Disclaimer: los personajes que hay aquí no son míos, pertenecen a Disney. Si fuesen míos yo le habría dado un toque mucho más oscuro a todo, porque la oscuridad es mi hábitat natural. Bueno, y también estaría forrada de pasta porque estaría trabajando por un sueldo muy bueno. Como no se cumplen ninguna de las dos premisas, nadie puede acusarme de nada.
Nota de la autora:
Me gustan las parejas muy, muy complicadas porque soy una amante del drama y el angst. Me ha encantado Frozen. Hans ha logrado reemplazar a Scar como mi personaje favorito de Disney, así que me permito fangirlear fuerte. Vamos, que me ha dado por escribir sobre esta pareja porque yo ya los shippeaba pero después de entrar en tumblr y ver que no estaba sola es como que me resulta imposible no hacer esto.
En fin, espero que lo disfrutéis. Voy a intentar que todo sea más o menos realista, y también me quiero esforzar en mantener a los personajes muy IC o que los headcannons que cree no parezcan surrealistas.
Sin más preámbulos, pues...
Prólogo:
Elsa tenía una jaqueca horrible, llevaba días acostándose a las tantas de la madrugada y levantándose temprano, dedicándose únicamente a su trabajo. Se sentía un tanto asfixiada, y aunque sabía que debía anteponer su deber y el bienestar de su pueblo a sus propios intereses personales, se moría por un minuto de descanso. Y lo peor de todo era que, por una vez, su hermana Anna no constituía un pequeño recreo que la alejase de todo el papeleo y la burocracia monárquica con la que debía lidiar a diario. No, aquella mañana Anna solo estaba contribuyendo a que su dolor de cabeza aumentase considerablemente.
Nadie podía dudar del afecto que la reina tenía por su hermana, y cualquier persona de palacio sabía que Elsa era capaz de cualquier cosa por Anna, pero a pesar de ello la mayor de las hermanas tenía un dolor de cabeza horrible, y la menor no dejaba de gritar. Y eso, obviamente, era un problema.
Elsa se llevó las manos a las sienes y se las apretó con fuerza mientras observaba a su hermana pequeña moviéndose de un lado a otro de su despacho. Anna hablaba sin parar, aunque lo hacía para sí misma. Rumiaba una serie de maldiciones e improperios inteligibles que Elsa prefería no descifrar, y se tiraba de las trenzas cada dos minutos exactamente con un deje de desesperación.
—¡Y tú no me habías dicho nada! —exclamó Anna, de forma dramática, se acercó al escritorio de Elsa y apoyó sus manos sobre él, clavándole una mirada de reproche—. ¿Por qué no me lo habías contado?
Elsa desvió la vista con calma, estaba acostumbrada a la impetuosidad de su hermana y prefería tratarla tranquilamente. Ojeó la pila de papeles que todavía debía revisar, y no pudo evitar hacer una mueca de disgusto. Dios, a ese paso reventaría.
—No seas dramática, Anna —respondió la reina mientras soltaba un suspiro. Miró a Anna y alzó las cejas—. Se ha concretado todo esta mañana, iba a contártelo a la hora de comer.
—¡Pero lo has decidido! —Anna movía las manos muy rápidamente como para dar énfasis a sus palabras—. Es decir, ¡te vas a ir! ¡Tú! ¡A las islas del sur! ¿Quieres que te maten?
Elsa chasqueó la lengua.
—Siéntate, anda —le indicó a Anna—. Y cálmate, por favor, la cabeza me está matando.
—Ay es verdad —la pelirroja se llevó una mano a la boca—. Ay, perdón, me lo has dicho antes. Ay, lo siento, ¿estás bien?
Elsa sonrió, reprimiendo una pequeña risa; su hermana era incorregible.
—Estoy bien, pero cálmate, por favor.
Anna intentó hacerlo, aunque evidentemente no estaba tranquila. ¿En qué momento a su hermana se le ocurría la loca idea de hacer un viaje a las Islas del Sur? Después de lo sucedido con Hans hacía dos años, aquella idea le resultaba muy descabellada. No es que ambos reinos se hubiesen declarado la guerra después de lo sucedido, pero mantenían una cordialidad tensa y algo fría muy evidente.
La princesa se sentó, aguardando a que su hermana comenzase la explicación. Elsa soltó un suspiro y juntó sus manos encima del escritorio.
—Una buena parte del continente ha sufrido una considerable sequía este año —le explicó—, hay varios reinos que han sufrido las consecuencias. ¿Recuerdas Weldinburg?
Anna asintió, sí que se acordaba. Aunque ella se mantenía bastante al margen de los temas políticos, de vez en cuando hablaba con Elsa sobre ello para estar al tanto de las noticias importantes. Aquel año, lo más notable era la horrible sequía que durante los meses de primavera y verano había asolado a varias tierras del este, echando a perder una cantidad considerable de cultivos y sumiendo a varios reinos en una crisis considerable.
—Muchos reinos han estado ayudando a sus vecinos afectados con provisiones y comida para pasar el invierno –explicó Elsa, poniéndose seria—, pero Weldinburg contaba con nosotros. Desgraciadamente, y aunque gracias al cielo no hemos tenido que pasar por una sequía, este año no hemos tenido unas cosechas lo suficientemente grandes como para poder sustentar también a otro reino. ¿Entiendes por dónde voy?
Anna tuvo que admitir que se sentía un poco perdida, y negó con la cabeza haciendo una mueca de disculpas.
—He intentado contactar con algunos de nuestros principales aliados políticos para que le den una mano a Weldinburg, pero los destrozos de la sequía han sido tan grandes que no queda ni uno que no esté ayudando ya a otro reino —Elsa volvió a suspirar, y Anna lo entendió todo entonces—. Las Islas del Sur están relativamente cerca de Weldinburg, y por lo que tengo entendido no abastecen a nadie ahora mismo, cosa que me parece unta total desfachatez dado que es un reino bastante rico en provisiones y oro. Pero dejando a un lado eso…
—¿Y por qué tienes que viajar hasta allí? ¿No podrías escribirle al rey y punto?
—Esa es la parte divertida del asunto —Anna vio como Elsa sonreía, pero no lo hacía con sinceridad, era una mueca de resignación—. Desde lo sucedido con su hijo, el rey delas Islas del Sur está empeñado en compensarme públicamente por todo lo sucedido. ¿No te acuerdas del cargamento de doblones que nos envió?
Anna puso los ojos en blanco, claro que se acordaba. Después de que mandasen a Hans de vuelta a su reino y se hiciese pública la noticia de su intento de usurpar el trono de Arendelle, comenzaron a llover barcos y barcos cargados de obsequios por parte de las Islas del Sur. En un principio lo vieron como algo lógico dadas las circunstancias, pero al final tanta ornamentación les resulto terriblemente agobiante y fuera de lugar.
—Sólo les faltó traernos una flota hecha de zafiros —asintió la princesa, sonriéndole a su hermana con complicidad.
—Bueno, ese hombre lleva dos años intentando hacerme ir hasta allí —Elsa hizo un gesto de aburrimiento, como si aquel tema le resultase muy pesado—. Por lo que tengo entendido le importa mucho su imagen pública, y cuando el cretino de su hijo se pasó por aquí esa imagen fue tirada por los suelos. Algo que le resultaría muy conveniente sería que yo fuese allí como invitada especial, porque así cara al público su reino quedaría oficialmente perdonado.
Elsa hizo comillas con los dedos al decir lo de oficialmente y luego añadió:
—Yo no tengo nada en contra de su reino, por supuesto —se apresuró a aclarar—, Hans hizo lo que hizo en su propio nombre, no en nombre de su padre o de su tierra. Pero, obviamente, el rey quiere borrar cualquier tipo de estigma. De hecho, siempre insiste para que vaya a ver el Solsticio de Invierno, se ve que allí es una celebración muy importante. Hace un par de semanas me carteé con él y le dejé muy claro que sólo viajaría hasta allí con la condición de que le prestase víveres a Weldinburg.
—Y accedió —concluyó as Anna.
—Exacto; si hago acto de presencia en su fiesta nacional, él se ofrecerá a ayudar a quién lo necesite—asintió la reina. Cuando Elsa vio que, pese a todo, su hermana no parecía demasiado convencida se vio en la obligación moral de volver a hablar—. Anna, a mí tampoco me hace ninguna gracia tener que ir, pero los asuntos de Estado no tienen que ver con lo que nos gusta o queremos hacer, sino con lo correcto. Weldenburg fue uno de los pocos reinos que nos apoyó desde el principio después de que mis poderes se hiciesen públicos. No puedo dejar colgada a una gente que nos echó una mano cuando nos hacía falta, y si para ello tengo que ausentarme un par de meses pues que así sea.
Anna lo entendía, claro que lo entendía. Además, estaba muy orgullosa de que Elsa estuviese llevando el reino tan bien y siempre intentase ser justa con todo el mundo. Sentía una gran admiración por su entrega al trabajo, y también por el empeño que ponía siempre en superar las adversidades que le surgían. Pero Anna se encontraba cabizbaja no era porque estuviese en contra de las decisiones de Elsa, sino porque se preocupaba por ella.
Dos años atrás, Hans había resultado ser un completo cretino. ¿Y si su familia no era mejor que él? Que Elsa fuese sola al lugar en el que se había criado un desgraciado como aquel no le hacía ninguna gracia. Es más, la aterraba.
—¿Y si voy contigo? —se le ocurrió de repente a la pelirroja, con los ojos brillantes de esperanza—. Si vamos las dos podremos apoyarnos mutuamente.
—¿Si vienes conmigo quién cuidará del reino? —objetó Elsa—. Eres la única persona en la que confío de verdad, no puedo dejarle mi reino a nadie más, y lo sabes.
—Pero… pero… —Anna intentó encontrar alguna otra solución, cualquier cosa estaba bien si su hermana no se marchaba sola. Cualquier cosa menos Elsa yéndose sola—, y si… ¿y si le digo a Kristoff que se vaya contigo? Seguro que…
—Anna —Elsa la detuvo y le sonrió deforma maternal, apreciaba muchísimo que su hermana se preocupase tanto por ella, pero no iba a dar su brazo a torcer—. Kristoff es un buen chico, y sabes que lo aprecio mucho, pero por eso mismo no puedo pedirle que deje su trabajo y se venga conmigo. Además, creo que será mejor que se quede aquí, no quiero que te sientas sola si tienes algún problema llevando el reino, me quedo más tranquila si estáis los dos juntos en mi ausencia.
—¡Pero yo no me quedo tranquila sabiendo que te vas allí! —exclamó Anna, levantándose de su silla—. ¿¡Y si está el príncipe de los cretinos e intenta matarte otra vez!? ¡O quizás intente envenenarte la comida! ¡O quién sabe! ¡¿Y si su familia es peor que él?! ¡Eso sería horrible!
—Si su familia es peor no creo que lo muestren abiertamente —Elsa guardó la calma—, la situación política de las Islas del Sur frente a Arendelle está muy tensa desde lo de Hans, si algo me pasase en esa corte muchos de los que ahora están aliados a las islas les retirarían su apoyo, y eso no les conviene. Estoy muy tranquila al respecto.
—Pero Elsa…
—Anna, soy la reina —la cortó con seriedad—. Puedo apañármelas perfectamente sola, y más si se trata de asuntos políticos. Este es mi trabajo, y yo solo voy a cumplir con él. Te prometo que cuando termine de hablar de negocios con el rey volveré a Arendelle de inmediato. Y no olvides, hermanita, que tengo unos poderes y que sé utilizarlos, y si veo que existe cualquier amenaza no dudaré en hacerlo.
La princesa se dejó caer sobre la silla de nuevo, derrotada por las palabras de su hermana. Obviamente, aunque sabía que Elsa tenía razón ella no estaba convencida de lo que iba a hacer. Largarse ella sola a las Islas del Sur, al hogar de aquel malnacido de Hans, a intentar negociar con un rey del que no sabían nada… Anna tenía muy claro que no se quedaría tranquila hasta que su hermana no regresase del viaje.
—Tendrás que escribirme todos los días —le exigió Anna, señalándola con el dedo índice—, y si algún día no me escribes y llega una carta y veo que falta un día iré a buscarte. Así que si no quieres que piense que te han secuestrado y están descuartizándote o cosas así, tendrás que mantenerme informada a diario, ¿vale?
Elsa no pudo evitar reírse.
—Estás empezando a tener una imaginación muy macabra, ¿lo sabías?
Anna chasqueó la lengua.
—Todo en las Islas del Sur huele a macabro, así que es inevitable. Todos los días, ¿entendido? Me tendrás que escribir TODOS los días.
—Que sí, pesada.
Anna asintió, sintiéndose vencedora. En realidad, aquella era una forma de no padecer por su hermana, si recibía cartas a menudo se le quitaría aquel nudo en el estómago de malos presentimientos que se le había comenzado a formar nada más conocer la noticia de su viaje.
Se quedaron en silencio durante varios minutos, hasta que finalmente Anna lo rompió totalmente.
—Elsa —la llamó, con un deje algo infantil.
La aludida, que había vuelto a sus quehaceres burocráticos y se encontraba leyendo por encima un par de documentos, respondió sin alzar la vista.
—¿Qué? —inquirió con pesadez.
Anna frunció los labios.
—Te voy a echar de menos.
Elsa alzó la vista entonces y miró a su hermana, que la observaba con ojos de cordero degollado. Pero qué niña podía ser a veces, y cómo renovaba su cariño hacia ella en momentos como ese. Elsa le sonrió ampliamente, y la miró con cariño.
—Yo también te voy a echar de menos —le aseguró—. Pero no te preocupes, será apenas un mes. Ya verás cómo se pasa en seguida y cuando regrese todo vuelve a la normalidad. Si no terminas incendiando el reino por error en mi ausencia, claro…
Anna arrugó la nariz.
—Eso no ha sido gracioso.
—Sí que lo ha sido —Elsa rio, bajando de nuevo la vista hacia sus papeles—. Es gracioso, porque es verdad.
—No tiene ninguna gracia.
La princesa quiso hacerse la ofendida un rato más, pero prefirió no molestar a su hermana, ella todavía tenía mucho trabajo que hacer, y Anna acababa de recordar el dolor de cabeza de Elsa, sería mejor que se retirase de allí y fuese a contarle a Kristoff las noticias.
Intentó concentrarse en lo que le había dicho Elsa: sólo serían unos meses, ¿no? Un par de meses de nada. Elsa tenía razón, atacarla o hacerle algo sería un acto de estupidez teniendo en cuenta lo sucedido con Hans dos años antes. ¿Qué podía suceder entonces? Anna pensó que quizás se estaba preocupando tontamente, o puede que hubiese sacado las cosas de quicio. Pero mientras se despedía de Elsa y se dirigía hacia la puerta, no pudo evitar sentir un presentimiento extraño.
Pues hasta aquí lo que vendría siendo el prólogo, espero que no haya resultado muy pesado pero debía asentar ciertas cosas.
Si os ha gustado y me dejáis un review yo más contenta que unas pascuas, si por contra queréis tirarme tomates a la cabeza, pues bienvenidos sean. Qué remedio. No, pero ahora en serio, cualquier comentario, crítica constructiva o ayuda serán bien recibidos.
Gracias por leer :)
