Hoy mientras hacia un esfuerzo por controlar mis impulsos de azotar a mi equipo de quidditch, me di cuenta de que el mequetrefe de Flint había enviado espías a mi práctica así que puse toda mi ira en ellos y tan veloz como mi escoba me dejo volar, llegué hasta ellos. Tomé mi varita y ni siquiera tuve que decir una palabra cuando los muy estúpidos me confesaron en sus pequeñas vocecitas "juramos que sólo obramos por mandato del capitán Flint…no nos hagas daño" perfecto, al fin una confesión. Cuando de quidditch se habla, no sé responder de otra manera así que ignoré sus suplicas y los transformé en lechuzas y después llamé a Fred y con el bat mandé a volar esas dos feas aves de regreso con su amo…esta bien, tal vez eso no pasó. Habría deseado que sí porque estoy empezando a hartarme. Hace algunas prácticas empecé a notar que ese retrasado del capitán de Slytherin ha estado teniendo las mismas ideas y tácticas de juego, incluso aparece a mitad de mis prácticas con la aparente demanda de tener permiso de ocupar el campo de quidditch. ¿Quién en nombre de todo lo bueno se cree que es? Dios del quidditch, juro que tendré que tomar medidas drásticas.

Las únicas ideas que surgen en mi mente ahora no son muy buenas. Uno, hablar con McGonagall, pero claro, eso me hace sentir muy gallina. Dos, demandarle a Snape que aparte a su equipo de segunda de nuestros asuntos, como ya dije, sólo puede suceder en mi cabeza. Sobre todo porque Snape no esta del todo alegre con mi presencia después de haberle agujerado su capa al emocionarme mezclando una de sus demenciales pociones. ¿Mencione que me saqué un buen castigo? Pues de hecho sigo cumpliendo con el. Dos semanas de clasificar polvos y líquidos no del todo agradables. En fin, volviendo al asunto principal. Mi última alternativa es empezar a espiarlo yo también. Y eso, ESO, ya es caer bajo. Oliver Wood jamás se verá envuelto en esa clase de artimañas sucias, además a quién iba a enviar…

-¡WOOD!- la dulce voz de una Angelina histérica me sacó de mis pensamientos, pero lo primero que vi no fue su boca moviéndose sino las butacas en el palco de Gryffindor.

-¿Cuándo vamos a dejar de lanzarnos la quaffle?- Alicia dijo al parecer exhausta.

-¡Cuándo la quaffle deje de verse nueva!- grité pues me encanta ser el tirano. Pero al parecer no todos comparten el sentimiento de sometimiento porque Angelina como usualmente hace cuando quiere lucirse, desinfló mi preciosa quaffle.

-¡Desgástala tú!-Katie terminó por tirarme el globo rojo a la cara. Es que no tienen respeto…

-¡¿Es qué no tienen respeto?! No es así como ganaremos, desde que soy capitán de este equipo me propuse ganar esa copa y para eso no necesito sus altanerías, por que no son mas como Har…¿Dónde esta mi buscador? ¿Dónde están los otros dos?

-Se llevaron a tu niño estrella mientras disparatabas volando en los arcos.

-¿Y no los detuvieron?- esto en serio era imperdonable.

-Por supuesto que no, nosotros sólo nos quedamos por compasión - ay esa Bell.

-Muy bien, es suficiente…estaremos aquí otras dos horas como mínimo, y después iremos a correr alrededor del lago y cuando sus pies estén apunto de sangrar voy a…aguarden un momento ¡No pueden irse! No he terminado con ustedes y tú Alicia deja de reírte…dije ¡no te rías! ¿A dónde creen que van? - esta bien, tal vez es demasiada tiranía, pero no pueden desafiarme así, yo soy la autoridad…-¡Regresen! Aaarggg…

En aquellos momentos en los que mi mente no piensa en otra cosa mas que en quidditch o en este caso, traer de vuelta a la mitad de mi equipo de regreso al campo, volé como un poseído hacia los vestidores donde mis tres cazadoras se habían refugiado y créanme que, sin otro propósito más que sacarlas de ahí, azote la puerta. "Estos si están limpios…" dije asombrado, pero en ese momento salí volando por los aires tras el ataque de nadie mas que Angelina, de nuevo.

-Claro que están mas limpios Oliver, ve a buscarte otro maldito lugar donde estar- Alicia cerró la puerta y desde dentro sólo pude oír la voz de las tres riendo triunfantes y llamándome pervertido y mandón airado, pero en ese momento no tenía ya ganas de discutir pues mientras me encontraba en una posición un tanto humillante, con una banca atorada a mí como una rara cola, llegaron Marcus y su equipo de perdedores.

-Miren quién esta aquí, el vago de Wood- eso les trajo socarronas burlas, pero no sería por mucho -No sabes sentarte en una banca ¿cómo es que te las arreglas para montar eso que llamas escoba?- creyéndose el muy listo.

-El campo esta en uso Flint, lárgate- e hice un increíble esfuerzo por sacarme de en medio de la banca de la manera más digna que pude. Eso al menos no los hizo reír tanto aunque admito que debí haberme visto mal.

-No seas ridículo Wood, contigo aquí no se puede decir que esta en uso. ¿Porque dime dónde está tu equipo que no los veo?

-No tengo que darte explicaciones- le apunté directo a su fea cara con mi varita pero claro, no pensaba otra vez porque ellos eran siete y yo no tenía a nadie.

Marcus lanzó un hechizo que gracias a mi increíble astucia pude esquivar pero me puso a la merced de su golpeador. Ese Bole…me vi a mismo girando sin control en el aire como muñeco de trapo. Pero mientras se divertían, mis heroínas en bata (créanme nunca desee tanto verlas ahí como en ese momento) salieron lanzando hechizos a diestra y siniestra aprovechándose de la distracción que mi ridículo cuerpo agitado ofrecía. Caí de nuevo en la banca que termine por destrozar y esta vez me dejo agonizando de dolor de espalda y directo a la enfermería.

Abrí los ojos con la voz de Madame Pomfrey.

-Ya te puedes ir Oliver, recoge tus cosas al salir. -Giré esperanzando de ver alguna de mis cazadoras pero no había nadie esperando por mí. Sin embargo ver a Flint y a los demás asquerosos Slytherin ser atendidos por Pomfrey me regresó las ganas de sonreír. No volveré a subestimar a ninguna de ellas. A las cuales por cierto me veía obligado a perdonar por su altanería y agradecerles, ¿pero dónde estaban de todas formas?

Estaba por retirarme a la sala común, así que tomé un camino más largo de lo habitual por si las encontraba en el camino. Y entonces mis ojos hallaron una de las visiones más repulsivas que seguro me dejara serios traumas mentales.

Sabía que Percy no era un santo. Digo, tenía una novia, pero eso era, era repugnante. El beso apasionado entre Percy y nadie más que la profesora McGonagall, me dejó gritando en un tono tan agudo que nunca me habría atrevido a soltar en otra ocasión. Los involucrados en dicha atrocidad al fin se detuvieron y me voltearon a ver como si de lo más normal se tratara. Así que antes que sus brazos tranquilizantes se acercaran hacia mí, corrí. Doblé la esquina y entré a la sala común de Gryffindor. "Demonios" continuaba repitiendo en mi cabeza. Entré aún alterado cuando vi a …

-¡¿Percy?! ¿Qué demonios…?

-Guarda silencio y ven acá Wood- la cara se me caía pero avance hacia George quien era el que me respondía pues Percy ni siquiera se había inmutado. Aún así no dejaba de verlo con incredulidad y por qué no decirlo, con asco.

George estaba sentado cerca de la chimenea pero se levantó mientras avanzaba en su dirección. Su brazo trato de "tranquilizarme" palmeándome la espalda y sólo cerré la boca para dirigirle un

-Quita tu brazo

-Calma Wood, no hay por que ponerse así…el prefecto aquí presente sólo busca victimas para atormentar. Y como sea, él no tiene nada que ver en lo que supongo acabas de ver.

-¿Tú que sabes? ¡Tu hermano estaba besando a…!-mi boca se volvió tan pequeña de repente que mi voz fue bajando de tono hasta que casi no la pude oír.

-A Angelina, y era el inteligente de Fred- eso último hizo que desistiera el estar tratando de gritarle para ponerme a pensar ¿es que quieren matar a alguien? Además, quien les dio permiso de estar distrayéndose con tal…amorío disparatado -y tu Wood, vas a guardar silencio como ahora porque ¿qué crees? No recuerdo como hacer crecer tu boca…suerte capitán-dijo saliendo por el agujero en la pared y dejándome en medio de nuevas burlas.

Al fin cerré mis ojos en la tranquilidad de mi habitación cuando me resigne a terminar el día tirado en mi cama. Con una cara desfigurada y nada más que un día de lo más anormal.