AN: Hola a todos los que se encontraron con esta historia!, verán, después de leer y leer obscenas cantidades de fanfiction me he animado a escribir mi primera historia. Aún no he terminado de escribirla, pero estimo que desarrollar la trama me tome unos 10 capítulos, todos bastante cortos, como podrán ver más adelante (espero que eso no les resulte muy molesto). Así que...espero que les guste lo que hasta ahora he escrito y espero con ansias sus críticas y comentarios!.
Antes de dejarlos empezar a leer quiero hacer un par de advertencias, primero en capítulos posteriores pretendo desarrollar una relación homosexual entre dos de los personajes principales y, el flujo de esta historia les podrá parecer bastante truncada o en exceso velada, pero quiero experimentar con este tipo de narración! Así que si consideran que esto les puede molestar, aburrir, etc, absténganse de leer esta historia :(.
La historia de Peter Witherby.
La noche era fría, se respiraba un aire helado dentro del cuarto azul en penumbra…una figura negra, garras delgadas y horribles, gruesos barrotes de hierro y el mar hiriendo la piedra…y el mar… -¡AZKABAN!- gritaba lavado en sudor.
Peter Witherby gemia ahogadamente en su cama de hospital, ojeroso, con un leve color verde alojado en su piel. La enfermera de turno apenas atendió al grito desesperado de aquel hombre, sabía bien que estaba muriendo desde hacía varios meses y era usual que en las noches gritara cosas sin sentido como esas…¿Azkaban?; sin duda el pobre hombre sufría, hacia ocho meses había llegado al hospital en un estado deplorable a causa de un derrame cerebral repentino bastante grave, el Doctor Ferguson se había encargado personalmente de su caso e hizo todo a su alcance para curarlo, sin embargo el hombre reaccionaba mal a todo tratamiento y finalmente lograron apenas estabilizar al inquilino de la seis ,como le decían las enfermeras de turno, dejándolo en un estado casi vegetal, en el cual, su único refugio consiente (les explicaba el doctor Ferguson) eran sus sueños.
….
Aquella mañana de agosto de 2004, las enfermeras del hospital de Saint Mary's, Londres, entregaban turnos tras una larga noche, en la sala de pacientes terminales una enfermera de ojos claros se quejaba con su compañera,
-Ultimamente el de la seis ha estado insoportable, mira, ¡para alguien que muere hace más de un año es inaudito! Se ha pasado la noche gritando, como si luchase con alguien-
decía mientras imitaba los alaridos del pobre enfermo
- ¡no!, ¡ sal de aquí!, ¡que te salgas!, lo hubieras oído, no hizo más que repetir esto una y otra y otra vez-
su compañera la miró extrañada
- sí, yo sé-
siguió la enfermera de ojos claros,
- es lo más cuerdo que ha dicho en mucho tiempo, eso me asombró a mi también, pero revisé varias veces su habitación y nada, lo único bueno esta noche ha sido esta carta que ha llegado, no le digas al doctor, pero la he leído y dice que los familiares de nuestro inquilino han muerto en un accidente de avión, no es triste? Lo bueno, es que el estado puede disponer de el ahora…!no me mires así! ¡No soy solo yo!, este hombre es eterno, además, es bien sabido que no tiene cura, es decir, ¿porqué mantenerlo en estas condiciones?, ni él, ni nosotros merecemos este trato, creo que es hora de dejarlo ir Lucy-.
Lucy la miro por un momento, sin saber que decir, entonces soltó un leve suspiro y pensó que lo mejor sería dejar el caso en manos del doctor Ferguson, como siempre. Por alguna razón el doctor siempre se había empeñado en mantener vivo a este hombre además de la simple petición de la familia del paciente que cada vez iba haciéndose más ausente hasta el punto de parecer olvidarlo por completo después de los ocho meses de estar interno. Lo que decía su amiga era cierto, y era una pena, pues el enfermo era un hombre joven, de unos 30 años. Lucy recibió el turno y la carta de su amiga e inmediatamente se la llevó al doctor, este la abrió al instante al leer el remitente y la leyó pausadamente, como para entender todo lo que había en ella, después de terminar de leerla reflexionó por un momento y sus palabras no pudieron ser más concisas:
-Mañana el señor Witherby será desconectado-.
Lucy lo miró desconcertada ante la repentina decisión tomada, asintió levemente y siguió en su oficio.
A la mañana siguiente, el doctor Ferguson salió de su oficina para hacer lo concertado el día anterior, llamó a la enfermera Lucy y entraron en la habitación número seis, el doctor miró fijamente al hombre postrado en su cama, convenciéndose de que veía un muerto, en toda su carrera profesional nunca había tenido que lidiar con un caso como aquel y se sentía nervioso al saber que le quitaría las últimas briznas de vida a ese hombre, de pronto, sus ojos pasaron por el rostro del hombre agonizante y alcanzó a distinguir un leve rubor en sus mejillas, pensó que la mente le estaba jugando una mala pasada, así que se detuvo nuevamente, esta vez más concentrado en el rostro del paciente y lo que vio lo sorprendió, su cabello parecía haber intensificado su color, habiendo pasado de un castaño opaco y pálido, a un fuerte negro y el velo verde que parecía posarse sobre su piel no estaba, dejando entrever en cambio algo de color en sus pómulos. Confundido, Ferguson le preguntó, algo nervioso, a su acompañante:
-Lucy, ¿ves algo diferente en el señor Witherby hoy? –
Lucy miró extrañada al doctor y se detuvo a analizar el aspecto del inquilino, reconoció los mismos signos que había visto el doctor hacía un momento y, de pronto, escuchó un leve carraspeo, ella miró al doctor que la observaba con ojos inquietos, aún esperando la respuesta, cuando Peter witherby, el inquilino de la pieza seis entreabrió los ojos e inhalo de manera profunda.
