Disclaimer: Bleach no me pertenece.

Advertencias: un fic un poquitín subido de tono. Posible OoC. Y Grimmhime pal' pueblo porque me encantan y porque no podré seguir los Ulquihime si no me lo saco de la cabeza por ahora(?).


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Sólo puede definirlo como erótico. Demasiado, al punto que no puede soportarlo ni por un segundo más. Su piel es suave, su aroma es sutil y dulce, su rostro tan inocente y su cuerpo tan deseable. Tan lleno de curvas peligrosas que lo dejan al borde de la locura, casi que está dispuesto a tirarse de ahí mismo, tenerla y perderse con ella entre las sábanas.

Su mano se tambalea un poco, todavía tiene la consciencia suficiente para pensar: sé lo que viene después, ¿realmente estoy dispuesto?

Grimmjow siempre ha sido un loco llevado a su maldita idea, y siempre le ha importado un bledo todo lo que no le afecte. En realidad ahora no está pensando en ella —está ligeramente ebrio, probablemente es poco realmente lo que esté pensando—, está viendo por su bien porque sabe que si vuelve a hacerlo, una sola vez más, no podrá detenerse. La querrá tener siempre para él, y cuando quiera abandonarla no podrá, tendrá que volver porque sabe que sin lugar a dudas que no hay otra mujer como ella en el mundo. No habrán otros ojos tan inocentes como esos, ni otro cabello, ni otras caderas; no habrá ni una sola réplica de Orihime.

Es por eso que lo siente como el momento decisivo. Ella todavía está consciente, de hecho se queja por el aparente calor que hace —él no está seguro de eso, con ella al lado incluso si estuviera en el Himalaya tendría un calor de mil demonios— y, maldito sea el Diablo, no deja de moverse y despejar sin querer sus hombros y su abdomen.

Es más... ¿cómo mierda llegó él a su cama?

—Grimmjow-kun —se queja, sin querer soltando un gemido, y él siente que perderá la cabeza.

En realidad las dos, si el idiota fresa llega a enterarse. Es Grimmjow con una Orihime ebria después de todo, no hay ni que pensarlo, sería el culpable —de hecho, lo sería incluso si ella no estuviera así.

Él de verdad no está seguro de querer atarse a una mujer. Porque es lo que hará sin querer si vuelve a tocarla de esa manera.

—Grimmjow-kun...

Se siente mareado, luego en la dicha más pura cuando su mano recorre aquel precioso abdomen.

Grimmjow se inclina sobre su cuello y no deja de lamerlo, mientras comienza a sentir su respiración un poco más pesada. Su mano baja, baja, y sigue bajando hasta llegar al borde de sus bragas —tanto es el calor que ella le ha ahorrado el trabajo de los pantalones desde el mismo momento en que pisaron su casa, si no fue antes incluso.

Sabe que ya no hay vuelta a atrás, pero ya no puede hacer otra cosa además de seguir. Al fin y al cabo, Grimmjow nunca se ha caracterizado por perder tales oportunidades, incluso si llegaran a costarle tanto.