Secretos.
Al pensar en secretos es probable que muchas cosas vengan a nuestra mente, podríamos pensar en los códigos de lanzamiento de misiles nucleares, el origen de la vida, la existencia del área 51, el número de rechazos que ha recibido Hiratsuka sensei, mi amor por el Max Coffee (Bueno eso último no es un secreto) ¿La receta del pollo Kentucky, quizás?
Incluso el Dios de Abraham e Isaac, guarda celosamente en secreto su nombre. (Quizás porque es impronunciable o porque tal vez se llame Gary, y eso no intimida ni genera reverencia, es más no provoca nada.)
En fin, los secretos son tan viejos como la civilización misma. Desde el primer humano que susurro algo a un prójimo procurando que un tercero no se enterara de lo que este dijo.
Alguien dijo una vez que los secretos son los destructores de muchas relaciones, pero yo no creo que sea cierto. El 100% de las relaciones que se destruyen son a causa que en primer lugar existen dichas relaciones, así que a los secretos me los dejas en paz. ¿Eh?
Por eso como solitario soy una buena fuente para decir que los secretos son buenos, los solitarios somos los mejores en guardar secretos, somos leales al silencio y nuestras bocas están selladas. (Eso y el hecho de que estamos tan solos que no hay con quien compartir los secretos)
E incluso yo, Hikigaya Hachiman ejemplo de los solitarios, gran líder de la cruzada por los que deseamos vivir en nuestras casas esperando que nuestras esposas nos provean con el pan y admirador de Schopenhauer. Incluso yo tengo secretos y de hecho es por ello que hay tres mujeres frente a la mesa de la cafetería en la que me encuentro ahora.
Por alguna razón dos de ellas están mirándome fijamente como si exigieran una respuesta de mí.
Una con ojos que bien podrían lanzar dagas afiladas y la otra tiene la mirada como si estuviera dolida de algo. (Vaya a saber Dios que).
Alguien viene hacia mi mesa y le reconozco. Espero que no haga nada raro, es más espero que capte la situación y se vaya lejos, algo me dice que debo temer por mi integridad.
¡Hay Dios! Ahí viene y parece que va a hacer su rutina.
-¿Hola? – Dice para llamar la atención de las tres mujeres que se hayan frente mi mesa. - Lo siento, pero ¿Puedo sentarme? Estoy charlando con quien está en la mesa. - Dice con confianza y aplomo en un japonés muy formal
Las tres giran para ver mejor a quien dice que charla conmigo y se llevan una pequeña sorpresa al ver de quien se trata.
A veces me pregunto ¿Cómo es que me meto en este tipo de situaciones?
