Los personajes no me pertenecen, únicamente a Rumiko Takahashi.

Sinopsis: Finalmente estaban juntos luego de tres años de tristeza y soledad. Pero, quien diría que una nueva amenaza se acercaba. ¿Quién era esa chica y porque tenía una réplica de Colmillo de acero? Inu/Kag, Shippo/?

01 – Una extraña visitante.

Finalmente, todo estaba como debería de estar. Kagome e InuYasha finalmente eran una pareja formal, ante la vista de sus antiguos compañeros de viajes, con quienes compartieron más de un momento de felicidad. Estaban preparando todo para la próxima unión que se celebraría en la aldea de la anciana Kaede… la unión de las dos personas que habían destruido a Naraku y a la perla de Shikon.

_ Dentro de poco… estaremos juntos... ¿verdad? – pregunto Kagome, quien estaba sentada al lado del albino, recargada en su hombro. El simplemente asintió, sintiéndose todavía ligeramente apenado e incomodo por las reacciones que ella le causaba. ¿Era realmente un sueño? Su vida era perfecta, y estaba a punto de serlo aun más, cuando aquella chica de hermosos ojos chocolates fuese totalmente suya, bajo las leyes humanas y las leyes de los Youkai.

_ ¿Qué hiciste… todo este tiempo en tu época? – pregunto, con los ojos cerrados, disfrutando de la compañía de su futura mujer. Ella miro al chico algo confundida, puesto que no se imaginaba que preguntase aquello.

_ Fuera de estudiar… nada. No sabes lo dolorosos que fueron para mí estos tres años – dijo tristemente. El la miro tranquilamente, liberando una ligera sonrisa. El había sufrido bastante todo ese tiempo. Al pensar que nunca volvería a verla, incluso había intentado buscar una manera de terminar con su vida. Quizá así reencarnaría y estaría junto a ella en la época moderna. Sus amigos habían querido detenerlo, pero nadie más que el mismísimo Sesshoumaru habían cambiado sus ideales. Con una ligera amenaza y palabras de aliento que dejaron sorprendido al Hanyou, hizo que la esperanza de volver a ver a su amada creciese...

Quería contarle todo lo que había pasado con él en la época antigua, pero su orgullo era algo que no lo dejaba. Si había batallado en confesar sus sentimientos, batallaría aun más en contarle todas las tonterías que estuvo a punto de hacer por ella. Se puso de pie, dejándola algo confundida, para luego tenderle la mano y ayudarla a levantarse.

Sin soltar su mano, comenzó a caminar hacia un desconocido lugar. La chica simplemente se dejo guiar por él, sintiéndose ligeramente incomoda por el silencio que mantuvieron todo el camino. Cuando finalmente se detuvieron, el joven volteo hacia ella, dedicándole una tierna sonrisa… de las cuales únicamente le mostraba a ella.

_ Kagome… - dijo, sintiéndose extremadamente nervioso. Ya había confesado sus sentimientos hacia ella, pero de una forma para nada linda. Miroku había estado molestándolo y había terminado soltando la sopa bastante molesto… "¡Si!, ¡La Amo! ¿Estas feliz?" eran las palabras exactas que había dicho, frente a ella.

_ Dime – sonriéndole. Un ligero sonrojo tiño sus mejillas, abriendo la boca en un intento de que las palabras brotaran de ella.

_ Yo… - suspiro, intentando calmarse. Al verla a los ojos, rápidamente se lleno de un valor que tiempo antes hubiese deseado tener. Tomo sus manos entre las suyas, besándolas tiernamente, para luego mirarla.- Te amo… y me alegro de que estés a mi lado.

Sin poder evitarlo, la chica dejo escapar sus lágrimas. Por culpa de Miroku, ya conocía los sentimientos del oji dorado, pero la forma en que técnicamente se habia confesado, a pesar de haberla hecho feliz en el momento, para ella no era sincera. Pero, en esos instantes lo había dicho tiernamente, demostrándole cariño. Al ver que él se preocupaba por sus lágrimas, se lanzo a sus brazos, besándolo con ternura. Al principio, el no supo cómo reaccionar. Pero luego, se dejo llevar, entregándose a aquel beso que había deseado e imaginado desde aquel día, cuando ella lo había visto en su forma humana por primera vez.

El beso pronto se torno apasionado. La chica permitió que él lo profundizara aun mas, haciendo uso de todos sus sentidos. El la abrazo con más fuerza, pegándose más a ella, a la vez que acariciaba sus largos cabellos azabaches, dándose cuenta de que no eran tan largos como antes, puesto que ahora le llegaban un poco debajo de los hombros, no hasta media espalda como antes de creerla perdida. Se separaron lentamente, y el la miro interrogante.

_ Te cortaste el cabello, ¿no es así?

La chica asintió, tomando uno de los mechones entre sus manos. A finales de segundo año, el profesor la había descubierto masticando chicle en clase, y le había terminando pegando el chicle en su hermosa cabellera. Tuvo que cortarlo, dejándoselo a medio cuello. En un año, había logrado crecer bastante, pero sin llegar al largo que tenía antes. Y ella que se había emocionado porque para entonces le llegaba hasta la cadera.

_ ¿Te diste cuenta? – pregunto divertidamente. El asintió, sonriendo nuevamente. Le alegraba la vida por simplemente verla reír.

En la aldea, Miroku salió decidido a comprar algunas cosas. Hacía poco tiempo, habían conseguido que se abriese en la aldea un lugar donde llegarían productos de otros lugares del mismo Japón, o de algunos otros países. Aunque, no se imagino lo que encontraría ahí.

Justo frente a el, una chica desconocida hablaba con una de las vendedoras. Se le hacía realmente familiar. Cabellera azabache corta, llegando hasta medio cuello, y adornada con una flor de cerezo falsa del lado derecho, que era el único lado que alcanzaba a mirar. Su forma de vestir daba a entender que se trataba de una ninja, o eso parecía. Llevaba un Kimono corto, sin mangas, color azul cielo, Obi color rosa pastel, y una prenda extraña debajo de este (Pantalones cortos de la época moderna) de color azul oscuro. Pero, lo que más lo sorprendió, fue escuchar lo que había dicho la vendedora.

_ Usted jovencita… lleva un gran parecido con la Sacerdotisa Kagome – Noto como la joven se tensaba un poco, jugando con su corto cabello nerviosamente.

_ ¿En verdad? Yo no sabría decirlo, puesto que no se dé quien está hablando – dijo seriamente, pagando las cosas que había comprado y caminando en la dirección donde estaba el monje. Al ver sus ojos, su sorpresa creció aun más. Uno de sus ojos era dorado, y el otro rojo. Tenia una cicatriz que llegaba desde la barbilla hasta media mejilla derecha, y llevaba colgando en su cuello un dije idéntico al que Kagome le había dado a InuYasha en su pelea contra Kaguya. Además, como había dicho la vendedora, era la viva imagen de Kagome. La chica, al verlo, abrió los ojos sorprendida, para luego bajar la mirada e intentar pasar por su lado.

_ Disculpe… - dijo el monje, mirándola nuevamente. Ella se detuvo, dándole la espalda. En aquella posición logro notar que la chica portaba una espada, la cual tanto el mango como la funda eran de color azul marino, con adornos de flores de cerezo. La joven lo miro nuevamente.

_ ¿Desea algo? – pregunto, con una mirada realmente conocida para él. Parecía simplemente molesta, pero a la vez retadora. ¿Quién demonios era esa joven?

_ No sé si la estoy confundiendo… pero estoy segura de haberla visto en alguna parte… ¿me podría decir su nombre? – seriamente. Ella se tenso nuevamente, y regreso a darle la espalda.

_ no es de su incumbencia - dijo, comenzando a correr para alejarse del hombre. Aunque, no espero que terminaría topando con algo… o más bien, alguien.

_ Miroku… ¿Qué demonios está pasando? – pregunto InuYasha, acompañado de Kagome, que habían visto la escena… aunque no habían escuchado de que estaban hablando. Kagome noto como la joven se asustaba al verlos, mientras permanecía en el suelo a causa de haber topado con el Hanyou. Su presencia era más que abrumadora, puesto que su esencia era casi la misma que la de un Youkai. Aunque, no presto atención a sus rasgos.

_ Míralo con tus propios ojos, InuYasha – dijo, apuntando a la chica. Ella intento alejarse, arrastrándose ligeramente hacia atrás, aunque al topar con Miroku levanto la mirada, dejando a ambos igual de sorprendidos que al monje, por sus facciones. Kagome sentía que se estaba viendo en un espejo, por el enorme parecido que la chica tenia con ella.

Una enorme desconfianza creció en el albino. El aroma de aquella chica, era el mismo aroma a cerezos que tenia Kagome, combinado con Sangre humana, que claramente no pertenecía a ella, y un enorme aroma a Youkai.

_ ¿Quién diablos eres? – pregunto, viéndola de manera desconfiada, además de amenazante. Ella intento levantarse, con la idea de escapar del lugar, pero el joven fue más hábil, lográndola tomar del cuello del Kimono, haciéndola nuevamente caer al piso.

_ Por dios, InuYasha… la vas a lastimar – dijo Kagome, interponiéndose entre el Hanyou y la desconocida. Luego, se dirigió a ella y la ayudo a levantarse. La niña miro hacia otro lado.

_ déjenme en paz – dijo, en un tono molesto. Dio un paso hacia atrás, e intento correr, pero por una extraña razón, termino perdiendo el equilibrio, y el conocimiento. Miroku, que estaba cerca de ella, alcanzo a evitar que se impactara contra el piso. Al tenerla en sus brazos, noto que su ropa comenzaba a mancharse de sangre.

_ Esta lastimada – dijo seriamente. El aroma de la sangre de la chica, por alguna razón, preocupo al Hanyou. Inclusive su sangre, olía casi de la misma manera que la de un Inu Youkai.

Sin esperar un momento más, llevaron a la joven a la cabaña de la anciana Kaede, quedándose dentro únicamente la anciana y la joven sacerdotisa. Aquella chica parecía tener alguna pesadilla, pues tenía el ceño fruncido, y juntaba los labios con fuerza, como si quisiera evitar llorar. Abrieron su kimono, encontrándose con que tenía el abdomen vendado, y las vendas se habían manchado de sangre completamente. Al quitar las vendas, una herida bastante profunda marcaba el lado izquierdo de su abdomen, hecha al parecer por una espada.

_ ¿Dónde la encontraron? – pregunto Kaede, comenzando a limpiar aquella herida.

_ La encontramos aquí mismo en la aldea, de un momento a otro se desmayo, y comenzó a sangrar – dijo, bastante preocupada por aquella joven que estaba recostada sobre el futon.

_ La herida no es reciente, pero está infectada puesto que parece que no se la trato – comenzando a vendarla nuevamente…

El oscuro bosque, en tinieblas, más oscuro de lo normal a causa de la luna nueva . Una niña de larga y hermosa cabellera plateada, al parecer de nueve años, corría hacia donde estaba el pozo devora huesos. Estaba lloviendo, y ella estaba algo lastimada, pero realmente no le daba importancia. Sentía un enorme aroma a sangre y a muerte, aroma que reconocía a la perfección. Al llegar al lugar, solo atino a cubrirse la cara con las manos, dejando escapar las lágrimas como si se tratasen de cascadas, que se confundían con la lluvia. En el piso, estaban tres cuerpos. Un hombre, de unos treinta años, de cabello negro, una joven de cabellos azabaches y un joven de pelo plateado.

_ Papá… Mamá… Soun – dijo, dejándose caer al piso. Sus lágrimas cayeron con más fuerza, a la vez que ella miraba sus propias manos, ensangrentadas. La misma sangre de los tres cuerpos frente a ella….

Se levanto de golpe, mirando a su alrededor. Estaba en una cabaña, completamente sola. Al intentar ponerse de pie, sintió un punzante dolor en su abdomen. Noto que llevaba puesta una Yukata blanca, en lugar de su traje habitual. Cerró los ojos, y aspiro un poco, intentando reconocer algún aroma.

_ Vaya… haz despertado – escucho desde la puerta. Miro hacia ese lugar, encontrándose con la misma mujer que acompañaba al Hanyou y al monje esa mañana.

_ ¿Qué estoy haciendo aquí? – pregunto.

_ Estabas herida, y pues te trajimos a este lugar para curarte. La herida estaba algo infectada, pero ya la hemos limpiado – sonriéndole tiernamente. La joven, de catorce años, se puso por completo de pie y tomo su Kimono azul que yacía doblado en el piso.

_ Gracias – susurro. La mayor se acerco a ella, notando que al parecer aun sufría de dolor.

_ Deberías descansar – dijo. La chica asintió, y volvió a recostarse.

_ Sacerdotisa… ¿podría decirme su nombre? – pregunto, deseando que no se tratase de quien estaba imaginando.

_ Kagome… Kagome Higurashi – abrió los ojos sorprendida, tan pálida como si hubiese visto un fantasma. - ¿y el tuyo?

La niña bajo la mirada. Seguramente sería una casualidad, ya que aquella mujer había muerto cuando ella tenía nueve años.

_ Kirana… Taisho – dejando sorprendida tanto a la azabache, como a Kaede e InuYasha, que iban entrando a la cabaña.

Que tal. Aquí con otro nuevo fanfic que llevaba bastante tiempo queriendo publicar. La historia es técnicamente la que estoy usando con mi personaje en un juego de rol de InuYasha. Originalmente, Kirana Taisho era el nombre de un personaje que yo cree… no les dire muy bien que personaje, porque si no los spoileare y eso es lo que menos quiero XD. Espero les guste.

Akane Kirana Taisho Higurashi

01 / 09 / 12