A GOOD LIFE IS (NOT) STAY WITH YOU

Notas: Manga/Animeverse. Ligeros cambios en el canon. Humanización de Madara. Contenido Shotacon (en un futuro) no apto para sensibles de este género. Los personajes no me pertenecen, la historia .

¡Muchas gracias a MatsunoPines por la portada!


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Capítulo I: Lluvia Silenciosa

No necesitaba de ellos. A decir verdad, no necesitaba de nadie y nadie necesitaba de él. Se odiaba a sí mismo y los odiaba a todos, no entendía por qué tenía que sufrir con todo esto, ¿qué había hecho él para merecerse todo lo que le estaba pasando? Nunca lo entendería, ¿es que acaso estaba pagando por algo que aún no hacia?

Los sentimientos que le inundaban formaban una tormenta en su cabeza, así como la que parecía estar a punto de caer, mientras corría sin rumbo aparente. Sólo corría y nada más, no quería saber nada de nadie, estaba herido. En su camino con el cuerpo desganado, una pequeña gota se asomaba de entre su rostro cubierto por su cabello, pasando por una marca rojiza bastante notoria, la marca de un golpe a mano abierta, aún dolía.

El pequeño continuaba corriendo, a medida que avanzaba más, su cansancio también lo hacía, cada vez tomaba más bocanadas de aire al tiempo que iba disminuyendo su velocidad, hasta llegar al punto de detenerse por completo, agitado y con un poco de sudor en su frente. Mantuvo la vista al suelo mientras recuperaba el aliento, ahora ya no sabía qué hacer; cuando levantó su rostro al horizonte se percata de lo grisáceas que estaban las nubes y el estruendo que producían constantemente.

Estaba lejos de casa, o más bien del lugar en donde se quedaba; no podía regresar así y al ver el bosque frente a él, piensa en que podría encontrar algún templo o refugio en el que pudiera quedarse. No cree que pudiera haber otro lugar peor que ese; y con eso, toma el suficiente coraje para adentrarse en el follaje del bosque.

Nunca en su vida había sentido la soledad tan intensamente como esa vez, andar por entre tantos árboles, plantas y unos cuantos animalitos le daban cierta inseguridad, temía que alguna cosa espantosa fuese a salir de la nada y se lo intentara comer o algo por el estilo. También tenía frío, mucho pero mucho frío, el viento no favorecía y a ratos sentía pequeñas gotas caerle encima, vio al cielo y supo que llovería más pronto de lo que suponía.

Caminaba sin rumbo, observaba sus alrededores y se apresuraba en buscar algún refugio, cada vez sentía más las gotas. Apresura su paso poniéndose más ansioso de no encontrar nada, las gotas ahora mucho más abundantes empiezan a mojarle sus ropas y el frío que sentía de igual manera se incrementaba. Estornuda un par de veces deteniendo su paso, se queda inmóvil por unos segundos, cubriéndose con ambos brazos como si intentara entrar en calor y sus esperanzas disminuyen cada vez más.

Levanta su vista, inspeccionando por última vez su panorama e inesperadamente alcanza a ver no muy lejos de donde estaba un árbol hueco. Corre hacia él con las pocas fuerzas que le quedan, empapado y soñoliento, para suerte suya aquél árbol tenía el suficiente espacio como para que cupiese bien y aquella húmeda estrechez le parecía lo más cálido del mundo. En cuestión de segundos cede al sueño producido por el cansancio.

—Hey, Misuzu; ¿ahora qué te resulta tan interesante? —pregunta curioso Madara, quien sólo iba pasando por donde se encontraba el youkai.

—Un niño humano. —contesta con simpleza sin apartar su vista de donde la tenía, siempre apoyado sobre sus patas delanteras que rebasaban un poco del acantilado de donde se encontraba recostado. —Parece que está perdido, no veo ningún otro humano cerca, y ellos rara vez los veo andar solos. Será interesante verlo morir lentamente, ¿no crees, Madara? —ríe por lo bajo provocando el tintineo de sus cascabeles, mientras ve de reojo al otro youkai que no había dicho palabra alguna en lo que llevaba hablando.

Al lobo albino gigante le resulta imposible ver hacia otra dirección que no fuera donde estaba el pequeño niño humano; lo veía y algo en él se sentía diferente, como un extraño impulso que le gritaba cosas que desconocía, una sensación que no había sentido hacia otro humano en muchísimo tiempo. Sus ojos verde olivo despedían un brillo anormal que, ni el mal tiempo podía opacar.

— ¿A dónde vas? —al momento nota las acciones del otro youkai. — ¿Acaso piensas ir con ese niño humano? —ríe con fuerza y Madara reacciona un poco a lo que estaba haciendo, ¿realmente estaba yendo hacia él? Sacude un poco el agua en su cabeza, sin quitarse nada lo mojado que estaba su pelaje, se vuelve un poco a donde estaba Misuzu. —Si planeas hacerlo al menos hazte pasar por un humano, he visto que ellos, y más los niños, se asustan muy fácilmente. —continua hablando con la misma neutralidad del principio, a lo cual Madara no comprende del todo.

Y la ira se manifiesta en él por creerle un benévolo con los humanos.

—En ningún momento dije que iría con ese niño. —trata de conservar su calma.

—Como digas, Madara. —dice en un tono algo burlón. —Pero lo que digo es cierto, no tardará mucho en enfermarse. Oh, también hay muchos youkais menores que gustan de comer niños, ¿verda…? —voltea hacia donde se encontraba Madara, y sí, se encontraba.

La lluvia cada vez le era más molesta, y Madara ahora le iría a acabar con su diversión. Considera mejor volver a su montaña antes de que algunos youkais insignificantes se quieran aprovechar de su ausencia.

El tintineo de unos cascabeles resuena en toda la anchura del bosque.

En tanto, los ojos del pequeño se abren repentinamente acompañado de un sobresalto que le hace despertar por completo; sin salir del todo del hueco del árbol da un vistazo a su alrededor, ¿se lo habrá imaginado? Lo considera al no ver nada, y el frío causado por la lluvia se adentra en él con mayor intensidad, literalmente se estaba muriendo del frío.

Trata de guardar el mayor calor posible al contraer su cuerpo, no funciona del todo pero al menos le ayuda a superar más esa horrible sensación; se enfermaría después de eso, estaba seguro. Cierra sus ojos en busca de volver a conciliar el sueño, pero de la nada estornuda un par de veces, sintiéndose peor.

—Niño. —escucha una voz, quizá otro sueño. — ¡Oye, niño! —se sobresalta ahora escuchando realmente que una voz le llamaba.

¿Qué se suponía que haría? No sabía pelear y estaba demasiado cansado como para huir, y peor aún con toda la lluvia que seguro ya tenía toda la tierra hecha lodo… Su corazón latía como si se le fuese a salir del pecho y en momentos así, lo único que deseaba era en que su mamá y su papá estuvieran con él. Unas lagrimitas se asoman por el borde de sus párpados inferiores, asustado.

— ¡Niño! ¿Qué estás haciendo aquí en plena tormenta? ¿No sabes que te puedes enfermar por mojarte al aire libre? —dirigía su vista hacia el hombre que gritaba y le reclamaba, parecía un tipo de sacerdote por cómo vestía. —Toma, cúbrete con esto. —lanza sobre él una toalla que le alcanza a tapar más de su cabeza. —Vamos, sal de ahí. —abemola ya más calmado, mientras le extiende un paraguas con delicadeza, él ya traía uno propio.

No reacciona, se ha quedado inmóvil y sus ojos son los únicos que expresan todos los sentimientos que están fluyendo por él al reflejar un brillo excepcional, llenos de esperanza. Y una pequeña parte de él aún conserva algo de duda ante la ayuda que le estaba ofreciendo ese desconocido. ¿Y qué otra opción tenía? A esas alturas ya no podía perder nada, y realmente no se veía una mala persona.

Tembloroso extiende su brazo izquierdo, y de un momento a otro se siente jalado hacia el exterior, ya con la tormenta un poco sosegada. — ¿Quién es usted? —arrastra su voz estando todo el tiempo lo más apegado a él y con el paraguas fuertemente sostenido.

—Madara. —contesta secamente y sin voltear a verle.

El niño no deja de mirarle, su expresión denotaba sorpresa y alivio cuando tiene la oportunidad de observarlo más detalladamente; le parecía un poco extraño que estuviera todo de blanco, incluso su largo cabello era blanco en su totalidad, también le parecían extrañas esas marcas rojizas en su rostro, algo así como unos tatuajes que creía estaban prohibidos. Y lo más extraño a su parecer eran las facciones de Madara tan semejantes a los de esas chicas bonitas que llegaba a ver en la televisión.

— ¿Y tú, niño? ¿Cuál es tu nombre? —pregunta viéndolo de reojo.

—Natsume. —le sonríe, después de mucho tiempo.


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Greetings!

Me parece muy triste ver tan abandonado por aquí ya que ésta serie es tan hermosa como para no tener un fandom más activo -kora roto-, y sobre todo ahora que acaba de terminar la sexta temporada :c Por eso quise traer ésta cosita amorfa que realmente hago con mucho amor -inserte here cora gay- Creo que será una suerte que alguien pueda leer esto XD
Los veré en el siguiente capítulo~