Not Fair.

Chapter 1

Bella POV

Miré mi reloj de forma ansiosa y después fijé la vista en mi propio reflejo. Debía estar en el instituto en quince minutos y aún estaba en ropa interior. ¡Genial! Me giré hacia mi gran armario por enésima vez y revolví un poco más las cosas. Mierda de ropa, mierda de primer día, ¡mierda! Hoy daba comienzo el cuarto curso en el internado privado de la ciudad de Phoenix y a pesar de que me había levantado con un par de horas de antelación, no conseguía elegir la ropa adecuada.

No es que fuera una chica demasiado pendiente de la moda, pero me gustaba estar guapa. Iba a cumplir dieciséis años ¿qué esperabais? Una debe cuidar su aspecto. Sobre todo cuando lleva tres años estudiando en el instituto interno más asquerosamente pijo de la ciudad. Sí, sí. Lleno hasta los topes de chicos snobs que te miraban alzando una ceja y de chicas bobas con sólo Gucci y Chanel en sus cabezas adornadas con kilos y kilos de maquillaje; esa es mi realidad.

Yo era una chica perfectamente normal, llana, hasta los once años. Con esa edad, mis padres decidieron que no querían seguir juntos y mi madre, Reneé, se marchó a vivir a Forks (el pueblo más lluvioso del mundo, probablemente); un lugar al que yo, amante del sol, ni loca iría. Así que me quedé con mi padre, y todo fue genial durante unos meses, ambos, almas solitarias, vivíamos a nuestra bola… pero entonces Charlie conoció a una alocada mujer, increíblemente forrada de dinero, y se enamoraron. Ya sabéis, cosas que pasan. Aquella mujer, María Brandon, me mimó y me dio todos los caprichos que más que a mí se le antojaban a ella. Congeniamos en seguida, y sobretodo congenié con su hija: Alice. Un alma loca por las compras, y muy, muy hiperactiva; pero para nada una de esas chicas huecas con sólo moda corriendo por sus venas. Alice había sido mi mejor amiga, mi confidente, mi compañera de travesuras y locuras de todo tipo, durante los últimos cuatro-cinco años.

En conclusión, cuando mi padre se casó con María, entre los dos decidieron que para mi primer año de instituto me cambiaría de centro. Y ella, Charlie y principalmente Alice me la metieron doblada y acabamos dando nuestro nombre en el internado más estricto y snob de toda la ciudad, lleno de aparentes señoritingas que en realidad son unas auténticas golfas y de niños malcriados que se creen Dios.

Vale, lo admito. Me quejo demasiado pero en realidad amo el Mac Boarding School. Era un auténtico palacio por dentro, lleno de pasillos salas y lo mejor: complementado con piscina, sala de juegos, varios salones de ocio, amplios jardines, gimnasio… Os podéis hacer una idea.

Pero no nos desviemos del tema: mi ropa. Volví a mirar mi reloj. Tenía cinco minutos menos. Maldije una vez más y me decidí por una hermosa blusa blanca, escotada y con bordados en el escote, unos shorts claros, una chaqueta marrón clara y unas sandalias romanas a juego. Me maquillé un poco, me miré al espejo y comprobé que podía aparecer en el colegio así.

-¡Alice!-grité cogiendo el bolso, las llaves y el casco de la moto. Estaba muy orgullosa de mi preciosa Vespa azul oscura, del mismo modelo que la de mi hermanastra, solo que la suya era azul clara. Alice apareció con un corto vestido blanco con una chaqueta roja y unas sandalias de tacón a juego. Estaba perfecta.

-Llevo más de media hora lista, eras tú la que tardabas.- dijo andando tras de mí. Suspiré.

-Date prisa o llegaremos tarde.- dije montándome en la moto. Fuera hacía un día precioso, como casi todos en Phoenix.

-Llegaré mucho antes que tú.- contestó ella retándome a la vez que se ponía el casco y arrancaba su moto.

Alice y yo siempre teníamos piques con las motos. No es que hiciéramos carreras, es que ella me acusaba de ir tortuosamente lenta y yo le mandaba a tomar el viento. Alice desapareció a toda velocidad a lo largo de la calle llena de pequeñas grandes casitas, con hermosos Jaguar y Mercedes en las puertas, como intentando competir por quién tenía más dinero en el barrio. Ostentoso.

Aparqué en el parking del internado al lado de un flamante Volvo plateado. Bonito coche. Seguí a Alice andando rápido al ver que los jardines estaban medio vacíos. Entramos en el enorme salón de actos, adornado con un vetusto telón granate y con asientos del mismo color. Nos sentamos todos los cursos, desde primero de ESO hasta segundo de BACHILLERATO; desde los doce hasta los dieciocho años. El director del colegio, Gustav Hunkler, de origen alemán comenzó a hablar y a soltar todo ese tipo de cosas que se dicen en las inauguraciones de curso. No presté demasiada atención.

-…Como todos sabéis, las habitaciones están separadas por sexos. Bajo ningún concepto, compartirán habitación, baño, vestuario etc, personas de distinto sexo. –Los sermones de todos los años. Intentaban anunciarlo de forma sutil, pero en el fondo lo que querían decir era que cero contacto físico. Si ellos supieran…- La vestimenta. Esto, jóvenes amigos, es un colegio interno, no una discoteca, ni un parque, ni la playa. Debemos ir correctamente vestidos, como la situación lo requiere. –la gente se pasaba por el arco del triunfo esa norma de "vestirse adecuadamente", como os habréis imaginado.- Pero como esta norma no se aplicaba del todo, este año hemos decidido tomar medidas: Cada uno tendrá sus uniformes esperando en su respectivo cuarto.

Pequeños gritos ahogados llenaron la sala. Quejas, maldiciones e incluso algún insulto inundaron el ambiente hasta que Gustav golpeó el atril con la mano y todos nos callamos.

-Ahora, por favor –prosiguió-, el primer curso os reuniréis en el edificio uno, el segundo en el quinto, el tercero en el cuatro y el cuarto en tercero. Primero y segundo de Bachillerato quedaos aquí. Buenos días, y os deseo un agradable curso 2009-2010.

Me levanté y agarré a Alice de la mano para no perderla. Caminamos hacia el edificio tres con el nerviosismo haciéndose notar. A medio camino, Alice explotó y comenzó a hablar.

-Ay, Bella… ¡Estoy tan emocionada! ¡Un nuevo curso! ¿Conoceremos a alguien interesante? Dios sabe todo lo que puede suceder en estos tres trimestres.

-Alice… Es un año más.- dije intentando bajarle el entusiasmo. Yo también sentía emoción, pero lo de mi pequeña amiga era excesivo.

-¿Un año más? ¡Ni de coña! Presiento que este año será nuestro año.-dijo Alice muy concentrada. Yo reí.

-Ojalá, amiga mía…

Me quedé pensativa soñando con este nuevo curso, pero Alice comenzó a parlotear sobre el uniforme, cómo sería, le quedaría bien... Al ir a entrar al edificio, choqué con una figura que olía a perfume caro más de lo necesario.

-¿Swan?- una chillona voz me retumbó en los oídos. Miré hacia arriba y vi una alta y esbelta figura, con un horrible pelo rubio oxigenado y unos helados ojos azules. Bufé: Tanya Denali.

-Pasa Tanya.-dije con mofa, señalando la puerta con el brazo. No había persona más egocéntrica, estúpida, insoportablemente pija y guarra que Tanya y su séquito de malas pécoras: Jessica y Heidi. Ella me miró por encima del hombro y sacudió el pelo. Entró meneando las caderas.

-Un año movidito, por lo que veo.-comentó Alice. Yo reí.

Una vez dentro del hall, la coordinadora del cuarto curso, Anne Castle, puso orden y cogió un micrófono.

-Chicos, chicos. Voy a anunciar las clases y luego las distribuiré en dormitorios por parejas ¿sí? Bien, clase A: Isaak Holmes, Jessica Stanley, Aaron…

-Clase B: Alice Brandon, Marta Brown, Edward Cullen…- ¿Edward Cullen? Ese nombre no me sonaba para nada del colegio. Sentí una punzada de curiosidad. Anne siguió asignando a la gente en la clase B. Yo no presté atención hasta que…- Y por último, Isabella Swan.

Pegué un bote y sonreí. Me giré hacia Alice y vi que ella también sonreía.

-¡Estamos en la misma clase!

Alice saltó sobre mí y yo reí, animada. Nos levantamos y nos apresuramos en seguir a nuestra clase, para el próximo año entero. Nos llevaron a la clase de 4ºB y el profesor, un tal Banner, nos puso en fila contra la pared.

-Os iré nombrando uno a uno y os pondréis es nos pupitres dobles por parejas, ¿entendido?- desde luego este hombre, canoso y regordete, era un auténtico sargento.- Brandon, Brown…

Nos fuimos sentando y a mí me tocó en la última fila, sola en un pupitre. Miré a mi alrededor, no me había fijado en los compañeros todavía. Oh, fuck. ¿Qué hace Tanya en mi clase? Me enfurecí de inmediato. La única persona con la que no quería estar en clase y ¡hala! A Joderse. Comencé a maldecir en mi mente pero entonces, una voz de terciopelo me sacó de mis pensamientos.

-Eh, a mí no me has nombrado.-dijo en tono de reproche.

Me giré y vi al ser más espectacular que había visto nunca con diferencia, con las manos metidas en los bolsillos y la espalda apoyada en la pared en una postura desenfadada y muy, muy sexy. El profesor Banner le miró por encima de las gafas y dijo con tono severo pero tranquilo:

-¿Perdón?

El chico de pelo broncíneo y ojos esmeraldas levantó la mirada y la clavó en las gafas del señor Banner.

-¿Dónde me siento yo?-su voz era peligrosamente atrayente.

-Señor Banner.-añadió el profesor.

-Señor Banner.-coincidió el chico a regañadientes.

-¿Quién eres?-preguntó el profesor consultando su lista.

-Me llamo Edward Cullen.

Su nombre hizo eco en la clase. Y sobre todo, hizo eco dentro de mi cabeza.

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Sí! Otra historia por mi parte. La tenía dentro de mi cabeza dando vueltas al tiempo que terminaba Fall For You.

Admito que mis historias son tópicos, pero que queréis... me encanta el Edward malo y prepotente. Aunque apenas haya salido ninguna faceta suya en esta historia todavía :)

Querría saber si os gusta la historia. En todo caso, ya tengo los cuatro primero capítulo escritos :P

Un saludo!