Hola a todos los lectores :3. Por fin me animo a escribir mi primer fanfic(?). Como advertencia diré que intentaré hacer una historia algo lenta, misteriosa y diferente, no esperéis que esté lleno de cursiladas(?). El ship principal será Jolks pero también habrá ShikaRippi, MimoPile o puede que algún triangulo amoroso. Simplemente espero que sea de su agrado ^^.


Capítulo 1 - Llegada

Los bruscos movimientos que hacía el autobús lograron despertarme de mi profundo sueño. Estábamos entrando a un bosque situado en una montaña, a las afueras de la ciudad, por lo que el camino era rocoso. Mi destino estaba cerca, un sitio en el que a nadie le gustaría pasar el resto de su adolescencia, donde conoces miles de caras nuevas y a lo que se le puede llamar hogar a pesar de tener más similitud con una cárcel. Hablo del Internado Otonokizaka, un lugar de alto prestigio al que mis padres habían decidido enviarme, pues ellos están continuamente de viaje a causa de su negocio y querían una vida más estable para mí. Desde su punto de vista creen que no soy lo suficientemente madura como para vivir sola y cuidar de mi misma, cocinar o controlar todos los gastos, así que aquí me hallo, en contra de mi voluntad y sin más opciones que aceptarlo.

Después de unas largas horas de viaje por fin llegué a la última parada, agarré mi equipaje y bajé. El autobús no podía adentrarse más a causa de su recorrido, por lo que todavía tenía alrededor de 1 hora de camino. Sí, mis padres ni siquiera se han dignado a traerme en coche, aunque estoy acostumbrada y ya no me sorprende nada. En realidad lo raro sería que me hubieran acompañado. Pienso en lo triste que es la relación que tengo con ellos, suelto un suspiro, tomo una respiración profunda y empiezo a caminar.

Por suerte no me topé con ningún obstáculo, a pesar de ser un bosque muy denso, por alguna razón siempre me he orientado bien, con la ayuda de un mapa, obviamente. La primera impresión que tuve al ver aquel kilométrico edificio fue que sería muy fácil perderse. La verdad es que era una vista única en todo Japón, su arquitectura inglesa en medio de la naturaleza me fascinó. Decidí adentrarme de una vez y como era de esperarse me encontré con familias despidiéndose, algunas entre abrazos y lágrimas y otras de manera más fría y distante. Cabe mencionar que es un internado femenino, por lo que no había rastro masculino exceptuando a las figuras paternas.

Mientras mi mente seguía ausente observando el panorama, alguien me dirigió la palabra.

- ¿Estás sola? – dijo una voz. Yo seguía en las nubes y no me percaté hasta que repitió de nuevo lo que había dicho, poniéndome su mano en mi espalda.

- Ah, perdón. N-no. Quiero decir, sí, estoy sola. – Me salió una risa nerviosa. Parezco tonta. La chica me sonrió y levantó una ceja, esperando una explicación, supongo. – Nadie podía acompañarme, así que he venido en autobús.

- ¿¡Tuviste que caminar desde la parada hasta aquí por todo el bosque y montaña?! Si yo fuera tú ya estaría muerta del miedo y probablemente ya me hubiera perdido. – dijo con sorpresa y entre risas. – Por cierto, soy Pile, mi nombre real es Hori Eriko pero prefiero que me llamen por mi apodo.

- Mi nombre es Kusuda Aina, encantada de conocerte. – le dije mientras hacíamos una pequeña reverencia. – Ahora que lo pienso, ¿tú también estás sola?

- Ah, no, es que mis padres me dejaron y se fueron al momento, no querían perder mucho el tiempo. Se nota que me quieren, ¿verdad? – dijo con ironía.

- Al menos a ti te acompañaron... – la expresión que puso Pile en ese momento fue de "mierda, la he cagado" y se disculpó inmediatamente. Solté una carcajada. – Tranquila, estoy tan acostumbrada que ya ni me molestan estas cosas, solo quería incomodarte y ver qué cara ponías.

- Joder, no me pongas en estas situaciones comprometedoras, me haces pasarlo mal, idiota. – Me golpeó el hombro suavemente. – Oh, cierto. ¿Qué año estás cursando? Por tu estatura pareces de primaria.

- ¿Me estas devolviendo la broma, maldita? – le estiré su mejilla izquierda. – Y estoy en segundo de preparatoria.

En ese momento pensé que estábamos cogiendo confianza bastante rápido, lo cual es extraño ya que durante toda la vida me ha costado mucho hacer amigos y confiar en la gente. Pocos entendían mi humor y mi ironía, así que al conocer a Pile me relajé pensando que podría ser esa compañera fiel que me ayudaría a sobrevivir en este infierno. Aunque no quiero dejarme llevar por primeras impresiones.

- Vaya, así que Kusuda-san también tiene 16 años y parece ser que estamos en la misma clase. Las apariencias engañan… En fin, ya que eres nueva aquí y vienes sola quería proponerte algo... – Antes de que anunciara su propuesta llegó otra chica de golpe, con una expresión muy alegre.

- ¡Pai-chan! – exclamó mientras se abalanzaba sobre ella.

- ¡Rippi! – le respondió mi compañera con la misma exaltación.

- ¡Te he echado de menos! ¿Por qué no me has llamado durante todo el tiempo que hemos estado de vacaciones? – puso una expresión triste pero enfadada al mismo tiempo.

- No seas exagerada, solo han pasado tres semanas. He estado ocupada, más tarde te contaré los detalles. – Pile se dio cuenta de que yo seguía allí, observando la situación, por lo que decidió presentarme. – Ella es Kusuda Aina, estará en nuestra clase este año.

- Soy Iida Riho, pero todos me llaman Rippi, mucho gusto. – me sonrió cálidamente y le devolví el saludo. – ¿Pai-chan ya está molestándote?

- No la estoy molestando, precisamente le iba a proponer compartir la habitación con nosotras, ya que los dormitorios son de tres personas y el año pasado nos quedamos las dos solas. Si somos tres nos costará menos limpiar.

- Vaya, Pai-chan, a veces tu cerebro es de utilidad. – Pile hizo un gesto victorioso sin darse cuenta de que en realidad su amiga se estaba riendo de ella.

- Así que me queréis usar de chacha de la limpieza... – fruncí el ceño.

- Ah, era broma Kusuda-san, solo lo hacemos por tu bien. Si no eliges a tus compañeras de cuarto los encargados elegirán por ti a cualquiera, y no queremos que te toque con dos locas. – se excusó Pile.

- Creo que prefiero ir con dos locas antes que con vosotras. – bromeé. – Pero ya que os habéis encariñado conmigo no me queda más remedio…

- Cambiando de tema, – dijo Rippi ignorándome por completo. – deberíamos ir a buscar nuestros nuevos uniformes e ir a que nos asignen una habitación a las tres, antes de que se acumule más gente.

Nos pusimos en marcha hacia la entrada del edificio cuando de repente escuchamos a alguien alzando la voz.

- ¡Si me vuelves a dejar en este puto lugar no tengas la poca vergüenza de volver a venir a buscarme! ¡No quiero volver a verte la cara! – le gritaba una joven a su supuesta madre.

- Entiéndelo Yurika, tu padre y yo queremos que tengas la mejor educación y un futuro brillante, sabes que nosotros no podemos ocuparnos de ello por nuestra falta de tiempo. Y te prohíbo que vuelvas a alzarme la voz delante de todo el mundo.

- ¡Me importa una mierda lo que piense el resto del mundo y lo que mi padre y tú queráis para mí! ¡Lárgate de este jodido lugar de una vez y no vuelvas nunca!

Antes de que la discusión fuera a más otra persona intervino y la agarro por detrás para alejarla de la escena.

- Contrólate Shikaco, no llames la atención el primer día. – le dijo la chica que la sujetaba y que parecía ser su amiga. Aparentaba ser alguien serio, era bastante bajita, quizás de mi altura, y llevaba una mascarilla para el resfriado por lo que no alcancé a ver bien su rostro.

- Suéltame, ¡mierda! Acabo de decir que no me importa lo que piensen, ¡suéltame, Yoshinon! – esa tal Shikaco forcejeaba para liberarse, pero a pesar de ser más alta y aparentemente tener más fuerza, no lo logró.

- Shikaco ya está llamando la atención, acostúmbrate a ver este espectáculo bastante seguido, Kusuda-san. ¿No irás con ella, Rippi?

Nuestra amiga simplemente se quedó callada con una expresión de preocupación.

- Y la que la está sujetando ¿quién es? – pregunté con inquietud.

- Nanjo Yoshino. Esas dos siempre van juntas, son muy antisociales, parece que les da igual todo. A Nanjo-san no la he visto sonreír nunca desde que estoy aquí, los rumores dicen que sus padres desaparecieron hace años durante unas vacaciones y no se ha vuelto a saber nada más de ellos. También se dice que consumen droga, aunque no sé cómo la consiguen, estando internas. En fin, si no quieres complicarte la vida te recomiendo no juntarte con ellas, Rippi te puede contar, ya tiene experiencia… - explicó Pile.

- ¿Rippi es amiga de ellas? – me sorprendí.

- No es eso, es que le gusta Shikaco. – dijo en tono de burla. Me quedé anonadada. – Verás, ellas también están en nuestra clase, por alguna razón Shikaco y Rippi tuvieron un acercamiento y empezaron a hablar, nunca llegaron a nada porque se ve que las dos son jodidamente torpes.

- ¿Podemos dejar de hablar de mi? Ya tengo suficiente viendo esta escena. – Pile y yo nos miramos y decidimos permanecer calladas.

Al parecer Shikaco se empezó a tranquilizar cuando el coche de su madre arrancó y desapareció de su vista.

Rippi se había molestado por todo lo ocurrido y comenzó a caminar de nuevo, ignorándonos, así que Pile fue detrás de ella preocupada y yo no tuve más remedio que seguirlas. Cuando pasamos por el lado de esas dos chicas no pude evitar cruzar miradas con Nanjo-san, la cual me miró de manera que hizo que me recorriera un escalofrío por toda la espalda. Nunca había sentido una mirada tan fría y que me incomodara tanto. Sentía que si algún día la llegaba a tocar, aunque fuera con la yema de los dedos, me congelaría de arriba abajo.


Ya era medio día, habíamos conseguido ya los uniformes y la llave de la habitación a la cual nos estábamos dirigiendo. Se situaba en el tercer piso, como todos los dormitorios de las de segundo. Al abrir la puerta no encontré nada fuera de lo normal, había una cama, una litera, armarios, un amplio escritorio y muy buenas vistas que daban a la parte del lago que había detrás del internado. Me pareció un lugar adecuado para convivir con mis nuevas compañeras durante los próximos años, a excepción de una cosa; había un pequeño cuarto de baño pero no había duchas, únicamente un váter con un lavamanos al lado. A pesar de ser un edificio con arquitectura inglesa, mis compañeras me comentaron que allí todavía se conservaban los onsen (baños termales).

Rippi, más animada que antes, se adueñó de la cama mientras que Pile se quedó con la litera de abajo. Sin más remedio me tocará dormir en la de arriba, aunque no es algo que me importe mucho. Comenzamos a ordenar todo nuestro equipaje y la habitación empezó a cobrar vida. También decidimos ponernos nuestros uniformes los cuales estaban conformados por una falda azul de cuadros, camisa blanca, corbata roja, calcetas negras y una americana de color azul marino.

Inesperadamente mientras nos cambiábamos alguien abrió la puerta.

- ¡Joder, Emitsun! ¡Te tengo dicho que toques la puta puerta antes de entrar! – dijo Pile mientras se cubría, al igual que hacíamos las demás.

- ¡Pai-chan! ¡Rippi! – corrió a abrazar primero a Pile. – ¿No te hace ilusión verme? – dijo casi llorando.

- ¡Apártate! Deja que termine de cambiarme al menos.

Rippi soltó una carcajada y entrando por la puerta se encontraba otra chica riendo de una manera que daba diabetes.

- ¡Ucchi, hazme el favor de controlarla!

- Pero no pasa nada Pai-chan, estamos entre mujeres. – dijo la tal Ucchi con una mirada obscena.

Cuando terminaron aquel alborotoso reencuentro se dieron cuenta de que yo estaba allí también. La más extrovertida se me acerco rápidamente y empezó a hablarme.

- ¡Oh, alguien nuevo! ¿La habéis secuestrado? ¿Cómo te llamas? ¿Estarás en nuestra clase? – dijo con un honesto entusiasmo e interés.

- Emitsun, no te acerques tanto, la incomodarás. – dijo Ucchi agarrándola por el brazo.

- Ella es Kusuda-san, la hemos reclutado para que nos haga servicio de limpieza. – le di un golpe en la pierna que hizo rectificar a Rippi. – Ehem, quiero decir, Pai-chan y yo nos sentíamos un poco solas y no queríamos que Kusuda-san acabara en malas manos. Y sí, estará en nuestra clase.

- Como habrás podido observar, la que no se calla es Emitsun y la más relajada es Ucchi, las verás bastante por aquí así que tendrás que lidiar con estas situaciones a menudo. – explicaba Pile mientras terminaba de atarse la corbata.

- Mucho gusto, Kusuda-san. – dijeron las dos nuevas caras.

- Igualmente. Y solo para aclararlo, desde ahora prefiero que me llaméis Kussun. Ya que parece que estaremos juntas durante bastante tiempo es mejor que empecemos a llamarnos así, más amistosamente. – les dije con mi mejor sonrisa. Todas asintieron con amabilidad.

- A propósito… ¿Se puede saber dónde coño está Mimo-chan? – dijo Pile con un tono que daba miedo.

- Se ve que todavía no ha llegado, no hay rastro de ella ni en nuestra habitación ni en todo el internado. Pero es normal, siempre llega tarde a todos los sitios.

- Esa maldita… ¿Ninguna ha hablado con ella por teléfono?

- Pai-chan, si no has hablado tú con ella nosotras aún menos. – protestó Emitsun.

- Pero vosotras sois sus compañeras de cuarto.

- Lo último que se supo de ella es que estuvo de viaje por Europa durante estas vacaciones. Creo que fue hasta Alemania con sus padres para conocer a su prometida, la hija del presidente de una compañía multinacional. Ya sabes cómo van estas relaciones de interés. – contaba Ucchi con cierta seriedad. La cara que puso Pile era de decepción, al parecer no estaba enterada del asunto.

- Oh, ¿será que la echas de menos y tienes ganas de verla? – la molestó Emitsun, para romper la tensión e intentar animarla.

- ¿Qué? No digas cosas sin sentido, por favor. – respondió quitándole importancia al asunto.

- ¿Me perdí de algo? – salté en la conversación, confundida.

- Ya lo irás entendiendo, Kussun. Hablamos de Mimori Suzuko, otra compañera. La conocerás más tarde o mañana. – me picó la curiosidad por saber qué clase de persona era y que tipo de relación tenía con mi compañera de cuarto.

- Ni la nombres. – se quejó Pile. – Por cierto, ¿alguna sabe a qué hora hay que entrar a clase? – dijo evadiendo el tema.

- A partir de mañana empiezan las clases con normalidad, de 8.00 a 15:00 con un descanso a las 10:30 y otro a la 13:00 para almorzar, exactamente como se hacía el año anterior.

- Hoy solamente tenemos que ir a la ceremonia de inauguración a las 18:00 en la sala de actos.

- Nosotras iremos a acabar de desempacar entonces, aún nos queda mucho trabajo. – dijo Emitsun mientras salía por la puerta junto a Ucchi. – ¡Nos vemos luego!

Pile y Rippi suspiraron a la vez, era agotador pasar tiempo con esas locas. Me explicaron que al ser un internado prestigioso me encontraría con muchas personas egoístas, superficiales, materialistas y muchos adjetivos más que no aportan nada bueno, por esa razón decidieron juntarse con las que parecían más humildes y a las que no se les subía el dinero y el estatus social a la cabeza.

Uchida Aya es la hija de la directora de este lugar, así que podemos imaginar la cantidad de poder y popularidad que llega a tener, aunque a primera vista se nota que tiene un corazón puro y que no podría hacerle daño ni a una mosca. En cambio, los padres de Emitsun manejan una panadería y llegó aquí gracias a una beca. Tuvo suerte de encontrar personas a las que no les importa la economía de su familia. Rippi es la hija de un entrenador profesional de futbol que anteriormente fue un jugador mundialmente conocido por su talento. De su madre no sabe nada actualmente, ya que se divorciaron cuando ella aún tenía tan solo 5 años. El caso de Pile es el más parecido al mío, su padre es japonés y su madre coreana, por lo que tienen que viajar continuamente a Corea del Sur, donde se sitúa la sede central de la empresa de su familia.

Charlamos de todo esto y contamos un poco más sobre nuestras vidas durante la hora de almuerzo. Cuando terminamos de comer decidimos volver al dormitorio, solo quería echarme en la cama y dormir tranquilamente hasta la hora de la ceremonia.


- Kussun ~ – me despertó un susurro. – Solo queda media hora para la ceremonia, deberíamos ir preparándonos y bajar a la sala de actos. – era Rippi, estaba demasiado soñolienta así que simplemente la ignoré.

Unos segundos después sentí como impactaba una almohada contra mi cara que me hizo reaccionar. Me asomé para ver quién era la culpable y observé a Pile bajando las escaleras de la litera.

- Ves, ¿Rippi? Es más efectivo usar la violencia. ¿Nos vamos? – vi a esas dos desgraciadas riendo y ni me inmuté, seguía muy dormida.

Después de despejarme un poco bajamos y tardamos casi 10 minutos en llegar ya que aquello era enorme y había un sinfín de entradas y salidas.

- Pai-chan ~ – escuchamos la voz tan particular de Ucchi detrás nuestra. – Mimorin ya ha llegado, pero estaba tan cansada que se ha quedado dormida y no hay quien la despierte.

- ¿Y a mí que me explicas? ¿Quieres ponerme de mal humor el primer día? – murmuró Pile con arrogancia. Parece que le ha afectado lo que ha escuchado anteriormente.

El sonido de un micrófono interrumpió nuestra conversación y nos mandó a colocarnos por fila según el año que estábamos cursando. Éramos alrededor de 400 alumnos, por suerte era una sala grande pero se requería de un cierto orden. Empezaron a dar el típico discurso que repiten una y otra vez cada año y en cada escuela, con la esperanza de transmitirnos positividad y ánimos.

Mis ganas de bostezar aumentaban cada vez más, así que empecé a mirar a los lados para memorizar las caras de mis futuras compañeras. Bendito el momento en el que me di la vuelta para ver quien se situaba detrás de mí. Me encontré con un par de ojos mirándome fijamente. Nanjo-san. Me perdí en sus pupilas a la vez que perdí la noción del tiempo. Después de no sé cuantos segundos esquivó mi mirada y me hizo un gesto para que me girase hacia adelante. Obedecí. Esta vez ya no llevaba la mascarilla que llevaba esta mañana, por lo que tuve la oportunidad de verle el rostro completo. Juraría que nunca había visto unos rasgos tan femeninos en mi vida. Se creó una tensión en el ambiente que hizo que me arrepintiera de haberme girado, estuve incomoda durante el resto de la ceremonia pensando que la tenía a mi espalda. Por alguna razón era muy intimidante.

Tras ese incidente difícilmente pude prestar atención cuando recitaron el reglamento, aunque sí que escuché que la regla de oro era no poder salir del internado bajo ningún concepto, ni siquiera los profesores nos podían otorgar ese permiso, únicamente los padres o tutores legales.

En ese instante confirmé que estaba metida en una cárcel y lo único que deseaba era que el tiempo que me quedaba aquí pasase lo más rápido posible.