Summary: Encuentros tácitos en el muelle de Konoha. Chibis Naru y Sasu. Yaoi implícito.

Advertencias: Bueno, supongo que puede verse como un poco Angst, pero en realidad quería escribir algo dulce entre estos dos de niños, pero como no quise salirme del canon, esto fue lo que salió.

Disclaimer: Desafortunadamente, el autor de este manganime (entiéndase Masashi Kishimoto) no quiso cederme a los personajes, y por su culpa, todo lo que sea Yaoi en la serie (vamos, más de la mitad) es implícito. Si, Kishi, sí…te reeeee creemos cuando decís que no hay Shonen ai. ¬¬

Nota de Autora: No sé que se me dio por hacer Drabbles ahora (con lo que los detesto, porque me parecen siempre inconclusos) pero espero que les guste. Creo que solo me salen estas miserias de fics porque los personajes son demasiado difíciles de captar sin que sean OoC.

En el muelle:

Cuando el sol amenaza con esconderse y las sombras se expanden como queriendo atraparte; dos niños se encuentran en el muelle. Aunque… "encontrarse" no sería la palabra adecuada.

Ambos niños, un rubio de ojos azules, y un moreno de ojos azabaches, tenían la costumbre de ver la puesta de sol en ese muelle. El rubio miraba el cielo desde el camino; mientras el otro niño se sentaba horas y horas mirando su reflejo en el agua, y cuando los colores de esta empezaban a cambiar, miraba hacia arriba para ver a ese niño solitario que miraba embelesado el cielo rojizo; y aunque ninguno lo dijera, era un acuerdo tácito entre ambos el verse allí cada día. Sentir que el otro estaba allí era un consuelo para sus almas solitarias (y sangrantes).

El rubio, que nunca había tenido nada ni a nadie, se sentía feliz de poder ver al otro niño todos los días; porque esa carita dulce (aunque nunca hubiera sonreído para él o lo hubiera mirado con brillo en sus ojos negros) le hacía pensar que sí existían personas buenas y se sentía acompañado en su soledad.

Y el pelinegro, justo cuando se sentía caer cada vez más y más profundamente en su propio poso oscuro; había encontrado una razón, minúscula, frágil y diminuta como él mismo, para dejar de llevarse por sus recuerdos y mirar hacia el futuro. Y había dejado de mirar en el lago en busca de los rostros de sus familiares, para recordar en ese mismo lago los ojos de su "amigo", y sus inmensas profundidades.

Y cuando el sol se escondía, el rubio seguía su camino, el azabache volvía su vista al lago; y ambos sonreían a escondidas, sintiendo una calidez extraña y reconfortante por dentro.

Owari

….

Espero que les haya gustado, porque pese a ser tan corto (vamos, ni son 300 palabras) para mí es muy dulce. Me llena de ternura imaginarme esta escena.

Espero que me dejen un comentario si les gustó…o sino, también. ^^

Bessitoss

Breyito-Black-Lupin

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