Bueno, esta historia pertenece a la tabla de una vida de la comunidad Musa_hetaliana.

Espero que os guste, es la primera vez que escribo algo que tenga que ver con la historia… xD

Los personajes no me pertenecen, sino que son del Gran Himaruya.

~Infancia~

El rey de Prusia, esperaba una descendencia. Y el Reino de Prusia, esperaba un heredero varón. A Prusia en cambio le daba igual. Sólo quería a alguien que pudiera llevar su reino hacia la victoria inminente, como sus ascendientes llevaban haciendo desde que este fuera creado. Durante el tiempo de embarazo, el Reino de Prusia estuvo tranquilo. Sin meterse en muchos líos, y Prusia, estaba aburrido. Daba vueltas por el palacio. Subía las escaleras, y se dedicaba a hablar con su superior, Federico Guillermo I, quien por supuesto no dejaba de hablar que necesitaban tener a un heredero varón. Tras el primer parto de su mujer, Sofía Dorotea de Hannover, del cual salió una preciosa niña, Federica Sofía Guillermina de Prusia, el rey quería por fin asegurar una descendencia. Ya que parecía que la maldición castigaba a los varones. Sus dos primeros hijos habían muerto a muy temprana edad. Demasiado temprana. Apenas lograron cumplir el año de edad.
Sin duda, el nuevo año, trajo el deseo del rey. El 24 de Enero de 1712 nacería Federico II de Prusia, quien más tarde sería bautizado como Federico II el Grande.

Desde pequeño, se llevó muy bien con su hermana mayor. Mientras era consciente de que desde pequeño era observado por aquel ser pálido y de ojos rojo, a pesar de que este nunca se le acercaba, y cuando el pequeño Federico se acercaba a él, este desaparecía del lugar. No fue hasta su coronación como príncipe, que Prusia se presentara como tal, ante el asombro del pequeño, quien no creía que aquel personaje fuera en realidad un país. Durante su infancia, no trató lo que le gustaría haber tratado con él, ya que siempre el pequeño estuvo con su madre, mientras que aquel país, parecía ser una sombra de su padre.

Fue durante esa época en la que recibiría el primer golpe de la vida. Su hermano pequeño, Luis Carlos Guillermo moría, teniendo él joven heredero apenas siete años. Fue ahí donde vió la frialdad de su padre, donde comenzaría su relación con el país, y donde se comenzaría a sentir más unido a su madre que a su padre.
Lo primero fue por que para el funeral, su padre parecía no tener sentimientos, mientras le ponía una mano en el hombro diciéndole que él sería su sustituto.

Lo segundo fue, por que tras el funeral y en vista de la actitud de su padre, se quedó un rato más delante de la tumba de su hermano.
—Te echaré de menos. Hermano...
Tras soltar sus palabras, y dejar caer una lágrima, notó una mano en el hombro. Pensando que sería su padre, se volvió asustado para toparse con aquel par de ojos rojos que miraban la lápida y luego a él.
—Joven Federico. No debe de llorar.
—Ya lo sé, no es de futuros Príncipes llorar por la muerte de un hermano—Repitió la frase que le dijo su padre, con ciertos cambios.
—No es por eso.—El futuro heredero lo miró intrigado.—Llorar por la muerte de alguien es prohibirle ser feliz allá donde quiera que vaya su alma. Ya que le preocupamos por nuestros llantos. Si de verdad quiere a su hermano, no llore. Preocupar a las personas no es sinónimo de quererlas.
Tras esas palabras, y sin soltar el hombro del pequeño, se lo llevó hacía el carruaje que los llevaría de nuevo a palacio.
El joven Federico miraría desde ese momento, con otros ojos a aquel ser, con aspecto frío pero que en el fondo parecía tener un gran corazón.

Y lo tercero ocurrió por el simple echo de que a raíz de ese momento, las conquistas hicieron que los cuidados del joven príncipes estuvieran a cargo de su madre, quien le daría unos cuidados muy diferentes a los que su padre le hubiera dado si hubiera sido él quien hubiera estado a cargo de ello.

La infancia del joven Fritz estuvo llena de llantos. Su hermana pequeña, Albertina Carlota, con la que se llevaba un año, moría también en su infancia. El joven aun en su madurez se sentiría mal por apenas recordarla

Pasó su infancia entre su hermana mayor y su hermana pequeña, Luisa Federica, mientras su madre se hacía cargo de los hijos más pequeños, como eran prácticamente el resto de sus hermanos. Felipa Carlota, Sofía Dorotea María, Luisa Ulrica, Augusto Guillermo, Ana Amalia de Prusia. Faltaría mencionar a dos hermanos, pero estos nacerían en otra etapa de la vida del rey.