El aniversario.

El reloj de mano de Neville Longbottom acababa de anunciar, tran un sonoro "te estás retrasando", que ya eran las seis de la tarde, sabía que tenía algo importante que hacer, pero no estaba seguro de qué era, esa mala memoria que lo había acompañado desde pequeño estaba haciendo estragos en su vida, no sólo en su trabajo, en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde impartía clases de Herbología, y en donde los alumnos, inteligentemente le jugaban todo tipo de bromas, sino también su vida personal, con suerte había conseguido casarse, pero no sabía cuánto tiempo más duraría el encanto, siendo él tan despistado.

Caminó hasta la sala de profesores, y tras saludar a algunos y despedirse de otros, arrojó un puñado de polvos flu a la chimenea, que al instante comenzó a arrojar largas llamas de color verde, en las que se metió para anunciar que iba a su casa. Tras algunos instantes de estar girando y ver chimeneas pasar rápidamente frente a sus ojos, se detuvo frente a una casa preciosa, la sala de estar estaba completamente limpia, con varios mueblecitos llenos de libros que normalmente estaban desordenados, cosa que lo desconcertó; por la ventana se podía ver el crepúsculo que sucedía lentamente, bañando los sillones blancos con su luz, donde su gato descansaba, escondiendo la cabeza peluda.

Avanzó con sumo cuidado entre las pilas de libros que seguramente Luna había dejado ahí para enseñárselos a los niños, y se dirigió a la cocina, guiado por el exquisito olor de lo que parecía ser asado, ahí pudo encontrar a su esposa, con el cabello rubio atado en una coleta, preparando aquél delicioso platillo, sin embargo, no supo a ciencia cierta por qué estaba cocinando algo tan elaborado ese preciso día.

Luna le sonrió suavemente, para después tomar una flor que se le había quedado atorada en la túnica, de color rojo y con el tallo de color azul, una especie para nada peligrosa, pero que no debía estar ahí, estaba a punto de quitársela de las manos, para excusarse después por haber sido tan descuidado cuando ella murmuró que era un excelente regalo para su aniversario.

El semblante bonachón y sonrosado de aquél Neville de 35 años se puso más blanco que un pergamino, ¡así que eso era lo que había olvidado! ¡su aniversario! Comenzó a retorcer los dedos alrededor de su capa de viaje, tratando de encontrar una buena excusa para su olvido de algo tan importante, pero no la necesitó, porque al instante Luna exclamó muy emocionada: ¡Me parece que esta es una especie nueva de snargaluf! ¡Tengo que avisarle a mi padre! Pero primero debes estar en cama, esta nueva especie parece ser peligrosa, y ya te ha afectado -dijo, señalando cómo este sudaba- No te preocupes, yo arreglaré todo.

A veces Neville Longbottom era la persona más suertuda del mundo, sobretodo ese día, en que una simple flor lo había salvado de uno de sus descuidos, ganándose entonces los cuidados de su esposa todo el día.

FIN.