Esta serie es creación de Tom McGrath y compañía, producida por DreamWorks Animation. Realizó esta historia sin fines de lucro, con cariño y homenaje a esta hermosa serie de televisión. La historia es después de la tercera temporada y antes de la película de dicha serie. ¡Bienvenidos a esta nueva aventura!

Capítulo 1: Primer fracaso.

— ¡Abortar misión! ¡Abortar misión! — ordenaba Skipper a los miembros de su equipo. Los rayos laser seguían disparando descontroladamente hacia cada uno de los pingüinos quienes a su vez, se movían con agilidad—. ¡Esta locura acaba ahora mismo! ¡Abortar misión! ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya! —exclamaba con mayor intensidad el jefe de los pingüinos con su típica voz y mandato, como si se tratara de un veterano en guerra.

—Negatorio Skipper, aún no hemos concluido con el objetivo. Esta misión es tan simple como resolver una ecuación de primer grado, es evidente que alguien nos colocó una trampa —razonó Kowalski.

—Ggrrrr— fue lo único que artículo Rico.

— ¿Quién hubiera querido sabotear nuestro plan? — preguntó dudoso el adorable Cabo.

— ¡No es momento de obtener conjeturas! — se desesperó el líder— tenemos que irnos de aquí antes de que….

Skipper no pudo concluir sus palabras cuando se dio cuenta que el metro, el cual se suponía que ya habían detenido, volvió a rodar sobre las vías con el objetivo aun dentro del vagón.

—Kowalski, opciones— pidió como siempre.

—Sugiero una maniobra instantánea, lanzar a uno de nosotros en dirección a la ventana del tren, quien después procederá a detener completamente el sistema.

—Ya lo escucharon señores— Skipper observó su alrededor antes de idear el plan— ¡Rico maneja el auto! ¡Kowalski determina la trayectoria del objetivo! ¡Cabo prepárate para el lanzamiento!

Inmediatamente Cabo sacó del auto un casco para colocárselo— ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya! — añadió el líder. Todos tomaron la posición que su capitán les había indicado, el auto corría a gran velocidad pero no alcanzaba al metro—. ¡Rico, sorpréndeme! —Rico regurgito una especie de misil, el científico alcanzó a sostenerla en el aire tras salir del estómago de su compañero, finalmente entre él y Cabo amarraron el misil detrás del auto.

—Skipper— advirtió Kowalski—. Solo tienes una oportunidad para lanzar a Cabo.

—Tú solo cuenta hasta tres y deja el trabajo pesado para papá— sonrió Skipper enigmáticamente— ¿Estás listo muchacho? — pregunto al pequeño.

—Si señor. — Contestó firmemente a su comandante.

—3… 2…. 1…—el misil funcionó justo como el científico había calculado, la velocidad del auto aumento en un cuatrocientos por ciento, logrando alcanzar el metro. Skipper agarró a Cabo y lo lanzó por la ventana quien exitosamente entro al vagón del metro sin un solo rasguño. El auto se detuvo justo después debido a que el efecto del misil ya había terminado.

— ¿Dónde estás pequeñín? —preguntó Cabo tranquilamente con su típico acento yucateco. (En México Prívate tiene acento yucateco, muy común en el estado de Yucatán, México)

El joven pingüino observó los asientos vacíos y se percató que un pequeño perrito se escondía, el cachorro temblaba de miedo mientras tapaba sus pequeños ojos con sus patitas peluditas. Su pelaje blanco estaba claramente empolvado.

—Vamos cachorrito, prometo que vas a estar bien.

—No… —acotó el perrito temblando de miedo, su mirada se topó con la de Cabo, quien perdió el equilibrio al sentir todo el temor y nerviosismo que el animal transmitía.

—Tranquilo, te sacare de aquí amiguito. Confía en nosotros—quiso reconfortar mientras se acercaba al perrito.

— ¡No me toques! — Exclamó el perrito saliendo de su escondite para enfrentar al pingüino—. Largo de aquí, este tren debe perder el control y accidentarse, será una muerte más rápida y menos dolorosa— dijo pausadamente y con mucha rabia en su interior.

—No entiendo— se limitó a contestar.

—De cualquier forma yo voy a morir, y prefiero que sea así.

El perrito ladró con fuerza provocando que Cabo diera unos pasos hacia atrás. No sabía exactamente que hacer en esta situación pero era muy claro que el animalito no deseaba ser rescatado. El perrito lo desafiaba con la mirada dispuesto a atacar en cualquier momento. Cabo era demasiado noble para lastimar a un pequeño ser que solamente estaba siendo consumido por el miedo. Su misión era el de salvar al indefenso cachorro, no el de atarle y dejarle morir, una torrente de preguntas se formularon entre sus pensamientos ¿por qué el cachorro estaba seguro de que iba a morir?

—No voy a lastimarte. Si mordiéndome te sientes más tranquilo, entonces dejaré que suceda.

— ¡No necesito que me salven! —el cachorro se lanzó contra Cabo quien ágilmente lo esquivo, se limitó a correr y a ser perseguido.

— ¿Por qué Cabo se demora tanto en salir del vagón?, ¿Kowalski? —preguntó, esperando que tuviera la respuesta.

—No lo sé, Skipper— De pronto un grito conocido proveniente del vagón se escuchó.

— ¡Santa madre naturaleza! ¿Cómo es que el "salvador" puede ser la presa?

—Eg Caboo— acotó Rico contestando la pregunta de Skipper.

— ¡Rescate doble! ¡Ahora! — ordenó el líder.

El auto del equipo volvió a correr tratando de alcanzar la velocidad del tren, Skipper manejaba esta vez el auto, dio vueltas y vueltas alrededor de una de las columnas que servía de sostén en aquel lugar subterráneo.

Mientras el auto giraba alrededor de la columna, Rico regurgitó una enorme y gruesa liga que serviría de resorte, con ayuda del más inteligente enrollaron la liga en la columna de cemento mientras que Skipper con mayor velocidad seguía girando el auto.

Llego un momento en que la elasticidad de la liga ya no dio para más y con mucha fuerza la liga trato de volver a su estado original provocando que el auto diera vueltas de reversa para finalmente ser impulsado en dirección al tren.

El auto cayó sobre el tren y Skipper logró detener el auto antes de que no tuvieran más "pista" para aterrizar.

Una vez que estaban arriba del tren se bajaron del auto agarrándose con firmeza de lo que podían, lentamente se arrastraban sobre el techo del vagón hasta llegar donde su amigo, y con rapidez y agilidad lograron entrar por la misma ventana en la que Cabo había entrado momentos atrás.

La escena era muy graciosa, ver a Cabo correr y gritar mientras que el canino lo perseguía era para reírse un gran rato. En respuesta, el líder del equipo salto para darle una patada al cachorro y salvar a su amigo.

El canino cayó hacia atrás mientras que Cabo se levantaba de donde estaba tirado.

— ¿Crees poder detener este tren, Kowalski? — preguntó Skipper.

—Por supuesto, siempre ando conmigo este dibujo representativo de cómo apagar un tren en movimiento— el pingüino más alto mostró un mal dibujo pero gráficamente entendible para manejar la situación.

Mientras la elite de pingüinos dialogaba, el canino sin previo aviso se esfumó de sus vistas para atacar nuevamente—. ¡No quiero morir de otra manera! ¡Quiero una muerte rápida y segura!- volvió a exclamar el cachorro mientras agresivamente mordía a Rico, este comenzó a correr con la finalidad de quitarse de encima al animalito.

— ¿Ahora entienden por qué gritaba? — Dijo Cabo algo herido emocionalmente.

—Muy bien. No estamos para pedir disculpas caballeros, estamos tratando de salvar a alguien que quiere suicidarse, esto es más complicado de lo que yo creí.

—Ordenes Skipper— solicitó Kowalski.

—Ve a cabina a detener este tren. Nosotros le daremos una dosis de medicina violenta a este canino, quizás así se le quiten las ganas de suicidarse.

Skipper volvió a irse en contra del canino, lo montó como si de un caballo se tratara, Cabo por su parte fue auxiliar a Rico quien regurgitó un par de curitas y alcohol para curar las mordidas.

— ¡Oh, Toro! ¡Tranquilo cachorro! — decía como si estuviera en un rodeo.

El cachorro se sentía frustrado, empezó a dar vueltas persiguiendo su cola, provocando que el pingüino se desestabilizara y a su vez, saliera volando hacia atrás. Cabo se deslizó hacia su comandante para amortiguar su caída.

— ¡Ustedes no entienden! — ladró el canino una vez más yendo hacia Kowalski para detenerlo, el pingüino no logró verlo y fue detenido.

La lucha fue cada vez más agotadora para los pingüinos, ya que la ventaja de su oponente era su agilidad, las grandes garras que poseía, sus afilados colmillos y las poderosas mordidas naturales del canino. Era como si el cachorro estuviera fuera de sus cabales.

— ¡Mamáaaa! — gritaba desesperadamente el genio, digno de él en momentos de apuro.

— ¡No pierdan de vista la misión! —dijo Skipper mientras el canino se balanceaba contra él.

— ¿Y qué acher? — preguntó Rico mientras que el canino ahora se iba a su dirección.

—El canino no permite ser salvado, Skipper ¿Y si abortamos la misión? —el pingüino líder no contestó la pregunta del genio.

— ¡No podemos hacer eso! — dijo Cabo—. Ayudamos a todos los animales, tenemos la capacidad de eso y mucho más, el perrito no… no está en su sano juicio— vaciló—. Recuerden lo que dicen los lunacornios "Salvar a veces significa salvar a las personas de sí mismas" — recapacito lo dicho— bueno… en este caso al animal de sí mismo.

— ¡Ya oyeron al pequeño! ¡Detengan al cachorro! ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!

Los pingüinos estaban listos para ir contra el canino pero Skipper detuvo al más joven.

—Escucha joven cabo, necesito que tú intentes llegar a la cabina donde están los controles y detén este tren.

—Pero Skipper…— quiso contradecir—. Yo no se manejar estas cosas, lo más ideal es que vaya Kowalski.

—Tu nos convenciste de seguir con esta misión, y tú eres demasiado noble como para realmente lastimar a alguien, no puedo permitir que tu… — se detuvo y lo miró fuertemente tratando de buscar las palabras adecuadas para no lastimar ese pequeño corazón—. Que tu bondad nos perjudique, para salvar de "si mismo" a ese cachorro, hay que usar la violencia ¿Estás dispuesto a golpearlo si es necesario antes de que este tren llegue al final de su camino y mate a todos los que estén dentro?

—Hay otro camino Skipper, quizás si dialogáramos un poco más...— quiso convencer.

—Negatorio soldado, no estás listo para usar la fuerza contra la razón. Es una orden muchacho, ve a la cabina de controles.

—Mira muy bien el dibujo Cabo…—interrumpió el científico— lo único que tienes que hacer es aplastar el botón más grande y de color rojo ¿entendido? — el pequeño solo asentó—. Solo tienes que hacer eso. Aplastar el botón rojo más grande, es inconfundible, no habrá ningún problema. Te lo prometo.

—Basta de charlas muchachos, usemos la fuerza bruta y tranquilicemos a ese canino antes de que cometa alguna locura.

La escena se volvió demasiado violenta para la vista del pequeño soldado quien solo se limitó a observar, luego, decidió marcharse hacia su nueva misión.

Llegar a la cabina fue de lo más sencillo, en cambio para los otros tres pingüinos detener al canino fue complicado, el canino se dio cuenta de que faltaba el pingüino más pequeño y trató de ir hacia él sin embargo, con golpes, patadas, engaños, los tres hermanos lograron tomar al canino para tirarlo al suelo, manteniéndolo ahí mientras se detenía el metro.

Cabo llego a la cabina, y ahí estaba, el único botón rojo y grande, tal y como su hermano se lo había dicho—. ¡Estupendo! ¡Lo voy a lograr! ¡Al fin algo me ha salido bien! — celebraba.

— ¿Por qué Cabo no detiene el tren? — se desesperó Kowalski.

—Wow, wow, tranquilo cachorro. Pronto estarás bien—le dijo Skipper mientras detenía con fuerza al canino.

Mientras tanto Cabo, después de divisar y asegurarse que era el único botón rojo y con el tamaño que Kowalski le había dicho, aplastó el botón con agilidad y fuerza, como si su vida dependiera de ello.

Se esperaba que el tren disminuyera la velocidad hasta detenerse lentamente pero no fue así. El tren se detuvo de golpe haciendo que el pequeño pingüino saliera volando del tren rompiendo el cristal que estaba al frente de esa cabina.

Cuando el tren se detuvo de golpe en el vagón de atrás, todos perdieron el control soltando al perrito que estaba con ellos, dentro de ese mismo vagón un humo gris se dispersó opacando la vista de los pingüinos. Todos tosieron ante el olor que despedía dicho humo.

—Silencio— Skipper tosió nuevamente—necesitamos silencio para recuperar al canino—trataba de ordenar el líder.

—Imposible Skipper— tosió Kowalski— mi garganta se cierra ante el humo.

—Cof— corroboró Rico robándose la mirada de todos.

Los pingüinos divisaron al canino entre el humo, el cachorro se encontraba tirado en el suelo llorando.

— ¡No! ¡Mi oportunidad de morir dignamente no!

—Saquemos al canino de aquí— ordenó Skipper tosiendo una vez más.

El tren se había detenido justo dentro de un túnel oscuro, curiosamente se encontraba en un buen estado. Bajaron con el perrito que seguía revolcándose en su propio llanto, cargaron un poco al animal alejándolo de los vagones y notaron que a unos metros se encontraba Cabo tendido en el suelo.

—Probablemente salió volando en cuanto se detuvo el tren— explicó el científico ante la pregunta mental de todos.

— ¡Al diablo con su amigo! El estará vivo yo no. Yo de cualquier forma voy a morir ¡Los odio! ¡Yo debía morir! ¡El tren debía chocar e impactarse con lo que sea para que yo junto al tren, nos hiciéramos añicos!

Los ojos del canino estaban por saltar del coraje, incluso su rostro se había tornado de un color rojo por la cólera. El perro estaba a punto de explotar metafóricamente hablando.

— ¡Ustedes…!—de pronto el canino volvió a caer al suelo para retorcerse del dolor. Ya no hablaba, ni siquiera lloraba, solo hacia muecas tras muecas irreconocibles pero que sin duda transmitían angustia, el dolor en sus ojos, sus muecas retorcidas, sus ojos casi chispando de sus órbitas, decían que, el perrito estaba a punto de morir.

— ¡Creo que está teniendo un infarto! —Concluyó Kowalski.

— ¿Y qué podemos hacer al respecto? — preguntó Skipper.

—Con un par de descargas eléctricas quizás— ante lo dicho, Rico regurgitó unos cables que Kowalski tomó para invertir los polos, tocó los cables y salió una chispa.

— ¡Con esto va a funcionar! — dijo el científico y electrocutó el cachorro.

No sucedió. El canino no dejo de revolcarse en el suelo.

— ¡Quiero respuestas! — Skipper se estaba desesperando.

— ¡Ya no estoy seguro de que sea un infarto! — contestó el más alto.

— ¡AAAHH! ¡ME ESTOY QUEMANDO! — gritó el perro mientras se jalaba el pelaje, literalmente, el cachorro se quitaba su pelaje quedando al descubierto su piel. El acto duró por varios minutos, ellos tratando de detener el dolor que el perro sentía más todo intento era totalmente inútil.

Mientras tanto, Cabo abría los ojos, lo primero que escucho fue un grito, salvaje y lastimero, y lo último que vio antes de desmayarse fue al perrito desvanecerse y morir en agonía.

Nadie se percató de nada, solo se limitaron a dar un minuto de silencio por esa muerte tan espantosa, los pasos de una multitud de gente ya se iban acercando al túnel, eran las cuatro de la mañana en Nueva York.

—Vámonos de aquí muchachos. Ya no hay más que hacer— anunció Skipper al ver el peligro que ahora se acercaba, no podían permitir que los humanos se dieran cuenta de su existencia.

Tristes cargaron a su amigo y al perrito para llevarlos al zoológico y hacer lo que correspondía hacer, sin saber que alguien más haría de sus vidas una pesadilla de ahora en más.

¡hola!, primero que nada… ¡gracias por darle una oportunidad a esta historia! Es la primera vez que escribo para esta gran serie, y se lo debo a mi pequeño hermano quien me da una dosis diaria de esta caricatura. Tengo la trama algo elaborado (al menos en mi mente) y espero continuarlo exitosamente con ayuda de su apoyo.

¡Estoy muy emocionada! Normalmente escribo historias de amor para fandoms como "Jimmy Neutron" "KND" "Oye Arnold" pero mi hermano me dijo ¿Y si te aventuras a escribir una historia de misterio? ¿De misterio y drama? Así que en fin…. Aquí me tienen. Claro que habrá amor pero del fraternal. Estos pingüinos son una familia de admirar.

Por ultimo recuerden que dejar rewiens es gratis, espero que les haya gustado, y sin duda pronto sabrán más de este fic. Espero tener éxito en este fandom. ¡Muchas Gracias!