¡Hola, nuevos lectores! Hacía ya un tiempo que quería colaborar con un fic de la pareja Esme Carlisle, que me parece una de las mejores de Crepúsculo, aunque la autora no les de mucha atención a estos dos tortolitos. Ya sé que este primer capítulo es una miseria, pero no hay nada que pueda hacer. Es un prefacio, y los prefacios, por regla general, son cortos. Igual ya para mañana me imagino que voy a subir el primer capítulo, si es que lo que queda de mi mouse me lo permite (mi "querido hermanito" tuvo la sutileza de romperlo a pedazos como un atentado hacia mí, aunque aún funciona... apenas). Quería alentarlos a que, si les entusiasma la pareja, hagan sus propios fics Carlisle Esme, porque realmente HACEN FALTA. Les prometo que mi review será el primero si ponen una historia de esta pareja.
Disclaimer: Ni Esme, ni Carlisle ni Edward me pertenecen. Pertenecen a una de las mujeres más dotadas en cuanto a imaginación se refiere, Stephenie Meyer. Aunque a veces me ataquen delirios de grandeza, esto lo hago sin ningún fin de lucro ni de robarle nada a esta señora. Sólo soy una desquiciada que hace estas historias para descargar su locura : ) No me demanden.
Luchando Conmigo
Prefacio: La Nueva Esme
PUNTO DE VISTA DE ESME
Mis aullidos cesaron de pronto. No tenía sensación alguna del tiempo, la agonía me había vuelto insensible a su paso. Aún sentía un pequeño ardor recorrer mis venas, sin saber si era producido por mi mente, como un recuerdo de mi reciente momento de dolor y sufrimiento, o si en realidad ese momento no había pasado del todo.
Me sentía extraña. Nuevos aromas penetraban en mi nariz, dulces aromas que me producían una extraña sensación de disfrute y ansiedad. Una puerta se cerraba lejos de allí, con brusquedad, por acción del viento. La sentía como si se hubiera cerrado aquí mismo, pero a la vez podía calcular la distancia en la que la puerta se encontraba de mí. Miles de agujas clavaban mi garganta.
Abrí los ojos.
Allí estaba su rostro, como un pedazo de sueño. Estaba convencida de haberlo visto con la misma claridad en el momento de mi muerte. Probablemente, me encontraba en el cielo. Sentía su mano tomando la mía, que estaba inusualmente pálida. Me adentré en sus ojos dorados.
Me estaba explicando algo, de lo que sólo asimilaba partes. De una cosa estaba segura: Jamás sería Esme otra vez. La amargura de mi vida me había cambiado. Muerta o no, no sabía si alguna vez mi frío corazón volvería a amar.
Me llevé la mano al pecho. Mi corazón ya no bombeaba más, mis venas estaban inactivas. No sentía mi pulso, estaba pálida, fría. Muerta.
Tal vez en esta vida del más allá sería feliz, aunque estuviera encerrada en un mundo irreal. Claro que no sabía hasta qué punto el lugar donde me encontraba era real.
Podía sentirme recostada en mi lecho, y percibía lo que sucedía con más detalles de lo usual. Sin embargo, sentía mi muerte como un gran peso en mi congelado pecho. Al menos una parte de mí tendría que resignarse a un descanso en paz. Tenía la impresión de que una parte grande e importante de Esme estaba muerta. Jamás volvería a ser la Esme de siempre. A partir de ahora, tendría que tratar de trabar relaciones con una nueva Esme.
Miré su rostro, el rostro que había velado por mí en sueños. Ver su rostro, ese era y es mi más grande deseo. Si se quedaba conmigo, mi muerte sería más llevadera. Incluso feliz…
Tal vez el tiempo llegaría a sanar todas las heridas.
Quizá el tiempo podía resucitar a la vieja Esme.
Lo único que me quedaba por hacer era esperar al tiempo.
