Hola! aqui empiezo mi primer fan fic de Fire emblem. Espero hacer lo mejor posible nn, amo esta saga de juegos. Esta historia se hubica en Elibe después de la historia de Eliwood. (Fire emblem: Rekka no ken).
Perdido en mí
Capítulo 1: Ojos amarillos
Era una noche de luna llena, un jinete montaba su caballo al lado de un lago. La luna se reflejaba en el agua, la cual estaba calma. No se necesitaba antorcha, porque la luna iluminaba el pasaje al andar. La suave brisa movía el pasto y el cabello del jinete, como si estuviera tocando una suave canción
Tiempo había pasado desde que este jinete se había hecho caballero autónomo, se había perdido viajando por distintas tierras. Con suerte sabía donde estaba parado, si su memoria no le fallaba, estaba cerca de Araphen.
¿Acaso importa eso cuando cabalgas en la noche? El jinete no tenía sueño, tenía la mente en blanco. Pensó que irse solo por el mundo iba ha ser una buena idea, ver el mundo, conocer más mujeres... Si, parecía bonito pero ¿Y qué más? Viajaba de un lugar a otro haciendo ciertos trabajos de mercenario.
El viento soplo más fuerte, el jinete sintió un escalofrío, miró para todos lados, tomó su lanza. Cada vez iba creciendo más la intensidad del viento, como si esperara una tormenta.
Apretó los dientes, miró hacía el bosque. Una figura salió corriendo de él, era la figura de una mujer. Su pelo negro, largo y lacio brillaba con mucha intensidad a la luz de la luna, sus ojos eran celestes, como un cielo despejado. "OH, hermosa dama de ojos de cielo y figura del ángel que ha deslumbrado mis ojos" le habría dicho el jinete, pero no parecía momento para ello.
La mujer corría hacía él desesperada, él se acercó a ella. Al estar cerca, ella se arrodillo en el suelo, miró hacía abajo y después al jinete.
- ¡Ayúdeme! - gritó la mujer desesperada
Sus ojos empezaron a brillar, ese brillo era por las lágrimas que empezaban a salir de ellos. Al mirar esos ojos, el jinete pudo ver la luna en ellos, como en las aguas.
- Dígame, bella dama... - dijo el jinete – la ayudaré en lo que pueda
- En... - dijo la mujer conteniendo sus sollozos – el bosque... mi hermana... mi pequeña hermana...
- Yo iré por ella – dijo el jinete decidido
Tiró las riendas de su caballo, la mujer estaba pasmada.
- ¡Espere! - gritó la mujer
El jinete no escucho, este ya estaba cabalgando hacía el bosque.
Los bosques siempre han sido un lugar difícil para los jinetes. Los caballos no pueden andar a toda su velocidad como en las llanuras. Pero eso no detuvo al jinete, al entrar al bosque, notó que todo ahí era silencio.
- Aquí hay algo raro... - pensó el jinete
Detuvo un momento su andar, puso toda su atención en intentar escuchar algo. El bosque dejaba pasar algunos rayos de la luz de la luna, pero igual había sectores que se habían hundido en la oscuridad.
Pasos... se escucharon unos pasos. El jinete tomó su lanza y las riendas de su caballo lo más fuerte que podía. Se escucharon más pasos. Miraba constantemente para todos. Se escucharon más pasos. ¡Ahí había algo!
- ¡Sal de ahí! - gritó el jinete
En medio de una de las cuantas oscuridades del bosque, se vieron unas luces amarillas. Al mirar de nuevo, el jinete notó que eran unos ojos amarillos. Abrió su boca, un miedo terrible entro en él. Había visto antes esos ojos, no recordaba ni donde ni cuando, pero esos ojos parecían estar clavados en su mente.
Ojos amarillos y profundos. Ojos como de gato, pero con un fuego interior, un fuego que quedaba en tu mente y que nunca se apagaba.
- Tú... - se escucho una voz que parecía ser lija en sus oídos – eres un de ellos...
El jinete tembló, se sacudió la cabeza. ¡No podía sucumbir al miedo¡Él había sido un jinete de Caelin! Nunca había sucumbido a ningún miedo. Apuntó con su lanza hacía donde estaban los ojos amarillos
- ¡Ya veras! - gritó el jinete - aaaaaaaaaaaahhhhhh
Empezó su ataque, los ojos amarillos se cerraron. Al enterrar la lanza en la oscuridad, el jinete sintió que no había nada. Miró hacía atrás, vio una luz, después no la vio. Algo le estaba tapando sus ojos
- ¡Maldita sea! - gritó el jinete
Sacudió su cabeza, soltó la lanza y agarró a lo que tenía en la cabeza. Pensaba que iba a sentir algo asqueroso, pero solo sintió un suave pelo. Sea lo que sea que estaba arriba, parecía que quería enterrarle las uñas
- Tú... - dijo de nuevo la voz - serás el primero en irte...
No, pensaba el jinete, él no iba a morir en este momento, no quería. Con sus dos manos tomó a la criatura que estaba en su cabeza
- Tú... - dijo la voz
- ¡Yo no sé de que hablas! - gritó el jinete tirando a la criatura lo más fuerte que podía
La criatura se soltó, pero eso le costó unos cuántos rasguños en la cara al jinete, lo hizo que no pudiera abrir los ojos.
- Tú... – dijo la voz
- ¡Cállate! - gritó el jinete lanzando a la criatura lo más lejos que podía
Se escucho como la criatura chocaba en un árbol. El jinete abrió los ojos, pestaño un momento, sentía que toda su cara le ardía. No veía por ningún lado a la criatura.
De nuevo se escucharon pasos, el jinete decidió seguir esos pasos. Tomó su lanza que estaba en el suelo y cabalgó hacía donde creía que iban los pasos. Mientras lo hacía, recordaba aquellos ojos amarillos ¿Dónde los había visto antes¿Por qué le eran tan familiares¿Por qué les tenía miedo? Muchas dudas estaban en su cabeza, pero sin tiempo ni fuerzas para buscar una respuesta, solo eran frases que se las llevaba el viento.
Siguió aquella persecución por un buen rato, la criatura tenía la total ventaja en el bosque. El jinete calculó que podía perfectamente haberse escapado, pero no lo hacía porque no quería. ¿Acaso solo estaba cansando a su presa?
El jinete se detuvo, tomó aire. Decidió salir del bosque.
- No... - pensó – debo encontrar a la pequeña...
Él había venido a buscar a la hermana de aquella hermosa joven. No veía a pelear contra una extraña criatura. Siguió lentamente, el silencio del bosque lo desesperaba... Aquel silencio era como un reloj anunciando su muerte.
Se escucharon de nuevo los pasos de la criatura, el jinete respiró profundo, tragó saliva. Los ojos amarillos aparecieron de nuevo. ¿Por qué le daban tanto miedo? Al verlos, los pelos se le erizaron, sintió la piel de gallina.
- Tú... - dijo la voz - ... debes... morir...
De un momento a otro, aquellos ojos estaban al frente de su cara, la criatura había saltado hacía él. El jinete cerró los ojos y se agachó.
- ¡Cuidado! - se escuchó a las afueras del bosque
Aquella voz era de la bella mujer. El jinete abrió sus ojos, vio los ojos amarillos volando hacía el de nuevo. Tiro las riendas, logró moverse antes de que llegaran a él
- ¿Qué haces aquí? - gritó el jinete a la mujer
La criatura saltó de nuevo, ahora hacía una oscuridad. El jinete no podía notar como era exactamente, su vista siempre se iba ha esos ojos amarillos que brillaban en la oscuridad. Ahora, no debía pensar en eso, sino ir donde la bella dama.
La mujer estaba en el límite entre las llanuras y el bosque, miraba al jinete atentamente. Esta jadeaba, parecía querer decirle algo al jinete.
- Mi... - decía la mujer casi sin aliento – mí... herma...
Cabalgando desesperado hacía ella iba el jinete, sentía los pasos de la criatura, los cuales, parecían ir acercándose a la mujer
- Corra! - gritó el jinete – ¡Es muy peligroso!
- Hermana... - seguía la mujer sin poder articular su frase – mi... hermana... ella...
Pasos... los pasos de la criatura se sentían mientras el jinete se acercaba a la mujer. Esta parecía no querer irse ¿Por qué?
- Salga de ahí! - seguía gritando el jinete, cada ves más desesperado por los pasos de la criatura
- ella... - dijo la mujer
La criatura salto hacía el jinete, empujándolo, haciéndolo casi caer del caballo. El jinete se repuso algo mareado, ya no sabía donde estaba la mujer. Busco las llanuras, tiró las riendas de su caballo y salió hacía ellas.
No veía a la mujer, estaba preocupado ¿Dónde podría estar? Tomó un respiro, miró hacía la luna, recordó aquellos ojos ¿De dónde venían? Se pasó la mano por la cara, se pegó unas cuantas palmadas en ella para despertar. No podía pensar en eso ahora.
Miró para todos los lados, el viento había parado. La hierba se movió. Algo había por ahí. El jinete sonrió
- En las llanuras yo tengo la ventaja – pensó el jinete
El sonido hacía notar que el movimiento de la hierba era más veloz. No había rastros de la mujer. El jinete cerró los ojos, sabía que si miraba los ojos de la criatura sentiría algún escalofrío.
- Quizá pueda atraparlo por el sonido – pensó el jinete
Estaba... la criatura estaba... El jinete agarró las riendas y su lanza lo más fuerte que pudo... La criatura estaba... Un sonido, estaba a su izquierda.
- AAAAAAAAAHHHHH – gritó el jinete
Al mover su lanza, sintió que atravesaba algo. ¡Bingo! Fue lo primero que pensó. Abrió sus ojos, la luz de un amanecer no le dejaba abrir los ojos bien. La imagen era borrosa, pestaño un momento.
No saben el susto que tuvo el jinete, al ver que no le había dado a la criatura, sino a la bella mujer.
- Mi... - dijo la mujer – mi hermana... por favor... ayúdela... no la mate... ella... ella... no sabe lo que hace... por favor... ayúdela...
El jinete miraba espantado, no entendía. Al caer la mujer al suelo, vio a la criatura. Aquella criatura era una pequeña niña, una niña que no pasaba los 10 años. Su pelo negro, largo y lacio como el de su hermana. Al ver el amanecer, los ojos amarillos cambiaron, cambiaron a ojos celestes... La criatura se desmayo.
Perplejo quedó por unos segundos el jinete. Después, se bajo del caballo. Se percató que había matado a la bella mujer. La pequeña niña que era la criatura, estaba en el suelo dormida.
- ¿Qué hago? - pensó el jinete – Sain... te has metido en un gran problema...
Fin del capítulo
