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Esta es mi primera historia de los miserables, por favor, no sean duros conmigo, acepto cualquier tipo de critica, que me pueda ayudar a mejorar; por su comprensión, gracias.
No soy dueña de ninguno de los personajes de los miserables, todo es de él señor Victor Hugo; a mi solo me pertenece la idea y el tiempo empleado para esta historia, espero que les guste; cualquier critica sera bien recibida, siempre y cuando sea para mejorar la historia o mi forma de escribir.
Esta historia esta basada en la película de 2012, pero incluyendo el personaje de Azelma.
Capitulo 1
1831
Diciembre
Patrullaba como de costumbre, con las estrellas alumbrando su camino, con la mirada siempre atenta a cualquier infracción de la ley; con pisadas fuertes y con la misma expresión en su rostro de desagrado. Así pasaba él inspector Javert; todo pasaba igual que todas las noches, ningún delincuente se atrevería a pasar por ahí mientras que Javert estuviera patrullando, a él nada se le escapa, por lo menos eso creía la gente.
No muy lejos logro escuchar el grito de una mujer desesperada, que rápidamente fue callado. Corrió lo más rápido que pudo, entro por un callejón y logro escuchar la voz de un hombre.
-Maldita perra- Dijo el tipo antes de salir corriendo.
Javert estaba a punto de ir tras el delincuente, cuando se dio cuenta que tirada en el piso había una mujer, mejor dicho una joven; se acerco para verla mejor, estaba golpeada de la cara, inconsciente, vestida con harapos y muy sucia . A pesar de que ese infractor de la ley estaba escapando de la justicia, no podía dejar a esta joven aquí. La cargo teniendo cuidado con su cabeza, se dio cuenta que esta chica tenía una herida en la cabeza, probablemente el chico le golpeo la cabeza contra la pared. Esta chica necesitaba atención, pero en ningún lugar la iban a recibir, ni aunque él mismo la llevara. No podía dejarla tirada, probablemente no sobreviviría la noche. En su casa tenía un botiquín, con cosas suficientes para poder curar a la chica, decidió que la llevaría, y luego vería a donde llevarla en la mañana.
A llegar a su casa, la recostó en su cama, intento curarla, pero estaba tan sucia que no podía ver en donde estaba la herida. Preparo el baño para que ella pudiera limpiarse; cuando por fin estuvo listo, se dirigió a la joven todavía inconsciente, le movió ligeramente su brazo para que pudiera entrar en razón, después de varios intentos despertó, pero todavía atontada por el golpe no estaba en sus cinco sentidos.
-Mademoiselle, la encontré tirada en la calle y la traje a mi hogar, debe de asearse para que yo pueda curar su herida- Dijo el inspector intentando sonar reconfortante, aunque su voz siguió siendo igual de dura que antes.
La chica se estremeció ante su voz. Incapaz de formular ni una sola palabra, él inspector no sabía que hacer, esta muchacha necesitaba atención medica.
-Yo la ayudaré mademoiselle, si usted esta en desacuerdo con cualquier cosa que yo haga, solo dígamelo- Dijo con su tono amenazador, pero una mirada compasiva.
Ella como si hubiera entendido, asintió.
La volvió a cargar, teniendo cuidado con su cabeza, la llevo al cuarto de baño, y poco nervioso, le quito su cinturón, la metió en la tina de porcelana y comenzó a quitarle su chal, la prenda estaba bastante sucia, al igual que el resto de su ropa. Pronto todo el agua se volvió de un color oscuro. Le quito su blusa, y ella no mostró resistencia.
Un poco incomodo, agarro el jabón y comenzó a frotarlo en su cuerpo ennegrecido por la suciedad de la calle. Froto con cuidado sus hombros sin tocar la parte de los pechos. Con mucho cuidado limpio la cabeza de la joven, cuando estuvo limpia, se dio cuenta de en donde estaba la herida. Con mucha delicadeza, le quito su falda, limpio sus piernas y su estomago, teniendo cuidado de no tocarla de más. La envolvió en una manta, la volvió a cargar y la recostó en la cama.
Como su ropa estaba empapada y sucia, busco algo que la pudiera cubrir, termino escogiendo una de sus camisas. Cuando se disponía a ponerle la camisa, no pudo evitar mirar todo su cuerpo, flaco, lleno de moretones y cicatrices; su mirada se detuvo en sus pechos, y no pudo dejar de pensar en el placer que tal vez podría sentir si la tuviera entre sus brazos, después de todo, él también era un hombre, y también podía desear a una mujer.
Después de que se dio cuenta de el rumbo que estaban llevando sus pensamientos, los aparto de inmediato. Vistió con cuidado a la chica, y cuando por fin estuvo limpia y vestida, se preparo para curar la herida. Cuidando de no causarle dolor, se dispuso a cubrir la herida, aunque ella gimió un poco por el dolor, aun así, después de eso, ella no volvió a mostrar dolor.
Cuando por fin estuvo curada, la arropo de forma paternal,y se quedó viendo a la joven un rato más. Ahora que podía ver su rostro limpio, no podía dejar de pensar que le recordaba a alguien, alguien de su pasado.
Cuando comenzó a tener sueño se dio cuenta que no sabía en donde iba a dormir, sería inapropiado que durmiera en su cama, al lado de la chica; así que decidió acercar una silla y en la oscuridad contemplarla dormir, hasta que él mismo se durmió, e incluso dormido,no pudo dejar de ver la cara de la chica que él había salvado.
Javert despertó temprano, cuando todavía estaba oscuro, la chica estaba murmurando cosas de una manera muy asustada, seguro tenía una pesadilla.
-No Montparnasse déjame, Montparnasse por favor- Decía la chica. -Montparnasse, Montparnasse- No dejaba de repetir ese nombre con cierta preocupación en su voz.
-Mademoiselle, despierte...¿Esta bien?- Comenzó a decir él inspector con su tono duro y mirada compasiva.
La joven pronto comenzó a despertar, estaba sudando y tenía lagrimas en su ojos. Por primera vez, él pudo ver la mirada de ella, y aunque no lo quisiera aceptar, se fascino por lo que vio, un par de grandes ojos cafés.
-Mademoiselle, ¿Esta bien?- Pregunto de nuevo él inspector.
-¿Dónde estoy?- Pregunto la chica intentando sentarse, aunque le dolió la cabeza y regreso a su posición inicial.
-Esta en mi casa, la encontré tirada en la calle... Tenía una herida en la cabeza.
En cuanto la chica escucho eso, sus ojos nuevamente se llenaron de lagrimas, comenzó a llorar a lagrima viva y el inspector no podía comprender cual era el motivo.
-Mademoiselle, ¿Cuál es el problema?- Pregunto algo irritado por las lagrimas sin ninguna razón aparente, debería estar agradecida por salvarla.
-Montparnasse lo logró- Dijo con muchas más lagrimas -Mi virginidad era lo único que me quedaba y ahora ese hijo de puta me la quito- Esta vez sus lagrimas fueron remplazadas por ira, ira a ese tal Montparnasse.
Por fin Javert entendió sus lagrimas; ella creía que ese chico había logrado su propósito.
-Mademoiselle- Dijo él inspector -Logré llegar antes de que fuera demasiado tarde, pero estaba bastante sucia para poderla curar, así que la bañe, espero que no tenga inconveniente con eso, yo no hice nada malo, solo la limpie-Dijo un poco nervioso de la reacción de la chica.
-Gracias Monsieur- Dijo la chica limpiándose las lagrimas frescas. -¿Quién es usted?- Pregunto tratando de ver él rostro del inspector a través de la oscuridad.
-Antes Mademoiselle,la he recibido en mi casa, la he ayudado a bañarse y curado sus heridas, al menos me merezco saber su nombre primero ¿No?- Dijo él inspector reprimiendo el impulso de poner su enorme mano, en su delicada mejilla.
-Me llamo Éponine- Dándole una ligera sonrisa que a pesar de la oscuridad de la mañana, el inspector logro distinguir.
-¿Sin ningún apellido?- Pregunto, retomando su voz autoritaria.
Lo pensó por un momento, pero no pudo pensar en ninguna escusa valida para no decirle.
-Thénardier- Dijo casi en un susurro, que fue difícil comprender.
Sin embargo Javert lo escucho. Rápidamente se enderezó y se puso duró como una roca. Conocía a la familia de esta chica, y por un momento se sintió estúpido por no reconocerla, cuando esta pequeña rata tenía un parecido con su madre cuando esta era joven. Solo sintió desprecio por esta chica, el parecido que tenía con su madre solo aumento su ira. Conocía a toda la familia de Thenardier, sabía que esa rata tenía dos hijas: Esta pequeña rata que estaba en frente de él, y otra menor.
-¿Usted quién es Monsieur?- Preguntó la chica con una voz suave.
Él no contesto, no podía ni hablar, solo se acercó a encender una vela junto a su cama, y la llevo hacia él, para que la niña pudiera ver su rostro.
La cara de la chica palideció al ver quien era su salvador; al saber quien la había bañado y por consecuencia visto desnuda.
-Monsieur, yo no he hecho nada malo- Dijo la chica intentando pararse, pero de nuevo, el dolor de cabeza era atroz.
-No te he traído para arrestarte chica- Dijo el inspector perdiendo el respeto con el que había trato a la chica con anterioridad, remplazando lo con una voz llena de ira combinada con asco. -Vete- Dijo casi en un susurro.
Éponine lo escucho muy bien,y sin ninguna duda comenzó a pararse. La cabeza le dolía demasiado y a simple vista se podía notar la fiebre que tenía. Pero ni al inspector ni a ella les importo. Pero cuando ella puso los pies en el piso y se dispuso a pararse, se mareo, y rápidamente se volvió a sentar.
El inspector no sentía pena por ella, en realidad sentía ira, porque había deseado a una rata sucia de la calle. Porque esta chica era la asquerosa prueba de lo que le había hecho la madre de esta, se había burlado de él, lo había traicionado, él había creído en ella y lo engaño.
Lo único que quería, era que esta chica se fuera lejos de su casa; para poder pensar con claridad.
Ella no se podía parar, la cabeza le daba vueltas y la fiebre la tenía bastante elevada. Pero lo único que quería era alejarse de ese lugar, quitarse la ropa de Javert y regresar a la calle.
Javert dirigió su mirada a ella, solo para encontrar una escena que podría haber sido desgarradora para él, si fuera capaz de sentir algo. Era Éponine, estaba intentando reprimir el impulso de llorar, sudaba tanto que las gotas le resbalaban por la cara, la cabeza le daba vueltas y él creía que en ese mismo momento vomitaría.
Cuando por fin encontró las fuerzas para levantarse , le fueron arrebatadas y estaba lista para volver a sentir el frío suelo, pero Javert hizo un rápido movimiento y agarro su cintura con delicadeza y la atrajo hacia el para evitar otro golpe. La cargo con mucho cuidado y la volvió a recostar en la cama. Lo pensó por unos minutos, y llego a la conclusión que no podía dejarla vagar sola por la madrugada, no en ese estado. Fue a mojar un paño con agua helada, aunque no tuvo que hacer mucho puesto que estaban a principios de diciembre y el frío comenzaba cada vez más y más fuerte.
Ella estaba ardiendo en fiebre, y más tardo en calentarse el paño que en enfriarse su cabeza. Volvió a mojar el paño y ponerlo en el mismo lugar. Repitió este acto, por un par de horas más, hasta que por fin su cabeza volvió a estar a una temperatura correcta.
Volvió a dormir y pudo volver a ver ese pequeño rostro, y por un minuto podía jurar que era la mismísima Susan, no recordaba su apellido, pero ahora era Thénardier. Recordó las noches en que había sido suya, las noches en las que durmieron juntos, y por supuesto las noches en las que había visto su hermoso rostro. Ahora el rostro de Madame Thénardier ya no era hermoso. La vida no la había trato bien, envejeció demasiado rápido, consecuencia de tantos años en la calle.
Una diferencia que pudo notar entre esta esta chica y su madre, es que ella se veía más inocente, por supuesto que tenía un aire de picardía, pero seguía siendo inocente, típico de una niña de la calle. En cambió, su madre tenía mas malicia en su rostro, todo una gata.
Y en el fondo, asqueado y todo, creía que esta chica era bonita, y esperaba que la vida no la tratara, como trató a su madre.
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He aquí el primer capítulo, me siento orgullosa.
Espero que les aya gustado, espero sus comentarios y si tienen alguna pregunta, díganmela. Los quiero, ustedes me ven en el siguiente capítulo y yo los veo en los comentarios, bye.
