Aclaraciones:
- Universo alterno.
- Pareja : GaaraHina
Capitulo 1: Lirio blanco.
Gaara
1.
Mira fijo esos enormes pozos blanquecinos y dentro puede ver el destello de mil lirios en botón rogando florecer. Son hermosos y destilan amor a borbotones, no solo hacia él, sino hacia todo ser que vean. Eso lo sabe muy bien y sin embargo, no puede evitar sentir esa extraña sensación en el estómago. Como si todos sus órganos se pusieran de acuerdo y le hicieran cosquillas. Las mismas que sintió hace nueve años, cuando la beso por primera vez.
– ¿Que sucede, Gaara-kun? – dice sin apartar la vista de él.
Que eres hermosa.
Quisiera responderle, pero calla.
– Ya duerme.
Estira su brazo izquierdo hacia la lámpara de al lado y la apaga, quedando totalmente a oscuras. Solo los dos con sus respiraciones de fondo. Entonces Hinata coge su brazo derecho y se acurruca abrazándolo, recargando todo su cuerpo en el. Y Gaara siente en su pecho mil y un caballos galopar, tropezar y hacer un desastre en su intento por romperle el tórax. Pero respira y los doma.
Quedan en esa posición, uno al lado del otro, muriendo de frio por el gélido invierno, pero cubiertos de calores extraños. Tan extraños como su amistad. Se conocen desde que tienen uso de razón y duermen juntos desde antes que eso; sin importar que sean hombre y mujer, sin importar la edad. Ambas familias lo saben, sin embargo nadie dice nada. Entienden que no lo hacen en un contexto sexual, menos romántico.
(Aunque a Gaara no le molestaría si ese contexto cambiara.)
Y seguirá siendo así, aun cuando el padre de Hinata se oponga. Comprende la estrecha conexión espiritual que comparten dese hace años. Luego de que se sus madres falleciera, ambos se unieron en una extraña relación; en la que no había necesidad de palabras para calmar el alma adolorida del otro. Solo caricias de algodón y cariño infinito. Por eso- única y exclusivamente por ese evento-, Hiashi comprende… más no comparte y por tanto, no permiten muchas cosas. Dormir juntos es una, y está prohibida en la residencia Hyuga desde que Gaara cumplió once.
Ambos obedecen y le sacan la vuelta a la regla usando la casa de Gaara. Ahí no hay límites y se pueden tomar de las manos si quieren, o abrazarse mientras duermen juntos en día de semana. Kankuro y Temari suelen molestarlos diciéndoles que deberían casarse ya; a lo que Neji los calla respondiendo que ella no se casara hasta los cuarenta y dos años. Ni un año menos y tal vez muchos más.
Lo cierto es que ambos ni siquiera han pensado en eso.
Porque solo son amigos.
Maldita amistad.
2.
Despierta como siempre, creyendo que solo fue un sueño y no es hasta que se percata de la casi inexistencia de su brazo derecho, que la ve. Está hecha un bollito a su lado, acurrucada de su brazo, el cual ya no siente; sin embargo no se lo quita. Incluso cuando la sangre empieza a circular y cientos de cuchillos filudos se incrustan en su extremidad, no la retira. Todo dolor es soportable con tal de observarla… y lo hace.
La mira por buen tiempo. Piensa que efectivamente luce como un botón de lirio, que se aferra a su inestable tallo, a la espera que este madure para que ella brote. Estúpido, también piensa; porque él no es ni será ese tallo al que ella se aferre. Ella ya tiene a quien cumpla esa función, o por lo menos, a quien quisiera que lo haga.
Bufa con deje de molestia.
A veces -solo a veces- tiene ciertos pensamientos desquiciantes y planea como atarla a él para siempre. Encerrarla en su habitación y alejarla de todo. Que sus ojos llenos de amor infinito solo lo vean a él. Sin embargo, eso solo queda en su imaginario, no porque califique como delito, sino porque eso significaría no verla florecer y lo que el más anhela, es ver brotar esa flor con todos sus pistilos.
Pega su rostro a los cabellos negros hasta aspirar su fragancia. Hinata es su contraparte, el ying de su yang malévolo y el olor a vainilla con ralladura de coco que desprende calma su sed de pertenencia. Ese olor que rememora una tarde de verano en la playa, con bloqueador en la nariz y arena en la ropa de baño. Le recuerda a ella corriendo libre con los cabellos al aire, aunque es un recuerdo falso, porque nunca han ido a la playa juntos.
Pero ella es así; cada parte, cada esencia, cada gesto le trae a colación escenas hermosas plagadas de recuerdo inexistentes. E incluso cuando no lo son, él tiene la capacidad de transfórmalos. Porque si un sonrojo suyo le recuerda una explosión de lava, con magma hirviente devorando todo a su paso; él le pondría fondo de violines y escribiría poesía bajo un cielo nublado de cenizas.
Suena cursi, sí, pero es el efecto Hinata.
– ¿Qué hora es? –murmura entre bostezos mientras revolotea debajo de las sábanas, sin soltar su brazo en ningún momento.
Sale de sus pensamientos y gira a ver su teléfono.
– Hora de ir a la escuela. – Le informa.
Entre arrumacos y abrazos, a veces se le olvida la realidad y obligaciones.
3.
– Naruto-kun.
Sus días suelen empezar así, con ella cantando el nombre de otro.
Su tallo.
Saluda muy bajito, algo tímida y sonrojada; a la espera que el rubio de sonrisa amplia se lo devuelva y (muy a pesar suyo) lo hace. Enseña todos los dientes y sus ojos se ponen chinos, mientras grita su nombre agitando la mano en el aire. Robándole una sonrisa a su lirio en botón.
Ella agacha el rostro y camina feliz a su pupitre, como una nube que se deja llevar por el aire. Flota por el salón hasta caer en su asiento, sin importarle que se le levante ligeramente la falda o que los demás la miren por el ruido que provoca su cuerpo contra la silla. Se queda ahí, quieta, inmóvil, y pasan cerca de dos minutos (porque Gaara siempre contabiliza el tiempo) hasta que el profesor entra y ella finalmente reacciona. Suspira y empieza acomodar sus cosas en el escritorio de manera ordenada.
Digna Hyuga.
De pronto Sakura voltea y, sin importarle la presencia del docente, empieza a hablarle de cosas indescifrables sobre el tipo de vestimenta o música y bla bla bla.
Gaara deja de oír, no le importa lo que Sakura hable, solo se concentra en la reacción y gestos de Hinata. Dice algunas cosas, seguidamente baja la mirada y levanta levemente sus manos, jugando a chocar sus dos dedos índices. Una manía que adquirió de pequeña, luego de que su madre falleciera y le agarrara fobia a hablar con todos… menos con él.
Tal vez por eso las cosquillas desagradables en su estómago ahora, al verla interactuar tan cómodamente con otros, cuando antes solo lo hacía con él. O verla tan nerviosa y tímida cuando el rubio se acerca a pedirle un lápiz, cuando él la ha visto cambiarse de ropa sin ningún sonrojo.
4.
– Naruto-kun.
La oye llamarlo con su melodiosa voz de dos coros de ángeles. Porque uno no le haría justicia a esa hermosa voz y tres no corresponderían a su timidez.
El rubio la mira y ella se acerca a su pupitre en medio del receso- sin siquiera percatarse o importarle de que Kiba le está hablando- y le pide que le explique algo que, a todas luces, ella ya sabe. Puede que no muchas veces participe en clase, ni muestre sus exámenes al resto; pero Gaara sabe cuan inteligente es su amiga. Todo el empeño y esfuerzo que pone para que su padre este orgulloso de ella, para ser un buen ejemplo de su hermana pequeña, para no vivir a la sombra de su primo.
En cambio, el otro es muy bruto. Sus calificaciones están por debajo del promedio y la cara de nube sin forma que pone su amiga le recuerda eso. Los ojos opal van del cuaderno al rostro del rubio y no necesita ser un adivino para darse cuenta, sin ver, que esa solución está errada. Ella le sonríe de tanto en tanto, mas no lo corrige. Es muy tímida y no quiere avergonzarlo. Prefiere ensalzar su idiotez con un muchas gracias, antes de ir con Kiba a la cafetería.
Una sonrisa cosquillea la comisura de sus labios, divertido con el sketch que acaba de presenciar, y ágilmente la cubre con una mano. Piensa en las estupideces que hacen las personas por amor. Entonces se ve a sí mismo reflejado en el vidrio de la ventana y pierde la sonrisa.
Porque él debe lucir exactamente igual.
5.
– Naruto-kun.
Dice otra vez, la tercera en el día, y no le importa que Gaara esté cerca. Aunque no tendría por qué importarle tampoco, él es amigo de ambos y ella solo se está despidiendo.
Esta vez el rubio no solo se despide de lejos, sino se acerca y pregunta a qué hora va a ser la fiesta. En ese momento recién recuerda que mañana es su cumpleaños y que hoy, su hermana ha organizado una fiesta para él. Por ridículo que parezca, a sus quince años, su hermana sigue organizándole las fiestas. Piensa poco y termina dando cualquier hora, total le da igual. Por él solo pasaría el día con su amiga rostro de nube, ojos de lirio en botón, labios de manjar.
No necesita más, no pide menos.
Naruto se da por satisfecho con la respuesta y no se va sin antes darle un beso en la mejilla a Hinata y la mano a él. A ambos les toma por sorpresa el gesto (el beso) y se quedan observándolo. Respira hondo, recordando que Naruto es así con todas y, ya que Neji no está hoy, solo aprovecho la oportunidad.
Toma la mano del tomate en que se ha convertido su amiga y tira levemente de ella (para bajar de las nubes a una nube). Ella reacciona aun perpleja, pero al ver su rostro se relaja y le sonríe de manera natural, no como al rubio.
Esas sonrisas son falsas.
6.
La música retumba en sus oídos, en el piso bajo sus pies y en el muro donde apoya su espalda.
¿Cómo terminó aceptando eso?
Probablemente fue cuando Temari le dijo emocionada, dieciséis años no se cumplen todos los días. A lo que debió responderle, tampoco diecisiete ni dieciocho…
En fin.
Le da otra calada a su cigarrillo y deja caer las cenizas al jardín. Todos están dentro divirtiéndose en lo que es ''su fiesta de cumpleaños'', sin embargo él está ahí afuera, solo, como un paria de la sociedad que es exiliado del resto… La verdad solo se está escondiendo de Hinata, ella piensa que fumar fue un vicioso que tan pronto inició lo dejo y hoy por hoy esta rehabilitado. Pero es su cumpleaños y si quisiera esnifar lirios en botón, tendría permitido hacerlo.
Nadie puede negárselo.
Aunque Hinata es un todo y no un nadie.
Exhala el humo haciendo aritos y apoya su cabeza en la pared tras él.
A quien quiere engañar. Ese lugar es un pésimo escondite y si ella quisiera encontrarlo, ya lo hubiera hecho. Lamentablemente Naruto parece haberse vuelto mago, porque cuando está cerca lo desparecer de los pensamientos de ella.
7.
Otra calada…
Y otra…
Y otra…
Ya perdió la cuenta del tiempo que lleva ahí afuera, pero a decir por lo frio que esta su cuerpo y la cantidad de colillas de cigarro en el pasto, diría que una hora.
Este es el último.
Se dice a sí mismo, observando el cigarro a medias entre sus dedos, no como un acto de autocontrol, sino porque es el último, literal. Ya se acabó la cajetilla.
Voltea y se asoma a la mampara a ver cómo van las cosas dentro. Todos bailan y contorneas sus cuerpos al ritmo de canciones pegajosas de moda, que a él hace poco menos que importarle. Parece que nadie se ha dado cuenta ahí dentro que falta alguien… el cumpleañero tal vez.
Pega el cigarro a sus labios e inhala hasta llenar sus pulmones. Golpea y exhala el humo cancerígeno en intervalos hasta quedar vacío por dentro. Tal vez ya vaya siendo momento de entrar. Su hermana se ha esforzado bastante en organizar esa fiesta y es injusto que él ni siquiera haga el esfuerzo de divertirse. Suspira resignado y logra divisar a la dueña de todos sus males, siendo empujada por Sakura sobre Naruto. Y quiere tirar esa mampara y armarle un escándalo a Sakura por hacer eso, a Naruto por tomarla entre sus brazos y a la misma Hinata, por sonrojarse y reír en vez de estar ahí a su lado.
Aún le faltan tres cuartos de cigarro, pero lo arroja sobre la madera de la terraza y pisa molesto; ya no lo quiere. Suspira calmando la tormenta en su cabeza y el incendio en corazón. Sabe que solo está ansioso. Ansioso por el exceso de ruido que los parlantes produces. Ansioso por la cantidad de personas aglomerados dentro y que ni siquiera recuerda conocer. Ansioso por qué Naruto está en casa y a los enormes botones de lirio no le es indiferente.
Y su estómago gruñe. Molesto de las cosquillas que el hígado le hace de mala gana.
Gira y otra vez mira el jardín. Si no fuera por ese rubio, ahorita Hinata estaría buscándolo, sermoneándole sobre lo malo que es fumar, confiscándole la cajetilla de cigarros antes de que sea vaciada como ya lo está.
Vuelve a su escondite tras el muro. Ya no quiere ir adentro, ni ver nada de ahí, menos oír y, en lo posible, tampoco sentir. Porque su corazón es un revoltijo de emociones y un oso no soporta ver un salmón tanto tiempo sin atacar.
Eso va para los dos.
8.
– Gaara – lo llama su hermana desde el borde de la mampara – ya van a ser las 12, entra para cantarte feliz cumpleaños.
¡Maldición, que ya –casi- tengo dieciséis!
Esa fiesta emociona más a otros que a él. Más a sus hermanos que a él. Más a su brote de lirio que a él. Y sólo por esa imagen entra sin chistar ni recordarle a Temari que ya no es un niño.
Su hermana lo toma del brazo hasta pararlo al lado de Kankuro, quien sostiene la torta delante de suyo, mientras ella prende las velas. No tarda mucho en que la música deje de sonar y las palmas al son de esa pegajosa melodía den inicio.
Mira a todos cantar entre risas y murmullos. Mueve sus ojos por aquí y por allá y las yemas de sus dedos tocan guitarra sobre sus muslos. Nunca sabe que cara poner, mucho menos que hacer en ese momento; odia ser el centro de atención y a veces se imagina flotando sobre una nube. Una muy bonita, suave y agradable.
De pronto, siente el tacto de esa nube en su mano. Y ya no es más una nube, porque ha vuelto a la realidad y se trata de Hinata, quien coge su mano entre el tumulto; sin importarle que alguien los pueda ver. Ella le sonríe. No con los labios, sino con los ojos y es extremadamente hermosa y siente cosquillitas recorrer su mano, le suben por el brazo y en poco menos de una centésima del aleteo de un colibrí, están por todo su cuerpo.
Cosquillas infernales que lo llevan al cielo.
– Sopla – le susurra muy bajito, mientras las dos manos de ella hacen un sándwich de la suya.
La mira, casi con el rabillo del ojo, y ella le da el mejor regalo que puede recibir en ese, su día especial. Una sonrisa, ahora si con los labios. Y no es la tímida que le da a Naruto, ni la avergonzada que hace cuando Kiba dice un mal chiste, menos la que da a Neji o Hanabi. Sino una para él, una que solo él conoce y no sabe bien cómo llamar; porque evoca todos sus sentimientos, emociones y sensaciones. Está por encima de las que te sacan sonrojos y hacen voltear la mirada. Incluso que un beso o el sexo.
Entonces recuerda que amar es libertad y no posesión.
Suspira. Respirar hondo. Gira en dirección a su pastel.
Y que quede claro que el no cree en ridiculeces ni cursilerias, pero es su cumpleaños y tiene permitido todo. Así que pide un deseo antes de obedecer.
Ver florecer ese lirio, incluso si no es en mi jardín.
...
Nota de la autora:
¡Hola después de tiempo!
Hace mucho que venía con el bichito de querer escribir un GaaraHina, pero el tiempo no me daba. Adicionalmente estaba con otros fics NaruSasu's y como que la imaginación no me jalaba para lo hetero tampoco.
Jajajaja
Inicialmente este era una historia super sad en la que Hinata dejaba totalmente de lado a Gaara y dije ''¡No puedo hacerle eso a mí Gaara bebe!''. Entonces mientras seguía pensándolo, me puse a leer mis antiguos fics y a corregir otros (Kiss me) y me di cuenta que esa pequeña historia merecía una continuación. Así que con unas pocas variaciones por aquí y otras por allá, termine con algo más dulce de parte de Gaara. Podria verse que es una secuela de esta historia, sin embargo la historia se entiende por si sola.
No descarto una continuación (tal vez), ya que el final no es muy claro y queda algo abierto.
En fin…
Muchas gracias por leer.
:)
Besos.
