¡Hola!
Esta es mi primera fic y tenía que ser Seddie…! Hahaha ¿Qué puedo decir? Amo esta pareja, aunque el programa no me encanta… pero ¡adoro la pareja que forman!
Espero que les agrade esta fic.
El capítulo es corto, pero principalmente es una introducción… espero que la inspiración me ayude :)
Mmm… que mas…
iCarly no es mío, nunca lo será (:
iHateYou…
-Capítulo 1-
-Nuevo enemigo-
– Y bien Carly… ¿Qué aprendimos hoy? – La rubia tenía un enorme gorro en la cabeza, el cual tenía forma de pollo.
–¡Nunca coman pollo frito en medio de un gallinero! – La castaña bajó el tono de voz y se acercó a la cámara. – A menos que sean Sam…
–Me encanta el pollo frito… – La chica tenía una pierna en la mano.
–Bueno, eso ha sido todo en iCarly… –La chica aventó su sombrero con forma de avestruz hacia algún lado del foro. – ¡Pórtense bien y coman frutas y verduras!
Se acercó a la cámara. –¡Golpeen a Freddie cuando lo vean pasar por la calle…!
–¡Sam! – Gritó la chica mientras que Freddie ponía los ojos en blanco. – Bueno, ¡Adiós!
–Y…estamos fuera. – El chico bajó su cámara y tecleo algo en la computadora.
–¿Alguien quiere limonada? – Spencer traía una enorme jarra.
Tanto Carly como Freddie se acercaron y tomaron un poco. – También tengo costillitas… – Enseguida, Spencer Shay se arrepintió de haber hablado, la rubia casi lo tira para poder tomar el plato lleno de carne.
–Sam… Sam… – La chica estaba demasiado concentrada en devorar hasta la última costilla que no escuchaba que su mejor amiga le hablaba. –¡SAM!
–¿Eh? ¿¡Que! – Tenía un hueso en la boca. – ¿¡Qué cosa!
–Tenemos que preparar el trabajo de biolog…
–No me hables de tareas. – Tomó un vaso de limonada. – Es viernes…
–¡Sam! – Carly comenzaba a estresarse. – No voy a hacer todo el trabajo ¿¡Me escuchaste!
–Si… ya… mama se encargará…
A comparación de la mayoría de los chicos en el pasillo, a Samantha Puckett no le importaba si llegaba tarde a la estúpida clase de matemáticas. No podía creerlo, el fin de semana se le había hecho demasiado corto… después de todo, Carly se estresaba más de lo normal y le había obligado a ayudar en el proyecto. Odiaba la tarea, por eso no la hacía, pero era diferente cuando el trabajo contaba para las dos.
Se encogió de hombros y siguió caminando.
Subía las escaleras lentamente, como si sus piernas le pesaran treinta kilos o como si no hubiera comido en días. Algunos compañeros, molestos, le pedían permiso o simplemente la rebasaban… pero nadie le empujaba…
…Nadie se atrevía a hacerlo.
La sonrisa que antes, se había formado en su rostro, se esfumó… Justo cuando estaba pensando en eso, sintió como alguien le empujaba y ella chocaba contra uno de los barandales. No le había dolido, pero estaba molesta…
Volteó y vio como cada persona que estaba en el pasillo corría, consientes de que a Samantha Puckett nunca, y repito, nunca, se le debía hacer eso. Pudo visualizar al chico que le empujo y enseguida lo enfrentó.
–¿Qué te pasa? – Nunca había visto a ese chico en su vida, supuso que era nuevo. Pero así fuera quien fuera, debía de conocer las reglas. A ella NADIE le hacía NADA.
–Estorbabas niñita… – No, no pudo haber dicho eso…
–Bueno NIÑITO, – Dijo ella molesta. – ¿donde quieres tu maldita patada?
El chico la miró extrañado, para después formar una sonrisa. Una sonrisa que derretiría a cualquiera. Aunque Sam no se diera cuenta, el chico era bastante atractivo. Era de castaño y ojos verdes. Pero a la rubia le valía un pepino si era el hombre más guapo del universo, nadie le hacía eso. – ¿Tu a mi? – Eso era lo último que podía soportar, le mató con la mirada como nunca lo había hecho.
El chico seguía sonriendo, como si de verdad le causara una enorme satisfacción la escena. Tomándole desprevenido, le dio un fuerte puntapié, seguido de un golpe en el estomago y cuando estaba a punto de apretar su cuello para que se desmallara, el chico la detuvo, tomando su brazo fuertemente. – ¿Quién te crees? – La cara del castaño había cambiado por completo, estaba obviamente molesto, aunque aún así, seguía siendo demasiado atractivo.
–La niñita que te golpeo. – Dijo sonriendo y soltándose de su agarre. El chico estaba sorprendido por lo que no mantuvo la fuerza. – Aquí hay reglas niñito, nadie le hace nada a Samantha Puckett… – La chica sonrió y se alejó de allí.
Siguió caminado y seguía sonriendo, eso le había subido completamente el ánimo. Sin embargo dejó de hacerlo, pero esta vez al darse cuenta de que ya había llegado a la clase de Matemáticas. A juzgar por el ruido que provenía del salón, el profesor aún no llegaba.
Suspiró.
Habían tantas, TANTAS materias… pero definitivamente odiaba las matemáticas.
Se encogió de hombros y entró al salón. Después se sentó en el asiento al lado, de su ya presente, mejor amiga.
–¿Qué onda Carls? – Le dijo mientras tiraba su mochila al lado de su asiento.
–Hola Sam… – La chica le saludó sacando su cuaderno de su mochila. –…llegaste temprano. – La chica sonrió al ver la cara de sorpresa de su amiga. – Así es Sam, llegaste temprano.
–¡Rayos! ¡Estúpido reloj! ¡Se supone que lo atraso diez minutos! – Se quitó el reloj y comenzó a golpearlo con el cuaderno de Gibby.
–¡Mi cuaderno! ¿Cómo lo conseguiste?
Sam le devolvió el cuaderno. – Lo saqué de tu mochila…
–¡Pero mi mochil… – Gibby vio como su mochila estaba toda abierta. La tomó y comenzó a guardar sus cuadernos. – No entiendo como lo haces… – Dijo mientras se cambiaba de lugar.
La rubia se encogió de hombros y sacó un recipiente de plástico de quien sabe dónde. Lo abrió y adentro había un pedazo de pastel de chocolate que lucía bastante delicioso. –¿Quieres Carls? – Dijo mientras comenzaba a comer.
–¿Tu mamá te mandó pastel? – Dijo bastante sorprendida y tomando un pedazo.
–Mmm… digamos que sí. – Dijo mientras seguía comiendo.
–¡Sam! – Su gordito amigo tomó el traste que Sam había dejado encima de su banca. – ¡Ese es mi pastel!
Lo primero que Freddie se encontró al entrar al salón, fue a Sam levantándose de su asiento y mirando a Gibby con una mirada asesina que no se podía describir. – Pero por supuesto que te lo regalo Sam… – Observó como su amigo se iba y se sentaba lo más lejos posible mientras Sam sonreía y se sentaba. El chico sonrió del lado, de verdad su amiga nunca cambiaría.
–Hola chicas… – Freddie se sentó en su lugar de siempre, atrás de Sam.
–Hola Freddie. – Dijo Carly sonriéndole.
–Fredñoño… – Dijo Sam mientras seguía comiendo el pastel de chocolate.
–¿No es muy temprano para tus insultos? – Dijo a sus espaldas.
–Mmm… – Volteó a verlo con algunas manchas de chocolate en su cara, Freddie no supo porque, pero la imagen lo distrajo un momento. Volvió en sí y vio como Sam parecía meditar su pregunta. – …claro que no Fredward.
Freddie le miró bastante molesto y estaba a punto de reclamarle, pero Carly se le adelantó. – ¡Basta chicos! El profesor ya llegó.
Sam volteó y vio como el profesor dejaba su maletín en el escritorio.
Estaba lista para la tortura…
"Al menos ya no tendré matemáticas" Dijo Sam sonriendo, tenía que ver el lado positivo de las cosas. Una vez que llegó a la oficina del director Franklin, no hubo necesidad de que dijera algo, la secretaria del director le dijo que la atenderían en un momento.
Se sentó en la sala de espera, como siempre. Después de unos diez minutos, estaba bastante alegre de que ya estaba perdiendo la tercera clase, cuando escuchó la voz de un maestro. El hombre hablaba o más bien gritaba, bastante irritado.
Al parecer ella no era la única que había dado problemas ese día…
–¡Exijo hablar con el director Franklin! – Gritaba el profesor de historia, mientras señalaba a un chico que estaba a su lado. – ¡Este niño debe de ser castigado!
–Entiendo perfectamente profesor… – Se notaba que la secretaria ya estaba más que molesta.
–¡Claro que no! ¡Este niño me aventó un huevo en la cabeza! – La curiosidad de Sam aumentó, ¿Quién, además de ella, haría algo tan genial como eso?
–¡Ya le dije que el director Franklin no está! – Al parecer la señora ya estaba demasiado harta como para soportar eso. – Véalo de esta manera… – Dijo un poco más serena y hablando despacio. A pesar de ello, Sam podía escucharla. – Al menos no le paso lo que al profesor de matemáticas.
El profesor, ahora completamente sorprendido, miró de reojo a la sala de espera. Sam pudo observar como el profesor se ponía blanco al verla y solo pudo sonreír.
–¿Pu-Puckett? – Volteó a ver a la secretaria. –¿Qué hizo?
–Tuvo que ser llevado al hospital – Dijo la mujer en tono bajo. – Esta bien, solo fue el susto.
El hombre suspiró. – ¿A qué hora llega el director Franklin?
–No tardará.
–De acuerdo, volveré cuando llegue. – Se acomodó el saco. – Tú… – Se dirigió al chico. – ¡Quédate en la sala de espera! – Señaló el lugar y sin más, se fue.
Sam se sentó como si no se hubiera dado cuenta de todo el griterío. Observó al chico entrar.
No podía creerlo, era el idiota que le había dicho "niñita". El castaño se sentó y dejó su mochila en el asiento que quedaba, el que lo separaba de Sam.
–Perfecto. – La chica se cruzó de brazos. Para después sonreír… – ¿Todavía te duele? Niñito… – Para su sorpresa, el chico no se molesto, de hecho hasta sonrió.
–Los golpes de las niñitas no duelen– Dijo dirigiéndole la mirada. Pero algo estaba mal, incluso parecía entretenido con la discusión.
La chica le miró con odio. – Entonces supongo que tus golpes no duelen. – ¡Oh si, Samantha Puckett eres una genio!
El chico frunció el ceño y estaba a punto de contestarle cuando la secretaria del director Franklin abrió la puerta y entró a la sala. – Voy a salir… – Observó a ambos con mirada amenazadora. – No quiero ningún problema, de ningún tipo PUCKETT – Sam se sintió evaluada por la mirada del castaño. – El profesor Franklin está con unos padres de familia, no tardará. – Después de esto, simplemente salió.
Sam se sentía molesta. ¿Cómo se atrevía a hablarle de esa manera? Y no solo se refería al estúpido ese, sino que también a la estúpida secretaria. Sonrió, tenía que pagar… definitivamente.
–Te odian… – Dijo el castaño después de un rato.
–Yep… – Levantó su mochila para sacar algo de ella.
–Ragazza strana(*)… – La chica volteó verle enojada.
–Ya deja de decirme niña… – El castaño volteó verle sorprendido. – …yo también se italiano niño… y no soy rara.
El chico sonrió y estaba a punto de responder cuando el director Franklin llegó. – Sam, ¿ahora qué? – Enfocó sus ojos en el otro chico. – Alessandro ¡Es el primer día! – El chico se encogió de hombros y Sam volteó verle, el chico no solo sabía italiano… era italiano.
(*) = En italiano… "Niña rara o extraña"
¿Qué tal?
¿Qué les pareció?
Hahahaha
Como ya les dije, esto es una simple introducción (: Prometo mucho Seddie (:
¿Qué creen que pase?
¿A Sam le gustaran italianos igual que a su mamá?
xD hahaha Saludos!
R
E
V
I
E
W
