Edward POV
Conducía por la ancha carretera. Estábamos en pleno otoño. Las hojas coloridas de tonos otoñales como rojo, marrón y amarillento cubrían el asfalto. Era un día tranquilo, sin mucho ajetreo y lo mejor de eso, es que los coches no abarrotaban el espacio. Se respiraba un aire de tranquilidad y de extraño silencio en el coche.
Mire por el retrovisor, una niña de 4 años observaba el panorama desde la ventana del coche. No sabía cómo expresar su cara.
Alegría? Tristeza? Curiosidad? Miedo?
Lily.
Mi pequeño ángel. Era lo único que me quedaba en el mundo. Tenía los mis mismos ojos verdes y el mismo color de pelo cobrizo que el mío. Sonreí.
-Lily, amor, ¿en que estas pensando?-pregunte curioso
Ella me miro y sonrió.
-En nada.
Volví a sonreír. Era tan adorable con sus mejillas sonrosadas.
Llegamos hasta nuestro destino. Un pueblo acogedor, en mi opinión. Volví a mirar por el retrovisor. De nuevo observe a mi pequeña, pero no estaba como antes, ahora estaba triste y cabizbaja, haciendo moverse al osito de peluche que tenía entre las rodillas.
-Lily ¿Te pasa algo corazón?-Pregunte preocupado.
Hubo un largo silencio.
-Lilian, por favor no me gusta el suspense.
-Carrill-Me dijo el nombre del pueblo sin apartar la vista de su oso- Población 200 personas, nieva mucho en invierno, casi nunca sale el sol y la mayoría de esas 200 personas son viejos.
Lily siempre me sorprende, tenía un vocabulario muy avanzado para una niña de su edad.
-¿Cómo sabes eso? ¿No sabía que supieras leer?
-Te oí hablar con la tía Alice sobre este pueblo, pero creí que no íbamos a mudarnos aquí.
Ahora parecía entristecida, esperaba que no se pusiera a llorar.
-Lily, tranquila ya verás cómo te gusta este sitio. Y bueno, con respecto a los niños, seguro que en la guardería te lo pasas muy bien conociendo gente.-No pareció alegrarle mucho eso, era una niña bastante tímida- Alégrate, ahora eres la niña más preciosa de este pueblo y seguro que muchas ancianitas nos darán galletas.
Lily levanto la cabeza y parece que le agrado la idea de las galletas
Al final llegamos a nuestra casa, era cierto que estaba algo apartada del pueblo, pero no muy lejos de él.
Frente a nuestro nuevo porche se encontraban dos hombres. Uno de ellos parecía ser un policía.
Me baje del coche, en ese momento ellos se acercaron a mí. El policía hablo primero.
-Doctor Cullen?-Yo asentí, él me tendió la mano.-Frederick Ponnet, soy el sheriff de este pueblo.-Le estreche la mano amigablemente.-Este es el señor Must, creo que les vendió la casa, ¿no es así?
-Sí así es.- Le estreche la mano a él también.
-Espero que la disfruten, es una buena casa…- El vendedor pareció estremecerse ante mi sola presencia por que no sabía muy bien que decir. Sentí que Lily venía hacía nosotros, pero en cuento vio a los hombre se escondió detrás de mi.-que niña tan adorable-comento el vendedor.
-Es un poco tímida. Además-Cogí a Lily en brazos- esta algo cansado, hemos tenido un viaje largo.
- Si por supuesto lo entiendo-Dijo el Sheriff- Solo decirle, que si algún día tienen algún problema pueden decírmelo.-Se acerco un poco a mi hija.-Pero no creo que los tengamos, ¿Verdad Pequeña? Tienes mucha suerte de tener un papa que es médico.
Lily no contestó, simplemente se acerco a mi hombro y apoyo su cabeza allí.
-Muchas gracias de todos modos.
-A usted, todo el pueblo le esperaba, no esperábamos que un gran medico como usted se mudara a un hospital en este rincón del país.
Este sheriff me estaba haciendo la pelota, seguro que quería un chequeo gratis.
-Gracias.-le conteste, intentado parecer alagado.
Tras eso los hombres se alejaron. Me llevé a Lily adentro. Aun en mis brazos, me quede con ella en el recibidor de la casa.
-¿Qué te parece? ¿Bonita, verdad?
Lily pareció dudar. Decidí animarla un poco.
-Porque no vas a buscar tú tu habitación.
-Y como sabré cual es?
-Ya está decorada.
La deje en el suelo y fue corriendo escaleras arriba para encontrar su habitación. Era una casa bastante grande, no me podía quejar de mi sueldo.
Yo me dirigía hacía el coche y saqué las últimas cajas que quedaban de la mudanza. Ya lo habíamos traído todo y solo quedaban unos pocos libros y juguetes y ropa de Lily.
Llevé las cajas a mi habitación y luego llevé las cosas respectivas de la niña a su cuarto. Mi habitación no era nada parecida a la de Lily, la suya era de un adorable color violeta y azul, la mía era más que de color pastel.
Mi hija estaba mirando por la ventana.
-¿Te gustan las vistas?-pregunté
Ella asintió. Mientras yo colocaba su ropa en su armario ella se subió a la cama. Cuando percibió que yo estaba distraído, se puso a saltar sobre ella ,aunque con desastrosos resultados, ya que se tropezó y casi se dio con la barandilla de la cama, gracias a Dios el colchón amortiguó la caída. Pero no mi susto.
-Lilian Elisabeth Carli Cullen!- la cogí en brazos y la senté en la cama enviándole una mirada severa.-Cuantas veces te he dicho que no saltes sobre la cama! Sabes que no me gusta que lo hagas.
-Lo siento papa.-Bajo la mirada, no debí haberla reñido, ya tenía suficiente con aquellos cambios. La cogí entre mis brazos y le bese la frente.
-Tranquila pequeña, solo me preocupo por ti. Ahora será mejor que te pongas el pijama es hora de dormir.
Ella me miro a disgusto.
-No! No quiero dormir.-Puso cara de fastidio.-¿Puedo quedarme un rato viendo la tele?
-No es hora para ver la televisión. –Fue a agregar algo más , que ya sabía que podía ser.-Y ya hemos parado a comer algo. Así que coge un pijama y a la cama.
La niña se dirigió al armario y yo fui a mi cuarto y ordene los libros. Me quite mi ropa de viajar y me puse algo más cómodo, en este caso un simple pantalón vaquero y una camisa gris.
Cuando volví al cuarto de Lily para arroparla, ella estaba sobre el suelo jugando de nuevo con su oso, todavía no había empezado siquiera a ponerse su pijama y que este, residía en el suelo junto a ella.
-¿No te dicho que te pongas el pijama?
Me senté en el suelo junto a ella. Intente quitarle la camisa, pero ella se tiro al suelo dificultando mi acción. Di un largo suspiro.
-Estas algo necia hoy, ¿lo sabes?
La levanté, pero ella actuó como si fuera un muñeco sin vida, parecía una marioneta. La lleve hacía su cama y la eche sobre ella, pero ella seguía actuando como si fuera un cuerpo inerte.
Le puse el pijama como pude, pero al final lo conseguí. Intente, con ningún resultado, ponerla recta.
-Lily , te lo advierto, se me está acabando la paciencia.
Ella no respondió y se resbaló a posta hacía el suelo, lentamente. Estaba claro que quería sacarme de quicio o llamar mi atención.
Ser padre es mejor que ser psicólogo, sabes cómo actuar en estas ocasiones.
-Muy bien, si vas a actuar de esa forma, mejor me marcho y te dejo sola asta para que te duermas, ¿de acuerdo?
Me levante y cuando iba a pasar el umbral de la puerta, Lily me agarró de la camisa y tiro de ella como intentando que retrocediera, pero no tenía tanta fuerza como yo y no lo logro.
-Por favor papi, no te vayas, no me dejes sola, tengo miedo.-y empezaron los llantos. Lily se llevo su puñito a los ojos e intento despejar las lágrimas que caían sobre sus mejillas.
Me puse a su altura y la mira a sus ojos verdes ,húmedos , con los míos. Le limpie las lágrimas de los ojos con mi pulgar y ella dejo caer su puño para facilitar mi acción.
-¿Te vas a portar bien?
Ella asintió sollozante. Puso sus pequeños bracitos sobre mi cuello.
La levanté como si fuera una pluma, mi niña no pesaba nada. La estuve acunado un poco entre mis brazos frotándole la espalda pera que se calmara.
Después de eso ,la puse sobre la cama y recogí su ropa guardándola en el ropero.
Me senté sobre su cama y le día su osito. Ella lo abrazó , aun triste.
Me torturaba verla de ese modo, triste, tan delicada y pequeña en un mundo tan grande como este.
Le acaricié la mejilla.
-¿Que te preocupa hija?
-Hay demasiado silencio.
-Si ,lo sé. Por eso nos mudamos de una gran ciudad a aquí, para estar más tranquilos. Nadie nos molestara en un lugar como este tan silencioso.
-Pues a mi tanto silencio me da miedo. Seguro que hay un monstruo en ese armario esperando a comerme, les gustan el silenció para comerse a los niños tranquilamente.
Me quede boquiabierto.
-¿Desde cuándo tienes tanta imaginación?
Se le pusieron las mejillas algo rojas que podrían tener algo de rabia.
-Me lo conto el tío Emmet, dice también que los monstruos del armario ,son más grandes que los de debajo de la cama.
Rodé los ojos y eche la cabeza hacia atrás cansado y exasperado.
Emmet, como no. Sus historias ya estaban desquiciando a mi hija y a mí también.
-Lilian, escucha, el tío Emmet dice tonterías, no son más que historias, se las inventa porque es escritor, escribe historias ficticias.
-¿Qué es fiticia?
-Ficticio-le corregí.- significa que no son reales.
-¿Cómo lo sabes?
Me revolví el pelo, echándolo para atrás.
-A ver cariño. ¿Tu alguna vez has visto un monstruo?
Ella negó.
-Pues no creo que los haya entonces. Además yo nunca dejaría que te pasara algo malo, nunca, nunca en la vida.
La arrope, con las mantas hasta la barbilla, pero ella luego sacó sus brazos, y la manta quedo por su pecho. La cual ,subía hacía arriba y abajo conforme su respiración.
Le día un beso en la frente y la mire con más dulzura posible.
-Te quiero. Más que a nada en el mundo. Tú lo eres todo para mí.
-¿Mama también me quería?
-Sin ninguna duda.
-¿Porque nunca la vi?
-La viste unos minutos, pero luego se fue hija.
-Murió por mi culpa.
Eso me enfado. Me irrito de veras.
- Lilian Elisabeth Carli Cullen, no vuelvas a decir, o a pensar siquiera en semejante estupidez. Nadie tuvo la culpa de que muriera y tu eres una de las persona que menos tuvo que ver con su muerte. Así que como te vuelva a oír o susurrar que tú tuviste la culpa, me enfadare tanto contigo que no te hablare en una semana, ¿Me has entendido?
La amenaza la asustó de veras, pero pudo asentir con la cabeza.
-¿Puedo dormir contigo? Sigo teniendo miedo.
-Me quedaré aquí , junto a ti hasta que te duermas mi pequeña.
-¿Y pues cantarme? Hoy no me apetecen cuentos.
-Claro que si corazón.
Me eche en la cama ,con un codo en la almohada sosteniendo mi cabeza, a su lado y luego empecé a tararear su canción de cuna. Se la había compuesto aun cuando no había nacido. Me gustaba verla dormir, tanto como me gustaba verle a su madre.
Aún cuando se quedo dormida, no quise irme a mi cuarto. Estuve allí acariciando su pelo y apartándoselo de la frente mientras alguna vez le daba un pequeña beso en las mejillas o en la propia cabeza.
Los recuerdos me envolvieron, la muerte de Bella y el crecimiento de Lily. Lily me había devuelto algo de vida a mi amarga existencia después de la muerte de mi mujer.
Era sin duda alguna la niña más bonita sobre la faz de la tierra.
-Te quiero papi.
La mire sorprendido, no hablaba en sueños. Luego ella abrió sus ojitos y me miro con dulzura.
-Más vale que te duermas , si no quieres verme a mí enfado. Te lo advierto doy más miedo que los monstruos.
Ella obedeció y cerró sus ojos.
-Eres lo más quiero en este mundo. Te protegeré siempre.-susurre y sentí como se dormía junto a mía, porque podía sentir su respiración en mi pecho.
Espero que os haya gustado. Y no os haya aburrido.
SI es aburrido: LO SIENTO
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De todas formas gracias por leer.
Pronto el segundo capítulo.
