Bella POV:

Eran las 6:00 a.m, y como era de esperar no había dormido en toda la noche… bueno eso pasa cuando eres una vampira. Me estaba vistiendo con unos vaqueros negros, una blusa color rojo sangre y unas zapatillas Converse grises. Cepille mi pelo castaño rojizo, para luego decidir dejarlo suelto.

Camine escaleras abajo, para ver a mi madre, Esme, hablando con mi padre, Carlisle, quien me había adoptado como una hija hace unos cien años atrás. Emmett estaba riendo junto con Jasper, quien era a veces diferente cuando estaba con puros vampiros que con algunos humanos, bueno se estaba acostumbrando a su dieta vegetariana. Yo ya me había acostumbrado, ya que era la segunda, después de Carlisle, en llevarla.

Carlisle me había transformado en el pueblo en el que actualmente vivíamos, Forks, el cual era mi pueblo nata. En 1910, la fiebre española ya había matado a mi madre y a mi padre, solo faltaba yo, pero Carlisle me "salvo". Fui la primera en formar parte de la familia Cullen, y desde entonces que estoy sola, amorosamente. Carlisle luego encontró a Esme y a mis demás hermanos.

Alice me miro y rodo sus ojos, exasperada.

-Si hay algo que jamás podre cambiar en ti, es tu forma de vestir- me reclamo, mirándome para arriba por su baja altura.

-Mientras que vistas, mejor para mí- dijo Rosalie. A veces ella me tenía envidia, al parecer por mi belleza interna, que era lo que todos me decían, algo que a ella le molestaba un montón.

-Ok, es hora de ir a la secundaria- dijo Esme, con una sonrisa.

Salimos de casa, después de despedirnos, y entramos al Volvo que yo tenía. Yo conducía, Alice iba de copiloto y los demás iban atrás, Emmett bromeando con Jasper y Rosalie mirándose por su espejo portátil.

Llegamos cinco minutos después al instituto. Bajamos del auto y nos encaminamos a la entrada. Al entrar, pude oír todas las conversaciones de las chicas y chicos, que se centraban en una sola persona: Edward Mason. El era el recién llegado, con una madre policía y su padre que se había ido a vivir a Jacksonville, ya que no soportaba este lugar. Como era de esperar, sus padres estaban divorciados. Todo eso lo sabia gracias a mis agudos oídos, ya que no soy una lectora de mentes o algo por el estilo, mi único don es tener un escudo mental, que consiste en que ninguna persona con algún poder mental, podría ejercer su poder sobre mi. Debo decir que estaba muy orgullosa de eso.

Nos separamos y yo me fui con Emmett, ya que la primera asignatura nos tocaba juntos.

-Así que… ¿Escuchaste hablar sobre Edward Mason?- me pregunto Emmett.

-Si- le respondí- Lo único que espero es que no sea igual de arrogante y superficial que los demás de estudiantes de esta escuela.

-Lo dudo, hermanita, lo dudo- me dijo, riendo.

Entramos al aula y nos sentamos en nuestro puesto, en la tercera fila de la izquierda. La clase empezó, al igual que la jornada completa.

Era la hora de almorzar y yo con mis hermanos nos reunimos a las afueras de la cafetería. Entramos a esta hicimos la fila, de la cual inmediatamente salimos con nuestras bandejas, a lo máximo, con un manzana y un refresco. Cuando pasamos por entre las mesas, lo vi. El tenía el pelo desordenado de un cobrizo hermoso, con su piel pálida y sus ojos verdes azulados. Era tan hermoso como un vampiro, pero lastima que no lo era.