Esta historia ni siquiera sé como la podría catalogar, porque no está basado en la saga de Twilight propiamente tal, pero si se menciona, ya que es una pequeña ficción que creé y que está contada por Robert Pattinson, el actor.

Eso si, comenzó como un one-shot en un foro, pero después de que pidieran más capítulos, decidí escribir más... después se verá su desarrollo.

Espero sinceramente que les guste, y si no… igual les agradezco que se hayan dado el tiempo de leerla.

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Una historia diferente

Estaba en el set de televisión minutos antes de que el programa diera comienzo.

Nos habían invitado a Kristen y a mí para dar una entrevista y hablar sobre nuestros papeles en las películas de Crepúsculo y Luna Nueva, papeles que en lo personal, me tenían colmada la paciencia.

No había minuto en que pudiera salir tranquilo por la calle sin que algún paparazzi actuara por inercia, o que alguien te pidiera fotos o un autógrafo hasta para su mascota. Que te llamaran Edward en vez de Robert, o que simplemente no pudiera existir otro tema de conversación normal en mi entorno que no fuera sobre el romántico y martirizado chico Cullen, ese con el que todas las adolescentes soñaban y por el que deseaban ser mordidas, si hasta a mi madre le gustaba más el personaje que yo mismo…, pero yo no soy así, es más, yo ni siquiera me consideraba martirizado ni mucho menos romántico. Yo era más bien del tipo distante en las relaciones. Prefería vivir la vida y disfrutar de mi música en casa que andar de Romeo por el mundo… aunque si teníamos algo en común, la caballerosidad y la elegancia… o eso había visto yo -con humildad, por supuesto. Supongo que se trataba de la típica personalidad inglesa…

Pero entre todo el caos que se había formado en mi vida después de interpretar a Edward Cullen, había un inconveniente en particular que me llegaba a dar escalofríos de solo pensarlo y que precisamente había sucedido el día de ayer.

Cuando iba de camino a la tienda de comestibles (¿qué?, los actores también comemos…) una niña de por lo menos 10 años de edad se acercó con su madre de la mano y me dijo "Muérdeme", enseñando su cuello... ¡Por Dios, era una niña!, y lo peor de todo es que su madre reía como tonta a su lado mientras me alcanzaba un lápiz y un papel para escribirle un autógrafo y su hija gritaba chillonamente "Quiero ser vampiro, quiero ser vampiro", y bueno, eso fue realmente escalofriante… ¡si hasta podía ser mi hermana pequeña!, pero lamentablemente eso se estaba volviendo constante…

—¿Rob? ¡Rob! —era Kristen quien me hablaba sacudiéndome el brazo para que la escuchara, pero estaba tan centrado en mis pensamientos que no me había percatado.

—¿Si?

—Te preguntaba si acaso querías ir con Taylor, Kellan y Nikki a mi apartamento esta noche —me dijo lo que seguramente ya había dicho antes, —y creo que Cam y Jackson también irán.

Junta…

—Oh no, gracias—contesté. —Quiero decir… no puedo. Tengo planes esta noche.

—Ah, ok. No te preocupes, será otro día —dijo volteándose hacia una maquilladora que daba retoques de polvo en su pálido rostro.

Era mentira, no tenía planes para aquella noche, pero quería disfrutar un momento para estar conmigo mismo como dicen algunos. Quería estar lejos de todo el mundo Crepúsculo aunque fuera esa noche a pesar de que Kristen era una buena amiga y no me hacía gracia mentirle.

Si. Ella era una muy buena amiga, empero de que cuando grabamos Crepúsculo yo apenas hablaba con ella de cualquier otra cosa que no fuera de la película. Pero los medios siempre decían que éramos algo más. Kristen era linda y me divertía con ella y sus bromas, pero de haber algo más allá… no. Bueno, nos entreteníamos evitando las preguntas sobre nosotros para que especularan (además de que los publicistas decían que atraía marketing), porque después podíamos escuchar cada teoría…, pero una cosa eran las bromas, y otra muy distinta era la realidad.

A pesar de que soy un anti romántico innato y de que en mis relaciones no fuera muy expresivo, soy de los que les gusta abrazar mucho a sus amigos (no es que tuviera muchos tampoco), pero me gustaba hacerlo de cariño y no siempre por segundas intenciones. Fue por eso mismo que tuve algunas complicaciones con Michael Angarano, el novio de Kristen, por unas fotografías que se publicaron en donde yo salía abrazándola "juguetonamente" (según dijeron), pero por suerte todo se solucionó pacíficamente. Aunque ahora él no la dejaba sola ni a sol ni a sombra, de hecho, en este preciso momento estaba tras cámaras haciendo gestos con Krist.

Cuando lo miré me sonrió y saludó con la mano tan forzadamente que fue imposible que no me riera, después de todo, era infantil… ¿Que acaso no confía en su novia? Celos…Bah! No recordaba la última vez en que había tenido celos por alguien.

Le devolví el saludo con la mano.

—¡15 segundos! —anunció un coordinador y todos los de detrás de cámara (aquellos que hacían posible que todo el mundo televisivo se viera como se ve) corrieron a sus lugares.

La conductora entró saludándonos en breve y cortésmente con la mano y se fue a su lugar.

Ya habíamos hablado hace una hora de que se trataba todo esto, así que no fueron necesarios más preámbulos ni discusiones.

—¿Están listos? —preguntó Samanta, la conductora, y Kristen y yo asentimos con la cabeza.

El mismo coordinador que avisó los 15 segundos, anunció el 3, 2, 1 con los dedos y las luces tenues comenzaron a subir de nivel de a poco para dar comienzo al programa en vivo.

—Muy buenas tardes chicos y chicas —comenzó Samanta. —Éste es su programa "Factor 10" y yo soy su conductora de siempre, Samanta, dándoles la bienvenida —los que estaban allí aplaudieron como si de verdad fueran un público y no los que trabajaban en el estudio. Cuando acabaron, Sam continuó. —Ésta tarde tenemos con ustedes a dos figuras que han dado de que hablar en los últimos meses. Ella, una humana sensible y perdidamente enamorada y él, un romántico e increíblemente apuesto vampiro —me sonó que lo de "increíblemente" no estaba en pauta, tomando en cuenta como me miraba y no había que leer mentes para saberlo. —Revivieron a la pareja del best seller de Stephenie Meyer: Bella Swan y Edward Cullen —se estaba alargando mucho… —Un amor más allá de lo racional, un amor peligroso. Los protagonistas de Twilight y próximamente New Moon ¡Kristen Stewart y Robert… Pattinson!

Por fin. No recordaba a nadie antes que se hubiera demorado tanto en una introducción. Como si fuéramos tan importantes, como si fuéramos de la santa cede o del gobierno…

Lo siguiente fue más de lo mismo… que como están, como ha sido su experiencia en la película, que si acaso de niños se imaginaron tener tanto éxito como ahora, como es su vida íntima entre toda aquella fama, su relación con los fans, si teníamos otros proyectos en mente…, etc., etc., etc. En fin, más de lo mismo. No era la primera vez que nos hacían aquellas preguntas, pero sabíamos que tampoco sería la última, con Kristen lo teníamos más que claro. Al menos ella tenía más tolerancia que yo…

Yo no me consideraba un actor propiamente tal, solo disfrutaba hacer de "todo" en estos momentos de mi vida, porque ¡ni siquiera había estudiado teatro! Además, que me dijeran actor sonaba muy cutre, y que me veneraran como lo hacían, me hacía perder la paciencia, porque pensándolo bien, todo lo que hacía era una porquería… o bueno, eso era lo que siempre me repetía para no volverme loco entre todo esto…

Seguimos contestando la tanda de preguntas normalmente, pero entre comerciales y más de lo mismo, Samanta hizo una pregunta que me llamó la atención, y no por que no me la hubieran hecho antes, si no porque a Krist no se la habían hecho y lo que contestó no me lo había imaginado de ella.

—Entre todo este mundo mítico de vampiros y hombres lobos en los que sus personajes se ven envueltos —introdujo la conductora, —¿la película les ha hecho pensar en lo sobrenatural, se han planteado alguna vez la posible existencia de seres sobrenaturales entre nosotros?

Una pregunta similar me habían hecho hacía un mes, creo, para una revista y mi respuesta había sido la misma de ahora.

—No, la verdad es que no. Siempre me he considero una persona con algo de racionalidad, Sam —reí por el comentario—y a pesar de ciertos elementos sobrenaturales en los que creo, la película no ha influido a pensar más allá de lo que antes creía. Ciertamente, el mundo que Meyer crea es bastante loco, pero no deja de ser ficción y de ahí a creer en la ficción… no, definitivamente no. No creería en vampiros aunque trataran de convencerme con los mejores efectos especiales del mundo —y concluí con otra sonrisa de las que estaba acostumbrado a dar ante todo, porque a pesar de que siempre trato de ser yo mismo, simplemente eres lo que quieren ver.

—En cambio, yo si —contestó Krist después de mí con lo que yo quedé mudo de la sorpresa. —Me cuesta creer que en un mundo tan grande solo existamos nosotros. Tal vez un vampiro sería exagerar con todo eso de los "brillos", pero ¿por qué no podría existir uno? Los límites, creo que solo están en nuestra mente. Y si en caso contrario, no existieran, mi vida seguiría pasando igual, no me complicaría porque creía en otra cosa (…)

Solo con eso me dejó helado. Lo que ella estaba diciendo era que por poco más, seres extraños estaban viviendo entre nosotros. Lo único en que yo podía creer era en los espíritus, son sobrenaturales ¿o no?... y fue imposible que no sonriera, ¿que más podría hacer?

El programa terminó al fin, después de que, incluso, preguntara por los rumores de la relación entre Krist y yo, y debí reconocer que esta vez si me sentí mal por Michael. Él estaba allí de brazos cruzados mientras nosotros hacíamos lo mismo de siempre…

Después de que nos desmaquillaran, volví a sentir mi cara como se debía sentir. Ya estaba molesto de usar maquillaje a cada momento…tanto polvo y cosas raras…

Sería una noche tranquila, libre de Crepúsculo y libre de maquillaje para mujeres, jajaja.

Antes de salir del estudio, Michael se adelantó para esperar a Krist en el auto, ya que seguramente quería ahorrarse todo el jaleo de las fans que siempre había afuera de los canales de televisión, y lo entendía a pesar de que no hubiera celos de por medio. Imaginarse un tumulto de gente rodeando a tu novia, mientras que lo único que quieren es ver como pareja a su compañero de trabajo… pobre tipo.

Tal como lo predecía, afuera había un grupo de fans adolescentes esperándonos para pedir los acostumbrados autógrafos y recibir los cegadores flashes de las cámaras en los rostros. Al menos, a diferencia de otras veces, el trámite fue corto y con Krist nos despedimos antes de que cada uno se fuera por su rumbo.

—Nos vemos mañana en la sesión —dijo antes de irse.

Lo había olvidado. Mañana a las 3 teníamos la sesión fotográfica para la promoción de la película… Si ya ni siquiera tenía libertad del fenómeno Crepúsculo.

—Nos vemos —contesté antes de irme.

Conduje mi auto por las acostumbradas calles de la ciudad, tranquilo, libre de flashes y libre de gritos. Solo el calor del vehículo y la música era mi compañía.

Llegué al edificio en donde vivía, aquel al que me había mudado con mi primer sueldo, y aparqué en el estacionamiento mientras seguía dándole vueltas a las palabras de Krist en el programa. ¿Cómo podía creer que los vampiros existieran… o los hombre lobos? Ahora había luna llena, ¿estarán convirtiéndose en lobos los humanos entre los bosques?...no, definitivamente faltaba cafeína en mi cerebro, aunque se supone que según Meyer no necesitaban la luna llena…no, definitivamente necesitaba algo más fuerte…

Entré al ascensor, por suerte estaba vacío, y apreté el botón del quinto piso. Subía lentamente y después de un par de minutos estaba saliendo al pasillo mientras hurgaba en mis bolsillos buscando las llaves de mi apartamento.

Forcejeé hasta que la cerradura hizo clic y la puerta se abrió.

De inmediato sentí olor a cigarrillo, lo que me extrañó tomando en cuenta que antes de salir no había fumado ni nada parecido.

Arrojé las llaves a la mesa que había en la entrada y encendí la luz.

Una hermosa chica de piel blanca y cabello largo y negro que le caía en ondas sobre los hombros, estaba cómodamente sentada con una pierna sobre la otra en mi diván, en mi sala de mi apartamento…

Quedé paralizado de la impresión. Era hermosa y no parecía tener más de 20 años, pero no quitaba el hecho de que estuviera en propiedad privada.

—Hola —dijo tranquilamente y después se llevó un cigarrillo a la boca, una boca tierna, sensual, que a pesar de que se notaba que no usaba maquillaje en ella, tenía los labios de un tono naturalmente carmesí.

—¿Cómo entraste? —exigí avanzando unos pasos hasta quedar detrás de un sillón de cuero que estaba frente a ella. ¿Qué era? ¿Ladrona? No, no podía serlo, era demasiado hermosa y extrañamente elegante para serlo. Vestía con jeans negros dentro de botas altas del mismo color con una de esas cosas que las mujeres usaban con tirantes en la espalda… ¿corsé?, como sea que se llamara, llevaba uno de cuero negro que dejaba al descubierto la piel del cuello y la clavícula extremadamente blanca.

—La ventana —contestó con una voz muy suave y profunda.

¿Ventana? ¡Pero, si estábamos en el quinto piso!

Genial… fan, me dije.

"¿Cómo entraste?", decía Bella, recordé.

"La ventana", contestaba Edward, o sea yo.

Una hermosa fan psicópata metida en mi apartamento.

—No soy fan —me dijo como si hubiera leído mis pensamientos.

Si claro, como no… ¿quién más se podría meter furtivamente y esperarme?

—¿Quién te dejó entrar? —le pregunté, o más bien, le exigí.

—Nadie —respondió mientras se paraba del diván y se llevaba nuevamente el cigarrillo a la boca con dos dedos largos y las uñas teñidas de rojo sangre. —Como ya te lo había dicho, entré por la ventana.

Esto era una broma… ¿de algún programa?

—¿Quién eres? —le pregunté alejándome algunos pasos al ver que se había levantado y wow!, era hermosa. ¿Ya lo había dicho?

Pero de pronto pestañeé y ella no estaba allí.

—Katherine —escuché desde detrás de mí y al voltearme, ella estaba a solo centímetros de distancia. Tenía los ojos azules, impresionantes y penetrantes, marcados potentemente con delineador negro, pero… ¡cómo demonios se había movido tan rápido!

Solo con el susto, salté hacia atrás golpeándome contra el sillón de cuero que estaba ahora detrás de mi, el que antes había usado de escudo.

—¿Co-cómo hiciste eso? —apenas logré decir.

—¿Te has preguntado alguna ves cómo puedes caminar, cómo puedes correr o cómo puedes hablar? —dijo sonriendo levemente mientras seguía hablando tan tranquila como si estuviera en… ¡en cualquier otra parte!, pero yo no podía contestar. —Ya que no puedes contestar, contesto yo —dijo, seguramente al ver que yo no decía nada, y pensándolo bien, jamás me había hecho preguntas así… —Lo haces porque está en tu naturaleza. ¿Te contesta a tu pregunta?

¿Quiso decir que se movió tan rápido porque estaba en su naturaleza? Por favor…, y yo vuelo si me tiro del balcón…, pensé con sarcasmo.

Debe de haber algún truco, una ilusión, ¿algún holograma?, no, yo sentía la estática y la electricidad de los cuerpos al estar tan cerca el uno del otro.

Maldición… estaba temblando. ¿Nervioso? Ni siquiera recordaba cuanto fue la última vez que estaba nervioso frente a una chica, a pesar de que normalmente era tímido.

—¿Qu-qué quieres? —solté tartamudeando ¿tartamudeando?

—Hablar contigo —contestó sin borrar su sonrisa ni dejar de mirarme intensamente, entonces el roce de su suave aliento dulce con el toque a tabaco caro, acarició mi rostro haciendo que las rodillas me temblaran.

Comencé a moverme de costado rodeando el sillón para cambiar de posición mis piernas y alejarme del penetrante contacto visual de su parte, por mientras que miraba a su alrededor buscando hilos o lo que sea que hubiese que pudiera haberle dado el efecto de moverse tan rápido.

—No te asustes —habló siguiéndome al ritmo en el que yo lo hacía, —que no muerdo —y cuando dijo lo último extendió la sonrisa más sensual que había visto en mi vida, mostrando una corrida de relucientes dientes blancos, resaltando dos colmillos mas largos de lo normal… ¿colmillos?, —o no te mordería, mejor dicho, …a menos que tu lo quisieras.

Ok. Había llegado demasiado lejos todo esto…

—Bien, ¿cuál es la broma? —exigí al tiempo que terminaba de rodear el sillón y salir de su cercanía para quedar donde en un principio ella estaba.

—No hay ninguna broma —dijo de pronto, pero esta vez la voz venía desde mi costado.

En el momento en que había volteado, la había perdido de vista y ni siquiera me pude fijar en como se había movido tan rápido hasta el diván nuevamente. Estaba junto a mí apagando el cigarrillo en el cenicero que había a un lado.

—Ya te lo dije, solo quiero hablar contigo —dijo cuando ya había apagado el cigarrillo y se había vuelto a voltear hacia mí.

—¡No vuelvas a hacer eso! —le exigí retrocediendo un par de pasos, esta vez al menos no tropecé con nada.

—Lo haré. Por el momento lo haré, pero ¿conversarías conmigo?

¿Quería que conversara con ella? Por favor. ¡Estaba asustado!, aunque no quisiera reconocerlo, pero lo estaba. ¿Qué era ella, la mujer biónica?...demasiadas locuras. Estaba siendo una broma muy extraña…

—Conversaré contigo —accedí. —¿Dé que quieres hablar?

Inmediatamente Katherine comenzó a sonreír, con esa sonrisa que había esbozado antes.

Sacó de un abrigo de cuero que había colgado en el borde de una silla -que hasta ese momento no había visto- una cigarrera de metal y se instaló en el diván.

—Es sobre… —estaba esperando a que continuara pero se detuvo y cambió lo que iba a decir —¿No te vas a sentar?

Al instante reaccioné caminando hasta el sillón que había utilizado de escudo y me senté para quedar frente a ella.

—Bueno… —dijo abriendo la cigarrera de metal y tomando uno para llevárselo a los labios, en ese momento se detuvo y volvió a cambiar el sentido de su frase, —¿quieres uno? —preguntó y me acercó su cigarrera para que tomara uno. Eran cigarrillos finos y alargados, sin duda exportados, porque en éste país no se verían en cualquier parte.

Tomé uno y de inmediato acercó su mano ofreciéndome fuego, tan rápido que me eché hacia atrás por la sorpresa.

—Lo siento —dijo y accionó la llama frente a mí.

Mientras lo prendía noté que tenía un anillo grueso de plata con un escudo en el dedo pulgar de su mano izquierda que me llamó la atención, pero lo dejé pasar.

—Gracias —le dije y luego volví a un lugar cómodo en el sillón, o relativamente cómodo tratándose de la compañía que tenía en frente.

El cigarrillo era de gusto extraño, exótico, pero agradable. Tendría que preguntarle donde los podía conseguir…, cuando se acabara la broma.

—Ok —dijo suspirando después de unos momentos, —solo quería conversar contigo sobre la entrevista que diste para una revista hace un mes y la de hoy en la tarde en el programa de televisión.

Alcé una ceja con incredulidad, perplejo.

Así que solo se trataba de una periodista con producción…, pensé.

—¿Eres periodista?

—No soy periodista —respondió, —ni tampoco fan, solo me llamó la atención la forma en que ves el mundo.

Ahora estaba riendo.

—Bien… ¿y cómo sería esa manera? —le pregunté mordiéndome el labio al tratar de contener la risa.

—Creo que mejor será que comience preguntándote acerca de lo sobrenatural, ¿qué piensas al respecto?

Bah… periodista…

—Ya lo dije esta tarde —contesté un poco exasperado tomando en cuenta que todo se trataba de una extraña entrevista.

—Bien… creo que te lo preguntaré de otra manera —comentó llevándose el cigarrillo a la boca. —La película que acabas de filmar, ¿te ha hecho pensar en lo sobrenatural? ¿Ha hecho que te plantees la posible existencia de la sobre naturalidad entre ustedes?

—¿Entre ustedes? —repetí incrédulo.

—Si, entre ustedes —contestó sin apartar la vista de mí con esa expresión que hacía estremecer hasta el más inservible de mis músculos.

Ok, entre más pronto conteste, más pronto terminará todo y más pronto haré… ¡lo que sea que iba a hacer!

Bien, la pregunta era bastante similar a la que me había hecho Samanta, así que solo contestaría cercanamente.

—La película no me ha hecho pensar en lo sobrenatural de una manera distinta a como lo hacía antes —respondí con voz monocorde, como si lo recitara directamente de un libro un niño pequeño, —simplemente lo tomé como si fuera una historia de carácter realista y no de carácter sobrenatural. Tomé el personaje y lo trabajé como si fuera humano y no vampiro, pero no porque fuera más fácil verlo, si no porque es en lo que creo, lo real.

—Entonces, ¿no quieres creer que existan seres sobrenaturales entre ustedes? —preguntó sonriendo extrañamente

—No, no lo creo —respondí sin más.

Asintió sin decir palabra alguna y sin borrar esa extraña expresión en su sonrisa.

—Siguiendo sobre el plano sobrenatural —continuó después de unos segundos mientras jugaba con un mechón de pelo entre sus dedos, —¿en qué crees?

—Espíritus —respondí.

Asintió con la cabeza nuevamente, pero esta vez no me observaba, por lo que me relajé.

—Espíritus —repitió. —Déjame adivinar, viste a un familiar que ya había fallecido y por eso crees en ellos.

¿Cómo sabía aquello?

Cuando tenía 9 años, mi abuela había fallecido de un ataque al corazón en su casa, y a la semana de haber sido sepultada, cuando fui con mi madre para limpiar la casa, la vi allí frente a la ventana mirando al patio trasero, pero se supone que nunca se lo había dicho a nadie, pero ella sabía de que se trataba…

No contesté.

—Mmm…. Si, suele ocurrir así —ratificó muy calmadamente. —Pero así es…, existen —musitó mirando el cenicero y luego volvió a preguntar olvidando lo anterior. —¿Crees en los brujos?

—No.

—¿Crees en la magia?

—No.

—¿De ningún tipo?

—De ninguno.

Extraña entrevista… Tal vez se trataba para un artículo en alguna revista esotérica o alguna de esas Dark

—¿Crees en los Ángeles?

—Mmm… No.

—¿Crees en hombres lobos?

—No.

—Y tampoco quieres creer en vampiros —concluyó.

—Menos creo en ellos —contesté a pesar de que lo último que había dicho no era una pregunta, si no, una afirmación.

—No quieres creer en vampiros —repitió y luego agregó afirmando lo que pensaba, —aunque tuvieras a uno en frente de ti.

Asintió para sí misma con la cabeza nuevamente y volvió a observarme como hasta hace un rato lo estaba haciendo.

—Estás nervioso —me dijo.

—No.

—No era una pregunta, te lo estaba comunicando —dijo con esa sonrisa que no quería borrar del rostro. —¿Quieres otro cigarrillo?

Tomé el cigarrillo que ella me ofrecía desde la cigarrera que ahora estaba encima de la mesa y antes de que pudiera alzarse con el fuego entre sus manos, lo tomé y lo encendí yo mismo.

Estaba confundido, y si… también estaba nervioso como ella lo afirmaba. ¿Tanto se notaba?

Estaba siendo una entrevista extraña, me volví a repetir de nuevo, y no le encontraba sentido a todo lo que decía.

—¿Saben bien? —preguntó apuntando el cigarrillo.

Asentí con la cabeza.

—Te enviaré una caja uno de estos días.

¿Qué debía decir, gracias?

Guardé silencio. Ésta era la situación más confusa y extraña que había vivido en mi vida y aun no podía encontrarle un maldito sentido, sin mencionar claro, lo nervioso que me hacía sentir con su intensa mirada.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté por segunda vez aquella noche.

—Ya te lo dije —contestó, —conversar contigo.

—Y hemos conversado, pero tus preguntas no llevan a ninguna parte.

—No soy periodista.

—¿Qué eres entonces?

—Ya te lo dije.

Traté de recordar, pero en ningún momento dijo lo que era. Estaba mintiendo.

—Mentira, no me has dicho qué eres —repliqué.

—Si lo dije —me contestó, —pero no directamente, claro.

El jueguito me estaba haciendo perder la razón.

—Si no eres periodista, ni ladrona, ni fan, ni espía, ni… lo que sea que se me pudiera ocurrir de momento. Sea lo que sea que seas, ¿a qué viniste a mi apartamento? —le exigí.

Suspiró sonoramente.

—¿No te das cuenta?

—No —espeté, —por algo lo pregunto. Si no te has dado cuenta, no puedo leerte la mente.

—Ah… —dijo suspirando sonoramente de nuevo, con resignación. —El lector de mentes, Edward Cullen. Ojalá lo de leer mentes funcionará así…

Así que era una loca fanática de Edward Cullen.

—Que, ¿no me digas que eres fan de Cullen? —pregunté en son de burla.

—No hay peor ciego que el que no quiere ver —dijo ignorando mi pregunta.

—¿Y qué es lo que te gusta de él? —pregunté ignorando también su comentario —¿Su romanticismo? ¿Es porque es el Romeo moderno?

—¿Y a quién no? —respondió —Como desearía que los vampiros de verdad fueran como el personaje que interpretas… aunque sea en una mínima parte —estaba loca, definitivamente. —¿Tu no eres así?

—No —respondí.

—¿Ni siquiera un poco?

—No —volví a responder, pero ella solo apagó el cigarrillo y habló.

—No lo veo así, sabes. Tienes la misma caballerosidad y elegancia del personaje, e incluso creo que podrías ser mejor que él mismo, y lo mejor de todo, es que eres de carne, hueso y sangre —concluyó apoyando su espalda en el diván.

Hablaba extraño, pero aun no podía saber en donde precisamente estaba lo extraño.

—Pero solo hay un pequeño detalle —continuó, —no eres un vampiro.

—¿Y dices que no eres fan? —pregunté con sarcasmo.

—Podría serlo, y… si, creo que de cierto modo podría serlo —declaró como si llevara desde hace tiempo ese debate. —Me fascina el hecho de que aquellos vampiros puedan salir a la luz del sol y ver todo lo que los demás no pueden.

—Hablas como si estuvieras obsesionada con los vampiros —le dije.

—Obsesionada no, solo vivo mi realidad —se defendió. Extraña manera de defenderse…, —pero en fin…, vine aquí por una razón —por fin, pensé. —Vine aquí solo porque me interesabas, me interesaba saber como pensabas y me interesaba conocerte. Y descubrí que eres mucho mejor a como te imaginaba…, pero...

—¿Solo viniste por eso? —la interrumpí inconscientemente sorprendido.

Me halagaba que una chica tan bella y misteriosa, aunque hablara como loca, me dijera esas cosas, pero no dejó de sorprenderme de que hiciera tanto show por esto.

—Bueno, vine por eso y porque quería que creyeras.

—¿Cómo es eso? —pregunté aun más confundido.

—Quería que creyeras —repitió simplemente. —Todo partió por las entrevistas que diste en donde se te preguntaba por lo sobrenatural —así comenzó, me dije recordando por donde había empezado toda su conversación. —Eres interesante, guapo, caballero, elegante y a la vez eres bueno en lo que haces —wow, gracias, me dije a mi mismo incapaz de decírselo a ella, era la primera persona que no me llamaba actor, —pero eras ciego. No querías ver más allá de tu campo de visión racional y sentía que podías ver las cosas desde otro punto de vista si abrías tu mente. No solo porque no conozcas algunas cosas quiere decir que no existan.

Esta era la conversación con el mayor factor sin sentido de toda la vida, incluso cuando era un adolescente de 15 años podía tener conversaciones más coherentes, o hasta cuando estaba con algo de alcohol en la sangre.

—¿Y con esto tu quieres decir…? —le pregunté dejando la pregunta abierta.

—Cree —dijo simplemente y se levantó para tomar la cigarrera y su chaqueta.

—Espera, ¿ya te vas? —lancé poniéndome de pie de un salto.

—Si, ¿por qué? ¿Quieres que me quede otro momento? —preguntó.

Estaba aun más nervioso que antes y no sabía que contestar.

—No-no entendí lo que dijiste.

—Oh, era eso —comentó sonriendo, ¿por qué diablos me fascinaba tanto esa sonrisa?— Lo que quise decir es que pensaras en lo que hablamos, en lo que te dije que era y que creyeras, eso.

Todo lo que hablamos, lo que me dijo indirectamente que era y que creyera…

"No quieres creer en vampiros, aunque tuvieras a uno en frente de ti"

Así que de eso se trataba todo. La loca chica obsesionada con vampiros me estaba diciendo que era uno…

—¡Eres un vampiro! —solté entre una risotada mientras me dejaba caer el sillón nuevamente y ella, que en ese momento se estaba volteando para retirarse se dio la vuelta y me miró sin decir palabra —¿Y tu piel brilla como los de Meyer? —le pregunté bromeando.

¿Cómo iba a esperar que creyera algo así?

—Viéndolo desde la literatura… —dijo pensándolo un momento como si buscara indicios en libros de historia, —digamos que nos asimilamos más a los personajes de Anne Rice.

Estaba loca, loca de atar.

—Ok. Si eres un vampiro, entonces muérdeme —la desafié y luego me reí de lo que decía, ya no quedaba mucho de caballero en mi. —¿No me vas a convertir ni me vas a matar, cierto?

—No —respondió seriamente de pronto. —¿De verdad quieres que te muerda?

—Claro, adelante.

Pestañeé. Maldito el momento en el que pestañeé, porque cuando abrí los ojos de nuevo Katherine estaba a solo un par de centímetros de mi rostro sentada junto a mí con una sonrisa en los labios mientras me miraba intensamente con sus ojos azules que me recordaron al lapislázuli.

La sangre se me heló, ya no podía estar siendo un montaje y estaba paralizado.

Demasiado real, demasiado real.

Y entonces, me besó.

Era un beso pausado e intenso, profundo. Podía sentir como los labios más tiernos y suaves que había conocido en la vida rozaban suavemente los míos. Se sentían dulces, con el mismo aroma intenso y agradable mezclado con tabaco caro que había sentido con anterioridad, pero más concentrado. Y se sentían fríos, sumamente fríos, al igual que la suave mano que rozaba mi mejilla en ese momento. Luego, se separó de mí dejándome al borde del colapso y mirándome con la misma intensidad que estaba seguro que yo la miraba a ella. No podía respirar, no podía hablar, tanto de la sorpresa, como por la adrenalina que corría por mi cuerpo. Por suerte yo estaba sentado, porque las piernas no dejaban de temblarme.

—¿Estás seguro? —preguntó sin apartar su mano de mi rostro, pero yo no tenía palabras.

Asentí levemente con la cabeza y puse mis manos en su pequeña cintura sintiendo el cuero a través de mi tacto mientras que ella se acercaba y depositaba un tenue beso en mi mejilla, y luego otro en mi mandíbula, y luego uno más abajo, y luego… dolor.

Sentí de veras como se clavaban sus colmillos en mi cuello, sintiendo también como la carne era desgarrada y entré en pánico. La sujeté para apartarla, pero ella no se quitaba y luego… ya no había dolor. Simplemente se había ido.

En vez de dolor había placer y ya no quería apartarla, solo quería tenerla más cerca.

El placer era… dulce, como ningún otro y que solo pude compararlo con… el sexo, si, una sensación similar a la del sexo era lo único comparable con aquel placer, pero esto era sublime, y no podía ser tan burdo como el sexo aunque la sensación se le asimilara.

De pronto el placer fue bajando de nivel hasta quedar convertido en una somnolencia que me pesaba en los ojos y en los músculos de todo el cuerpo haciéndome sentir en las nubes.

Quería más. Aquel placer era extrañamente adictivo y quería decirle que no se detuviera, pero no podía hablar y tampoco podía aferrarla contra mí porque no tenía fuerzas en los brazos, entonces sentí como Katherine franqueaba la punta de su lengua suavemente sobre la herida que había dejado…

¡Por Dios!, gritaba mi mente, ¡Acabo de ser mordido por un vampiro!

Ella había tratado de decirme lo que era de muchas formas y no lo había descubierto, ¡cómo podía haber estado tan bloqueado!

Ya no sabía que era racional, que era lo cierto o que era una fantasía. Todo era… tan inverosímil… ¿y si estaba soñando?

Pero en ese preciso momento ella, la hermosa chica vampiro, apartó su boca de mi cuello y puso su rostro frente al mío mientras habría los ojos suavemente con letargo y fue en ese entonces cuando creí ver como sus ojos cambiaban de color, como un flash repentino de color celeste refulgente, como si se hubiese puesto lentillas y se las hubiese vuelto a sacar a la velocidad de la luz haciendo que su mirada se viera de fantasía por un momento, o bueno, por lo menos más fantasioso de lo que ella era de por sí.

Mordió el borde de su labio inferior lentamente mientras volvía a esbozar la sonrisa de antes, y fue cuando dijo:

—Ahora, ¿crees?

¿Qué si creía? Nunca había estado más loco en mi vida antes de hacer algo o antes de decirlo, pero ni siquiera quise darle vueltas más de lo ya lo hacía, porque me volvería loco.

Solo asentí con la cabeza.

¡Wow! ¿Qué debía hacer, o decir? Ya no recordaba ni mi propio nombre y solo se me repetía una palabra en mi cabeza: "Vampiro", y en todas las tipografías, tamaños y posiciones que conocía.

—Me tuviste frente a ti por un buen rato, te dije lo que era, incluso te mostré lo que podía hacer —dijo pausadamente, —pero simplemente tu no quisiste creer, por eso no te habías dado cuenta, porque no querías ver más allá de tu campo de visión racional.

Me lo había dicho: "No hay peor ciego que el que no quiere ver"

—Pe-pero… —comencé en lo que serían montones de preguntas que se agolpaban en mi cabeza esperando y peleando por salir, pero ella me interrumpió.

—Shht… —susurró suavemente, —tendrás mucho tiempo para pensarlo todavía, pero por ahora ¿cómo te sientes?

—Bien —solté.

Solo si bien significaba a estar bien físicamente, porque si se trataba de lo psicológico, no podía asimilar todo lo que había sucedido para contestar que estaba bien.

Me llevé la mano al cuello y allí sentí una irregularidad en la piel, pero ella me dijo:

—No te preocupes, mañana por la mañana solo serán moretones. Las mordeduras de vampiros cicatrizan rápido y tampoco te dolerá, solo es al principio.

Recordé el dolor del principio al que se refería ella, pero luego lo que lo prosiguió y creo que incluso pude haberme sonrojado.

—Lo-lo que… sentí… —comencé a decir, pero no era capaz de continuar con la oración.

—¿Placer? —preguntó enderezándose junto a mi —Lo sé, es un placer único en su clase y no solo para ti, pero a la vez es seductivo y peligroso para ambos si tomamos en cuenta que no me gustaría matarte —hasta ese momento no me había dado cuenta de lo peligroso que había sido, solo lo pensé en cuanto esas palabras salieron de sus labios, —pero no te preocupes. Me gustaría verte actuar en más películas —y así terminó sonriendo mientras se ponía de pie.

—¿A dónde vas? —exigí poniéndome de pie de golpe, por lo que me tambaleé por un momento debido a lo débil que estaba.

—Me voy —dijo. —Ya no es necesario que esté aquí sabiendo que no menospreciarás a aquellas historias que hablan de nosotros, aunque sea de manera más romántica o mágica.

¿Por qué hablaba así? Ella era mágica…

—¿Te volveré a ver? —le pregunté y ella guardó silencio mientras lo pensaba.

—Tal vez… —respondió esbozando una sonrisa cálida —Si es que algún día vuelves a dudar de mi existencia, no dudes que estaré aquí para demostrarte lo contrario.

Si se iba comenzaría a dudar de inmediato...

—Fue un placer haberte conocido en persona —comentó dirigiéndose en dirección a la puerta, —eres mejor de lo que esperaba.

Y de pronto la luz se apagó. No iba hacia la puerta, iba hacia el interruptor que estaba de camino.

Fui hacia allá tambaleándome para prender la luz nuevamente, pero ella ya no estaba, en vez de eso la ventana estaba abierta y las cortinas ondeaban tenuemente con el viento que se filtraba.

Corrí hasta el balcón y en mitad de la vereda la vi caminando con su abrigo de cuero largo con el cuello subido puesto mientras alzaba una mano sin mirar atrás. Y caminó, y caminó hasta que la perdí de vista.

Dos horas después estaba en el sillón con una cerveza en la mano y la luz apagada sin reaccionar a lo que había sucedido en esa sala, ya no quedaba rastro de Katherine. Solo tenía su dulce aroma, su hermoso rostro y su hipnótica mirada grabada en la memoria.

De vez en cuando me tocaba el cuello para recordar que todo había sido real y cuando sentía aquella extraña irregularidad, sonreía por que así había sido.

Pensé en ella toda la noche hasta quedarme dormido, e incluso creo que también la soñé.

Cuando abrí los ojos por la mañana, aún estaba recostado en el sillón de cuero y me tomó algunos momentos reaccionar. Cuando lo hice, de inmediato me llevé las manos al cuello para asegurarme de que todo estaba en su lugar, pero no había nada en ninguna parte, tampoco en el otro lado del cuello, aunque se supone que allí no me había mordido.

¿Acaso había soñado todo?

En la mesa de centro solo había una botella de cerveza que estaba a la mitad de su contenido, así que no podía ser por embriaguez que había imaginado todo aquello. Entonces corrí hasta el baño a mojarme la cara y en frente del espejo, con cierto temor, me observé el cuello y si, allí había un moretón de extraño color pero que no dolía.

"No te preocupes, mañana por la mañana solo serán moretones. Las mordeduras de vampiros cicatrizan rápido y tampoco te dolerá…"

Como lo había dicho ella, había sucedido. Ya no había herida ni mucho menos dolor, solo un moretón en su lugar.

Como loco comencé a reír cada vez más fuerte. Reía al cielo, o al techo mejor dicho. Había sido mordido por un vampiro… Un vampiro. Con colmillos y todo, y no solo eso, había sido una hermosa chica vampiro…, pero de pronto recordé que quizás jamás la volvería a ver…

Y así de rápido como las risas frenéticas habían llegado; se habían ido, dejando solo un sentimiento de vacío extraño, pero entre todo aquello el teléfono sonó, así que fui a cogerlo.

—¿Hola? —contesté sin ánimos.

—¡Rob!, ¿dónde demonios estás? Te hemos esperado por más de media hora.

—¿Taylor?

—Si, soy yo —contestó exasperándose. —Los fotógrafos están aburridos de esperarte.

¿Fotógrafos? Ah cierto, la sesión de fotografía para la promoción de la película…

—¿No crees que llamas muy temprano? —le pregunté sin entender porque tanto alboroto —Eso es a las 3.

—Rob —dijo con controlada tranquilidad, —¿escuchaste lo que te acabo de decir? Dije que estamos hace más de media hora esperándote, ¿qué hora crees que es?

Inmediatamente miré el reloj que estaba en la pared y ya eran las 3:45 de la tarde… ¡Cielos!, ¿cómo había dormido tanto?

—Lo siento, me quedé dormido. Voy de inmediato —me excusé.

—¿Dormido? —preguntó un dejo de incredulidad en la voz, pero lo dejó pasar. —De acuerdo, apresúrate.

Y colgó.

Me duché lo más rápido que pude mientras que la máquina para hacer café hacía su trabajo y me vestí con lo primero que encontré en el armario. Normalmente no me preocupaba mucho por ello, pero ahora ni siquiera me fijé si llevaba ropa interior puesta… Si, la llevaba.

Cuando me dirigía hacia la puerta con el café en la mano, aun sin poder creerlo, le di una última mirada a la sala de estar en donde la noche anterior había vivido la experiencia más extraordinaria de mi vida y en el diván en donde ella se había sentado vi algo que no había visto antes. Algo pequeño y plateado que destellaba sobre el tapiz. Su encendedor plateado estaba allí. Lo había olvidado.

Lo tomé antes de salir y lo metí en mi bolsillo mientras salía para tomar el ascensor pensando en cuando podría devolvérselo.

Por fortuna, el lugar de la sesión de fotos no quedaba muy lejos así que llegué solamente con una hora y cuarentaicinco minutos de retraso…

Después de escuchar las molestias de todos porque no podían comenzar sin mí y después de disculparme mil veces con cada uno de los que allí estaban, comenzamos con lo de siempre en estos casos.

Debía reconocer que aun estaba distraído por todo lo que me había sucedido y también recordaba una y otra vez lo que le había contestado a las preguntas de la periodista y la conductora. ¿Qué sucedería si ahora me volvieran a preguntar lo mismo y yo no solo dijera que creía en vampiros, si no que además había visto a una muy hermosa que me había mordido?

Terminamos con todo el jaleo cerca de las 8 de la noche y a las 9 ya estaba saliendo junto a Taylor, Nikki y Kristen del estudio, ya que los demás iban más atrás.

—Rob, ¿enserio de te quedaste dormido? —me preguntó Krist quien iba tomada del brazo de Taylor e increíblemente Michael no estaba.

—Oh…, si, creo que si —logré contestar.

—Nos hiciste esperar bastante —comentó, —creo que uno de los fotógrafos ya quería asesinarnos.

—Lo siento —volví a disculparme.

—¿Por qué no nos quisiste acompañar anoche? —inquirió Nikki colocando un brazo en el de Krist y el otro en el mío resguardándose del frío que había a esa hora y también de la lluvia que comenzaba a caer. —Lo pasamos muy bien. Kellan nos dijo que no lo habían dejado entrar a un restaurante la semana pasada, porque las fans causaban destrozos por pedirle un autógrafo —concluyó riendo con lo que los demás la imitaron.

—¡Ey!, escuché mi nombre —dijo el aludido acercándose hasta nosotros.

Pensar que antes me importaba tanto el reaccionar de la gente ante nosotros, pero ahora había sabido de otro tipo de reaccionar y era la reacción que Katherine había tenido conmigo ante lo que yo hacía y decía sin siquiera conocerme…

—Tenía otros planes —contesté, y aunque no había sido cierto en un principio, al final había convertido en realidad de cierto modo.

—¿Y cómo lo pasaste? —preguntó Krist cuando ya habíamos salido fuera del estudio de fotografía y nos habíamos dirigido al lugar en donde aparcamos los coches.

Aunque no era parte del recinto privado el lugar donde nos estacionamos, no tuvimos problemas porque además del camuflaje acostumbrado (gorros y gafas) que nos cubría haciendo pasar desapercibidos, la oscuridad y el hecho de que estuviera lloviznando, hacía que la gente que pasaba de vez en cuanto no se diera cuenta de nada.

—Bien —contesté finalmente después de pensar en todo lo que había pasado, y no estaba completamente seguro de que bien era una respuesta suficiente.

—Me lo imagino —comentó Taylor con un extraño dejo en la voz. Cuando lo miré noté que señalaba disimuladamente su cuello y el mío a la vez.

Ah…, se había dado cuenta.

Aparté la vista de su acusación con doble sentido hacia la calle del frente sintiéndome algo incómodo, porque lo que él se imaginaba no tenía nada que ver con la realidad, y entonces la vi de nuevo, con su abrigo largo de cuero y un cigarrillo en la boca sonriendo sutilmente bajo la lluvia.

El corazón se dio vuelta en mi interior y lo único que quise fue correr a encontrarla, y de hecho, avancé varios pasos ignorando las voces de mis acompañantes y entonces un autobús bloqueó mi visión. Para cuando ya había pasado completamente, ella ya no estaba ahí. La bella morena de ojos azules, la bella chica vampiro, ya no estaba allí.

—¿Estás bien? —preguntó alguien, ni siquiera puse atención en quien fue —Parecía que habías visto un fantasma.

—No era un fantasma —contesté simplemente. Era algo mucho mejor.

Después de aquello nos despedimos y cada uno se fue a su destino sin siquiera imaginarse lo que estaba invadiendo mis pensamientos.

Ya no me cuestionaba la existencia de algo sobrenatural, ahora lo que me cuestionaba era si alguna otra vez volvería a sentir a Katherine junto a mí. Incluso cuando llegué al apartamento y abría la puerta de entrada, tenía la esperanza de sentir el exquisito olor a tabaco exótico, pero en vez de eso no fue así, y entonces quise con todas mis fuerzas que al encender la luz pudiera ver su rostro y su sonrisa y sus ojos…, pero tampoco.

Dormí en el sillón igual que la noche anterior, pero con la ventana abierta esperando que pudiera entrar por ella… y tampoco fue así. En vez de eso el sonido del timbre de la puerta me despertó de mis sueños.

Me levanté perezosamente y fui hasta la puerta para abrirla.

—¿Robert Pattinson? —dijo el hombre que había tras ella.

—Si.

—Firme aquí, por favor.

Cuando hube firmado, me entregó una caja blanca del porte de un diccionario con una tarjeta puesta entre el nudo de una cinta negra para luego retirarse.

Tomé una cerveza del congelador y me fui a sentar al sillón para abrir la caja.

No tenía remitente, pero no fue necesario preguntarlo porque cuando abrí la tarjeta, en una caligrafía de letras negras y perfectamente pulcra, había escritas simplemente dos palabras:

Sigue creyendo…

Abrí la caja con cuidado y en su interior estaban los cigarrillos de sabor exótico que había prometido enviarme uno de estos días.

Tomé uno y lo prendí con el mechero que se le había quedado y el cual había reposado en mi bolsillo desde ayer. Degusté el mismo sabor que recordaba y solo pensé en ella y en como me había demostrado que el límite de lo que conocía estaba en el límite de lo que quería creer.

—Por ti —murmuré al diván en donde ella había estado mientras sorbía la cerveza de la botella y esperaba algún día poder devolverle el encendedor plateado que descansaba inocentemente encima de la mesa junto a la caja blanca. Esperando algún día volver a ver a la chica de lo sobrenatural. A la hermosa chica vampiro.

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Listo. así era el one-shot inicial que luego agregué más capítulos...

PD: primer fanfic, espero sus reviews