó, cayendo al suelo, así como sus panes. Recuperándose del impacto, ella miró hacia arriba para ver a la persona con la que se había chocado, y se quedó un poco sorprendida ante tal. Era un hombre muy alto, delgado, y llevaba lo que parecían ser ropas de bufón; botas aladas blancas, medias verde mente con lunares blancos, pantalones cortos abombados morados que hacían juego con el chaleco, y un cuello de lechuguilla morado y menta, haciendo juego con toda su ropa. Por último, una gran capa que caía hasta sus tobillos y un pequeño gorro del que sobresalían dos largas plumas moradas. Además, también llevaba un extraño peinado. Ensimismada en sus pensamientos, se preguntó quién sería aquella persona, que de repente, después de habérsela quedando mirando también, le sonrió.

̶ ¡Eh, tú, ladrona, vuelve aquí! ̶ gritó uno de los hombres, que se acercaban desde la distancia.

Volviendo a la realidad, cogió los panes rápidamente y se levantó de un brinco. Aquel inconveniente le había restado demasiado tiempo, ya casi estaban encima de ella, los podía ver acercándose entre la multitud, ya no había forma de perderlos de nuevo. Sin estar dispuesta a rendirse, dio unos pasos para seguir su carrera cuando una mano la agarró de su brazo fuertemente, haciendo que se tambaleara hacia atrás. Se dio la vuelta. Era aquel extraño sujeto quien la estaba agarrando.

¡TSK! Mierda… ¿Por qué tenía que cruzarme con este payaso? ¿Ya está? ¿Es este mi fin? Una pena por robo son varios años de cárcel…

¡No! No puedo permitírmelo. Por ella… por nosotras… no puedo permitir que me detengan aquí.

Con mirada desafiante clavó sus ojos en los de aquel extraño, dispuesta a soltarse de su agarre, cuando este, sonriendo, la empujó dentro del callejón que tenían al lado. Profirió un grito ante la sorpresa y el empujón, más no cuando cayó de culo al suelo. Apenas había procesado lo que había pasado, oyó a los forzudos acercarse a gritos, apartando con fiereza a la gente de la ciudad. Sin pensar más en lo que estaba pasando, se escondió detrás de unas cajas de verduras y se agachó, para ocultarse mejor.

Entonces vio como los dos hombres llegaban hasta aquel sujeto que la había empujado, y le preguntaban por dónde se había ido una chica que llevaba dos panes consigo, de tantos cm de altura, pelo tal, camisa blanca y falda marrón larga hasta los tobillos, descalza… ante lo cual le respondió, que se había ido a toda prisa por la calle de arriba. Los dos hombres chasquearon la lengua, y sin decir gracias se fueron apresurados a buscar a alguien que no encontrarían calle arriba. Cuando ya habían desaparecido los dos hombres completamente, el que parecía ser un bufón se acercó a donde ella se escondía, ella viendo cómo se acercaba.

Cuando llegó a donde estaba ella, todavía agachada, se quedaron mirando uno al otro, uno desde arriba y la otra desde abajo, ella todavía en alerta, y él con una sonrisa autosuficiente, hasta que él dijo:

̶ Bueno, de nada ̶ dijo, aun sonriendo.

Ella entonces se levantó para estar a su altura (aunque todavía le sacaba demasiados centímetros), y le contestó.

̶ Gracias ̶ dijo automáticamente, sin pensar, pues todavía estaba procesando lo que había pasado. Le había ayudado. Eso no era muy propio en esta ciudad. Aunque ahora que lo pensaba, él no parecía ser de esta, tampoco lo había visto nunca. Gracias por haberme ayudado ̶ dijo, devolviéndole la sonrisa, y esta vez, lo sentía de verdad.

̶ ¡Jajaja! No ha sido nada. ̶ mirando los dos panes que llevaba en la mano, le preguntó ̶ supongo que te perseguían por haber robado esos panes.

̶ Supones bien ̶ dijo, aun sonriendo ̶ cuando me agarraste pensé que me ibas a entregar, pensé que se había acabado todo.

̶ Sí, yo también sé que lo pensaste ̶ le contestó, con esa sonrisa que no se había ido en ningún momento de sus labios.

Oh, está bien… supongo… o sea, eso sonó… un poco egocéntrico… ¿no? Incluso aunque lo haya pensado… no es normal decírmelo, ¿no?

̶ Ehh, ¡Oh! Jajaja, bueno, pues… lo dicho, muchas gracias por haberme salvado hace un momento, de verdad, pero ahora tengo que irme, así que ¡Chao! ̶ Y cruzando al lado de él, mientras le dijo adiós con la mano, se fue a su siguiente destino.

Vaya sujeto más extraño, no solo su ropa, también su personalidad. Y solo estaba sonriendo, pero parecía tan egocéntrico. Bueno, solo lo conozco de unos minutos… así que tampoco puedo juzgarlo, fue solo la primera impresión que me dio.

Decía mientras caminaba por la calle empedrada.

Aunque sí que es verdad que me ayudó, y por eso le estoy verdaderamente agradecida, si no hubiera sido por él… yo ahora mismo… no quiero pensar lo que hubiera sido de ellas tampoco… ¡Y por eso le estoy agradecida! Pero…

̶¿¡POR QUÉ ME ESTAS PERSIGUIENDO AÚN!?

̶ Ahhhhhhh es que verás, estaba aburrido hoy hasta que apareciste tú

̶ Pues de nada por aligerarte el día, así que ya te puedes ir

̶ Oh venga, no te pongas así, tengo la impresión de que si me quedo a tu lado veré cosas interesantes hoy.

̶ Oh, no lo creo, solo soy una pobre chica que roba para ganarse el pan, como habrás podido observar.

̶ Eso es más divertido que no hacer nada

̶ ¿De verdad tienes tan pocas obligaciones como para poder pasar el día sin hacer nada? ¿No tienes preocupaciones de las que hacerte cargo?

̶ ¡Nope! 😝

Este tío me cae tan mal… ¡lo sabía! El instinto de una mujer nunca falla

̶ Bueno, bueno, ¿y a dónde vamos ahora?

̶- Arghhhh, ¿no te irás de verdad?

̶ ¡Nope! 😝

̶ … tch

Se quedaron callados mientras entraban en una calle menos concurrida que la anterior, que es donde se encontraba el mercado. Ella delante, marcando el camino, y el detrás, persiguiéndola, con las manos detrás de la cabeza, tranquilamente.

̶ Vamos a apostar

̶ ¿Mm?

̶ Dije que vamos a apostar, ya sabes, a jugar.

̶ ¡Oh, entiendo! Pero pensaba que a eso jugaban solo los hombres.

̶ Bueno, las mujeres se suelen encargar de otras cosas… pero yo no puedo hacer eso

̶ ¿Mm?

̶ ¡Además! No me gustan esos roles que establecen lo que tienen que hacer las mujeres o los hombres.

̶ ¡Jajajaja! Opino igual.

Hmm, algo en lo que no me cae mal. Es raro ver a alguien por aquí que piense de esa manera. Oh, pero claro, él no parece ser de aquí.

̶ Llegamos. ¡Ey, tíos! ̶ dijo, saludando a unos hombres sentados en el suelo, jugando a las cartas.

̶ ¡Ohh! ¡Pero si es Am! ¿Vienes a jugar hoy? Hacía tiempo que no te pasabas por aquí.

̶ Jajaja sí, he estado ocupada últimamente.

̶ ¿Oh? ¿Y quién es el amigo al que traes?

̶ NO es mi amigo.

̶ No puede ser… ¿novio?

̶ ¡MENOS AUN!

̶ Jajajaja, solo soy un conocido de hace un rato.

̶ Ahhh ya veo. Bueno, ya vamos a acabar esta partida, ¿te apuntas a la siguiente?

̶ ¡Sí!

̶ ¡Oh! Yo también quisiera participar, si se me dejaran.

̶ ¡Por supuesto que sí! Siempre y cuando tengas con qué apostar, claro ̶ le contestaron con una sonrisa perspicaz

̶ Oh, ahora mismo no llevo nada encima, pero seguro que mi amiga me prestará algo con lo que empezar a apostar- dijo, riendo inocentemente.

̶ Ni lo sueñes ̶ dijo sin pensárselo

̶ ¡Vamos, no necesito gran cantidad, solo algo con lo que empezar a apostar!

̶ Sabes bien que no me sobra el dinero para nada.

̶ ¡Antes te salvé!

̶ ¡Y te estoy agradecida! pero esto es algo que necesito.

̶ Aggggh, de acuerdo ̶ y puso cara de enfurruñado, como un niño cuando no le compran el chupete que pidió.

̶ Ahhh…. ̶ Am suspiró, y le dijo ̶ toma.

Y alargando la mano le dio un par de doblones.

̶ (!) ¡Am! ̶ Dijo sonriendo.

̶ Cállate, a ver cómo vas a jugar, es la mitad de lo que tengo.

̶ Jajaja ¡no te preocupes!

̶ Tch, no te lo tomes tan a la ligera…

Y sin más empezaron a jugar.