Descargo de responsabilidad: Los personajes de Glee no me pertenecen, son propiedad de Fox. Yo solo utilizo sus nombres con fines de entretención.

Viernes por la noche: Fiesta en casa de Noah Puckerman, mejor dicho, otra fiesta en casa de Puck. Quinn no estaba para esas cosas, claro que no. Ir a la casa del chico le traía malos recuerdos, no era fácil pasar por alto la mala sensación del lugar en el que no solo perdiste la virginidad borracha con alguien a quien no amabas y que ni siquiera era tu novio, sino en el que concebiste un embarazo no deseado que provocó que te repudiaran de tu casa, te echaran de las animadoras y perdieras el respeto de todo el mundo; eso sin contar con que cuando se descubrió que el bebé era del mohicano, la rubia tuvo que vivir una temporada en esa casa… donde la madre de él no le permitía comer tocino. Además, dejando todo eso de lado, ni siquiera era una ocasión especial, lo cierto era que Puck utilizaba cualquier motivo para celebrar, tuviera razón o no; esta vez: Reprobar Geografía. Era ridículo. Quinn por su parte estaba empezando a rehacer su vida, volvió a casa con su madre, ambas estaban trabajando en la reconstrucción de su relación, lo cual fue mucho más fácil después de que sus padres se divorciaron y ya no estaban bajo el control paternalista retrógrada de Russell Fabray. También recuperó la capitanía de las cheerios y su status en la escuela. Todo volvía a la normalidad y no pensaba hacer nada para alterar ese estado, porque no le fue nada fácil, y de hecho, seguía pagando las consecuencias de su desliz, la entrenadora Silvester la esperaba todos los sábados para una sesión de práctica particular desde las 6 de la mañana hasta las 3 de la tarde, lo que se traducía a levantarse a las 5 de la madrugada los fines de semana. ¿Qué hacerle? El costo de estar en la cima era un dulce comparado con la humillación de encontrarse al fondo de la escala social. Era por todo eso que Quinn Fabray prefería evitar problemas y a las 9:30 de la noche ya se encontraba en su cama dispuesta a dormir. Por todo eso también era que no esperaba ni remotamente que cierta exasperante y pequeña adolescente judía se consiguiera su número privado para perturbar su mente y su sueño.

03:16 A.M. y su celular sonó. Gruñó y enterró su rostro en la almohada, tratando de ignorar lo que fuera que la esperara al otro lado de la señal para volver a dormir, pero el móvil seguía sonando con un timbre que sabía no era el de su alarma, así que respiró profundo y sin apenas abrir los ojos palpó el espacio hasta localizar la fuente del ruido.

"¿Diga?" –pronunció con voz ronca, mientras contenía un bostezo.

"Hola, Quinnie. Te digo Quinnie en mis sueños pero no le digas a Quinn porque se va a enojar. Eres tan hermosa". –contestó entre soñadora y animada a una velocidad imposiblemente rápida una voz que se le hacía conocida pero que no acababa de asimilar.

"¿Quién es?"

"Rachel".

"¿Berry?"

"¿Te he dicho antes que me encanta tu cabello? ¿Me dejas tocarlo alguna vez?"

"¿Qué carajo, RuPaul? ¿De verdad eres tú? ¿Cómo conseguiste mi número y por qué me llamas a las 3 de la madrugada?"

"No me digas así, y sí soy yo. Santana me lo dio y te llamo porque te amo".

"Santana te lo dio… ¡¿Por qué diablos hizo eso?!" -En serio, ¿Rachel Berry la estaba llamando de madrugada para alabar su cabello? Y… ¿Estaba borracha? ¡¿Y Santana le había facilitado las cosas?!

"Para ser cristiana blasfemas mucho".

"¿Dónde estás?" –siseó Quinn, afirmándose el puente de la nariz con dos dedos para contenerse de gritarle hasta perder la voz.

"En casa de Noah. ¿Por qué tú no estás aquí? Me puse muy triste cuando no te vi".

"Voy a matar a Puck. ¿Qué te dieron?"

"¡No! ¡Por favor no lo mates! No quiero tener que ir a visitarte a la cárcel, sé que sería dramático como con Fanny y Mr. Arnstein, pero no…"

"¡Berry, por Dios! Sí que eres tú, ni siquiera sé de qué me hablas".

"¿Estás borracha?" –Increíble…

"¡¿Yo?! ¡Tú lo estás!"

"Ah ... no mates a Noah". -Dijo Rachel después de unos pocos segundos en tono reflexivo.

"Okay, no mataré a tu "Noah", pero la perra de Santana no se salva. Te voy a colgar, ¿Está bien?"

"¡No! ¡No lo está!" –gritó la chica desesperada.

"¿Estás llorando? No-no lo hagas... ¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz?" –gimoteó Quinn. Era cierto que disfrutaba de humillar a la gente, pero oírlos llorar era algo que le incomodaba; simplemente no podía tolerarlo.

"Ten una cita conmigo mañana". – ¿Una cita? ¿Con rastrojos?

"Ni hablar". –respondió tajante. Un segundo… ¿Una cita de amigas o de…? Oh. Por. Dios.

"Pero yo quiero tener una cita contigo".

"Pero yo no, y estoy segura de que en la mañana tú tampoco vas a querer, y eso, si es que te acuerdas de algo".

"Te amo".

"No, Rachel, no me amas. Algo de lo que bebiste te intoxicó y te hizo creer esa mierda". –intentó razonar.

"Sí te amo, siempre lo he hecho".

"Claro, por eso me robaste a mi novio, ¿Cierto?" –casi rió por la ironía.

"Es que yo pensaba que cuando los veía juntos estaba celosa por él, pero después me di cuenta de que era por ti. Me confundí, después de todo errar es humano, ¿No?"

"Esto no está pasando". –murmuró cuando cayó en la cuenta de que Rachel hablaba en serio.

"¿Ah no?" -preguntó la morena confundida.

"Tú… no puedo creerlo. ¿Tienes a alguien que vaya por ti?"

"¿Para ir a dónde?"

"¡A tu casa!"

"¿Y yo para qué quiero ir a casa? Mis padres salieron, no quiero estar sola".

"Voy a recogerte, quédate donde estás o te juro que te vas a arrepentir". –Quien de seguro se va a arrepentir soy yo- Pensó Quinn mientras salía de la cama.

"¿Vienes? ¡¿En serio?!" –Rachel sonó tan emocionada que Quinn casi pudo ver sus perturbadores y enormes ojos brillando. Se le revolvió el estómago.

"Adiós, Berry". –cortó de una vez y fue a buscar su ropa. Nada bueno saldría de esto, nada bueno.