Hermione despertó alterada, cayéndose de la cama ¡¿cama?! La joven se levantó de un salto y evaluó sus alrededores. La habitación le resultaba conocida, se veía como una de las recamaras de Grimmauld Place, pero estaba en óptimas condiciones, no como la recordaba. ¿Cómo había llegado ahí? Lo último que recordaba era… "Oh, Dios…" la garganta se le cerro, dejando escapar un sollozo estrangulado. Lo último que recordaba era a Snape en el suelo de la casa de los gritos, rodeado por su propia sangre "Severus…" murmuró la joven, que nunca se hubiese atrevido a llamarlo así en su presencia. Un enamoramiento infantil había nacido en tercer año, cuando él se había lanzado frente al transformado profesor Lupin para protegerla a ella y a sus amigos; un enamoramiento que fue creciendo y desarrollándose, madurando en un amor real, con el paso de los años. Y lo había visto morir. Harry y Ron habían corrido, apresurándose hacia el castillo para ver las memorias que él les había entregado, pero ella no había podido irse. Ellos no lo habían notado. Hermione Granger se quedó allí, arrodillada, temblando por los fuertes sollozos que la sacudían, aferrada al cadáver de su profesor, de su amor. Nunca iba a poder decirle lo que sentía por él, no es que creyera que el la correspondería, pero aun así… él nunca supo cuan amado había sido. "Merecías ser amado, Severus Snape. Más que nadie, merecías ser amado" había dicho, con voz rota, al frio cuerpo frente a ella "Desearía haber tenido el privilegio de conocerte antes, yo te habría amado, hasta el final", y había depositado un devoto beso en aquellos fríos y ensangrentados labios y su magia había pulsado con fuerza en su interior, como nunca antes, justo cuando una luz de un enfermizo color verde la golpeo en la espalda.
Avada Kedavra.
¿Cómo estaba viva? ¿Por qué estaba en Grimmauld Place?¿Que había sucedido con la batalla?
Se giró, dispuesta a encontrar sus respuestas, cuando sus ojos se encontraron con otros, de un celeste pálido y grisáceo. En el espejo. Una niña extremadamente pálida, de ojos del color de un cielo nublado y largo cabello negro la observaba. El aliento se le atrapo en el pecho.
Era ella.
Era ella reflejada en el espejo.
Un gritito agudo e infantil escapo de su garganta.
Era ella, pero no era ella, Hermione Granger le devolvía la mirada, llena de horror y pánico, atrapada en los ojos de una niña de 11 años.
Hola! Cómo están? Soy nueva por aqui, pero tenia esta idea dandome vueltas en la cabeza y no podia no escribirla. Espero que les interese (y tengan paciencia, es mi primer fic).
Saludos!
Lady Black Snape
