N/A:

» Mistake al habla. Wiii. Estoy como súper feliz porque me encanta esta historia —no, mentira, yo amo todas mis historias.

» Cristtine dice: eh... (inserte pensamiento coherente). Ja. Ella es tan adorable, de verdad. Y quiso escribir esta locura conmigo, así que la apoyo cuando agrega que dejen reviews o los Vulturis se los comerán.

» Now, disfruten del ft. Cristtine.- & Mistakeland.


Imagined

«Se me congelan las

lágrimas en la mejilla»

Prefacio.

—¿Edward?

Miré alrededor frenéticamente, intentando encontrar sus ojos verdes o su cabello cobrizo, resaltando entre las paredes blancas. Pero, como era de esperarse, no estaba. Respiré agitadamente y corrí hacia mi habitación, abrí el closet, miré bajo la cama como una tonta, llamándolo todo el tiempo hasta que su nombre empezó a quemar mis labios. Después corrí al salón y, cuidadosamente, busqué tras los sillones, pero no había nada.

Nada de nada.

Las lágrimas empezaron a correr rápidas por mis mejillas, mientras me apretaba el pecho para que no se cayera a pedazos. Las esquinas de la habitación se me desdibujaron y de repente ya no podía ver bien, pero lo ignoré. Edward, Edward, no dejaba de repetir, confusa y aterrada.

¿Dónde estaba?

Entonces me di cuenta de lo que estaba haciendo. De lo que me estaba sucediendo.

Ni siquiera me moví y me mantuve muy quieta, sin siquiera respirar. Después forcé una sonrisa y me dije a mí misma que eso no estaba sucediendo. Que, en realidad, nada de eso estaba pasando y que yo podía llevarlo muy bien. Perfectamente. Él no existía, él no era real, y si se iba, ¡bien! No tenía que llorar por ello.

No tenía que destrozarme por eso, ¿verdad?

Respiré hondo, muy lento. Y antes de darme cuenta estaba en el suelo, abrazando mis rodillas y sollozando otra vez. Era patética, pero no podía evitarlo. Me había acostumbrado demasiado a él, ¿y ahora sólo se iba? ¿Así, sin más? ¿Cómo? ¿Cómo podía? ¡Idiota!, quise gritarle, como siempre que me enfadaba mucho.

—¿Pero para qué, si ya no me escuchas? —Murmuré. Las lágrimas me estaban mojando entera, como si fuera una marea...

Y, probablemente burlándose de mí, mi subconsciente hizo resonar su risa de terciopelo en mis oídos, mientras lo llamaba inútilmente.

Aunque él sólo fuera imaginado.