Zorro odia a su hija por algo que por lo visto debió de hacer mal. El resultado, toda la tripulación sufre, y en especial padre e hija. La chica, que es apodada Roji por ser pelirroja no puede dejar de ver a Zorro como su padre, y a consecuencia de como la trata este, ella cree que eso es el amor paternal.

Conflictos, confusión y dolor en esta historia original que no se de dónde me la saque´XD

Mi primer fic de ZoNa, espero que lo disfruten. ^¨^

Si les gusta, no duden en comentar plis¡ cualquier review, bueno o malo, será bien recibido.

Capítulo 1 – embarazo

Los jadeos llenaban el pequeño cuarto e intensificaban el placer. En conjunto con unas mejillas que llevaban durante toda la noche encendidas y el sube y baja del movimiento de sus cuerpos al frotarse hacían evidente lo que estaba ocurriendo.

La pelirroja estaba al galope del peliverde, quien se sentía repleto de euforia. La fuerza con la que embestía la muchacha inconscientemente le hacía contratacar con más brío todavía. La cama no dejaba de ser el campo de batalla de dos luchadores que ansiaban superar al otro.

Y en aquella guerra, el destino rigió la perdición del macho dominante. No por ser más débil, ni por haber perdido el ritmo. Simplemente, había advertido que la chica, con cada estocada que daba, más cansada se hacía, por lo que supuso que ya era hora de poner punto final por el momento.

Dejó de moverse con brusquedad, pero solo consiguió que la pelirroja metiera más guerra, sofocándose más de lo que ya estaba.

Inútilmente, trató de pararla con los brazos, pero le fallaban las fuerzas.

_ Na… Nami…- fue inútil, solo logró pronunciar su nombre con un hilillo de voz tan leve que fue sordo para los oídos de la chica.

Después de todo, él también estaba agotado y tanto gemido lo había dejado sin voz.

Extrajo fuerzas de flaqueza y consiguió tumbar a la chica a su lado, la cual no ejerció fuerza alguna por el puro agotamiento.

Aun con las mejillas de un tono rojo chillón y los ojos fuertemente cerrados, su suspiro de alivio sonó como un orgasmo muy bien logrado.

Después de eso, el ritmo de su corazón retornó poco a poco a la normalidad, a la vez que su respiración.

Cuando se vio capacitada para hablar, tragó saliva, abrió los ojos mostrando un rostro iracundo y se dirigió a su compañero.

_ eres… un be… bestia….Zo…Zorro…- consiguió gruñirle sin dejar de jadear.

El chico no pareció molesto, al contrario, se lo tomó como una gracia.

_ tú misma dijiste que querías perder unos kilitos… ¿este deporte no ha sido suficiente?- y buscó con las manos la cadera desnuda de su amante, cuando la tuvo a su alcance, comenzó a palparla, provocándole un deseo excitante a la aludida que volvió a gemir._ yo creo que has perdido bastante…

La chica le hizo callar de un beso apasionado y repentino. Ambos entrelazaron sus lenguas y bebieron del otro, dejándose llevar. Rodaron un poco más por la cama y la chica recuperó su puesto encima del peliverde. Le besó los pectorales con ansia y siguió bajando… buscando y rebuscando la parte deseada.

Pero el chico le paró las manos y sin hacer mucha fuerza le hizo volver sobre sus pasos hasta rencontrarse al alcance de sus ojos.

_ calma, tigresa… sabes perfectamente que cuando empiezas ya no puedo parar- dijo con voz peligrosamente sensual y asiendo con fuerza las muñecas de la chica con sus propias manos.

_ solo una vez más…- imploró la otra.

El chico se limitó a sostenerle la mirada durante un largo tiempo. Finalmente, esbozó una sonrisa relevante.

Liberó a la pelirroja y dejó que se metiera debajo de la sábana y rebuscara en la penumbra. Él esperó paciente. El aliento delatador de Nami chocando con sus partes íntimas le hizo aumentar el ritmo de su corazón.

Se limitó a disfrutar del momento, mientras duró. Jadeando y ruborizándose, tambaleándose para reprimir el impulso de gritar de placer.

Los primeros rayos que traían consigo el amanecer le hizo despertar de su sueño.

Nami dejó descubrir su carita sonrojada bajo la manta, se había dado cuenta de que algo no iba bien al notarlo en el nerviosismo de su amado, que también influía allí abajo.

_ ¿ya es de día?- dijo algo amodorrada

_ ya ves…

Sin que nadie se lo dijera, Nami se hizo una coleta y se cubrió el cuerpo con una toalla que cogió de la mesilla de noche, se incorporó y se dirigió hacia su ropa, tendida en una silla pegada a la pared. Pero algo la agarró del brazo haciéndola caer de nuevo en la cama.

Zorro ocultó ambos cuerpos bajo la sábana y la besó una última vez. Fue un beso largo e intenso que incitó a ambos a no separarse.

Ambos de estaban dejar caer de nuevo cuando se le encendió la razón en la mente de la chica.

Se separó del peliverde, que exhaló un suspiro resignado mientras la veía alejarse a por sus vestimentas y meterlas en una bolsa de plástico que había traído consigo desde su habitación, para poder trasportar las pruebas.

Luego de eso, la muchacha hizo ademán de abrir el pestillo de la puerta para irse, pero volvió sobre sus pasos y con toda la tranquilidad del mundo y besó los labios del peliverde que se encontraba sentado sobre el colchón.

Fue efímero y romántico.

Luego se separó y sin mirar atrás, se fue.

El chico, satisfecho le dedicó una media sonrisa y se dedicó a mirarle el culo mientras abandonaba la estancia.

Cuando por fin la puerta se cerró tras la chica, se tiró largo sobre la cama y apretujó la almohada contra su nariz, esnifando todo rastro de fragancia de Nami.

Sonrió para sí.

Jamás se hubiera imaginado que aquella relación hubiera terminado así.

Nami, la ladronzuela que solo parecía tenerle aprecio al oro y él, un simple espadachín que nunca había perdido ni un segundo de su tiempo en recapacitar sobre el significado de los placeres de la vida.

El aroma de Nami que conservaba su cama, el leve meneo del barco sobre las tranquilas aguas y los cálidos rayos del sol que acariciaban su cuerpo lo mecían y el peliverde acabó por dormirse.

De vuelta a su cuarto, antes de que ninguno de la tripulación se despertara y levantara sospechas del movimiento acontecido bajo el cielo nocturno, Nami suspiró y miró al horizonte.

El alba le saludó de lleno y le recordó que debía volver a ser Nami la navegante y olvidarse de aquella noche tan espectacular.

Su relación con el espadachín había empezado varios meses atrás, y sin explicación coherente para justificar, habían acabado por meterse en la cama.

Miró al cielo, todavía salpicado por el leve fulgor de las estrellas que no se dejaban engullir por la verosimilitud del sol.

Catorce noches juntos. Compartiendo sus cuerpos una y otra vez, disfrutando del placer que le provocaba el otro.

Pensar en aquello tan íntimo le hizo vacilar y colorada como un tomate, se apresuró a su camarote.

_ Luffy, ve a llamar a Nami y a Zorro, que el desayuno está a punto- ordenó Sanji dejando bien claro el afecto que tenía a cada uno al pronunciar los dos nombres, mientras removía con una cuchara de madera el contenido de la cacerola.

La cocina había regresado a la vida tras la larga noche y el barullo de los tripulantes llenaba la sala. Sanji preparaba el desayuno mientras Luffy corría de un lado a otro como un niño pequeño, Nico Robin no apartaba sus ojos del libro que acababa de empezar a leer, Ussop y Chopper compartían los sueños que habían tenido y el narizotas parecía dar indicios de comenzar una nueva mentira, Franky leía el periódico mientras se quejaba de Brook que no paraba de tocar y de reírse de sus propios chistes malos.

Nami irrumpió en la sala con un mapa y con una expresión y una forma de actuar irrelevante para sus nakamas. No parecía que hubiera pasado nada especial durante la noche, pero sin embargo, Nico alzó la vista para advertir que algo la atormentaba por dentro y que prefería interiorizar. Por su puesto, fue la única en darse cuenta. Sanji se limitó a sopesarla con la mirada y murmurando palabras románticas que fueron ignoradas por completo.

_ Luffy… ¿a dónde vas?_ inquirió a su capitán cuando este pasó a su lado dispuesto a abandonar la cocina, sin demasiado entusiasmo.

_ voy a buscar a Zorro, que parece que está dormido…- a pesar de las pocas ganas que tenía, la sonrisa del moreno recorría su rostro de oreja a oreja.

_ espera… mejor voy yo ¿de acuerdo?

Luffy la miró extrañado.

_ pero Nami, si tú… - la señaló con el dedo atónito, y cuando se le pareció encenderle la bombilla, inmediatamente se empezó a reír sin dejar de apuntarla- eres una mirona Nami

Los demás también se rieron pero callaron de pronto cuando Luffy recibió el golpe mortal de Sanji para hacerlo callar. El cocinero estaba realmente enojado por el comentario.

Le aplastó la cara contra el suelo mientras le amenazaba:

_ mira gracioso, si Nami quiere ir a buscar al marimo será lo que ella diga, y punto

Todos parecieron perplejos ante la frase de Sanji. Si algo odiaba más el cocinero era que Zorro se juntara con Nami.

Aun con todo, la pelirroja le dio las gracias con sus expresivos ojos y salió a cubierta, recorrió la nave hasta llegar a los camarotes. Encontró sin problemas la habitación de Zorro y entró sin llamar.

Lo halló durmiendo, y sus estrepitosos ronquidos eran la prueba.

El chico abrió un ojo al presenciar un instinto asesino en su territorio íntimo.

Pareció relajarse cuando vio que el intruso era Nami, pero nunca se hubiera esperado la bienvenida de ella.

Sin miramientos, la chica volcó la cama ayudándose de una de sus piernas y miró impasible como el peliverde se rebozaba por el suelo, estupefacto.

Cuando se incorporó para gritarle a qué venía aquello, el espadachín se encontró con los ojos húmedos de Nami.

_ ¿qué… qué te pasa…?- esquivó un puñetazo de la pelirroja por los pelos- ¿a… acaso he hecho algo mal?

Sorteó otra embestida de la chica que no soltaba una palabra y que se limitaba a morderse el labio inferior con fuerza, como tratando de desahogándose así de su dolor.

El espadachín eludió unos cuantos ataques más mientras los ojos coléricos de Nami le perseguían con fijeza.

El último golpe de la pelirroja se hendió en la pared de madera y la chica tembló ante el dolor. Ocultó su rostro bajo el flequillo con la cabeza baja mientras unas lágrimas recorrían sus mejillas y resplandecían con el sol.

Zorro la obligó a mirarlo a los ojos sosteniéndola de la barbilla. Sostuvieron una profunda mirada llena de determinación durante unos instantes, los cuales el espadachín aprovechó para rebuscar la respuesta en las pupilas de la chica.

_ cuéntame- dijo al fin, con cariño

Ella desvió la mirada, incómoda y negó con la cabeza. Cerró con fuerza los ojos para facilitarle la labor a las lágrimas.

El chico suspiró y pegó a la chica a su cuerpo. Ella se sintió reconfortada por la calidez de la delantera de su nakama y enterró su cara en los pectorales de él, sollozando.

El chico cerró los ojos y la rodeó de la cintura, apoyando su barbilla sobre el pelo de ella y velando sus penas.

No le importó en absoluto seguir de aquella manera el tiempo que hiciera falta, solo pretendía lograr que la chica se tranquilizara.

Habría esperado una explicación o un grito por parte de ella, sí, definitivamente eso era lo más acertado, pero se quedó perplejo ante la respuesta de la pelirroja.

_ nos van a descubrir…

_ ¿qué…?

Ella volvió a llorar. Otra parada que tenía que hacer las agujas del reloj.

Tragó saliva y apretó los dientes, luego, se desprendió del chico y se mantuvo a una prudente distancia de él.

Como si no hubiera otra cosa mejor que hacer, se quitó la camiseta.

Zorro se tapó los ojos instintivamente. Era un acto reflejo, porque realmente ya se había encontrado ante aquella escena multitud de veces. Catorce, para ser exactos.

No, la finalidad de la acción de Nami tenía que ser otra… ¿o se refería a que lo amaba tanto como que ya no le importaba mantener en secreto de sus nakamas lo que hacían todas las noches y su relación? ¿Realmente había llegado el momento de desmantelar la verdad? ¿De que se hiciera pública su relación?

Sacudió la cabeza para dejar la mente en blanco y que el destino hiciera lo que debiese. Pensar en aquello lo ponía muy nervioso y no quería ruborizarse con tanta constancia, así, sin razón aparente delante de Nami.

Así que abrió los ojos y se enfrentó al destino.

La figura esbelta de Nami recortaba el resplandeciente sol que entraba por la ventana. Recorrió con los ojos inquisitivos el cuerpo de la mujer, buscando algo anormal en él.

Las pupilas del espadachín temblaron al llegar al pecho. Luego, siguieron bajando.

Supuso que su pantalón no tenía nada de especial por lo que dio su investigación por acabada. Se encogió de hombros ante la chica.

_ yo no te veo nada raro…

_ ¿en serio… no se nota?- el espadachín pudo ver una leve chispa de alivio en el rostro de la chica, que ahora miraba su tripa acariciada por sus manos. Luego volvió a mirar al peliverde. - ¿y si me pongo de perfil…?

Zorro observó con detenimiento cómo giraba su delicado cuerpo con mirada inquisitiva. Desconocía a dónde quería llegar con toda esa actuación.

Y entonces vio dónde estaba precisamente el problema. Se rio, no podía ser que Nami siguiera preocupándose de aquellas tonterías.

_ has engordado de tripa…- y soltó una risotada sarcástica, que no fue bien recibida por la pelirroja, que arremetió contra él, descargando toda la fuerza de su puño en el cogote del espadachín.

El otro se quejó pero no se le ocurrió disculparse. Hasta que vio que los ojos de Nami se habían vuelto a llenar de lágrimas.

_ ¿qué…qué te pasa…?- logró decir mientras se rascaba la zona que había recibido el golpe- si ya sabes que a mí eso no me impor…

_ no se trata de eso, imbécil…- interrumpió la chica con contundencia

Seguidamente, como si quisiera disculparse de la forma en la que lo había tratado, la pelirroja rodeó con sus brazos el cuello de espadachín y dejó que sus lágrimas mojaran la camisa blanca del joven.

Al contrario que el problema que tenía ella, aquel rastro se podía evaporar sin dejar ninguna huella de su existencia.

_ nos van a descubrir… todos van a saberlo…- lloriqueó

_ ¿Nami? ¿por qué iban…?

La chica clavó sus ojos a los de él con brusquedad, haciéndole callar en seco.

_ estoy embarazada… Zorro

FIN DEL PRIMER CAPÍTULO

Aquí va una nueva historia, esta vez, el X se escribe entre Zorro y Nami ^^

Este primer capítulo viene a ser un prólogo de lo que está sucediendo, y es donde predomina el lemon (no esperéis mucho de este último en mis historias, que tengo 14 años y no debería estar escribiendo sobre eso… ¬¬).

En el siguiente se descubrirá la razón por la que Zorro odia a su hija y por qué no es capaz de dirigirle la palabra ni verse como su progenitor.

Intentaré recalcar la rudeza y la frialdad de Zorro en esta historia, y prometo que en este capítulo vemos su forma más tierna, cosa que no se repetirá en los siguientes.

Si les ha gustado, no duden en dejar su comentario para aconsejar o simplemente para objetar sobre la historia.

Intentaré continuarla lo antes posible, pero entre los líos que llevo en el instituto y las otras dos historias que tengo también en proceso, no se cuanto me llevará actualizar este fic.

Nos vemos en el siguiente capítulo ^^