Un cuento de hadas poco convencional.
Capítulo 1.- Chrona tararea una canción.
En los pasillos de una gran mansión, reinaba el silencio en los oscuros y largos pasillos. Cualquiera pensaría que estaba abandonado pero si se detenían un momento para agudizar el oído, escucharían el ruido de un trapeador contra el piso de piedra y luego el sonido de ese trapeador sumergido en agua y así sucesivamente. La responsable de ese ruido era una chica que respondía al nombre de Chrona, de tez blanca y de larga cabellera rosado que cubría su espalda completamente, usaba un viejo vestido color café lleno de hoyos y parches.
Chrona suspiró pesadamente, masajeando sus adoloridas manos donde seguramente surgirían ampollas la mañana siguiente. Observó la sala con cansancio y satisfacción, el piso estaba libre de cualquier rastro de suciedad, los muebles libres de mugre y los estantes sin un rastro de polvo.
–Con esto la Señorita Medusa quedara complacida, espero… –dijo Chrona suavemente.
Sus ojos azules se posaron sobre el reloj dorado sobre el estante de madera y sintió como su sangre se helaba en las venas a darse cuanta de la hora: las ocho y media.
La joven corrió tan rápido como sus pies descalzos le permitían hacia la cocina, pensando que clase de cena podría preparar en media hora que fuera del agrado de la Señorita.
Su Dueña, Medusa Gorgón, era una bella y temible bruja, era alta y esbelta con cabello rubio atado en una extraña trenza hacia el frente, con tatuajes de serpientes en sus brazos y se decía que tenía miles de serpientes escondidos en su cuerpo, los cuales podía manipular a voluntad. Lo que más temía Chrona eran sus ojos, que eran de un extraño color amarillo, sus fríos ojos le recordaban a una ventana en que uno no podía ver hacia dentro pero ella podía ver hacia fuera. Tan temible como inteligente casi nadie se atrevía a hacerle frente.
Bueno, casi nadie.
Hubo un caso de una bruja de nombre Eruka Frog, se creyó lo bastante fuerte como para acabar con Medusa y lo hubiera logrado de no haber sido por un pequeño detalle: Medusa había implantado en el interior Eruka unas cuantas serpientes, que con una simple orden de Medusa podía matarla al instante. Pero la bruja de las serpientes en vez de matarla la hizo su esclava, con la amenaza de que si se atreviera a desobedecerla la mataría.
Dicha esclava se encontraba en la cocina cuando Chrona entró, estaba sobre un caldero preparando lo que parecía ser sopa. Eruka volteo a ver la cara confundida de la peli rosa y sin decir palabra sirvió un poco de la sopa en un fino plato de porcelana para después colocarlo en una bandeja de plata, junto con vaso de cristal lleno de vino y un pequeño florero con una rosa roja.
–Toma –dijo la bruja de las ranas mientras le entregaba la bandeja a la joven–. Si no te apresuras nos cortara la cabeza a las dos.
–Eruka… ¡T-tienes razón, en seguida lo entregaré! –contestó Chrona con gran alivio y se dispuso a irse de ahí, pero la voz de la mujer mayor la detuvo.
–Espera ¿No piensas ir con Medusa en ese estado, verdad? –preguntó Eruka señalando el largo pelo rosado despeinado de la chica, cubierto de polvo y pelusa.
–A-a M-medusa nunca le importó mi apariencia –respondió la joven casi en un susurro, su flequillo rosado cubriéndole los ojos.
–Bueno, a mí si me importa –tomó el brazo de Chrona y la sentó en una de las sillas que estaban ahí–. Sería un crimen dejarte ir por ahí con tan terrible apariencia.
La naturaleza sumisa de Chrona no la dejó protestar y permitió que la mujer jugara con sus cabellos, esta había conjurado un peino negro en forma de renacuajo y peinó el cabello de Chrona en una larga trenza.
– ¡Listo! –dijo Eruka triunfal–. Ahora te ves muy mona sin tanto pelo en la cara.
– ¿D-de verdad lo crees? –dijo Chrona con sus mejillas algo coloradas.
–Claro, ahora será mejor que apresures –dijo Eruka mientras empujaba a la peli rosa por la puerta, con bandeja y peinado nuevo.
Chrona se quedo ahí por unos momentos, un tanto confundida por los eventos, pero entonces recordó sus deberes y emprendió carrera hacia el laboratorio de Medusa, las palabras de Eruka hacían eco en su mente. Nadie le había dado un cumplido, no sabia por que se sintió tan avergonzada y a la vez un poco feliz; un poco más bonita.
– ¡No se como lidiar con los cumplidos! –gimió la joven.
El laboratorio de Medusa se encontraba en la parte más baja de la mansión, Chrona odiaba estar en ese lugar aunque siempre tenía que ir ahí a diario, pero últimamente el lugar exhibía un aura extraño y Medusa casi nunca salía del lugar. Sintió como los pelos detrás de su nuca se levantaba y la piel se le ponía de gallina, todos los instintos de Chrona le decían que se alejase ese lugar pero optó por no hacerles caso y tocó la puerta.
–Pasa –respondió Medusa sin levantar la vista de su libro.
Chrona entró, un tanto asustada, al gran laboratorio de Medusa. Era una habitación grande, llena de libros y químicos extraños que burbujeaban en sus respectivos envases. La joven puso la bandeja de plata sobre la mesita de café y se arrodilló ante su Ama.
– ¿Algo más, Señorita Medusa? –preguntó Chrona, con la cabeza agachada y el flequillo rosado tapando sus ojos.
–No, puedes irte –No era necesario repetirle dos veces.
Tan pronto como la puerta se cerró, Medusa se levanto de su asiento y se dirigió a la parte trasera de la habitación hasta quedarse frente a un objeto cubierto por una manta blanca, sujetó dicha manta y jaló hacia abajo, la tela cayó al piso en un fluido movimiento revelando un gran espejo enmarcado en un fino marco de oro. Tocó el espejo con la yema de sus dedos mientras murmuraba algo en un extraño lenguaje, el espejo produjo un zumbido mientras que al mismo tiempo la imagen reflejada del espejo se distorsionó y apareció la imagen de un extraño hombre vestido con una túnica blanca y una máscara blanca con una cara sonriente.
–Dime, Genio del Espejo –comenzó la bruja de la serpientes– ¿Quién entre todas es la bruja más poderosa?
–Como Genio del Espejo no puedo mentir, tú Medusa eres la bruja más poderosa de todas –Medusa sonrió.
–Bien Genio, eso era todo lo que quería saber –con esto Medusa dio medio vuelta y se alejó del espejo.
Se sentó en el gran y confortable sillón con un suspiro de satisfacción, una perezosa sonrisa en sus labios.
La suerte por fin le estaba sonriendo, tenía una gran mansión, sirvientes para maltratar, poderes mas allá de lo que cualquiera podría imaginar y todavía era joven y hermosa. Pero ella quería más, oh si, ella quería ser dueña de todo, del universo si fuera posible, y si lo que decía el espejo era verdad entonces su meta muy pronto se cumpliría.
–Prepárate, Shinigami –dijo Medusa con una sonrisa macabra en sus labios– Porque muy pronto iré por ti.
Su carcajada diabólica hizo eco en toda la habitación, por que sabia que nadie la iba a detener, no ahora ni nunca.
Chrona escondió sus frías y adoloridas manos debajo de sus sobacos intentando calentarlas. Los meses de invierno se acercaban y Chrona se pregunto si este año se moriría de frio o no. Su cama de paja no era exactamente la más tibia, era perfecta en el verano pero en el invierno no proveía nada de calor. Eruka no estaba con ella, la bruja de las ranas se había retirado en uno de las muchas habitaciones de la mansión dejándola sola en la cocina, el "cuarto" de Chrona.
Una vez cuando era chiquita, se escabulló de la cocina hacia uno de los cuartos para dormir y cuando Medusa la encontró ahí la mañana siguiente la castigó severamente.
–Si tanto quieres quedarte ahí entonces no saldrás nunca –dijo Medusa, cerrando la puerta con sonoro portazo.
– ¡No! –Gritó la pequeña Chrona– ¡Señorita Medusa, por favor, no lo volveré hacer! –. Chrona golpeo la puerta con sus puñitos, desesperada por salir de esa oscuridad pero sin resultado, la puerta seguía cerrada.
–Por favor… –sollozo Chrona. Cayó de rodillas con la cara recargada contra la puerta, con lágrimas en los ojos– No lo volveré a hacer, seré buena…
La peli rosa se removió a gatas de su cama de paja y se tumbó cerca de la chimenea, donde los restos del fuego seguían ardiendo pero muy débilmente. Se acurrucó lo más cerca que pudo contra las cenizas, ovillándose, machándose con las cenizas en el proceso.
Ya un poco más cómoda que antes empezó a tararear una nana. A la peli rosa le agradaba cantar pero por temor a ser castigada por Medusa, solo lo hacia cuando estaba sola y en la oscuridad de la noche. En cuanto a la nana, Chrona no recordaba quien se lo había enseñado –obviamente no fue Medusa– pero la canción la tranquilizaba enormemente.
Pronto la peli rosa se quedó profundamente dormida entre las cenizas.
¡Hola! Espero que les haya agradado esta historia, es un pequeño cuento que se me ocurrió hace mucho. Verán que mezcle algunos elementos de los cuentos de hadas populares – Cenicienta y Blanca Nieves respectivamente – pero tengo grandes planes para esta historia (risa macabra).
Por cierto: ESTO SERA UN KID/CHRONA!!! Si les gusto la historia, por favor dejen un review!!!!!!!
