Para ella siempre había sido la época más difícil del año, momentos en los que aplicaba al máximo su capacidad de compartamentalizar evitando que los recuerdos de las terribles navidades que había pasado en las casas de acogida la perturbaran, logrando vencer a las lágrimas que luchaban por brotar cada vez que era consciente del temor que le daba enfrentarse a la posibilidad de tener que pasar ese día sola.
Desde que había podido hacerlo, escapaba, huía, se alejaba de todo embarcándose en algún proyecto antropológico que la mantuviera lejos de sus recuerdos… lo había hecho así durante tantos años… exhumaciones en Guatemala, excavaciones en Perú, identificaciones en China, investigaciones en el Congo, descubrimientos en Islandia, tantos lugares, mientras más lejos mejor, mientras más peligrosos era menos probable que tuviera tiempo y calma para recordar.
Esa mañana, en el Jeffersonian, Angela había entrado a su oficina a mostrarle unos modelos de caminadores para que la ayudara a elegir cuál comprarle al pequeño Michael por Navidad, "¿cuál te parece mejor cariño?" le había preguntado alegremente mientras colocaba frente a ella distintas fotografías de juguetes que si bien lucían diferentes en su apariencia, estaban destinados a la misma función, ayudar a un bebe a dar sus primeros pasos.
"No se si sea la persona adecuada para ayudarte Angela, recuerda que no tengo experiencia con infantes próximos a alcanzar la fase caminante en su desarrollo evolutivo", le había dicho mientras observaba analíticamente todas las fotografías, identificando en todos aquellos juguetes las características que los hacían similares en su funcionalidad y aquellas otras que les otorgaban particularidad en su diseño.
Y no tuvo oportunidad de terminar con su explicación porque Angela la había interrumpido diciendo "vamos cielo, has un esfuerzo", a la vez que colocaba suavemente una mano sobre su abultado vientre, añadiendo con dulzura, "mira que pronto tendrás que hacerlo por mi sobrina".
Sin proponérselo había dejado escapar un suspiro, era inútil tratar de razonar con la mujer a la que quería como a una hermana, "mmm… los leones son animales peligrosos" empezó diciendo descalificando una de las fotografías en las que se veía un juguete que mostraba la cara de un león, "además los elefantes no son celestes" agregó retirando otra de las fotografías, luego sin hacer ningún comentario descartó la fotografía de otro caminador que tenía la cara de un payaso…
"Ya tenemos un ganador" exclamó Angela muy entusiasmada recogiendo la última fotografía que quedaba sobre el escritorio, antes de que su mejor amiga descalificara también el único modelo que quedaba, al mismo tiempo que le daba un pequeño y rápido abrazo, besándola dulcemente en la mejilla.
Brennan no reaccionó de manera alguna a su demostración de afecto, usualmente hubiera dado un paso al costado recuperando su individualidad, o si las hormonas hacían su trabajo hasta podría haberle correspondido con una pequeña muestra de afecto… pero en esta oportunidad había permanecido impasible, como pérdida en sus propios pensamientos, lo que obligó a la artista a observar a su amiga con más detenimiento descubriendo un brillo triste en su mirada, "¿qué pasa Bren?" le preguntó.
La científica giró sobre sus pies para dar un par de pasos hasta llegar al mullido sofá y tomar asiento, luego fijó por un instante la mirada en los ojos de la mujer que la interrogaba y tosiendo ligeramente para aclarar su voz respondió, "no entiendo a qué te refieres Ange, ¿quieres que te explique los últimos avances en antropología forense?".
Era evidente que algo la inquietaba, después de conocer a su amiga por más de diez años, sabía reconocer perfectamente las ocasiones en que Brenn se protegía metiéndose en su coraza, y no se lo iba a permitir… no después de todo lo que había avanzado… no podía volver a encerrarse en su mundo, dejando a todos los que la querían fuera, no podía hacerle eso a Booth.
"No, no cariño… no me refiero a eso, estoy hablando de ti… qué te pasa a ti, qué te preocupa?", la interrogó procurando hablar con un tono de voz casual y pausado. Tenía que evitar que la mujer de ciencia se pusiera a la defensiva, si eso llegaba a ocurrir, su mejor amiga la apartaría indudablemente y podría tomarle mucho tiempo lograr ayudarla a comprender y resolver lo que la perturbaba, además estaba casi segura de saber que era aquello que tenía tan nerviosa a su mejor amiga, pero el primer paso para ayudarla era que ella misma reconociera su preocupación.
Habían pasado tantos años desde la primera Navidad que compartió accidentalmente con Booth en las instalaciones del Jeffersonian, casi seis años, y las cosas habían cambiado radicalmente, su vida era otra, muy diferente a lo que había planeado para ella misma… y todo gracias a él, a su paciencia, a su compañerismo, a las mil maneras distintas en que le había demostrado que podía confiar absolutamente en él, que nunca le fallaría, que siempre estaría allí para ella, que la amaría toda la vida si ella se lo permitía.
Después de todos esos años compartiendo sus vidas, por fin lograba ver todo en perspectiva, ahora tenía el suficiente valor para imaginar un futuro, para desear un futuro junto a Booth formando una familia… y de pronto las palabras brotaron de sus labios sin poder evitarlo, "tengo miedo Ange" susurró levantando los ojos al borde de las lágrimas hacia la mujer que aguardaba parada junto a ella, las manos nerviosas sujetas sobre su regazo.
No estaba segura si fue solo una sensación o si físicamente estuvo a punto de ocurrir, pero le pareció que por la impresión perdía fuerza en las piernas así que rápidamente se sentó junto a Brenn, y con genuino amor fraterno le sujeto ambas manos entre las suyas, reconfortándola, demostrándole sin palabras cuánto la comprendía y que ella estaba allí para ayudarla... con ternura le dio un suave apretón en las manos, regalándole una tenue sonrisa que la invitaba a seguir desahogándose.
La científica respiro profundamente y con voz entrecortada prosiguió, "este año es diferente Ange, se muy bien que no puedo salir huyendo y realmente no quiero hacerlo… no es mi opción, lo tengo claro, quiero quedarme en casa, compartiendo esta Navidad con Booth", sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a rodar sobre su rostro y no le importaba que su mejor amiga fuera testigo de su emotividad… "tengo miedo, mucho miedo… temor de equivocarme y no hacer las cosas bien, de fallarle a él", finalizó en un tono de voz casi inaudible.
De pronto ambas mujeres se encontraron envueltas en un abrazo interminable.
La una buscando consuelo, liberándose de la pesada carga que había soportado durante tantos años, desde su adolescencia cuando se había visto obligada a descubrir la manera de ocultar sus sentimientos, a no demostrar debilidad ante nadie, a no expresar sus emociones jamás… buscando respuestas que la ayudaran a convertirse en una mejor persona, en una mujer dispuesta a mostrar su lado no racional ante quienes la amaban y en especial, capaz de demostrar todo su amor por él.
La otra ofreciendo consuelo, ayudando a la mujer que más quería en el mundo a liberarse de las ataduras que se había creado durante los difíciles años en que le tocó enfrentarse sola a la vida… demostrándole una vez más, que la vida no había cruzado sus caminos, sino que los había unido para siempre.
Cuando sintió que nuevamente podía articular palabras, la mujer que hace algunos años había comprendido que se puede ser un espíritu libre sin que eso implique rodar por el mundo sin rumbo, susurro al oído de la mujer a la que seguía abrazando con ternura, "tranquila cielo, deja todo en manos de ese hombre maravilloso con el que vives… tú solo déjate querer y hazle caso a tu corazón…"
"… a mi corazón…" respondió en un susurro la mujer próxima a ser madre, y cerró los ojos pensando que hacía mucho tiempo que su corazón permanecía en silencio… y entonces, sintió moverse suavemente a la pequeña vida que crecía en su interior.
Y aunque la ciencia no pueda probarlo, en el interior de esa mujer deseosa de volver a escuchar a su propio corazón, un pequeño corazón empezó a latir con más fuerza y no se detendría hasta lograr despertar de su letargo al hermoso corazón que latía junto a él.
