Nombre: El amor de Ascot. BASADO EN EL FINAL DEL ÁNIME.
Disclaimer: Magic Knight Rayearth no me pertenecen al igual que sus personajes...
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El amor de Ascot
Correr, llorar y gemir de dolor.
Su mente no le indicaba otra acción más que escapar y esconderse en medio del bosque.
¿Tanto esfuerzo para nada? Tanto llorar, luchar por ella, salvarla, amarla sin medida… ¿TANTO para nada?
—"Ella se va…se va casar Ascot… se va casar con Clef… lo siento mucho amigo"…
Mientras corría sin freno por en medio del bosque, cada una de las tímidas palabras de Paris revoloteaban sin cesar en su cabeza, perforándole el alma… haciéndole pedazos la vida…
Pero ya lo presentía, ya lo sospechaba… Llevaba meses percibiendo algo raro entre su 'sirena' y el Máximo Mago.
Cómo pasar desapercibido el momento en que los sorprendió a ambos fundidos en apasionadas miradas en el comedor, a la hora de la cena… como ignorar aquél momento en que Marina le guiñó el ojo al mago a escondidas de los demás, y éste le respondió con una sonrisilla de complicidad… como olvidar, que cada día que pasaba, la guerrera del agua y el mago se volvían cada vez más inseparables…
Y no podía evitarlo, se sentía tan desgraciado, tan sensible, tan solo un maldito miserable… ¿también un estorbo?
Mientras seguía corriendo, esquivando árboles y arbustos con desdeño y coraje, deseó con todas sus fuerzas que todo esto fuera solo un sueño, un mal chiste… una broma como las que se cargaba Caldina a cada rato.
Pero no, no era mentira, era real. Su sirena se iba casar…se iba casar con otro... se iba convertir en la mujer de otro... y ese otro era precisamente su querido maestro… Grandísimo detalle.
Fue disminuyendo la velocidad hasta calcular que se encontraba ya bastante lejos del Palacio. Bastante lejos de Caldina que no dudó en seguirlo. Bastante lejos de Ferio, de Ráfaga, de todos los que habían sido espectadores de su desgracia. También lo suficientemente lejos de… ella…
Paró de correr cuando las piernas parecían ya a punto de quebrárseles del cansancio. Para evitar caer al suelo, mecánicamente se sostuvo del árbol más cercano que encontró.
Y aferrado al grueso tronco lloró aún más, lloró para sacar toda la rabia contenida. Lloró como nadie más en Céfiro lo había hecho.
A pocos metros del palú, se encontraba un barranco que daba inicio a un precipicio, y así mismo, marcaba el final del Bosque del Silencio. Por un momento se le ocurrió que…
No. Desestimó rápidamente la idea de matarse. Si en vida su 'sirena' jamás sería suya, en muerte menos. Entonces no tenía caso.
Y claro que no, porque Clef podría ser muy el dueño de la guerrera de ahora en adelante, hacerla suya cuantas veces quisiera, darle los hijos que se le pegara en gana.
Pero jamás, jamás podría quitarle el derecho al palú de seguir soñando con ella, de seguir amándola en silencio como lo había hecho desde el primer momento en que la vio.
Entonces, una inesperada idea calmó de golpe sus sollozos…
Una súbita idea…
—¿y si vuelvo a ser niño?... ¿y si regresando a ser niño, logro calmar este maldito dolor de haberla perdido?...
No. Él sabía que ni volviendo a nacer dejaría de amarla.
Pero… mínimo dejaría de sentirse el estorbo que estaba siendo. Por que sí, muy a su pesar, estaba consciente de que si Clef y Marina mantenían en secreto su relación, era precisamente para no lastimarlo a él. Y eso no era justo para ninguno de los tres.
Razonó entonces que se había convertido en adulto solo por ella. Pero ahora, ahora ya no tenía caso seguir viviendo con ese disfraz.
Se limpió la última lágrima y caminó hasta la orilla del barranco. Era una hermosa vista, el mejor paisaje existente en todo Céfiro.
Echó un último vistazo al paraíso que lo rodeaba. Después cerró sus ojos y guardó unos segundos de silencio…
Él se sabía las palabras mágicas. Se sabía de memoria el hechizo para contrarrestar ese otro que lo había convertido en hombre.
Y entonces…
—¡Ken motzier klumz diconv…!
Una luz amarilla inundó todo su ser rápidamente…
Sus manos comenzaron a encogerse…
Sus piernas…
Su torso…
Y su corazón… también ese, poco a poco, fue encogiéndose…
No había marcha atrás. El hechizo estaba concluido.
—¡Ascot!…¡Ascot!... ¿estás aquí? —la voz intrusa de Caldina se hizo presente en el lugar…
—Aquí estoy…
—¡Oh-oh… por Dios!… ¡ASCOT!
Sorprendida, Caldina se tapó la boca con ambas manos cuando observó a su 'hermano menor'… cuando, mas bien, reconoció al instante esa voz infantil que hacía mucho tiempo no escuchaba.
Lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Caldina. Y sin pensarlo más, caminó hasta el niño, se arrodilló frente a él y lo abrazó con todas sus fuerzas.
Cuando llegó Paris al encuentro de la cizetana y del pequeño palú, el mismo cuadro se repitió.
—Caldina… ¿me harías el favor de empacar mis cosas del Palacio? Volveré a casa… con mis padres…
La bailarina se limpió amargamente una lágrima.
—Lo que tú digas cariño...
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Meses después.
—¡Vamos! ¿Y ahora a qué quieren jugar?…
—¡Yo quiero jugar a policías y ladrones!
—¡No, mejor hay que jugar a la pelota… es más divertido!
—¡Siii… Ascot tiene razón, es más divertido!
Un grupo de avivados niños corrían felizmente por la plaza de la Aldea de Paydos. Todos liderados por el pequeño castaño, ese que tenía fama de ser un poderoso hechicero y controlar a las bestias más poderosas de Céfiro.
La gente se seguía preguntando porqué había regresado a su aldea, pudiendo convertirse en uno de los mejores magos de su mundo…
Unas campanas comenzaron a escucharse a lo lejos…
—¿Oyes eso Cedila?
—¡Si!... vienen del Palacio Real… es que dicen que hoy se casa el Maestro Clef con una de las Guerreras Mágicas…
—Hay pues se casó con la más fea ¿eh? Porque yo hubiera preferido a la pelirroja…
—¿La pelirroja? Que te pasa, si la rubia es más linda…
—¡Como que la rubia bruta!... la rubia fue más viva, esa anda con el Príncipe Paris…
—¡No me digas!
Al alboroto de aquellas mujeres cefirianas se fue sumando el cuchicheo de otros más que se aglutinaron en grupos para comentar los últimos acontecimientos del día.
Todos hablaban, sonreían, comentaban… todos excepto alguien que permanecía quieto, viendo en dirección hacia el Palacio Real…
Ya no lloraba porque sus ojos habían derramado en las últimas semanas, lo último que le quedaban de lágrimas…
Ya no lloraba porque sabía que había tomado la mejor decisión…
Y por increíble que le pareció, sin poder evitarlo, en su rostro se dibujó una enorme sonrisa. Comenzaba a ser feliz de nuevo. Comenzaba a volver a tener esa paz que hacía mucho no tenía.
Sabía que la amarga experiencia y la terrible herida estaban sanando, poco a poco, pero estaban sanando.
Tenía fe, mucha fe, en que todos, incluyéndolo a él, serían felices…
—Marina... te deseo lo mejor… se muy feliz…
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¡OHHH POR DIOS!
De verdad, quiero llorar. En fin…
Por otra parte…. ¡Mi primer Clemi no lo puedo creer! JAJAJJAA…
¿Qué les pareció? No pude evitar contar la situación desde los ojos de Ascot. Pobrecillo… pero bueno…
Este fic no tiene nada que ver con Bereshyt (mi otro fic). Está basado más bien en el ánime, razón por la cual incluyo los nombres Paris, en vez de Ferio, y Marina en vez de Umi...
Gracias a todos por leer este pequeño capítulo.
Nancy.
