Disclaimer: Estos personajes pertenecen en su totalidad a Stephanie Meyer excepto personajes creados por mi solo para darle continuidad a la historia. Esta historia es inspirada en la canción Remember December de Demi Lovato. (La historia puede contener frases y lugares del libro PS. I Love You de Cecelia Ahern)
Prólogo
Alice y Rosalie entraban y salían del baño para buscar más maquillaje. La pieza apestaba a mezcla de perfumes y cremas con olores. Yo las miraba desde mi cama, nunca logré entender porque no podían elegir un atuendo, usar un poco de gloss en los labios y listo. Esa noche Jessica daba una fiesta y según lo que hablaban en la escuela sería el acontecimiento del año.
- ¿No pretendes ir con eso verdad? – dijo Rosalie viendo mi atuendo
- ¿Qué tiene? – dije mirándome
- Vamos Bella, es el mismo jeans que usas todos los días y la misma aburrida polera negra que nunca te quitas, además nadie se ha muerto por peinarse
- O por ponerse algo de maquillaje – agregó Alice
- ¿Y ustedes desde cuando deciden que esta de moda y que no?
- Por favor Bella, ¿Llevas usando lo mismo desde cuando? ¿Octavo grado?
- Séptimo – dije entre dientes
- Ya es hora de un cambio, a ver que hay aquí – dijo Alice abriendo mi armario – hey no esta nada mal, hay mucho potencial aquí.
- Alice, hace años que no uso nada de eso, no me lo po…
- Mira esto es sexy – dijo Alice sacando un antiguo vestido negro que se escondía en las profundidades de mi armario
- Bella, estas son las cosas que deberías usar – dijo Rose tomando el vestido
- No me pondré eso, además no tengo zapatos con que combin…
- Upaa, Isabella Swan, estas cosas no debes esconderlas de nosotras están bellísimas – dijo Alice sosteniendo unas botas negras con un largo taco
- Olvídalo Alice no hay nada en el mundo que puedas hacer que me haga ponerme esas botas y ese vestido.
Minutos después ya tenía puesto el vestido y las botas y Alice cepillaba mi cabello, mientras Rose me aplicaba una capa de base bajo los ojos.
- No puedo creer que deje que me hagan esto – dije resignada
- Bella te vez hermosa, los dejaras a todos con la boca abierta - dijo Rose poniendo un espejo frente a mi
Cuando la transformación había terminado salimos en el BMW de Rose, no entendía porque arreglarse tanto si pensaban conducir con la capota baja. Era pleno diciembre por lo que hacia un frío que calaba los huesos, el día anterior una capa de nieve había cubierto toda la ciudad, algo que realmente no era común, por eso no exagero cuando digo que realmente hacía mucho frío. Habría dado mi alma con tal de tener puesto mis gastados jeans y no este corto vestido que hacía que se me congelara todo el cuerpo. Cuando entramos a la casa de Jessica la chimenea estaba prendida, lo que agradecí.
- Por favor no vayan a dejarme sola como siempre lo hacen – supliqué
- No, te preocupes no te dejar… Jackson – gritó Alice corriendo al encuentro de su novio
- Genial – dije dejándome caer sobre el sofá- siempre hacen lo mismo
- Si quieres puedo quedarme contigo – dijo Rose sentándose a mi lado
- No, ve a divertirte
Un segundo mas tarde Rose estaba bailando, mientras yo me hundía en el sofá con una lata de bebida. Corría la noche y realmente me estaba aburriendo, siempre era igual cuando salía con Rose y Alice. Cuando estaba apunto de pedirle las llaves a Rose para esperarlas en el auto tuve un visión, un destello, en la puerta un chico, que digo un chico, un ángel entraba a la fiesta, lo mire de pies a cabeza sin poder contenerme, llevaba el cabello desordenado y un sexy abrigo largo color negro sobre un suéter del mismo color. Unos jeans ajustados y zapatillas gastadas, Dios, ¿De que nube se te escapó este ángel? Me quedé mirándolo como una boba mientras se quitaba una gruesa bufanda blanca que lo hacia lucir sumamente elegante. Nunca pensé que tanta perfección se pudiera juntar en un solo hombre. Vi como saludaba a Jessica y a Ángela, su hermana mayor, pero el corazón me dio un brinco cuando dirigió su mirada hacía donde yo estaba. Las luces hicieron sus ojos brillar como dos zafiros, con lo anonadaba que estaba no me había dado cuenta que este perfecto dios griego de carne y hueso no solo me miraba si no que también estaba caminando hacía donde yo estaba. Voltee varias veces para ver si Rosalie, Alice o alguna de las chicas guapas de la clase estaba detrás de mí y fuera en ellas en quien el ángel se estaba fijando, pero estaba sola.
- Hola – su voz sonó más hermosa de lo que imaginé, mierda me estaba hablando a mí, respóndele Bella.
- Hola – dije con un hilo de voz
- Soy Edward ¿Y tú?
- Eeeeh – genial había olvidado mi nombre
- Quizás deba llamarte Selene – dijo con una sonrisa
- Isabella, me llamo Isabella – dije con el rostro fucsia
- Mas hermoso aun – se sentó a mi lado - ¿Dónde estudias?
- En el San Diego High School – dije como por acto reflejo
- ¿High School? – rió – por como vistes cualquier diría que ya estas en la universidad
No dije nada, seguramente ahora que sabía que aun estaba en el High School no querría volver a hablar conmigo.
- ¿Y en que grado vas? – dijo para mi sorpresa
- ¿Que? – dije aun en shock
- ¿Qué en que grado vas?
- Doceavo
Contra todas mis predicciones Edward no perdió el interés, si no que pasamos toda la noche hablando. Edward era hijo Carlisle Cullen, el famoso abogado, y acababa de graduarse de leyes en la Universidad de San Diego, había nacido en Irlanda pero había llegado a California cuando tenia 5 años por lo que prácticamente era americano, lo único que conservaba de su pasado irlandés era un sexy acento que me encantaba, pasaría unos días en la ciudad y luego iría a Colorado a practicar snowboard, antes de comenzar su postgrado. Definitivamente no teníamos nada en común, yo entraría a enfermería el año próximo y definitivamente nunca me verían haciendo snowboard.
- ¿Quieres bailar? – dijo tomando mi mano
- ¿Bailar? – dije mientras sentía que la sangre subía a mi rostro – eh… este yo, no quiero que pases vergüenza, no bailo muy bien
- Vamos
Sin que pudiera decir nada tomo mi mano y me arrastró a la pista de baile, puso mis manos alrededor de su cuello y con las suyas se afirmo fuertemente a mi cintura. Miré sus ojos durante un segundo y me vi obligada a bajar la vista antes de que sufriera un paro cardiaco.
- No lo haces nada mal – me halagó
- Eres tu quien lo está haciendo todo
- Permiso – nos interrumpió Rose - ¿Bella puedo hablar contigo?
Ni siquiera pude responderle cuando ya me tenía acorralada en un rincón
- ¿Bella que estas haciendo? – me increpó
- ¿Bailando? – dije confundida
- No tonta, ¿Puedes ver con quien rayos bailas? Es Edward "cuna de oro" Cullen, no te juntes con el, es un millonario egocéntrico, lo único que le importa es su fortuna
La miré extrañada ¿Estábamos hablando del mismo muchacho dulce que lo único que había hecho en toda la noche era hablar de mi? Rose debía estar equivocada. Me voltee para verlo y lo vi al otro lado de la habitación conversando con sus amigos. Levantó la mirada y fijó sus ojos en mi mientras un muchacho fornido y de grandes brazos apuntaba con el dedo hacia nosotras, eso me hizo sentir incomoda, adiviné que estábamos pasando por lo mismo.
- Rose no sabes que estas hablando – dije zafándome de su brazo
- Bella hazme caso, aléjate de ese niño rico
- Rose, tu y Alice me abandonaron para ir a divertirse, no me vengas con estupideces ahora que soy yo la que se divierte
Volví a cruzar el salón en busca de Edward y nos encontramos a mitad de camino, se quedó mirándome y con la cabeza me indicó que fuéramos al balcón.
- ¿Tienes frío? – dijo apoyándose en el barandal
- Un poco, no soy mucho de usar vestidos – dije poniéndome mi abrigo
- No entiendo porque, te vez muy bien
- Creo que tus amigos no piensan lo mismo – torcí la boca
- ¿Emmett y Jasper? No debes preocuparte por ellos son un par de niñitos – dijo acercándose a mi- pero yo si debería preocuparme de la rubiecita
- ¿Rosalie? No… no ella… ella no sabe lo que dice – dije aclarándome la garganta
- Me alegra escucharlo porque no pienso alejarme de ti Isabella – dijo mientras ponía una mano en mi espalda y me atraía rápidamente hacia el
Creí que me daría un infarto cuando rozó su nariz con la mía, estábamos tan cerca que su delicioso perfume comenzaba a nublarme la razón. Con uno de sus dedos levantó mi mentón y comenzó a besarme el cuello delicadamente. El contacto con sus labios hizo que se me erizara la piel con un escalofrío, lo que provoco que Edward soltara una pequeña risita.
Siguió besándome el cuello y poco a poco empezó a subir por mi mandíbula hasta la comisura de mis labios. En ese momento mi voluntad ya estaba reducida a nada, si me hubiera pedido que saltara de un décimo piso lo habría hecho. Mi corazón latía desbocado y mi cuerpo rogaba desesperado por un beso de esos hermosos labios color cereza. Hasta que derepente mis plegarias fueron escuchadas y nos fundimos en el mas delicioso de los besos.
