Adaptación del prólogo de la novela "El juego de la diosa"
.
.
.
El tiempo parecía correr de manera distinta en aquel paramo ubicado en el territorio de un prepotente rey. Las que se decían eran las tierras más ricas del mundo entero pertenecían a un solo y absoluto soberano quien ejercía su poder para su propio beneficio. Aquellos que gobiernan, especialmente quienes fueron bendecidos por los espíritus celestiales que habitaban la tierra, debían ser más humildes y filántropos. Ese firme pensamiento residía fuertemente en la mente de alguien que había sido instruida para acabar con esa malicia, sin embargo, no era su deseo destruir a aquel hombre parado en medio del extenso terreno que constituía el páramo, y quien, sin miedo, parecía esperar el ataque de un ejército de 5000 hombres que marchaban hacia él.
—¡Después de años de guerra le otorgaremos la victoria al rey de Argentum! ¡Larga vida a su majestad! ¡Aplasten al Rey de los Héroes! —la voz del general causo revuelo entre sus soldados quienes con un grito de regocijo alzaron sus armas para reanudar su marcha.
—Tú que me has elegido. Cumple ahora mi voluntad, espada divina, muestrales tu poder y divide la tierra ¡Excalibur! —aquella joven blandió su espada liberando un enorme poder en su ataque.
El poder de un tesoro bendito jamás debía ser subestimado. El resplandeciente filo de la hoja de brillo dorado hizo alarde de su poder haciendo que una grieta dividiera en dos secciones el páramo quedando de un lado el ejército y de otro lado aquel hombre de dorados cabellos quien maliciosamente esbozaba una sonrisa. La conmoción llenó los rostros de los soldados del ejército, que, intrigados, buscaban la fuente de aquel suceso.
Imperceptible para todos, aquella mujer se movió a una velocidad monstruosa, solo fueron capaces de percibirla cuando hizo notable se presencia al otro lado de la profunda grieta frente al ejército. A un par de metros de la orilla, la joven mantenía sus manos apoyadas sobre su espada divina clavada en la tierra mostrando una pose que rebosaba de orgullo, conscientemente ignoraba por completo la figura del rey dorado a unos cuantos metros detrás de ella. La mueca del general se descompuso en algo muy cercano a la desesperación cuando finalmente reconoció su figura.
Muchas historias habían sido contadas a cerca de esa mujer. Era posible que no hubiera nadie en el mundo que no hubiera oído hablar de ella pues su hermosura y destreza eran una leyenda. Aunque se viera como una dama frágil, delicada y femenina, incluso en batalla la armadura que la cubría era apenas lo suficientemente extensa como para envolver su vestido azul. Sus cabellos que generalmente eran sostenidos en una cola de caballo trenzada eran de un cálido color dorado, ese era el motivo de que fuera conocida como; la dama de oro, princesa caballero, la guerrera divina, era llamada de mil y un formas más, pero era mayormente conocida como:
—El rey de los caballeros—saboreando cada palabra salir de su boca, el rey dorado contuvo su regocijo.
Si bien ella lo detectó, se limitó a restarle importancia al gesto de aquel monarca. Fue inesperado, pero su presencia parecía ser bienvenida por el gobernante de esas tierras
—¡¿Por qué?! —el general del ejército hizo evidente su frustración, derrotar a un tirano bendecido era una cosa, pero enfrentarse a esa mujer era otra—¡De todas las personas en el mundo usted menos que nadie debería ponerse de lado de ese hombre! —bramó con desespero.
—No me malentiendas—su voz calmada pero firme llegó a los oídos del ejercito entero—No estoy de lado de nadie. Sin embargo, no puedo tolerar un movimiento tan cobarde de parte de su rey. ¡Han usado mi nombre pretendiendo simular una negociación de paz, pero la han convertido en un ataque a traición al soberano vecino! ¡Aún en la guerra, dejamos de ser humanos en el momento en que abandonamos el honor! ¡¿Dónde ha quedado su orgullo como guerreros?! ¡Retírense ahora mismo o enfrentaran mi ira por mancillar los principios de los caballeros!
El general apretó los dientes enfurruñado, las palabras de aquella joven eran una verdad innegable. Usando su nombre convocaron al rey de los heroes a una trampa al citarlo para una reunión en la que supuestamente negociaría con la doncella guerrera, quien en el nombre del rey de Argentum, le ofrecería un tratado de paz al soberano de Uruk para acabar de una vez por todas la guerra que había iniciado desde el principio de los tiempos entre ambos reinos.
No se suponía que esa mujer estuviera ahí, los soldados solo podían suponer que de alguna forma se había enterado de aquella reunión dándose cuenta de inmediato que era una trampa para aquel hombre. Y aun cuando el rey dorado fuera un tirano y déspota, tenía un honor muy marcado debido a el excesivo orgullo que lo caracterizaba por lo cual accedió a presentarse a la reunión sin su ejército y había cumplido la condición.
El rey de Uruk dejó salir un par de carcajadas ganando la atención, no solo de la doncella que hasta hace segundos había tratado de pasar de su existencia, si no de los enemigos que sin duda creyeron que había enloquecido.
—¡La suerte bendita que me fue otorgada no pudo ser más acertada en esta ocasión! —comentó con arrogancia—¡Tontos mestizos! No habrán pensado que de verdad podrían vencerme si me tendían una estúpida trampa como esta ¿Verdad? ¡El castigo por engañar a un rey es la muerte! Había venido con la intención de ejecutarlos, pero de alguna manera han traído ante mí un tesoro en sí mismo. ¡Regocíjense perros amaestrados! ¡Mi interés recae ahora únicamente en mi futura esposa "El rey de los caballeros"!
La mujer apretó la empuñadura de su espada irritada y se giró para quedar completamente frente al rey dorado. Su imponencia fue suficiente para hacer al susodicho sonreír complacido.
—Esta ha sido la forma más impropia en la que se me ha propuesto matrimonio, pero temo que no pretendo volverme esposa de nadie y mucho menos de ti rey dorado. Antes de una dama soy un caballero y por lo tanto, rechazo tu propuesta—declaró con tenacidad.
—¡Perfecto! ¡Esa actitud tan retadora tuya me fascina! Puedes responder de manera incorrecta cuanto desees si eso te hace sentir mejor, sin embargo—su voz que hasta hace unos momentos parecía divertida con aquella respuesta, ahora se tornó más seria—No te he preguntado si deseas casarte conmigo, tu destino fue decidido desde el momento en el que naciste. Tú que recibiste las 12 bendiciones de los espíritus eres la única digna de gobernar a mi lado y así será lo quieras o no, pero sé que no aceptaras este hecho hasta que pruebes en mis manos el sabor de la derrota.
Alzando su mano derecha convocó su tesoro bendito, una singular espada cuya sola presencia era suficiente para hacer palidecer a más de uno, arma digna de un rey como él.
—Entonces ¿Comenzamos? Tendrás el honor de experimentar de primera mano el poder de mi Ea, una espada que al igual que la tuya ostenta el título de arma divina.
Ella adopto una posición de defensa, lista para saltar al ataque en cualquier momento.
—¡No pienses que voy a perder ante ti Gilgamesh!
La fama del rey de los héroes había trascendido los limites no solo de las tierras que él mismo gobernaba, si no de los reinos más allegados a la tierra santa. La doncella no era indiferente a la existencia de quien, al igual que ella, había nacido destinado a la grandeza. Aquellos que tuvieron la dicha de presenciar esa batalla jamás en su vida pudieron recordar el enfrentamiento entre esas dos personas que compartían la gloria de haber recibido las bendiciones de los espíritus y posteriormente la ira de la diosa Isthar.
.
.
.
Fin del prologo.
Fin del one-shot
Sword God es el nombre que recibe la pareja en japon asi que asi he decidido bautizar este fic que tendra varios one-shots no necesariamente relacionados entre ellos, este primer escrito es el prototipo de una novela propia titulada el juego de la diosa para el que tome como inspiración a Saber y Gilgamesh como los antagonistas, en si la historia no trata de ellos pero su relevancia se acrecenta al final de la novela. En fin, acepto ideas de one-shots que les gustaría ver
