Es de noche. Está oscuro. Llueve. Las frías gotas de lluvia mojan a una muchacha sentada en un banco de piedra. Su rosado cabello largo le cae por delante de la cara tapándole sus preciosos ojos jades anegados de lágrimas.

Hoy hace 8 años que su compañero de equipo Sasuke abandonó la villa dejándola inconsciente en ese mismo banco. Hoy hace 2 años que murió.

Ya no está enamorada de él, pues ahora su corazón late por otro, pero era su amigo y lamenta no haberle podido ayudar. Habían llegado demasiado tarde…

De repente, siente una presencia muy conocida detrás de ella.

- Sabía que estarías aquí –dijo él tapándola con su paraguas-. Todo el mundo te está buscando.

- Siento causaros problemas –dijo apenada la pelirrosa secándose con rapidez las lágrimas que no dejaban de caer-.

Nada más terminar de hablar, sintió unos brazos rodeándola. Se quedó parada mientras notaba sus labios en el pelo. Desapareció silenciosa y rápidamente, tal y como había aparecido. Aún así se sintió muy agradecida por su dulce gesto y se fue más contenta a su casa con el paraguas prestado y olvidando la razón de unas lágrimas que habían sido sustituidas por el latido rápido de su corazón.

Al día siguiente, Sakura se acababa de levantar. Estaba en la ducha dándose su baño matutino. Había soñado con él y sus ojos perla. Fue maravilloso, pero en el momento más inoportuno, sonó el despertador.

Hoy hacía un maravilloso día y todavía le duraba la sonrisa de ayer. Decidió ir a la mansión Hyuga a devolver el paraguas prestado, aprovechando así para ver al joven genio.

Llena de nervios, se preparó para salir de casa e ir rumbo a la mansión. Por el camino pensaba cómo entablar conversación con el castaño. Es verdad que tenían una fuerte amistad, nacida de unas cuantas misiones que realizaron juntos, pero siempre se ponía nerviosa cuando le veía. Se notaba que el castaño le agradaba su presencia, pero no estaba del todo segura de si sentía algo por ella. Por este motivo, su corazón latía a un ritmo frenético al recordar lo que iba a decirle.

Sin darse cuenta, llegó a la mansión de los Hyuga y, como le había dicho Hinata muchas veces, entró por la puerta trasera que daba al jardín donde siempre se encontraba meditando con su primo. Al entrar se encontró con el jardín vacío, así que decidió sentarse en un banco de piedra a la sombra de un gran árbol. No tardarían mucho en notar su presencia y salir a recibirla.

Mientras jugaba con el paraguas, oyó como se abría una de las puertas correderas de la casa.

- No hacía falta que me lo devolvieras Sakura.- El dueño de la voz se dirigió lentamente hacia la kunoichi que se había empezado a poner nerviosa de nuevo.

- En realidad es una escusa para verte Neji.- Cada vez estaba más nerviosa y estaba segura de que el muchacho podía oír su corazón latir desbocadamente.- Vengo a...

- No tienes que decir nada.- Dijo con una de sus pocas sonrisas torcidas.- Lo sé todo.

Y de repente abrazó a Sakura y la besó apasionadamente. La chica se quedó impresionada, hasta que se dio cuenta de lo que estaba pasando. Cerró los ojos y se dejó llevar por ese beso que llevaba tiempo deseando. En ese preciso instante supo que por fin había encontrado la felicidad después de tantos años.