Bridgette se quedó inmóvil a pasos de la entrada del colegio cuando Félix se interpuso y empezó a criticarla. Sacando a relucir cada uno de sus defectos, también corrigiendo su manera de caminar mientras se lo decía fríamente como su mirada.

Ella cerró los ojos y se aguantó toda su habladuría.

¿Antes hablaba tanto?

Ahora mismo extrañaba su fría indiferencia no el odio que parecía profesar cada vez que la veía y se dedicaba a decirle. Contuvo la respiración y apretó los puños firmemente al lado de su cuerpo intentando que las palabras de Félix no la hieran hasta que decida terminar.

No obstante cuando Félix se calló esta vez no ignoro lo recién dicho. Esta vez lo encaro.

— ¿Cuál es tu problema? —Cuestiono irritada Bridgette contra Félix— No te hice nada —Añadió indignada con un deje de tristeza. Él la miro y con desdén repuso: Tú eres el problema.

— ¡¿Qué?!... ¿Qué te hice?

— Nacer —Contesto simplemente.

Ella se quedó callada y bajo la mirada ya no pudiendo sostener la suya.

¿Ahora odiaba su simple existencia?

Pregunto incrédula intentando que esas palabras no la quiebren y comience a llorar. Ella no entendía que había pasado o que había hecho para que Félix empezara a atacarla verbalmente con sus palabras crueles y corrigiendo cada cosa de ella, que el lápiz lo sostenes mal, que tu pelo esta despeinado y otras cosas más, ninguna siendo un elogio, ya que se encargaba de despreciar cada matiz de su vida, su apariencia, sus costumbres y todo lo que le fuera a ocurrir.

Ella ni siquiera lo miraba, ni siquiera le hablaba. El solo se dedicaba a acercarse y molestarla continuamente. Obviamente no quería su atención porque este ya la tenía desde hace bastante tiempo para que la moleste.

Así que no entendía, solo sabía que de un día para otro Félix empezó a odiarla y al parecer odia su existencia, su insignificante presencia.

— Ah... —Solo dijo Bridgette sintiendo como se le hacía un nudo en su garganta, sentía deseos de respirar, sentía que a cada segundo se estaba ahogando.

Se dio la vuelta, pero antes de que pudiera entrar al establecimiento Félix la tomo del brazo y ella lo miro confusa.

— ¿Y? ¿No te vas a hacer responsable?

— ¿Cómo quieres que haga eso? ¡No puedo desaparecer!

— ¿Sabes cuál es mi problema?

— ¡Ya lo sé! ¡Me lo acabas de decir! ¡Mi existencia! —Respondió hastiada girando su cuello para no verlo, entretanto Félix negó con la cabeza y hablo:

— Tu eres el problema, tu eres la causa de lo que todas las mañanas me haces sentir— El tomo aliento mientras que con la mano libre se la llevaba a su cabello y sus mejillas débilmente se coloreaban. Y añadió— Te quiero y por más que intente buscar defecto y cualquier cosa de ti que me disguste no puedo, produce todo lo contrario. Simplemente con tu presencia transformas un pésimo día en uno radiante, lleno de alegría —Hizo una pausa y continuo— Ese es mi problema... Simplemente te amo.

— ¿F-Félix?

Pronuncio su nombre en voz queda mientras se giraba y clavaba sus ojos en él, sintiendo como sus mejillas se coloreaban y mucho más cuando notaba que Félix tenía el rostro de un carmesí jamás visto.

— Vamos —Exclamo a los segundos arrastrándola hacia adentro— No quiero llegar tarde y tener otro problema —Espeto sintiéndose avergonzado al notar una mirada penetrante clavándose en su nuca.

Ella lo siguió, ahora, dirigiendo su mirada en la mano que se cernía en su muñeca. Sintiendo un cosquilleo en esa parte, entretanto se dirigían al salón.

No sabiendo que al entrar al mismo, Bridgette se encargaría de decirle a su amiga lo que recién ha pasado. Y esa revelación –no autorizada– será uno de los muchos problemas que tendrá Félix.

Pero él tendrá que tolerarlo. Más bien acostumbrarse porque con Bridgette estos iban a surgir a cada instante.