Aveces aunque busquemos no encontraremos, pero lo que es nuestro siempre encontrara la forma de volver a nosotros, Después de 8 años un amor infantil ¿podrá sobrevivir? o se marchitara cual rosa en invierno.
La historia de Hey Arnold y los personajes originales no me pertenecen, son de autoría exclusiva de Craig Barttlet, solo es mía la historia ficticia, así como los personajes nuevos que le dan sentido a la historia. Gracias por leer
Hillwood, una chica de ojos azules, alta, delgada y rubia, con un peculiar carácter, se despide de las vacaciones para comenzar su nuevo y último ciclo escolar, de lo cual no podría estar más agradecida, ya que anhela de verdad ir a la universidad, y así despedirse para siempre de varios zoquetes que solo buscan molestarla.
Decide que para conmemorar este último primer día, vestirá parecido a como solía hacer hace unos años, un suéter rosa con rayas al final, jeans ajustados, unos flats blancos, y una sola coleta alta con un moño rosa, nada de maquillaje pues ella no lo necesita, esa vestimenta aparentemente tan sencilla, sabría qué haría sonreír a más de uno de sus amigos, y sudar a uno que otro recordando a la vieja Betsy y a los 5 vengadores, que ya llevaban un tiempo descansando, aunque realmente ya no se parecía en nada a esa niña de 9 años, claro otros 9 años pueden ser una gran diferencia.
Guardo apresuradamente sus cosas y su principal amuleto de la suerte, un relicario en forma de corazón, el único recuerdo que había sobrevivido, de su primer y verdadero amor.
-Miriam, el desayuno ya está listo, ¿verdad?- pregunto la chica con un poco de duda porque a veces ni ella misma se creía los milagros que un buen terapeuta y cierto centro de rehabilitación podrían lograr.
-claro querida, si es tu ultimo primer día, tienes que ir muy bien alimentada.
-si tienes razón y ¿en donde está el gran Bob?
-ammm bueno este no lo sé cariño, emm vamos a desayunar se hace tarde- dijo su madre un poco nerviosa, pero la chica no le tomo importancia, su madre nunca había sido muy normal que digamos.
-Olga, digo… Helga sal de inmediato - grito su padre desde la entrada.
-Ya voy papá
La chica se quedó petrificada en la puerta, al parecer los regalos de su padre habían mejorado con el tiempo, ya que la esperaba ni más ni menos que con un nuevo y flamante auto rosa.
-¿Y, qué te pareceré?
-Pues… ¡Me encanta! Gracias mamá, gracias papá
-Bueno es lo menos que se merece la mejor poeta que haya conocido este pueblo.
-vamos Bob no es para tanto, además el concurso fue hace 2 meses
-si cariño pero creímos que sería doblemente especial tu primer ultimo día si recibías tu regalo hoy.
-bueno pues, lo lograron gracias de nuevo.
-bueno niña ahora apresúrate, que se te hace tarde, y más te vale conducir con cuidado ¡eh!
-Si papá, hasta luego que vendan muchos electrodomésticos.
La chica se despidió de sus padres con una sonrisa, recordando aquella plática de la doctora Blizz con sus padres, un año después de su primera consulta con ella, al parecer la Dra. Era la única capaz de lograr que el gran Bob se quedara callado. Después de aquella visita, sus padres también tuvieron que tomar terapia de parejas, y como salió a relucir el alcoholismo de Miriam, ella tuvo que ir a un centro y confrontar su problema, ahora su hogar aunque bueno seguía sin ser un lugar perfecto, era al menos más llevadero, ahora sus padres le prestaban mayor atención, y se veían más felices, incluso a Olga pareció agradarle el cambio ya que al no sentirse constantemente presionada para arreglar el matrimonio de sus padres era más relajada, si, seguía siendo melosa y todo, pero ahora se llevaba mejor con Helga.
La chica llego con una sonrisa en el rostro que se esfumo al ver a un idiota que se le quedaba viendo con ojos lascivos, Helga lo fulmino con una mirada tan glacial, que el chico siguió caminando, prácticamente trotando y siguió su camino.
Puede que después de que desapareciera su querida uniceja, unas curvas aparecieran, y su hermana le comprar ropa nueva por su cumpleaños 13, la Helga de 9 años, no fuera tan amedrentadora a primera vista, pero por dentro seguía siendo Helga G. Pataki, burlona, pero de una forma más divertida y menos hiriente, independiente, inteligente, audaz, capaz de defenderse a sí misma, aunque ahora era capaz de hacerlo sin ayuda de su querida Betsy, y seguía teniendo ese cursi interior que hasta el momento prácticamente nadie había conocido, excepto por cierto chico con cabeza de balón, pero eso había sido hace 8 años ya.
-Hola Helga, ¿qué tal tu día?- pregunto una chica con marcada descendencia asiática, un poco más baja que nuestra amiga rubia, con cabello negro y hasta los hombros, ojos rasgados y con unos lentes ahora cuadrados que le daban una forma más equilibrada, iba ataviada con una blusa azul obscuro de manga larga, y cuello en V, unos jeans ajustados y botas altas negras, cosa que resaltaba bien su figura.
-pues a decir verdad de maravilla, phebs, el gran Bob y Miriam, me sorprendieron esta mañana con un fabuloso auto nuevo.
-¡valla Helga eso es fantástico!, debes enseñármelo después de clases
-claro hermana, incluso llevare al cabeza de cepillo y a ti a dar un vuelta, aunque dudo que le agrade mucho a tu pequeño novio ir montado en un auto rosa, pero se aguantara o recordara a la vieja Betsy.
-jajaja, dudo que eso sea necesario Helga, pero gracias, se lo diré.- dijo Phoebe con una sonrisa pues su amiga no sería capaz de golpear a su novio, sin una razón claro está.
Helga sonrió, aunque después la sonrisa se esfumo al ver a su temible sequito de zopencos, rondando su casillero.
-valla que las noticias corren rápido en este pueblo, y ahora estos buitres viene a probar suerte.
-bueno Helga, después de dejar al mariscal de campo, no esperabas que fuera un secreto de estado ¿no? Pero tú ignóralos, a menos que haya alguien de tu gusto, como ese chico de cabello obscuro y ojos verdes al que yo no le haría el feo
-¿a quien no le harías el feo?- pregunto ceñudo, un chico moreno, alto y fornido, de cabello un poco más corto, pero igual de rizado, con un chaqueta de americano con el número 33 y el apellido Johanssen en la espalda
-jajaja buena suerte hermana, después nos vemos, hasta luego cabeza de cepillo.
Y dejo a la pequeña pareja en su riña matutina. Aunque le haría caso a Phoebe, este año ignoraría a cualquier tarado que quisiera salir con ella, ya estaba harta de los hombres, en especial después del tortuoso truene con Brainy, el cual había insistido hasta lograr andar con la rubia, pero cuyo gusto término 8 meses después, con él conteniendo las lágrimas y diciendo:
-bien Helga como quieras pero entiéndelo, porque lo veo en tus ojos y en tus suspiros, ¡él no va a volver, si no lo ha hecho en 8 años, no lo hará nunca!
Para después salir corriendo dejando a la chica, cabizbaja y pensativa, a decir verdad había tenido ya una lista formidable de parejas pero no los terminaba por él, simplemente ellos o eran muy melosos, o muy coquetos, o solo buscaban echársela, o tenían algún defecto nefasto que lograban que la chica los dejara. Brainy era celoso, Andrew entraba en los melosos, Wolfgang en los coquetos al igual que Lorenzo, y los otros idiotas no valían la pena ser recordados, en fin, por una u otra razón no eran perfectos, asique no podían culparlo a él, solo a ellos mismos.
De hecho la chica procuraba no pensar en él pues, el recuerdo de la separación era insoportable, aun recordaba como si hubiera sido ayer aquel viaje de despedida hace 8 años…
-Flash back al pasado-
La clase de 5° grado de la pública 118, había ido de viaje a San Lorenzo, Arnold, Helga y sus amigos habían escapado para encontrar a los padres de Arnold, que después de ayudar a los ojos verdes con el mal del sueño, habían sido tomados prisioneros durante años, por un malvado hombre que quería usar sus conocimientos para descubrir el gran tesoro de los Ojos verdes, aunque ellos al no colaborar habían sido torturados y encerrados.
Pero Arnold y sus amigos con la ayuda de los ojos verdes, habían logrado liberarlos, y su malvado verdugo había caído por una cascada.
Pero lo importante es el que el chico cabeza de balón, se había reencontrado con sus padres y ahora iban a ser al fin una familia de nuevo.
Helga los vio con una sonrisa melancólica de verdadera alegría, pues aunque significaba que muy probablemente sería separado de ella, el al fin estaría completo y feliz, asique ella también lo sería.
Antes de que sus amigos regresaran, Arnold corrió hacia su amiga de una sola ceja
-¡hola Helga!
-¿Que hay cabeza de balón? Espero que muy contento por la nueva vida que te espera a lado de tus padres.
-Pues sí, pero sobre eso…
Se llevó a la chica aparte, acción que solo fue vista por Gerald el cual como todo mejor amigo… los siguió.
-Helga yo, estos últimos días, principalmente después de lo de industrias futuro, no eh parado de pensar en todas las cosas lindas que has hecho para ayudarnos a mí y a muchas personas más, y yo…
-hey, hey, hey, ¿De qué acciones lindas hablas cabeza de balón?, Helga G. Pataki no es una buena samaritana como tu crees.
-claro que lo eres, incluso más de lo que yo creo, asique ya no pongas esa mascara de niña mala, porque yo logre ver en tu interior Helga, así que ya no funciona conmigo
-yo bueno… yo…
-Y solo quiero agradecerte por todo, y decirte que a mi… que yo estoy… que tú me… gustas… y mucho
Y entonces para sorpresa de su amigo oculto y de la rubia, Arnold la beso apasionadamente, para un chico de 10 años.
Ellos se separaron sonrojados.
-Lo siento Helga, simplemente no podía dejar que te fueras sin decírtelo, tú me gustas, gustas, y yo no sé si tu sientas lo mismo pero…
-Arnold tú también me, tú me… gustas-dijo la chica en un susurro apenas audible y viendo al suelo- pero espero que lo que digas no sea solo por agradecimiento a las cosas que crees que eh hecho por ti.
-No Helga, tu enserio me gustas, aunque sé que sería tonto y cruel pedirte que me esperaras, simplemente yo espero volver a verte en algún futuro y quien sabe tal vez tu y yo…
-No digas más Arnold, simplemente dejémosle eso a la suerte ¿está bien? Así, tú piensas mejor porque crees que estás enamorado de mí y quien sabe a lo mejor es cierto o a la mejor es agradecimiento, pero si la vida lo quiere tal vez en un futuro ¿no?
-Eso espero Helga…
Y esta vez la chica lo abrazo mientras una lágrima rodaba por su mejilla, la cual limpio rápidamente para que el rubio no la notara
-Hasta pronto Helga…
-Hasta siempre cabeza de balón…
-fin del flash back-
