Disclaimer: El mundo de Harry Potter no es de mi propiedad; yo sólo escribo por amor al arte (y a mis cachorros)
N. A. Aquí una confesión: En un inicio esto sólo iba a ser un pequeño drabble (e iba a ir más sobre Regulus Black… ¿? Sí, hasta yo me sorprendo XD), pero Sirius y Remus terminaron colándose y desplazando por completo al "pequeño rey" XDD. Al final Sirius y Remus han convertido el supuesto pequeño drabble en un fic de dos capítulos XD (sí, ellos y no yo). Así que va para todos aquellos que siguen recordando a esta maravillosa pareja. Espero que lo disfruten.
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Los colores del amor y la pasión
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I
El león de Gryffindor parece cobrar vida y aliento entre olas rojas y doradas. Su melena de fuego centellea cuando los orgullosos muchachos ondean los estandartes bordados en oro y carmesí, y el estruendoso rugido del felino estalla cuando el exultante griterío provocado por los alegres estudiantes se estrella contra el cielo escocés. Y es que la pequeña e inquieta snitch dorada agita con furia sus minúsculas alas contra los dedos del sonriente James Potter.
Sirius se olvida entonces de volar hasta rozar el vértigo; se olvida de golpear bludgers y de proteger la espalda de su equipo. Al mirar a su hermano con la snitch en el puño lanza vítores de júbilo y sonríe complacido pues por tercer año consecutivo, el primero para él como miembro del equipo, la magnifica Copa llevará grabado el escudo Gryffindor y los nombres de cada jugador quedaran inmortalizados cuando Dumbledore, con su elegante caligrafía, los plasme a punta de varita sobre la reluciente superficie dorada.
—¡SÍ!... ¡Así se hace, Cornamenta!—exclama el joven Black radiante de felicidad.
Con el orgullo rebosándole en el pecho, Sirius vira velozmente su escoba en dirección al audaz y temerario capitán. Al llegar a su lado eleva el brazo derecho de su mejor amigo hacia el cielo mientras ambos miran sonrientes el increíble espectáculo que se desarrolla en las gradas del estadio.
En la distancia Sirius ve a Albus Dumbledore, de pie entre la multitud de estudiantes. El director sostiene la resplandeciente copa de quidditch mientras blande su varita con elegancia y el fino hilo dorado que se desprende de la punta va grabando a fuego los nombres de cada miembro del equipo sobre la pulida superficie dorada al tiempo que Dumbledore sonríe con aprobación al nombrar a cada uno de ellos con voz de trueno en medio de la ovación enardecida de los Gryffindor. Los estandartes bordados en oro y carmesí; el rojo y el dorado de las bufandas, los gorros, las túnicas y los afiches bañan el estadio entero combinándose y desparramándose como si de olas de un fuego intenso se tratase creando un espectáculo de una preciosidad indescriptible.
Al mirar semejante exhibición Sirius siente el espíritu Gryffindor inflamarse en su interior. Sin embargo, la impresionante belleza que se desborda en las gradas se vuelve insignificante y efímera cuando Sirius distingue el rostro de Remus entre la multitud…, se vuelve insignificante y efímera porque tal belleza no puede compararse con la hermosura que refleja la sonrisa del joven licántropo. Está de pie entre Peter y Lily; y ni siquiera la radiante sonrisa de la pelirroja es tan bella. No hay una sola sonrisa entre todas las que se dibujan en los cientos de rostros que se compare con la sonrisa de Remus J. Lupin.
Es una sonrisa resplandeciente y autentica. Es una sonrisa cargada de afecto. Y va completamente dirigida él. A Sirius.
El equipo al completo se ha apiñado en torno a James y Sirius, pero Remus lo mira solo a él; le sonríe sólo a él mientras aplaude con mesura. Y Sirius sabe que no hay rojo alguno que se compare con el rojo de esos labios…, labios que prometen besos de un sabor aún más intenso y delicioso que el sabor que la victoria ha dejado en su boca; sabe que no hay dorado capaz de competir contra el brillo ámbar que destella en esa mirada…, ámbar que Sirius se propone hacer arder en cuanto pueda tener a Remus a solas, sin ropa ni testigos de por medio.
Sirius le regala la mejor de sus sonrisas y en lo que dura un suspiro ambos amantes comparten una mirada cargada de significado e intenciones secretas. Un segundo después, olvidándose por completo de la Copa y el reconocimiento público, el osado golpeador se libra de la gente que lo rodea y apresura a descender mientras el discreto licántropo se gira para perderse entre la multitud.
Cuando James y Lily, él aún en el aire y ella rodeada de chicas y chicos que no paran de gritar y reír, vuelven la cabeza en busca de sus respectivos amigos, no hay nadie junto a ellos. Ambos se miran desconcertados, pero al segundo siguiente se sonríen uno al otro con un brillo de complicidad en la mirada pues saben bien cómo terminaran la celebración Sirius y Remus. James dirige entonces su escoba voladora hacia la chica y la ayuda a montar delante de él.
Los brazos del buscador aprietan a la pelirroja en un abrazo protector mientras James susurra Deberíamos imitarlos, ¿no crees, Lily? La chica gira la cabeza para mirarlo con un suave rubor en las mejillas, pero los ojos verdes brillan con complicidad. Cuando Lily asiente ligeramente, James aprieta un poco más el abrazo mientras entierra la nariz en la sedosa cabellera de fuego y, en una muestra espontánea de felicidad, pulsa el acelerador de su escoba. Lily suelta un grito y se aferra a él mientras los demás miembros del equipo que los escoltan ríen cuando ambos salen disparados hacia el palco en el que Dumbledore espera para hacer entrega de la reluciente copa de quidditch.
El griterío estalla cuando James, con Lily a su lado y el resto del equipo rodeándole, eleva hacia el satinado cielo escocés la reluciente copa.
Abajo, apoyado sobre la dura pared del túnel que lleva hacia los vestuarios de Gryffindor, Sirius espera con las manos en los bolsillos. Escucha el griterío y las ovaciones dedicadas al equipo de quidditch y sonríe con ligereza. Pero su verdadera sonrisa, esa que sólo le pertenece a Remus, se dibuja en su rostro cuando le ve aparecer al final del túnel. Remus le sonríe mientras acelera el paso sin apartar ni por un segundo sus ojos de él.
La ovación, los gritos y las risas de la gente dejan de tener sentido para Sirius cuando al fin el joven licántropo se aprieta contra su cuerpo besándolo como si fuera la primera vez.
N.A. Muy corto, lo sé, pero paciencia; no me matéis aún. Creo que este pequeño capi es preámbulo suficiente para lo que les espera en el siguiente XD. So, si les ha gustado -y quieren arriba el segundo capi-, regálenme muchos caramelos (reviews) para alimentar a la musa ^^ (Dzeta prepara su canastita para recibir muchos caramelos ^^). El camino hacia la canastita lo encuentras pulsando el lindo botón de Review XDD
