Baile de Mascaras

Para Andy Elric

...

Frágil antifaz de seda,

Que escondes tras tus sombras satinadas

Los ojos claros de aquella que amo…

...

La luz de la enorme araña de vidrio se desplegó en pequeños haces brillosos. Jugueteaban aquí y allá, en las paredes, en el techo blanquísimo. En las personas que llenaban la pista de baile cual remolinos de color, girando al compás de los melodiosos acordes del violín.

La pareja patrocinadora de aquella fiesta, gente de clase alta y muy distinguida, observaban muy satisfechos la evolución de dicho evento.

Su hijo Ashton, enfundado en un magnifico traje de corte inglés color negro, bailaba con aquella misma muchacha por tercera vez… y eso auguraba la promesa de un buen futuro…

A pesar del antifaz que cubría el apuesto rostro masculino, los señores podían reconocer a su único hijo. El porte, los hombros anchos y esbeltos, su andar firme y seguro, sin vacilar; la gallarda forma en que sus ojos castaños refulgían ante una pieza u otra, mostrando su educación cortes y correcta ante cada mujer que hacia de él su blanco predilecto, rasgos que hablaban por si solos de un gentil caballero.

Y esa fiesta era en su honor.

A sus veinte años cumplidos, todavía continuaba soltero. Admiradoras no le faltaban, pero aquel muchacho sentía que ninguna de esas insulsas damas de sociedad, llegaba al mínimo punto de comprenderlo, cegadas tan solo por el lujo y el buen tren de vida que podría proporcionarles con solo aceptar a alguna de ellas. Condesas, duquesas, baronesas, princesas y hasta una prima del rey desfilaron sus encantos ante el solitario joven. Pero este, con mucha clase y distinción rechazó a cada una de las aspirantes. Sus padres enloquecían de horror ante cada nuevo desaire, corriendo tras la familia de la victima para disculpar la poca disposición que Ash brindaba para con la desdichada damisela, que solía dejar el salón envuelta en un histérico llanto teatral, en tanto él permanecía ahí sin parecer alterado por dicha escena. Siendo la pareja de edad avanzada, sentían por cada día que pasaba, el filo de la muerte rondando sobre sus cabezas como la hoja gélida de un sable. Ellos querían dejar este mundo con la certeza de que su único hijo encontrara una mujer hermosa que lo hiciera feliz. Ash era un buen hijo, y ellos solo deseaban lo que por naturaleza cualquier padre pediría para su descendencia.

Ahora volviendo al baile, veían con regocijo como Ash guiaba en sus pasos a su compañera, con quien bailaba por tercera vez, y quien –como regla general- tenía una pequeña mascara cubriendo su cara.

El vestido rosa añejo que decoraba su talle, y que se movía inquieto bajo las manos del joven, acabaron por declarar que por una vez en mucho tiempo, una mujer cuyo rostro se desconocía, había captado la atención de aquel codiciado joven.

Si ella era astuta, el destino quizás podría desentrañársele en una hermosa sonrisa servida en bandeja de plata…

...

Ash se inclinó frente a su compañera y alcanzó a divisar un pequeño rizo castaño escurriéndose bajo la mascara. Le besó la mano "Un placer bailar con usted"

La muchacha dejó escapar una coqueta sonrisa. Sus ojos brillaron azules bajo la mascara "Siempre puede bailar conmigo, señor. Para mi también es un placer…"

Él sonrió. Aquella mujer conocía muy bien el ambiente mundano en el que se movían… y estaba coqueteándole descaradamente.

"Me parece una idea encantadora pero… Ya hemos ejercitado mucho, creo que un pequeño descanso nos vendría bien. ¿No lo cree así usted?"

Ella sonrió mostrándole una tentadora boca roja "Creo que el balcón del ala oeste es un buen lugar para descansar, señor…"

"Estaba pensando lo mismo…" le ofreció el brazo caballerosamente tras la reverencia. Los pliegues de muselina del vestido se unieron a su pantalón oscuro "¿Podría darme su nombre señorita?. Creo que no podré dormir esta noche si no tengo esa dicha…"

"May…" ella inclinó la cabeza, su espeso cabello castaño quedó al manifiesto tras ese gesto.

Si… el balcón era un buen lugar para conseguir algo fructífero. Y no le importaba rebajarse, suplicar u ofrecerse ante él. Estaba dispuesta a conseguirlo y lo haría a cualquier precio…

...

La observó lentamente. Pese al antifaz que ocultaba su rostro, la figura que el ajustado vestido rosa insinuaba hablaba muy bien de un cuerpo exquisitamente voluptuoso…

Si, Ash no podía negarlo. May era agradable y le gustaba pero…

Pero…

Había algo, algo pequeño, ínfimo que se resistía a ella. ¿Sería que no le costó esfuerzo, que resultó fácil porque la joven estaba prácticamente ofreciéndose?. ¿Era el sonido de su voz que marcaba una petulancia histérica que estaba lejos de ser femenina?. ¿O era el tema de conversación hueco y mundano que estaban manteniendo?

Ella mencionaba algo sobre su último viaje a Francia, sus paseos en el Sena y los exquisitos vestidos que de allí había traído.

'Tan banal como cualquier otra…' pensó él con tristeza.

Movía sus manos enguantadas enfatizando lo que decía. Hablaba sobre lujos, joyas, encajes y abanicos de plumas. Quizás no lo hacia con maldad, pero Ash se sentía como un manjar a punto de ser devorado. O como una presa valiosa al acecho del cazador.

Y es que había que ver la forma en que las pupilas azules de la joven lo observaban, con una mezcla de dulce codicia; sabiendo que podría tener la vida que quisiera con solo amarrarlo.

Y había muchas formas de hacerlo. Dignas o no, culminaban en lo mismo… en un sueño de lujo en el Palace de Khanto.

Valiéndose de su última táctica femenina apretó el pequeño pañuelo bordado entre sus dedos.

"La fiesta me ha parecido una verdadera delicia, señor"

"Muchas gracias" respondió cortésmente. Ella hizo una forzada reverencia, y el pequeño pañuelo cayó al suelo. Inmediatamente se inclinó a recogerlo, May hizo lo mismo. Sus manos se unieron por unos segundos y él tuvo una perfecta vista del atrevido escote. Las curvas de sus senos asomando audazmente por encima del vestido rosa. Era toda una provocación, lo sabia.

Una forma de ofrecerse sin palabras. Valiéndose de aquella treta.

"Suyo" murmuró entregándole la prenda con firmeza. Con una media sonrisa mirándola directamente a los ojos.

Ella mantuvo su pose seductora un poco más y se lamió los labios. Sujetó la mano que ofrecía el pañuelo y la apretó nerviosamente "Gracias milord"

Pero Ash se puso inmediatamente de pie y retrocedió un paso sin borrar la sonrisa.

"¿Se marcha usted?" preguntó ella al notar la distancia.

El deseo brillaba en el azul de sus ojos. En la sensual curva de su boca roja.

"Traeré un par de refrescos. La noche es joven, ¿no lo cree así?"

"Sin duda. Es una noche magnifica… lista para el misterio o lo que pueda pasar…"

Él solo asintió.

"Lo esperaré aquí, señor…" llevó el pañuelo a sus labios y asintió.

...

El joven suspiró tristemente viendo la luna. Se quitó el antifaz dejando al descubierto su rostro. Las líneas de adolescente y adulto jugueteaban en sus atractivas facciones. En sus ojos marrones y profundos, en sus labios sensuales y tensos.

Una suave brisa despeinó sus cabellos negros como la noche, arrancando reflejos azulinos bajo la pálida luz del astro.

'¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil hallarla…? ¿La encontraré alguna vez? ¿La mujer que me vea a mí y no al lujo que pueda darle…? ¿Existirá tal…? Quizás mi destino sea permanecer solo…'

Reprimió un triste suspiro y ajustó la mascara a su rostro.

Quizás debería conformarse con lo que tenía… Y May parecía ser una buena elección de mujer a pesar de todo. Una dama admirable y hermosa. Un perfecto prospecto de esposa.

Sus padres estarían felices…

Se acomodó las solapas de su chaqueta negra y se preparó otra vez para entrar en el salón donde se hacia la fiesta. Un ruido llamó su atención desde un costado. Un ligero repiqueteo de tacones femeninos y el sonido suave, melodioso de la tela de un vestido.

Por un segundo se detuvo en vilo frente al salón iluminado. Luego miró hacia el costado, hacia donde había oído los pasos y el revoleo de las faldas. Vaciló por unos instantes ante la obligación que debía cumplir esa noche, y la curiosidad que aquel simple sonido le había despertado.

Movido por una fuerza extraña, siguió de largo ante las enormes puertas dobles del salón iluminado, y tomó el camino del costado, adentrándose en un pasillo largo y angosto. Alumbrado débilmente por la luz de la luna.

Su corazón latía de una forma más misteriosa que la fuerza que lo había llevado a hacer todo ese trayecto.

Y allí estaba la causante de toda esa agonía…

Una niña. Sentada en el frío suelo de piedra, con el vestido demasiado grande para ella, desplegado a su alrededor como una gran nube blanca.

Ash se acercó a ella al notar que esta no había reparado aún en su presencia. Reprimió una mueca de fastidio ante tanto jaleo hecho por nada más que una simple cría caprichosa…

La pequeña tenía la cabeza enterrada entre los brazos y las rodillas. Parecía hecho un ovillo. Y a juzgar por como sus hombros se contraían, diría que estaba deshecha en llanto.

Quizás su madre la había sermoneado…

Su rostro apenas se veía oculto por los brazos pequeños y delgados que la cubrían. Y su cabello tampoco podía decir a ciencia cierta de que color era. Pero parecía una extraña mezcla entre castaño y dorado.

¿Rojo quizás?

Algunas hebras bañaban la nívea tela del vestido.

¿Y cuantos años tendría? ¿Once tal vez doce?. Quizás menos…

Esta dejó de moverse de repente como si hubiera sentido su presencia, y de entre algunos dedos delgados asomaron un par de pupilas de un extraño color.

Aguamarina. Como el color inconsistente del mar.

El aire se atoró en los pulmones del joven. Aquellas dos perlas de agua estaban viéndolo fijamente con algo de fastidio y sorpresa a la vez. Sentía el extraño magnetismo de aquella mirada acuosa recorriéndolo por entero.

Que descaro y que osadía la de esa niña…

Dio un paso al frente y la pequeña figura se movió en su lugar. Un largo rizo de cabello ¿mandarina? se deslizo hacia abajo cuando la cría enseño su rostro… de mujer.

Ash abrió la boca y se quedó ahí estupefacto, en tanto la supuesta niñita se levantaba dándole lugar a la agraciada silueta de una joven ceñida en un magnifico vestido blanco.

Él no reparó demasiado en eso, era un detalle menor en comparación a su persona. Se obligó a cerrar la boca y a hacer uso de su educación.

Largo cabello como fuego cayendo sobre hombros desnudos. Pómulos altos cubiertos de piel pálida y translucida, una nariz pequeña seguida de labios rosados y turgentes.

"Y-yo… Huh…" balbuceó sintiéndose estupido por la situación.

Ella hizo un gesto de fastidio y ladeó la cabeza buscando algo junto a si, en el suelo. Ash creyó observar dos pequeñas lágrimas brillando detenidas entre sus gruesas pestañas negras y avanzó un paso. Eso la asustó. Se apegó a la pared tras sí y por fin enseñó lo que estaba buscando.

Una mascara de satén en forma de media luna.

Claro… Ash entendió ¡ella estaba enseñándole el rostro!. Este lucía al descubierto bajo el cielo estrellado y ante él, el anfitrión de la fiesta.

La muchacha hizo ademán de ponerse el antifaz cuando él la sujetó de la muñeca.

"Por favor…" murmuró notando como latían sus irises cristalinas al percibir su descarado escrutinio masculino. ¿Miedo? Sus mejillas también se encendieron de un suave tono carmesí. Su mano se sentía infinitamente pequeña bajo la suya "Por favor… no oculte su rostro… aún"

Ella abrió los labios temblorosa pero no dejó escapar algún sonido. Sus mejillas se sonrojaron todavía más. Su mano libre se situó junto a su pecho y siguió observándolo muda.

Este extendió sus dedos estremecido y rozó con las puntas la ruborizada mejilla. Su suavidad lo sorprendió e inconscientemente se aproximó un poco más. Ella estaba temblando como una hoja sacudida por un vendaval. Él sintió la necesidad de confortarla.

"Por favor no tenga miedo…" murmuró con suavidad, sintiendo el calor de la pequeña mano bajo la suya. Llevó esta a sus labios y depositó un prolongado beso en los nudillos

Ella retrocedió junto a la pared. Bucles rojizos cayeron hacia abajo cubriendo el elaborado escote del vestido. Ash pensó que no estaba provocándolo, pero estaba siendo seducido por todos sus gestos involuntarios. Y ni aún May con toda su pose ofrecida podría irradiar tanto encanto, como el que sentía en ese momento, sosteniendo los delgados dedos de esa criatura misteriosa entre los suyos.

Y vaya que se veía hechizado por esa bruja hermosa que no estaba usando ninguno de sus bien proporcionados atributos femeninos para amarrarlo.

"Gracias…" murmuró la muchacha por fin, dejando escapar la voz por sus rosados labios.

Pero su mirada de miedo no mermó. Ni aún así el fuego de sus mejillas.

Sin pensarlo, él había dado otro paso rodeando la barbilla femenina en un impulso alocado.

"¿Cuál es tu nombre?"

Los ojos cristalinos brillaron de lagrimas "P-por favor no me haga daño señor… P-por favor no me lastime…"

"No voy a hacerte daño, solo quiero saber tu nombre..."

La joven desvió su mirada por unos segundos, luego cuando él pensó que iba a responder su pregunta, alzó la mano libre y en menos de un segundo, la estampó con fuerza en su mejilla; haciendo que la soltara y que su propio antifaz se saliera ante la violenta acción. Ella aprovechó la momentánea pausa para escaparse, dándole un brusco empujón, como para cerciorarse que no podría seguirla por algunos segundos.

...

Cuando volvió al salón, el baile estaba en su apogeo como si nada hubiera pasado. Ignoró a sus padres quienes se habían adelantado a él para averiguar el motivo de su ausencia, y se excusó rápidamente de ellos metiéndose entre el gentío que conformaban las parejas que bailaban. Sus ojos recorrían a cuanta dama vestida de blanco y pelirroja se hallara en el lugar; era bastante curioso el hecho de que el color blanco era el tono elegido por la mayoría, y si no se hubiera encontrado tan desesperado, sin duda hubiera reído ante la coincidencia.

Tomó del brazo a una mujer cuya vestimenta y cabello se acoplaban a las características de la desconocida, pero tras mirarla de cerca un par de segundos, supo que se había equivocado otra vez.

Otro particular en contra era que todas aún usaban el antifaz en la cara, y que la mascarilla en forma de media luna al parecer era la única disponible en los negocios de moda.

"¿Ash… señor…?" una conocida voz femenina lo reclamó a un lado.

Se volvió encontrando a May con dos copas en las manos. Ella le sonrió descaradamente y le ofreció una de las bebidas "Estaba esperándolo…"

Ash suspiró derrotado "Señorita May"

"Se demoró usted bastante"

Él la observó y soltó otro suspiro derrotado. Al parecer su búsqueda había acabado sin un buen final.

"Lo siento"

"Parece haber perdido algo entre la multitud ¿Puedo ayudarle en la búsqueda?" los ojos azules de la joven refulgieron como un par de zafiros mientras ladeaba la copa entre sus largos dedos.

Ash bebió el vino lentamente "No, gracias…" meneó la cabeza con tristeza en tanto su paladar saboreaba los últimos vestigios del la bebida.

"¿Le ha ocurrido algo, señor?. Lo noto extraño"

"No, nada" le sonrió forzadamente.

"Entonces ¿sería muy atrevido rogarle que me obsequiara un baile?" sonrió intentando sonar inocente, aunque la viveza de sus ojos traicionaba la débil fachada de pureza que intentaba mantener.

"Desde luego que no, May" la audacia de esa mujer le sorprendía tanto como le atraía. Le ofreció la mano y tras entregarle las copas a un sirviente, ambos se perdieron entre las demás parejas que bailaban.

...

Nota:

Primera parte de mi regalito de cumples para Andy!

Feliz feliz cumple hermosa! Que lo disfrutes mucho!

Sumi Chan