Así que no soy linda eh?

Kamisama Hajimemashita segundo one-shot. Advertencia lemon, por cierto en este fic Kei y Ami ya saben que Tomoe, Mizuki y Kurama son yokais.

Estaban Tomoe y Mizuki hablando en la sala, o mejor dicho Mizuki hablaba y Tomoe le ignoraba olímpicamente con la cabeza volteada y las manos ocupadas en las cuentas de la economía del entrante mes. Hasta que por fin el peli blanco dijo algo que si le interesó a nuestro kitsune favorito.

Tomoe POV

- Oe Tomoe-kun, no crees que Nanami-chan está más bonita que antes? - preguntó le bestia sagrada, intentando ver qué reacción tenía ese zorro, ante su forma de hablar sobre la diosa

- ¿Qué? ¿De qué rayos hablas serpiente tonta? Nanami no es bonita es incapaz de provocar nada ni a una mosca - mentía, mentía con todos los dientes, sabía perfectamente que para sí Nanami era el ser más hermoso sobre la tierra, y nadie mejor que el sabe lo mucho que con su inocencia puede provocar, esa maldita niña, por poco se desviste en frente suyo de confiada ¡no más! Ni siquiera tomaba en cuenta que el era un hombre y alegando que tenía esa estúpida camiseta interior no importaba ¿Es que no se había fijado que eso era demasiado poco para cubrirla? ¡Por todos los cielos era un yokai! y su instinto le pedía a gritos que la tomara ¿Cómo es que no se daba cuenta? No, si alguien sabía lo mucho que puede provocar sin siquiera tenerlo en cuenta, siendo simplemente guiada por su maldita inocencia y confianza en todos, era precisamente él, nadie mejor que él para saber lo mucho que Nanami provocaba – sobra decir que ella no se daba cuenta – en un hombre con su condenada inocencia y belleza

- En eso te equivocas Tomoe-kun, el otro día que salió de compras con sus amigas, cada hombre que la miraba lo hacía como queriendo comérsela - ¿Qué? Esos malditos humanos ¿Cómo se atrevían a mirar así a su Nanami?

- ¿Y tú cómo sabes eso? ¿No te habrás confundido y en realidad miraban a una de sus amigas? - siempre quedaba la esperanza de que fuera una mentira para arruinar sus nervios y no fuera que algún atrevido había mirado de más lo que no le pertenecía

- Porque la seguí, además era muy claro que la miraban a ella - no sé si el muy idiota de Mizuki lo haya notado pero esa confirmación me ha hecho hervir la sangre y presiento que hay un aura negra bordeándome

- Yo no lo creo ¿Quién tendría tan mal gusto? Con lo plana que es... - por qué estoy diciendo esto, ni yo mismo lo sé, estoy insultando mi propio gusto, soy un genio, nótese el sarcasmo

Y... Ahí apareció ella, seguro había escuchado toda la conversación... Gracias vida

Narración normal

Nanami acababa de llegar del instituto y al no ser recibida por sus dos familiares se dirigió a la sala donde encontró hablando con la puerta entre-abierta a nada menos que a sus dos familiares, iba a alejarse pero la curiosidad le ató los pies al sitio, dandole a sus oídos libre acceso para escuchar lo que ambos decían de ella

- Mizuki - aura negra - ¿Cómo es eso de que me espiaste? - el familiar sonrió nervioso, pensando a qué podría cambiar el tema - te dije claramente la última vez que ya no lo hicieras - realmente no estaba tan enfadada con el solo quería desquitar su rabia contra las hirientes palabras de Tomoe - te vas a arrodillar todo lo que queda del día y toda la noche en el porche - sentenció la diosa de la tierra - y tú Tomoe, te agradecería que la proxima vez que me insultes lo hagas de frente - dijo absolutamente todo con la vena palpitando en su frente, tragándose todas las ganas que tenía de gritar, patalear y golpear al zorro

- Esto yo... ¡Lo siento Nanami-chan! Tenía curiosidad pero prometo que no lo vuelvo a hacer - una sola mirada bastó para que se fuera al porche de una condenada vez

Nanami se dirigió a su cuarto y Tomoe a la cocina, con un claro gusto agrio en la conciencia que parecía materializarse en su paladar.

Al llegar por fin a la comodidad y protección de su habitación, la castaña se dispuso a llorar, patalear y golpear tantas cosas como pudiera –evitando claro romperlas– hasta que llego el momento en que su habitación era un completo desastre y ella estaba tendida sobre el futón, mirando al techo como si fuera la cosa más interesante sobre la tierra, mientras estaba ocupada perdiendo tiempo que podría aprovechar para estudiar – cosa que no haría – una brillante/estúpida idea la golpeó como si de un yunque se tratara, había una persona capás de acabar con su problema, y de paso dejarle en claro a Tomoe que ella no era ni lo más remotamente fea.

- Kei-chan - susurró, de pronto sonó como por obra del destino su celular anunciando que era la misma persona con quien requería hablar, prácticamente se abalanzó sobre el aparato para poder contestarlo - ¡Hola Kei!

- Momozono-chan, llamaba para avisarte que mañana Ami-chan no podrá venir al centro con nosotras - la castaña se abofeteó mentalmente por haber olvidado semejante oportunidad

- Ah, que pena, oye Kei mañana quiero hablar de algo importante contigo, necesito un concejo - dijo sonrojada

- Mmm ya me imagino de qué se trata o mejor dicho quién - Kei rió pícara desde el otro lado del teléfono - bueno adiós mañana te aconsejo sobre Mikage-kun - Nanami se sonrojó preguntándose cómo había hecho para adivinarlo, ¿Tan obvia era?

Luego de esa conversación se puso fin al mal humor de la oji-kanela. Tomoe la llamo a comer, para su agradable sorpresa no había zetas shittake en su comida, lo único malo es que el único ruido que había en la mesa era la charlaque mantenían Onikiri, Kotetsu y Mikage. Una vez terminada la comida se fue tranquilamente a su cama, se acostó y se durmió.

Lástima que la cosa no fue tan fácil para nuestro queridísimo zorro a quien el olor de su diosa le advertía peligro inminente y no estaba seguro de si quería o no evitarlo. Solo sabía que ese silencio que había tenido con el durante la tarde y la cena más ese misterioso aroma que prometía más problemas de los que soportaría iban a terminar por enloquecerlo y para desgracia o suerte del chico – depende de cómo lo mires – así sucedería mañana enloquecería totalmente.

Al día siguiente la diosa se levantó a eso de las diez de la mañana, se despidió de Mikage, de Mizuki y de los espíritus pero no de Tomoe, quien estaba ocupado preparando el almuerzo. La chica les había dicho que no llegaría hasta las tres o cuatro de la tarde por lo tanto que no la esperaran para comer.

Luego de un delicioso almuerzo, Mikage le comentó a Mizuki que estaría de viaje por unos días y que si quería acompañarlo, a lo que el peli blanco respondió afirmativamente y luego de empacar algunas cosas partieron. Al rato –tres y media para ser exactos– Onikiri y Kotetsu partieron al mercado de los demonios para buscar unos papeles para talismanes especiales y no llegarían hasta tarde. Dejando a Tomoe solo en el tempo hasta que Nanami volviese ¡hurra! ¡Solo hasta que un silencio incómodo me acompañe! Se nota que el universo me quiere – nótese el sarcasmo –

¡Ahora el día de Nanami!

Una vez llegó a la heladería se sentó a esperar a su amiga quien 15 minutos después llegó con teléfono en mano y fue directo al tema

- ¿Cuál es tu problema con Mikage-kun? - preguntó yendo al punto, cuánto antes empezara más tiempo tendría

- Pues... Etto - una clara mirada de apúrate la hizo dejar de tartamudear - Ayer cuando llegue a casa el y Mizuki hablaban de mí y Tomoe dijo que yo no era bonita y que era incapás de provocar nada ni en una mosca - dijo apurada la joven diosa de la tierra

- ¿Y en qué te puedo ayudar? - preguntó con una mirada siniestra que decía a gritos que quería oírmelo

- Ayúdame a demostrarle que se equivoca - dijo Nanami en voz baja, ante el gesto de no te oí de su amiga lo repitió una vez más en voz alta

- Haz venido con la persona indicada, para empezar lo de que no eres linda es una completa mentira, pero lo de que no eres muy provocativa creo que está bastante acertado, intenta vestirte de otra forma,hazle perder los estribos, acércate y luego vete como si nada - ante sus palabras la castaña dudó, cómo más iba a vestirse toda su ropa era igual de recatada y ni hablar de acercarse e irse como si nada, un poco de su cercanía bastaba para sonrojarla

- ¿Pero cómo evitaré sonrojarme? - preguntó

- Piensa en algo feo - le respondió simple (nota de la autora: a mí me funciona para no sonrojarme con el chico que me gusta y me tenté a ponerlo en el fic jeje)

- Vale - asintió la castaña, para luego volver a pensar en su ropa - pero ¿Y la ropa? - ahí si que estaba en problemas

- De eso me encargo yo - sonrío la mayor

Kei la llevo por todo el centro pasando por ropa a distintas tiendas para poder encontrar algo que la convenciera, agotando en el camino a la joven diosa de la tierra quien se sonrojaba ocasionalmente por la ropa que su amiga esperaba que llevara, y ni hablar cuando entraron a una tienda de lencería, ahí la pobre Nanami quería que la tierra se la tragase, Kei le señalaba distintos conjuntos pero eran demasiado para ella, la mayor logró que se llevara solo dos conjuntos, uno de color turquesa cremoso, semi transparente, con encajes que dibujaban flores y otro de color rosado con las mismas características, nunca había comprado nada así, le daba vergüenza estar comprando esas cosas y esa ropa que no se asemejaba en lo más mínimo a su ropa normal. Alfin terminó la tortura para Nanami y Kei la invitó a su casa.

La mayor tenía un plan y aunque dudaba que funcionara quería intentarlo, si funcionaba, ni bien volviera a ver a su amiga la haría sonrojar de una forma que tendría que tener una cámara de fotos para conmemorar el momento en que su amiga se transformó en un tomate maduro. ¡Oh! Sería tan divertido. Además supuestamente Tomoe era un demonio zorro ¿Verdad? Probablemente le costaría contenerse con una Nanami más atrevida, sacudió la cabeza eso era imposible Nanami no era capas de ser atrevida, pero s

Nanami fue a la casa de su amiga y esta casualmente le pidió que se pusiera algo de lo que había comprado y algo cohibida la chica aceptó, charlaron un rato, jugaron a las cartas y bien al final a la castaña le surgió una pequeña duda.

- Kei-chan, etto mmm cómo me le voy a acercar a Tomoe? - preguntó avergonzada

- Intenta ser sutil, salúdalo de otra forma por ejemplo - le sugirió tranquila Kei

- No se me ocurre - dijo la diosa algo nerviosa

- En América la gente se saluda con un beso en la mejilla, ¿Por qué no lo intentas? cualquier cosa tienes la excusa de que te lo comente y querías probar - Nanami lo pensó, tenía una buena escusa, debía intentarlo.

- Su-supongo que podría tratar - tartamudeó la joven diosa del templo Mikage

- Momozono-san se está haciendo de noche deberías volver a casa? - Kei tenía una mirada que denotaba que algo tramaba pero la ingenuidad de Nanami sumado a su retraso de tres horas y media la hizo dejar de lado esa posible catástrofe que su amiga causaría.

- ¡Adiós! ¡Nos vemos Kei-chan! - dijo y salió corriendo como alma que lleva el diablo encontrándose con que tendría que caminar a casa.

Ya estaba oscureciendo y el familiar zorro comenzaba a preocuparse, Nanami debería haber llegado hace un buen rato. Se paseó por la entrada del templo agitando nerviosamente su cola zorruna, la vena en su frente comenzaba a palpitar. Y ya estaba por enviar a sus fuegos fautos a buscarla, cuando una de sus sensibles orejas captó el ruido de unos pasos acercándose y algún quejido sobre lo largas que eran las escaleras. Suspiró aliviado era Nanami, seguidamente se metió al templo y esperó a que ella entrara, le daría una buena reprimenda.

Mas las palabras se alejaron de sus pensamientos en cuanto se acercó a ella y la vio, llevaba una blusa violeta oscuro con las mangas caídas dejando ver ese precioso cuello – en el que se moría por enterrar los colmillos – al aire, a juego con una falda de tiro alto de color celeste fuerte, todo, absolutamente todo su cuerpo – guiado por su querido amigo el instinto – quería tomar posesión de ella, pero no, no lo haría era incorrecto, se quedó callado y mandó su enojo a algún lugar lejano.

- Hola Tomoe - dijo la diosa para luego besar suavemente la mejilla del zorro, apoyando dulcemente sus labios contra la piel de su familiar, que no sabía si se había quedado dormido y la Nanami que su subconsciente creaba para el casi todas las noches había venido a vengarse por llamarla fea y poco provocativa.

Para cuando se dio cuenta de que no estaba soñando subió las escaleras a zancadas y sujetó bruscamente la mano de su diosa, para luego estrellarla violentamente contra la pared, haciéndola soltar un quejido, que solo logró excitarlo para terror de la diosa, sin mediar una palabra la besó posesivamente, abriéndose paso en esa boca inocente, succionando con fuerza su labio inferior, tirando de el con sus colmillos haciendola sangrar lebemente, deleitándose con su sabor a sakura mezclado con ese sabor dulce y metálico que le hacía perder aún más la cordura.

- Qué traes puesto... Nanami - preguntó ronco, casi gruñendo su nombre, ni bien se separó de ella para dejarla tomar un poco de aire

- Yo etto Kei-chan m-me llebó de compras y luego me in-vit-tó a s-su casa y me dijo que m-me la probara y-y olvidé quitármela - respondió tartamudeando aún no completamente recuperada del beso que su familiar le había dado, con algo de dolor en el labio y una creciente calidez en el vientre.

- No puedes usarla - gruño el, haciendo presión con la pelvis en la zona de su vientre haciéndola gemir

- ¿P-por qué? - no planeaba usarla seguido pero el no tenía derecho a prohibirle usar su ropa, además ¿de dónde había sacado el valor para preguntar? No tenía ni la más pálida idea

- Porque me excita y te haré cosas malas, peores de las que te haré ahora mismo si te vuelvo a ver con eso - respondió tratando de sonar calmado gruñendo lo primero, logrando estremecer a la chica. Se pasó la lengua por los labios, hoy no podría contenerse, nunca debió haberse puesto esa ropa, lo pagaría caro.

La tomó del mentón obligándola a enderezar la cabeza que estaba inclinada en dirección al suelo por sus palabras, y la besó salvajemente de nuevo, la sostuvo con una mano de la nuca para evitar que pudiera retroceder y con la otra de la cintura mientras que ella enredaba sus brazos en su cuello, introdujo su lengua lo más profundo posible, mordiendo y/o succionando ocasionalmente su lengua, arrancándole gemidos que se apagaban en su boca. Nanami no podía creerlo, ¿Era ese Tomoe? ¿El que la había rechazado? ¿El que decía que era fea y nada provocativa? Le costaba creer que el chico que la estaba besando tan apasionadamente era Tomoe su familiar zorro que a penas ayer criticaba su aspecto, no había hecho más que cambiar el vestuario y darle un beso en la mejilla y ahora estaba siendo atacada contra la pared por un yokai normalmente calmado que ahora se encontraba fuera de sí.

La tomó sin pizca de delicadeza de los muslos y la obligó a enrollar sus piernas entorno a su cintura, necesitaba desesperadamente sentirla mejor y de esta forma, la falda que traía puesta le dejaba contacto directo con la húmeda ropa interior de la joven, una de sus manos comenzó a deslizarse por su muslo dejando marcas rojizas por donde pasaban sus garras, mientras que la otra se había puesto más al centro para "ayudarla" a sostenerse, la mano que acariciaba su muslo mientras el la besaba posesivamente, se adentro hasta llegar a la ropa interior de la chica la cual sin consideración alguna rasgó, al instante notó que estaba más húmeda y caliente de lo que pensaba.

- Grrr estás muy húmeda - realmente le nublaba la conciencia sentirla así de húmeda y apretada, ¡por Kami! Cuántas ganas le tenía