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AKUMA GA KILL!

Secuencia 0: Primeros pasos

Acto 0, poder de la oscuridad

El viento soplaba, el cielo estaba despejado, el sol eclipsaba la figura de alguien parado de pie ante las puertas de la Academia Honnouji, la máxima ley de aquella ciudad. Nada ni nadie los pudo preparar para lo que se avecinaba...

Cabello totalmente blanco como la nieve y suelto, media parte de la parte izquierda de la cara estaba cubierta por vendas y ocultando el ojo izquierdo, el derecho era verde azulado, llevaba una camisa sin mangas totalmente negra, sus manos estaban cubiertas por guantes del mismo color con los dedos al descubierto, llevaba pantalones vaqueros muy oscuros con un cinturón plateado atado en diagonal, portaba unas botas de cuello alto. Una bufanda con un azabache incrustado cubría su garganta y la boca.

- He llegado... – Murmuró el muchacho, entró al recinto y se encontró a dos personas luchando, pero los ignoró y continuó avanzando sin parar hasta plantarse ante su destino final, la puerta de la Clase Z-13. La abrió sin demasiado esfuerzo, el maestro a cargo del aula le dio la bienvenida, un tipo de traje negro con el pelo negro totalmente echado hacia atrás y con gomina hasta decir basta. Un gánster italiano le parecía el maestro al muchacho mientras tomaba asiento.

Tres horas más tarde, llegó el tiempo de descansar y almorzar para todos, para él significaba poder observar y juzgar sus propias acciones, que podría haber hecho o dicho, todo eso mientras contemplaba el bello cielo, cálido y lleno de amor, algo que contrastaba con él; frío, solitario y lleno de odio, un odio tan profundo que ni él mismo podía ver su fondo.

- ¿Juzgándote otra vez? – Preguntó la bufanda con un azabache incrustado, que ahora parecía un ojo totalmente negro con una estrella gris en vez de un azabache.

- Sabes que no me gusta ser interrumpido durante mi meditación, Yamiketsu – Contestó el muchacho sin ningún interés.

- No olvides a que hemos venido – Respondió Yamiketsu con seriedad.

- No hace falta que me lo recuerdes, soy consciente de lo que está en juego y no pienso fallar por ningún medio – Afirmó el chaval.

- Tomo nota y... ¿Qué pasa ahí? – Dijo Yamiketsu al observar la multitud de estudiantes apelotonados.

- Un batallón de mariachis, el fin del mundo... – Dijo el chico rascándose la nuca extrañado por la acción de los estudiantes – Me arrimaré y veré que se cuece por ahí – Se empezó a acercar a la muchedumbre lanzándolos por los aires hasta posicionarse en el centro de las dos filas, todos los estudiantes presentes gritaron sobresaltados por la acción del estudiante anónimo, quién se vió abordado por un hombre de increíble tamaño.

- ¡Estudiante anónimo, a la fila! – Gritó el gran hombre.

- Solo aquellos que puedan doblegar a la máquina de guerra más poderosa jamás creada pueden darme órdenes – Respondió el muchacho con valor.

- ¡Ningún estudiante Sin Estrellas puede contestar a Ira Gamagoori sin sufrir su respectivo castigo! – Respondió Ira golpeando con uno de sus enormes puños al valiente estudiante Sin Estrellas - ¿¡Que!? – Exclamó al encontrarse una espada verde bloqueando la trayectoria de su puño.

- Una de las grandes armas creadas por los Ancianos, Apocalipsis, llamada así por el apocalíptico poder que duerme en ella. Incluso a un usuario de la Prenda Divina le llevaría años conseguir una pequeña fisura en esta espada – Explicó el muchacho – Pero ahora... – Cerró los puños – Te enseñaré la verdadera fuerza – Al decir aquello, le pegó tan fuerte a Ira, que éste salió volando hacia atrás llevándose por delante a varios Sin Estrellas.

- ¡Que no escape! – Ordenó Ira a los estudiantes de Una Estrella.

Todos los estudiantes obedecieron sin miramientos la orden saltando encima del muchacho, que volviendo a hacer gala de su fuerza superior a la de Ira, tomó la Apocalipsis y giró violentamente con la espada provocando un tornado, incapacitando por unos segundos a sus ataques.

- Maestro – Dijo de repente Yamiketsu, el azabache que era su ojo había empezado a brillar.

- Empieza – Asintió el muchacho totalmente inmóvil.

- ¡Quién lo atrape será ascendido a Dos Estrellas! – Gritó Ira aumentando la moral de los estudiantes, que ya se habían recuperado del ataque inicial.

- Yamiketsu – Dijo el chaval con un aura de oscuridad alrededor - ¡Fusión Humano-Prenda Divina! – Al terminar de gritar aquello, un vendaval de oscuridad lo cubrió, su pelo se empezó a volver totalmente negro, las vendas desaparecieron revelando un ojo totalmente negro adornado con una estrella gris como el ojo de Yamiketsu, todo su cuerpo fue cubierto por piezas metálicas totalmente negras que cubrían gran parte de su ahora descubierto torso, Apocalipsis se iluminó y se desintegró totalmente, su ojo derecho empezó a obtener una coloración verde esmeralda, cuando la oscuridad desapareció, él ya no estaba ahí, todos estaban tan asombrados por aquello, que no tuvieron apenas tiempo para darse cuenta de las múltiples explosiones oscuras que empezaron a sucederse en rápida sucesión, el muchacho reapareció totalmente ileso y limpio con su Prenda Divina activada.

- ¿Eso era todo? – Preguntó el muchacho sin dirigirse a nadie en concreto.

- ¡No! – Contestó Ira acompañado de otros tres estudiantes, dos hombres y una mujer.

- Envías a los Cuatro Devas a por mí... ¿Tanto me temes, ¡Kiryuin Satsuki!? – Dijo el chaval apuntando su vista a la cima del edificio, tapada por una luz celestial, ahí estaba, la presidenta del Consejo Estudiantil y la que imponía las reglas con puño de hierro, Kiryuin Satsuki.

- ¡No eres digno de dirigirte a Satsuki-sama! – Gritaron los Cuatro Devas atacando al chaval a la vez descubriendo que habían atacado a una ilusión creada por su velocidad sobrehumana.

- (No nos queda mucho tiempo) – Dijo en su subconsciente Yamiketsu – (Tsk) – Exclamó el muchacho en el mismo lugar de Yamiketsu.

- ¡Eres una mujer con suerte, Kiryuin Satsuki, ya no me queda apenas poder para seguir luchando! ¡Pero recuerda esto; mañana regresaré y te enseñaré el poder de la eterna oscuridad! – Anunció el muchacho - ¡Palabra del Diablo! – Al decir aquello desapareció en una nube oscura.

Llegó el nuevo día y la advertencia del "Diablo" seguía repitiéndose en las mentes de los Cuatro Devas, por lo que decidieron no decirle nada a nadie.

- Joder Yesayd, deja de fumarte cigarros, que no eres ningún "Diablo" – Replicó Yamiketsu.

- ...

- ¡Como no me digas algo le diré a toda la peña que eres...! – No pudo seguir hablando por tener la "boca" cosida por Yesayd, que estaba totalmente rojo.

- ¡Tú ganas, puta bufanda parlante chantajista, pero no se te ocurra decirlo, que me da demasiada vergüenza! – Gritó en un tono bajo a la bufanda cosida – Fumaré solo por las noches, ¿te vale? – Dijo removiendo sus propios cosidos.

- Me vale y me sobra, ahora volvamos a la escuela, que tenemos una cuenta pendiente con la presidenta – Asintió Yamiketsu.

- Kiryuin Satsuki... – Murmuró Yesayd mientras caminaba a la Academia Honnouji, el aire alrededor suyo empezó a incendiarse.

Cuatro horas y media...

- ¡Joder, que hambre tengo! – Gritó un ilusionado Yesayd sentado en una tubería con su almuerzo muy bien envuelto hasta que Yamiketsu arruinó el momento.

- Tengo un Dejá Vù de los patéticos – Dijo observando clónica acción del día anterior – Deja de llenarte la boca de comida y ve a por ella.

- ¿Por qué siempre tendrá que pasar algo en el momento menos oportuno? – Se preguntó Yesayd bastante decepcionado por tener que dejar atrás su almuerzo hasta que algo inesperado ocurrió.

Una misteriosa chica había hecho lo que él iba a hacer ahora, pero lo que más le sorprendió de ella fue ver la espada-tijera roja que portaba, quería hablar con ella, pero la sorpresa por ver aquella espada-tijera echó por tierra su deseo de acercarse a la dueña de aquella arma, que escapó al poco de intentar luchar contra el presidente del Club de Boxeo, ya estaba por ir tras ella cuando de pronto sintió la poderosa mirada de Satsuki en su nuca y se giró para enfrentarla con su único ojo. Fueron varios minutos de intensa presión en el ambiente e incluso algunos juraron haber sentido el aire arder cerca de ellos, la presidenta finalmente continuó su marcha sin mediar palabra.

Horas más tarde en los bajos fondos...

- Oe – Dijo Yamiketsu tras bastantes horas de completo silencio – ¿Por qué no fuiste a por esa mujer ahora que la tenías a tiro? – Preguntó obteniendo un frío y críptico silencio por parte de Yesayd - ¿¡Estas sordo o qué!? – Su irritación por la indiferencia de Yesayd ya empezaba a molestarle.

- Calla y escucha – Ordenó Yesayd con el ceño fruncido.

- ¿...? – Yamiketsu no comprendió al principio aquella respuesta hasta que afinó su oído, fue cuándo lo entendió - ¿Qué hacemos? – Preguntó casi sin aire para respirar.

- Luchar... y Confiar en el poder del lado oscuro – Contestó Yesayd en voz baja con la Apocalipsis en mano - ¡Sal y enfréntate a nosotros! – Dijo energéticamente cubriendo de oscuridad todo el lugar, revelando a una adorable niña sonriente.

- Ara, ara... Si es el tipo que le dio su alma a la oscuridad – Dijo la niña alegremente.

- ¡AKUMAAA! – Yesayd se lanzó con la espada lista para cortar gritando provocando muchísimo eco en la oscuridad.

- Es taaan fácil provocarte, chico sin alma – Dijo la niña sin perder la alegría, sacó una espada-tijera morada y la puso delante de ella iniciando un choque entre las espadas de los combatientes.

- ¡Ahora lo sé, tú fuiste la asesina, ¿verdad?! – Gritó Yesayd totalmente rojo de furia intentando romper la defensa de "Akuma".

- ¿Y eso que importa, chico sin alma? – Preguntó la niña arrebatándole la Apocalipsis a Yesayd, que solo pudo observar atónito como su propia arma era usada contra él – Dulces sueños... ¡Si llegas a tenerlos! – Lo empaló contra una pared metiendo casi la empuñadura de la espada en su pecho. La oscuridad desapareció con ella.

- (Lo siento, Yesayd) – Dijo en su subconsciente Yamiketsu, la Apocalipsis desapareció y Yesayd cayó al suelo totalmente inconsciente y desangrándose en mitad de los bajos fondos.

"Y así, el guerrero caído en la oscuridad comenzó a recorrer un largo sendero de dolor y desesperación que lo llevaría a su redención, ¿o a su perdición?"


Hace medio año, estuve a punto de cometer el fatal error de dejar de escribir fics a raíz de la pérdida de mi extensa imaginación (que afortunadamente ya estoy empezando a recuperarla), pero ahora he vuelto para quedarme y este fic de Kill la Kill! es la prueba de ello, disfrutad.