D: me picaban las manos de las ansias de escribir esto, no puedo quitarme de la cabeza a Castiel de esta forma. Probablemente se vea un poco OC…pero me respaldo en "son adolescentes". Espero les guste, porque igual pienso seguirlo y a lo mucho serán como cuatro capítulos…¡No me arrepiento de nada!
Capitulo 1
Me canse de complicarme la vida.
El sonido de golpes lo trajo fuera de su libro, alzo la mirada y vio a su padre limpiando una de sus armas de caza.
-Están tocando la puerta.- Dijo, como si el adulto no se hubiera dado cuenta.
-Sí, lo están.-contesto sin levantar siquiera la vista del arma.
-Iré a ver quién es.- Sam se levanto sabiendo que su padre no haría nada por saber quien estaba a la puerta. Mientras mas avanzaba más fuerte y desesperados eran los golpes, se pregunto cuánto tiempo habrían estado llamando a la puerta.
-Ya voy.- Intento gritar sin esforzarse realmente. Abrió la puerta y al instante un hombre intento colarse dentro.- whoa, espera hombre, ¿qué sucede?
-Perdona, mi hermano entro a tu casa.-dijo con rapidez.
-¿Qué?
-Mi hermano, creo que entro a tu casa, y realmente, realmente tengo que sacarlo.- Antes de que Sam pudiera responderle, se escucho un ruido en el piso superior.- Demonios.
Dean dejo caer la mega enciclopedia que hurto de la habitación de su hermano, tan solo quería molestarlo no es como si la necesitara. Levanto la vista del piso y se sorprendió, por un momento paso por su cabeza lo poco normal que solía ser su vida a veces; la forma en que su madre se había ido fue poco normal, que el Tío Bobby se casara con Ellen fue aún más raro, el enamoramiento que tuvo Jo con él había sido incomodo. Pero el chico semivestido sobre su cama se levaba el premio a lo extraño y perturbador. ¿Quién demonios era, y que hacia sobre su cama? Su padre solía traer gente rara a su casa, pero jamás se aventuraban al piso superior y menos a las habitaciones. Sobre todo su habitación.
-am ¿perdona?- Se aclaro la garganta y pregunto. No tenía idea de cómo se supone que debía que actuar una persona cuando encuentra un extraño sobre su cama. Tan solo había salido por un momento y cuando regreso estaba ahí acostado sobre su cama mirando al techo, aparentemente si notarlo entrar a la habitación.- Oye...- Había aprendido que cuando encontraba gente desconocida en su casa lo primero que hacía era conseguir un arma, algo con que defenderse, eso era lo que su padre le había enseñado. Pero no sentía amenaza alguna ante el chico acostado frente a él vestido con una camiseta larga y blanca, sin pantalones ni zapatos, por lo menos a la vista, en realidad era como su ya lo hubiera conocido antes. Se acerco y lo miro desde arriba, el chico le regreso la mirada sin inmutarse en absoluto.
-¿Cómo entraste?- pregunto al chico en la cama. Su padre y su hermano estaba en el piso de abajo, hubieran escuchado al abrirse alguna de las puertas.- Es el segundo piso.- dijo mirando hacia la ventana abierta, no era posible que hubiera llegado por ella hasta ahí.
-Volé.- Dijo volteando ligeramente hacia la ventana.- Eso es lo que los ángeles hacen, ¿no? Y yo soy un ángel.
-¿un ángel?
Se levanto de golpe, quedando frente a Dean.- Si, y tu Dean Winchester debes ser salvado.- Dean ni siquiera tenía que preguntarse cómo es que sabia su nombre, sus libretas, lápices y demás material escolar estaban regadas por la cama y el suelo, todas rotuladas con su nombre (cortesía del enano llamado Sam).
-¿Así?, ¿y de que me vas salvar?
-De ti.- Ahora se encontraba genuinamente interesado. Le parecía divertido ¿Acaso ese chico estaba flirteando?, no le parecía tan mala idea, pero la situación no parecía la indicada (aunque vamos, no es como si dudara de su propio encanto, venga era Dean Winchester ¿Quién podría resistirse a su encanto?)
-¡Castiel!- El hombre que entro gritando el, al parecer, nombre del chico, no lo dejo contestar. Debajo de su alivio por haberlo encontrado aun se veía angustiado. Atravesó la habitación hasta llegar al chico y lo abrazo.- Te dije que no te alejaras, ¿por qué entraste a esta casa?, sabes que no debes…No vuelvas a hacerlo.- dijo, lo ultimo un poco más serio.- Vámonos.- Tomo a su hermano de la muñeca y lo jalo hacia la puerta.- Lo siento mucho, No se volverá a repetir, en serio.
-Adiós, Dean.- Dijo el chico sonriendo mientras era arrastrado por su hermano fuera de la habitación y de casa.
Pronto los dos Winchester se encontraron solos en medio de la habitación.- Eso fue raro.- Dijo el menor intentando romper el incomodo momento.
-Si un poco.- Contesto, aunque en realidad hubiera deseado que durara un poco más. Ahora quería conocer a ese chico.
Pasaron dos semanas después del incidente, cuando se volvió a encontrar con el extraño chico casi había olvidado por completo lo que había pasado. Lo encontró cuando se fugo de clases, la escuela no estaba hecha para él así que a veces ni siquiera lo intentaba, sentado sobre el cofre de su carro. Por lo menos en esa ocasión estaba vestido, llevaba pantalones blancos y una delgada camisa blanca, incluso los zapatos blancos. Un poco extraño pero paso por completo desapercibido, le interesaba más saber cómo lo había encontrado.
-Ey.- llamo su atención.- ¿Cas, cierto?
El chico levanto la cabeza y sonrió.
-¿Cómo me encontraste? ¿Has estado siguiéndome?
-Soy tu ángel, tengo que protegerte. Para protegerte tengo que saber donde estas.- Contesto como si fuera lo más obvio.
- Encantador, pero perturbador. Me da la impresión que te has escapado otra vez y tu hermano debe estar buscándote.- Miro al chico mientras bajaba del capo. Frente a él podía apreciarlo mejor, lo primero que noto fueron las ojeras que parecían permanentes, después los ojos azules, demasiado brillantes casi antinaturales. Cabello negro y revuelto, tan solo un poco más bajo que él, pero delgado tal vez más de lo que debería.- Déjame llevarte.
El pelinegro lo miro un momento como decidiendo si debía aceptar, cuando termino simplemente se acerco a la puerta y la abrió. Entraron al auto, en cuanto cerró la puerta lo volteo a ver.- No nos hemos presentado realmente.
-Tú eres Dean Winchester
-Y tú eres Castiel, ¿no?- Pregunto, el pelinegro sonrió, parecía alegre de que lo supiera.-Entonces Castiel, ¿Dónde vives?
Se sorprendió un poco de saber que vivía apenas unas cuadras antes que su propia casa. Se detuvo frente a una casa grande y blanca, con un patio un poco descuidado y al parecer nadie a la vista. Castiel no mostraba muchos ánimos de estar de regreso, no hacía nada por salir del auto.
-Tu familia debe estar preocupada.
-Si se han dado cuenta estarán molestos.- Se veía nervioso, tal vez un poco temeroso. Si Castiel no pensaba salir por sí mismo y entrar de regreso a su casa, tendría que darle un empujón. Bajo del carro para abrir la puerta del copiloto
-Vamos.- dijo.- te acompañaré.- Una parte de él pensaba que no debía de hacerlo, acompañarlo, tratarlo de esa manera solo ocasionaría que lo siguiera aun mas, daba razones para estar con él. Pero parecía que internamente eso era lo que quería. Entraron a la casa juntos, no es que no estuviera limpia y cuidada, solo que por dentro era un caos, como si no hubieran tenido tiempo para asear o acomodar las cosas, simplemente se había acumulado poco a poco. Raro. Uno hubiera pensado que eran maniáticos del orden.- ¿Viven aquí tu hermano y tu solos?
-Gabriel y las chicas.
-¿Las chicas?- Castiel asintió y comenzó a caminar, Dean le siguió hasta la cocina, donde tomo del suelo a un esponjado gato negro.
-Así las llama él, esta es Meg.- El gato lo miro y comenzó a lamerse las patas. Ese gato no le gusto, había algo en la forma que lo miraba, como si se burlara de él. De pronto un gato atigrado, naranja se acerco y comenzó a frotarse contra sus piernas.- Esa es Anna. Creo que le agradas. Y la que está bajo la mesa es Hester. Ella es nueva, así que no le agradan mucho las personas aun.- Bajo la mesa había un gran gato gris, acostado simplemente mirando sus movimientos como su estuviera a punto de atacarle.
Dejo de mirar al gato y levanto la vista hacia la mesa. Había una nota y un frasco con pastillas. Volteo hacia Castiel, el miraba la nota bajo el frasco. Se acerco y miro las píldoras sobre la mesa.- Me hacen tener hambre.
-¿Eso es malo?- Supuso que hablaba de los medicamentos
-No necesito comer, mi gracia me mantiene el cuerpo estable.- Dijo soltando al gato sobre la mesa, quien se apresuro a irse.
-Oh.- Esta bien, podía manejarlo. No era como si comiera corazones o hiciera sacrificios a la luz de la luna. Era raro, pero podía vivir con eso. Era por demás, mucho más real que la gente que usualmente conocía. Se quedo ahí simplemente mirándolo, tanto tiempo, que ni siquiera se dio cuenta de lo tarde que se había hecho. Se disculpo y corrió hacia el impala, tenía que recoger a Sam e iba tarde. Antes de que saliera por completo de la casa, cas lo detuvo
-Dean.- dijo, apenas audible. Miro hacia abajo y no dijo más. Pero Dean entendió la pregunta muda.
-Nos vemos luego.- dijo, planeaba regresar. Sonrió, por supuesto que iba a regresar. Castiel le regreso la sonrisa tímidamente.
Llego tarde. Sam estaba fuera de la escuela esperando, por suerte no estaba solo. Una chica rubia, bastante linda estaba hablando con el, su hermano se veía feliz, realmente no quería romper el momento pero era tarde. Estaciono frente a ellos y Sam casi salto cuando lo vio, se despidió de la chica y entro al auto.
-Es tarde.- dijo cuando arranco el carro.
-Lo se
- ¿Dónde estabas?- Preguntó el menor, después de no recibir respuesta solo agrego.- Papá se va a molestar.
Probablemente lo haría, pero aun no podía decírselo si se lo dijera a su padre o a su hermano no lo entenderían. Fuera de ese pequeño círculo que era su familia había apenas unas cuantas personas en las que podía confiar. Bobby, Ellen y Jo eran especiales, pero además de ellos no había nadie más. Entonces había llegado ese extraño, era diferente, nunca había conocido alguien así. Castiel era real, no como los compañeros de su escuela o los chicos del barrio, incluso como los que había conocido por internet. Esas personas eran falsas, como si todas usaran mascaras, incluso el…pero con Castiel no eran necesarias, podía ser él, el verdadero Dean Winchester, más de lo que era con papa o incluso con Sam. Y ahora que lo tenía no pensaba dejarlo ir.
Nota Me levante un dia y me dije ¡Que demonios! Vaya hice un capítulo más o menos decente. Hablando de cantidad, y no de calidad.
