CAPÍTULO 1


La vida sigue –dicen-,

pero no siempre es verdad.

A veces la vida no sigue.

A veces solo pasan los días.


Miré por la pequeña ventana que tenía en la habitación. Desde donde estaba podía ver la calle y todas esas personas que pasaban sin siquiera fijarse en el gran edificio que tenían al lado. Les envidiaba. Yo también quería ser como esas personas, pasear por la calle sin preocupaciones, con mis amigos y porque no… con algún chico que me gustara. Pero eso para mí no era más que un sueño inalcanzable. Mi sitio era ese me gustase o no. Jamás podría salir de aquí.

- ¿Qué te crees que haces parada? –oí la voz de una mujer desde la puerta. Tenía unos pocos años más que yo pero era la jefa del edificio donde me veía obligada a trabajar.- ¿Los clientes están a punto de llegar y tu aún sigues así? –me regaño- Quiero que todo hombre que entre por esa puerta disfrute y quiera regresar, ¿me entiendes?

- Hmh –me limité a asentir manteniendo la cabeza gacha. Sabía que no era bueno llevarle la contraria, eso lo había aprendido durante los tres largos años que había estado allí.

- ¿¡Pues a qué coño esperas!? –chilló- ¡Haz algo con esa cara paliducha que tienes y vístete de una buena vez! ¡Joder siempre igual!

Cerró la puerta de un portazo pero aun así podía oír cómo se quejaba. Nunca le caí bien, era consciente de eso. Suspiré recordando todos los malos momentos que había pasado por su culpa. Siempre me dijo que ese no era sitio para niñas de papá, que ese sitio no era para mí... Ya lo sabía yo eso... pero no podría marcharme aunque quisiera. No tenía ningún sitio al que ir ni nadie que me quisiera. Estaba sola, completamente sola. Este sitio era el único que tenía aunque no me gustase. Aunque lo odiase este era mi hogar.

Abrí el pequeño closet y saqué uno de esos pequeños trajes que me dieron. Odiaba esas prendas. Me sentía desnuda cuando las vestía. Me las puse y me miré al espejo, odiaba lo que veía. Me senté en el tocador y me maquillé como hacía cada noche. Me peine y me volví a mirar al espejo. Lo odiaba tanto…pero pronto todo esto terminaría.

Cerré los ojos, cogí aire y lo solté relajándome. Abrí la puerta y ande por ese largo y oscuro pasillo que tantas veces había recorrido. La noche empezaba y los hombres llegaban.

Esta sería mi última noche. Hoy me marcharía. Esta sería la última vez que me utilizarían.


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Había pasado un día de mierda. Últimamente las cosas no me estaban yendo bien y el hecho de que esa fecha se aproximase no ayudaba de mucho. Necesitaba desahogarme de alguna forma y sabía perfectamente cómo hacerlo y donde.

Había ido alguna vez a clubes pero era la primera vez que iba a este. Lo miré un momento antes de entrar. No parecía nada del otro mundo, era como todos los demás clubes a los que había ido. Tenía esas luces rojas que adornaban la puerta de entrada y que iluminaban toda la calle como si intentaran llamar a los hombres para que entrasen a pasarlo bien. Muchos lo hacían. Muchos hombres entraban y disfrutaban de esas mujeres esbeltas que había dentro y yo pensaba hacer lo mismo. Necesitaba deshacerme de toda la mierda que me había jodido el día y que mejor que una buena noche para hacerlo (?).

Abrí la puerta y la música me rodeo. Las luces parpadeaban en el techo y vi a las primeras mujeres vestidas con esos diminutos trajes que tanto me gustaban. Sonreí ante las vistas, quizás podría terminar bien el día.

Fui a la barra, donde una de esas mujeres me miraba sonriendo con esas sonrisas coquetas que solo ellas saben hacer, necesitaba beber y ya más tarde pensaría que hacer para pasar el rato.

- ¿Quieres algo guapo? –preguntó mirándome de arriba abajo. Sonreí, estaba acostumbrado a ese trato por parte de las mujeres. Todas eran iguales.-

- Muchas cosas –le devolví la sonrisa recorriendo todo su cuerpo con la mirada y comiéndomela. No era para nada fea.- Pero por ahora solo dame algo de beber.

- ¡Como usted mande! -se rio y se marchó moviendo las caderas provocativamente.-

Me giré apoyándome en la barra y miré a mí alrededor. No había nada de especial en ese club, era como todos los demás pero no me iba a quejar. Podría pasar un buen rato aquí...

Mi vista inspeccionó el lugar hasta pararse en una puerta que estaba un poco apartada. ¿Qué habría allí? ¿Las habitaciones?

Ande hasta allí olvidándome de la muchacha que venía a darme lo que había pedido. Tenía toda la noche por delante, tenía suficiente tiempo para beber e irme con alguna de esas mujeres… Ande entre la gente con la mirada fija en la puerta cuando se abrió.

Me quedé quieto donde estaba.

Ya lo tenía decidido, sería esa. Tenía que ser esa la que se fuera conmigo esta noche. La quería a ella.

Dios.

Le recorrí el cuerpo con la mirada. Era simplemente hermosa, distinta a todas las demás. Una chica rubia salió de la puerta vestida con uno de esos vestiditos pequeños igual a los que vestían todos las demás pero... en ella se veía... distinto.

La manera como la tela se apretaba contra su piel mostrando sus buenas curvas. La manera como le quedaba ese escote y la forma de sus pechos. Y esa pequeña falda que apenas le tapaba lo necesario y que dejaba a la vista unas largas y finas piernas… Toda ella era perfecta.

- ¡Hey! –oí la voz de una chica a mi lado y sentí como me cogía del brazo. -¿Dónde te crees que vas? No puedes marcharte así como así y dejarme sola.

- No me interesas

- ¿Eh? –preguntó confundida.- Anda no digas estupideces… ¿Sabes? Tenemos algunas habitaciones vacías… Ya sabes a lo que me refiero...

- He dicho que no me interesas –repetí mirándola. Era bajita y su cabello negro contrastaba con sus gruesos labios rojos. Vi que llevaba lo que había pedido en una bandeja.-

- Venga no seas así… -me sonreía pegándose a mi brazo aún más- Será divertido, ya lo veras….

- Dije que no –me la quité de encima.- Lárgate, no me interesas para nada.

Mi vista regresó donde había visto a esa chica pero ya no estaba. Diablos. Hoy definitivamente no era mi día.

Cuando llegué al final del pasillo abrí la puerta. Todo estaba lleno de hombres, daba igual hacía donde mirara, todo eran hombres.

Cerré los ojos un momento intentando tranquilizarme, odiaba esto, realmente lo hacía. Cada vez que abría esta puerta me azotaban todos esos recuerdos que durante los últimos tres años había intentado borrar. No podía olvidarlo, era inevitable recordarlo...

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Me di la vuelta consciente de que si no lo hacía rompería a llorar allí mismo. Su voz resonaba fuerte contra las cuatro paredes de la habitación donde estábamos. Mis ojos ardían por las saladas lágrimas que inútilmente intentaba reprimir. Cerré mis manos en dos puños perfectos en un intento de tranquilizarme. Podía sentir como mis uñas se clavaban en mi fina piel pero ese era el menor de mis problemas. No sabía que sentir, que pensar o que hacer. ¿Debería estar enfadada? En esos momentos mi cuerpo no era más que un recipiente lleno de sentimientos que me atormentaban y con los cuales no sabía cómo lidiar.

Mis pequeños hombros temblaban. Cada palabra que salía de sus masculinos labios era como un cuchillo que se clavaba directo a mí corazón desgarrándome por dentro. ¿Qué había hecho yo para merecer esto? ¿Por qué yo? Mi vista estaba completamente nublada por las lágrimas, sabía que no podía enfrentarle, no lo aguantaría. Con cada palabra que salía de su boca me rompía más y más pero no parecía importarle mi dolor. Nunca le importo, ahora me daba cuenta.

Quizás me di cuenta demasiado tarde. Quizás las cosas habrían sido distintas si me hubiese dado cuenta antes, no lo sé y nunca lo sabré…

- ¿Porque? –logré preguntarle con la voz rota.-

No me di la vuelta para mirarle. Sabía que si lo hacía no sería capaz de aguantar las lágrimas por más tiempo. Sabía que si me daba la vuelta me rompería en mil pedacitos y eso era lo último que quería hacer. Me reusaba a mostrarme débil delante de suyo.

- Ya tienes todas las maletas hechas. Te recogerán en 1 hora. –contestó secamente como si no le importase en absoluto lo que pudiese sentir.-

Realmente no podía creer que el hombre que tenía delante, el hombre que ahora me hablaba con esa frialdad una vez fuese el padre que tanto ame. ¿Cuándo cambiaron las cosas? ¿Cuándo deje de ser la niña que tanto amaba y pase a ser un objeto sin ningún valor para él?

No lo sabía pero tampoco lo quería saber.

Cuando la puerta se cerró, y estuve sola en la habitación, dejé que mi cuerpo cayese al suelo. Dejé que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas mientras mi cuerpo temblaba incontrolablemente. Pequeños sollozos salían de mis labios sin poder evitarlo. Mi vida era un asco. No. mentira. Mi vida a partir de ahora sería un asco. ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí? ¿Por qué a mí?

Jamás había estado en un sitio como ese pero había sentido a hablar de ellos. No quería ir, cualquier cosa sería mejor que eso. No quería convertirme en lo que esas mujeres eran, no me quería convertir en un simple objeto. No quería. ¿Por qué me estaba haciendo esto? ¿Por qué mi propio padre me estaba haciendo esto?

- Lucy –oí que me llamaba desde el otro lado de la puerta- Ya han llegado. Sal a fuera, te están esperando para llevarte a tu nueva casa.

- De acuerdo –intenté sonar lo más fuerte que pude aunque lo único que deseaba hacer era coger esas maletas y correr bien lejos de todos. No quería ir con esa gente, no quería ir a vivir con ellos ni quería que mi vida cambiara de la forma en que cambiaría a partir de ahora… pero no valía la pena oponerse, no había nada que hacer…

Me limpie la cara y me levante dándole una última mirada a la habitación donde había crecido. Esta sería probablemente la última vez que pisaría este suelo, la última vez que entraría en esta casa y la última vez que respiraría el olor de un hogar.

Abrí la puerta y camine por los largos pasillos de la mansión. Con cada paso que daba mi corazón dolía más y más pero no podía detenerme. Llegué a la puerta principal y la abrí. Un largo coche negro me estaba esperando a fuera con un hombre sosteniéndome la puerta para que entrase. Entre tomando asiento, estaba sola, completamente sola…

Así serían mis días a partir de ahora, solitarios, sin nadie que se preocupara por mí…

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Habían sido los tres años más largos de mi vida. Había hecho todo lo que siempre dije que no haría… Me había convertido en todo lo que más odiaba y en lo que nunca jamás volvería a ser. Me daba asco a mí misma, me daba asco la gente que iba a sitios como estos. Odiaba todo de mi antigua vida pero hoy dejaría todo eso atrás, hoy empezaría a vivir por mí. Viviría mi vida como quisiera, sin nadie diciéndome lo que está bien o lo que está mal. Ahora mi vida era mía y haría lo que quisiera con ella.

Lo que quisiera.

Miré a la gente que me rodeaba y a todos esos asquerosos hombres que me miraban como si me quisieran comer con la vista. Nunca más volvería a este sitio.

Ande entre la gente y abrí la puerta. Esta era la última vez que me mirarían con esos lascivos ojos, la última vez que me sentiría desnuda delante de un hombre, la última vez que me vería obligada a hacer algo en contra de mi voluntad. Esta vez lo dejaría para siempre. Esta vez me marcharía y no regresaría. Esta vez viviría mi vida a mi manera.

Esta vez –pensé mientras abría la puerta y miraba al interior del edifico- Esta vez lo dejaría todo atrás.

Mis ojos chocaron con los ojos de un chico de más o menos mi edad. No le podía ver bien, solo veía como sus ojos no se apartaban de los míos. Me miraba sin ningún pudor. Que estuviese donde estaba únicamente significaba que era exactamente igual a todos esos hombres mujeriegos. Quien lo iba a pensar… Le sonreí y me giré. Me marchaba de una vez por todas.


¿QUE LES PARECIÓ?

Espero que les haya gustado porque me gustaría continuarlo pero eso depende de ustedes. Si les ha gustado lo seguiré y si no pues no...

He estado pensando en escribir esto y al final lo he hecho xD Ya tengo todo pensado pero igual me gustaría que me dijerais que os gustaría que pasase... así podría añadir cositas y a ver cómo queda jaj

Este fic será 100% Nalu con algo de drama (que nunca falte! :)) y por supuesto romance.

Espero sus comentarios a ver que les pareció!

Nos vemos pronto!

Bye!