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Amy
10 de octubre de 2008
5:15
Querido diario:
No sé qué más escribirte; aparate de lo que ya te he dicho hasta hace 5 minutos.
Lo que sería la más grande aventura de mi vida, ahora me ha costado lo que aluna vez pudo llegar a ser el más valioso tiempo de toda mi existencia.
Ya sería un día de viaje desde que partimos y nos adentramos en la ruta 66. Y si bien desde el principio estaba previsto que el camino hacia nuestros sueños, California, estaba a más de dos días de carretera sin descanso; era y es justo que ya mi cuerpo suplique por una cama… un baño tampoco le vendría mal. ¿Sabes? Tengo la teoría de que si…
¿Qué acaso no podrías dejar de hacer eso?
¿Hacer qué?
Escribir en ese estúpido libro ¡Me enferma!
Entonces… ¿en qué iba? ¡Demonios, lo hizo de nuevo! Pero lo peor es que no puedo decirle o debatirle nada, ya que la mayoría de ocasiones suele ser muy susceptible, lo cual no es para nada bueno si se trata de ella; además es Katherine quien va conduciendo en este instante.
Es más, deberías hacer algo productivo para ambas ¿me estas escuchado?- deje de escribir
Si, si. ¿Qué quieres que haga?
No sé ¡háblame de cualquier cosa, me estoy quedando dormida de tanto conducir!
Pues… ¿no te parece que el paisaje esta…?
¿Descolorido? ¿aburrido? ¿desertizo? ¿lleno de cactus? ¡Bah, olvídalo; mejores charlas tiene una vaca antes que tú!
¡Pues si tan malas te parecen, volveré a lo mío!
Si, hazlo, es una mejor idea- me contesto con sarcasmo.
¡Bien!- busque mi reproductor en mi bolso, me puse los audífonos y comencé a escuchar las más nuevas melodías. Miraba a través de las ventanas del auto; solo veía arena, arena y luego más arena. Aunque de un momento a otro, el escenario cambio por completo; gracias a la aparición de uno de los animales más repugnantes que la naturaleza jamás ha podido crear: el cuervo.
Volaba en círculos, como si estuviese desubicado. Se posó sobre una rama de uno de los tantos árboles deshojados. Miró a su alrededor y finalmente, sus ojos tan rojos como la sangre se fijaron en mi por un breve instante. Fue en ese momento cuando sentí que terribles cosas sucederían si permanecía allí. Empecé a correr, pero el animal de ojos rojos no dudo en emprender su vuelo en pos de mí. Movía sus alas tan ágilmente que hacía que se me dificultase alejarme de él. Cada batir de sus alas hacia que este se viera cada vez más y más grande. Al parecer, el animal era más astuto de lo que creí; pues me tendió una emboscada, ya no podría huir de él. Se acercaba mucho hacia mí, cada vez más rápido.
-¡Amy!- escuche un fuerte grito. Desperté de sobresalto, pero la pesadilla aun no terminaba. Me arroje hacia el volante del auto para intentar recuperar el control de este. Kat intentaba presionar el freno y tomar el freno de emergencia, pero aun así las llantas no respondían. De repente, algo salió disparado de la nada. No pudimos identificar que era, ya que solo pudimos ver su silueta en medio de aquella lluviosa noche. Chocamos contra la creatura.
-¡Por fin, el auto se detuvo!- dijo Kat hiperventilando.
- ¡Por Dios Kat, creo que lo hemos matado!- le dije en medio del pánico
- Calma, calma. No hay porque asustarse- se bajó del vehículo- solo hay que revisar qué fue lo que paso; daré un vistazo- Rodeo el auto, miro el parachoques de este y luego a mí. Al devolverle la mirada, noté algo extraño en su rostro.
-¿Qué? ¿Qué ha pasado?- Me baje también yo, con mucho miedo.
-Pasa…- dijo con el semblante pálido y señalando- Pasa que allí no ha pasado nada ¡No hay nada allí!
-¡No puede ser! ¡Ambas vimos que el auto choco contra algo, hasta creo haber visto un poco de sangre!
-Quizá…- abrió el portaequipaje; sacó una caja de este y se sentó en el lugar del conductor con la caja entre sus piernas. Ahora parecía un poco más calmada- …quizá ese es el problema; ambas creímos haber visto algo que nunca estuvo ahí- abrió el candado de la caja y la abrió. De esta extrajo una de las tantas botellitas que allí había, la abrió y puso un poco del contenido de esta en su boca. Cerró los ojos y se dejó llevar como lo hacíamos cada una de las veces en que tomábamos lo que Kat y yo solíamos llamar "nuestro tesoro", "el pacificador", etc.
-¿No quieres una?
-Vaya, pues en este momento sé que me vendría bien; tengo los nervios a flor de piel.- Tome una y la deposite casi toda en mi boca. Sentía como cada uno de mis músculos se relajaban; como el éxtasis se apoderaba de mí. Cerré mis ojos y deje que cada uno de mis sentidos se relajara también.
-Eso es amiga, deja que "el hippie" te lleve
Sonreí -Pensé que tendríamos que conseguir "provisiones" al llegar a california, y ya sabes que los viajes así me tensionan un poco; así que traje 4 más de estas. Desearía haber podido conseguir unas cuantas más, pero ya sabes que mi madre me ha acortado mi mesada.
-Bueno, pues agradece que al menos pude obtener estas; y no gracias al loco Pete, el idiota quería un dineral a cambio de solo 3 botellas
- ¿Entonces, como conseguiste todas estas?
-Fácil, me las dio a cambio de lo que yo llamo una "muñeca" de colección de Star Wars. Es un pobre imbécil
-Y vaya que lo es
-Bien, como sea, opino que nos vayamos de aquí ahora mismo- tomo las llaves e intento encender el vehículo.
-¡Rayos!
- Supongo que eso no es nada bueno. En fin, tengo hambre ¿Quieres unas cuantas frituras, Kat? Tengo "colitas"
-¡Este no es el mejor momento como para comer! ¡El motor se ha averiado!
- ¿Y ahora que haremos?
-Tendremos que empujarlo hasta la estación más cercana- Se bajó de su lugar y así lo hizo. He de admitir que a pesar de todo, es una chica bastante fuerte- Tu condúcelo
Eso hice por lo menos durante unas 2 horas. Aun no salía el sol; pero si seguía lloviendo a cantaros, lo cual es extraño, pues tenía entendido que no llovía ni una sola gota en sitios como en el que nos encontrábamos. Pasada una hora más, me pareció vislumbrar algo en el horizonte.
-¡Kat, creo que la encontramos; una estación! ¡Y mira, parece estar ubicada junto a un hotel!
-¡Ya deja de gritar! Además, ni se te ocurra que pasaré la noche en ese lugar. No podemos perder más tiempo. Guarda silencio y ayúdame a encontrar la persona encargada de este lugar.
- Tal vez sea ese señor- señale hacia donde se encontraba un hombre viejo, con un parche en su ojo izquierdo. Estaba sentado y poseía un mal aspecto. Mientras, veía como Kat se le acercaba a él, este hacia un extraño e incómodo movimiento con sus labios. Parecía farfullado algo. No era para nada agradable
Disculpe señor, mi amiga y yo tuvimos un problema. Creo que se nos ha averiado el motor del auto ¿podría ayudarnos?
El hombre lanzó una especie de quejido, miró el auto y dijo para sí mismo- es un Ford 1984, ya esos repuestos no se consiguen tan fácil
-¿y usted no podría hacer nada?
-Deme 3 días, tal vez pueda mover algunos contactos y lograr algo
-¡2 días!
- No importa Kat. Además, podemos quedarnos en el hotel ¡será genial!
- ¡Esta bien!- dijo un poco alterada- solo… si nos necesita, búsquenos…
- Si, si, como sea- contesto el anciano- ¡ahora lárguense!
Hicimos caso de inmediato, no sin antes lanzarle una fría mirada
-¡Que grosero!
-¡Bah! No le hagas caso Amy, ya he lidiado con tipos así. Ahora ven, muero de frío será mejor que entremos pronto.
Hice caso a sus palabras y comencé a andar. Miraba con curiosidad hacia aquel lugar. Parecía pequeño, a punto de caer. Sus blancas edificaciones se veían cubiertas de grietas. Las ventanas, alunas cubiertas con barrotes y otras con toscas maderas, le daban un aire especial, aquel toque que en su época, solo tenían aquellas barricadas de las antiguas guerras.
El lugar me ponía la piel de gallina, pero he de aceptar que siempre me han llamado la atención las cosas así. Por lo que no era extraño ver que el sitio me resultaba acogedor.
Había allí un pequeño sendero pedregoso, lo delimitaban unos cuantos cactus y un poco de mala hierba. Nada que desentonase con el ambiente. Nos adentramos en aquel pequeño camino que conducía hacia 3 viejos escalones que daban hacia la entrada del lugar. Nos quedamos paradas en el segundo escalón mirando fijamente aquella puerta. Lo único que iluminaba el lugar en aquella cruda noche, eran las titilantes luces de las letras "b" y "h" de un averiado letrero que decía "abierto las 24 horas".
Kat se aventuró a dar el siguiente paso hacia la puerta, le seguí. Segundos después, una espesa neblina se apodero del ambiente. El letrero dejo de alumbrar. Y fue así como quedamos atrapadas en un gran manto de tenebrosa oscuridad.
Llamamos a la puerta, nadie contestó. Y antes de que llamáramos una segunda vez, esta se abrió. Una mujer apareció en el umbral de la entrada. Hizo un intento de esbozar una sonrisa extraña. Era alta, de postura curva, traía el cabello recogido pero de una forma desordenada. Tenía unas cuantas arrugas muy marcadas en las comisuras de los labios, en la frente y bajo sus ojerosos ojos. Su piel y sus secos labios eran tan blancos como el mármol. A pesar de su aspecto, algo me decía que debía andar alrededor de unos treinta y tantos años de edad.
Nos hizo un ademan para que pasáramos, y así lo hicimos. Pese a la poca luz que había, bien pudimos ver que el hotel era mucho más grande de lo que se lograba ver por fuera. Parecía ser que el lugar donde nos encontrábamos era el lobby. Allí había una alfombra color escarlata. Sus paredes eran color caoba, pero con un tono oscuro, debido a la humedad que se filtraba por estas. También se podía ver el lugar donde debía de estar un botones, solo que no había un botones allí. En una de las esquinas, se encontraba un viejo y polvoriento piano color negro, y al lado opuesto de este, se encontraba una escalera en caracol bañada en lo que parecía ser oro oxidado. Había 3 corredores; uno del lado de la escalera, otro del lado del piano y el principal que se encontraba en el medio de estos dos.
Mire al techo y vi que este se encontraba cubierto de espejos. De allí colgaba una inmensa lámpara de araña dorada, la cual proporcionaba la poca luz que iluminaba el espacio; salvo por los relámpagos procedentes de la tormenta.
Era un extraño ambiente; tanto que se salía de los parámetros de lo extraordinario. ¿Cómo era posible que un lugar como este fuese tan majestuoso y a su vez tan lúgubre?
-Kat, este podría ser el cielo…
-…o el infierno
Volvió a tronar, esto ocasiono que la luz se volviera menos nítida
-bienvenidas al hotel paraíso- dijo la mujer con aquella mueca- donde siempre serán recibidas las 24 horas, todos los días , siempre que lo deseen…- Sonrió a Kat, quien sin escrúpulos se dejó ver que no confiaba en ella. Me miró a mí y acto seguido, metió su mano dentro de su bolsillo, saco una cajita y encendió un fosforo; el cual ilumino perfectamente todas y cada una de sus arrugas, cada comisura de su imperfecto rostro.
Avanzo hacia las escaleras y comenzó a subirlas- síganme – eso hicimos.
-No, Thomas; estas son nuevas. Claro que podrás, Edmund…- decía la mujer mientras nos conducía por el pasillo del segundo piso. Miraba hacia ambos lados, como si le hablara a 2 personas.
- Creo que está loca- susurre a Kat
-¡Ahh no Christopher, no lo harás!
-Disculpe, señora- La interrumpió Kat, bastante molesta- ¿Con quién habla?
-¿Acaso no…? Bueno, no se preocupen. Como sea, sus habitaciones serán las dos del fondo
-¿No podríamos tener la misma habitación?- pregunté
- Lo siento, linda; políticas del hotel. Bien, si necesitan algo, Thomas y Christopher se encargarán. Son huéspedes también, pero son muy amables con los demás. De igual manera, si requieren de mi asistencia, no duden en llamarme…- comenzó a caminar hacia la penumbra del pasillo, hasta que solo se hizo visible su silueta- …mi nombre es Tiffany
La miramos hasta que finalmente ya no era visible a nuestros ojos.
-Bien, Kat; creo que me iré a dormir. Que descanses
-¡Ja! Dudo que pueda
Bostece- Pues inténtalo, ha sido un largo día. Feliz noche
Ella puso los ojos en blanco- Si, adiós- y cerró de un portazo la puerta de su habitación
Yo estaba tan cansada que ni preste atención a su mal humor. Cerré la puerta y me puse mi pijama más calentito; después de todo, la noche estaba tan fría que no quería pescar un resfriado ahora. No paso mucho tiempo hasta que pude conciliar el sueño
