Todo es propiedad de George R. R. Martin


A/N: ¡Estoy de regreso! ¡Feliz año nuevo para todos!

He estado trabajando en este fic hace un par de días. Pensaba hacer un 1-shot pero cada vez escribía más y más y agregaba más POV. Aún ahora apenas voy por la mitad, y ya pasé las 4.000 palabras, así que decidí separarlos en capítulos de 1.000 palabras aprox. También me da la oportunidad de publicar un cap por día, y de escribir los siguientes; y de darme más tiempo para continuar mis otros fics.

Desde luego esto es un AU, ubicado al final de la sexta temporada. Voy a seguir el cannon televisivo, pero habrá algún que otro detalle del libro supongo, aunque nada que cambie las cosas lo suficiente como para confundirlos.

¡Espero que les guste!


Dejó que su mano tomara la suya mientras Black Walder la guiaba hacia las recamaras. Arya seguía observando todo a su alrededor, grabando en su mente las posibles vías de escape en caso de que algo salga mal, pero cuando el hombre volteaba para verla, ella simplemente le daba una dulce sonrisa y sofocaba una pequeña risa.
La recamara de Black Walder era más grande de lo que esperaba, pero allí seguía la jarra de vino que había procurado llevar unas horas antes, y eso era lo único que le importaba. La puerta de madera se cerró y todo quedó en silencio; incluso cuando él comenzó a quitarse su jubón y pateó sus botas lejos, ella solo oyó silencio.

Cuando Black Walder se acercó para besarla, Arya le dio una sonrisa más antes de permitirlo. El hombre le rodeó la cintura con sus brazos y una de sus manos viajó a su trasero, agarrándolo con fuerza. Su beso apestaba a vino, pero ella hizo todo lo posible por fingir que le gustaba; se pegó más a su cuerpo, y de vez en cuando soltaba pequeños gemidos que parecían alentarlo aún más. Sintió que él dirigía sus besos hacia su cuello –hacia su piel morena, no la piel lechosa de Arya de la Casa Stark–, y ella aprovechó la ocasión para separarse suavemente.
—Acostaos, my lord —era una orden, pero ella conocía bien la forma de hechizar a un hombre para hacer que obedezca su voluntad; los años en Braavos, y algunas conversaciones con las cortesanas se lo habían enseñado—. Ahora voy a complaceros.
Black Walder hizo lo que demandó, y después de desprenderse de su túnica y dejar al descubierto su pecho se recortó sobre la cama de plumas. Arya se volteó mientras caminaba hacia la mesa con la jarra. Vertió el pequeño frasco que ocultaba bajo su manga en la copa y volteó con una sonrisa, ofreciéndosela a su amante. Él la bebió en tres grandes sorbos, y fue entonces cuando se sirvió una para sí misma. Esa estaba limpia, pero de todas formas Arya se la llevó a la boca y solo permitió que el vino le moje los labios. Cuando estuvo segura de que no quedaba nada más para que él tome, sonrió y caminó lentamente hacia la cama.

No le dio oportunidad de elegir la posición, rápidamente se sentó sobre su regazo, agradecida del hecho de que era lo suficientemente alta como para que sean sus senos lo que quedaran a la altura de su rostro y no su boca. El hombre continuó con su tarea de besarle el cuello, hasta que decidió enfocarse más abajo. Chupeteó y lamió el valle entre sus pechos, mientras intentaba bajarle el vestido. Arya tenía ganas de apartarle la mano de un golpe, pero en vez de eso alineó sus muslos con su erección y comenzó a moler contra él. El placer que provoco en Black Walder hizo que se olvide de sus senos por el momento, aunque siguió besando su cuello. Incluso le mordió la piel con fuerza, y ella no pudo evitar dejar salir un leve gruñido.
Él levantó la vista y ella vio sus ojos sumergidos en lujuria. «Es el momento» pensó, y cuando él quiso volver a besarla, Arya le puso su dedo índice en la boca y lo empujó para que recueste su espalda sobre la cama, con una sonrisa dulce.

Pudo notar a la perfección el momento en que los síntomas tomaron el cuerpo de Black Walder. Como comenzaba a pestañear varias veces, tratando de enfocar su vista borrosa; la forma en que intentaba levantarse, pero el peso de Arya era demasiado para sus fuerzas, como intentaba hablar, pero titubeaba y arrastraba las frases. Cuando él pudo enfocar bien su vista en ella, la encontró con una sonrisa perversa, y fue allí que comprendió que estaba en peligro. Comenzó a sacudirse violentamente, como un barco arrastrado por una tormenta en el mar, pero ella fue rápida y le ató las manos con las mangas de su propia túnica. Black Walder intentó gritar, pero el sedante había hecho su efecto ya y lo único que consiguió dejar salir fue un ronco quejido.
Arya sabía que se dormiría pronto, así que no perdió tiempo. Se alejó un momento de su lado y metió su mano bajo la cama. Black Walder seguía retorciéndose entre sus ataduras, pero cuando la vio aparecer con aguja en manos comenzó a chillar.

—Piedad —el hombre suplicó con gran esfuerzo.
«¿Piedad? ¿Habéis mostrado piedad a Robb, o a mi señora madre?» Arya tuvo que morderse la lengua para no decir esas palabras. Él no se merecía saber quién era ella; ese honor solamente lo tendría Walder Frey.
—Piedad —Black Walder continuó sollozando, su voz cada vez más suave—. Oh Madre, ten piedad.
— ¿Tengo cara de ser vuestra madre, my lord? —se burló, con una leve sonrisa.
El hombre ya no tenía fuerzas para nada, excepto para llorar. Sus lloriqueos se oían como los de un niño pequeño, y era lo único que llenaba la recamara.

«Vallar Morghulis»

Aguja se deslizó entre sus costillas, y la habitación volvió a estar en silencio.
Arya cerró los ojos y tomó una respiración profunda. Agradeció al Dios de la Muerte por la oportunidad que le había dado, y prometió un banquete de sangre en su honor.


A/N: La única parte sacada del libro es en la que Arya se burla de Black Walder. Es otra de las características que ella adoptó del Perro.

El próximo POV será de Edmure.

¡Saludos!