Just Looking For Mommy
Disclaimer: Esta nota aparecerá tan sólo en el primer capítulo. Final Fantasy pertenece a Squaresoft...
Notas de la Autora: Hace tiempo que tenía ganas de hacer algo así... Y ahora que más o menos voy haciendo y actualizando los otros fics... he pensado que empezar con una idea nueva que me inspira tal vez sea un pequeño incentivo para escribir con más ganas y ya puestos captar nuevos lectores XD ¡¡Espero que os guste!!
CAPÍTULO I: ¿DE VUELTA EN CASA?
La pequeña Temperance continuaba correteando por las calles de la gran ciudad de Esthar, bajo la casi molesta mirada de los soldados que vigilaban cada rincón de aquella zona.
Todo el personal militar de seguridad de la ciudad estaba al tanto de la llegada de los invitados del presidente Loire hacía tres días, y tenían bien claro que tenían total libertad para moverse por donde quisieran, por muy restringida que aquella área fuera.
- ¡Espera, Temp!
La voz del pequeño Angus resonaba unos metros por detrás de la niña, intentando seguir su paso como buenamente podía.
- ¡Eres muy lento! ¡El viejo Odine se habrá ido para cuando lleguemos!
Ambos estaban en aquella ciudad para pasar unos días de vacaciones con sus padres. Un viaje que hacían cada año desde que ambos tenían uso de razón y un poco antes. Todo lo que sabían aquellos dos pequeños era que sus padres eran héroes, y cada año el presidente de aquella ciudad los invitaba a una fiesta en conmemoración del día en que libraron al mundo de una malvada bruja.
- ¡Tempy! - volvió a gritar Angus.
La niña se paró justo cuando llegaban a la entrada del laboratorio del doctor Odine y se giró hacia el pequeño.
- ¡Es... espérame! - suplicó el chico mientras intentaba recuperar el aliento.
Temperance se cruzó de brazos al lado de uno de los soldados que vigilaban las puertas de aquel laboratorio y esperó pacientemente hasta que su primo la alcanzó. Era casi dos años más pequeño que ella, y ambos eran los dos únicos hijos de los míticos siete héroes que salvaron el mundo hacía justamente hoy 10 años.
- ¡Venga! El viejo nos dijo ayer que nos enseñaría la nueva máquina hoy... Si no te das prisa no estaremos a tiempo para la fiesta. - lo apresuró la niña.
- ¡Mi mamá se enfadará si llegamos tarde...! - dijo el pequeño con cara de preocupación.
Temperance lo agarró de la mano y tiró levemente de él en un intento de que acelerara su marcha hasta la sala de investigación temporal del doctor Odine. Conocía perfectamente la política de su tía con respecto a la asistencia a cualquier tipo de fiesta o celebración. Si ellos dos se retrasaban y por ese motivo se perdían un solo minuto del evento ambos pagarían las consecuencias.
Los desordenados y ligeros pasitos resonaron por los pasillos del edificio mientras los pequeños se paseaban de una habitación a otra, buscando al hombre que el día anterior les había prometido enseñarles su mejor invención, la que le permitiría alcanzar el conocimiento de todos los tiempos además del que ya había conseguido desde que comenzó con sus investigaciones.
Pero lo único que encontraron en su búsqueda fueron un par de ayudantes demasiado ocupados en sus trabajos como para atenderlos.
Así que estaban solos en aquel inmenso laboratorio y se habían quedado sin poder ver a aquel viejo loco que solía entretenerlos con sus experimentos y sus historias sobre brujas de todos los tiempos.
- ¡No es justo! - exclamó la niña enfadada – Nos había prometido que hoy nos enseñaría aquella máquina que tenía medio acabada el año pasado...
Se movían ahora bastante desesperanzados por el pasillo que les llevaría a la salida cuando un leve destello verdoso captó su atención.
El pasillo estaba bastante oscuro, con las paredes y suelos cubiertos por grandes planchas de metal negro, haciendo que las bombillas de colores que había sobre las puertas que daban a las distintas habitaciones se reflejaran con especial intensidad al parpadear.
La luz que parpadeaba en ese momento, casi como si los llamara, era la del ascensor que había al final de aquel pasillo.
- Tal vez... esté en el sótano... - aventuró la pequeña en voz baja.
Dio un paso en dirección contraria a la salida, mirando fijamente las puertas del ascensor, mientras Angus se mantenía a sus espaldas con cautela.
- ¿Y si no está...? - dijo con algo de miedo en la voz – No podemos bajar ahí si no es acompañados...
- Por eso vamos a mirar si el viejo Odine está ahí abajo... - contestó la niña.
El pequeño la siguió en tensión, sin atreverse a hacer un solo ruido mientras entraban a aquel iluminado ascensor, con las paredes cubiertas por espejos, y hacían su camino en descenso hasta el último nivel.
En cuanto las puertas se abrieron la niña salió con decisión a la inmensa sala repleta de pantallas y paneles llenos de botones, donde Odine y su equipo probaban todas las máquinas y experimentos que habían terminado de construir y debían ser sometidos a una exhaustiva evaluación.
- Aquí tampoco hay nadie Tempy... vámonos o llegaremos tarde... - suplicó el pequeño con voz lastimera.
Pero Temperance estaba ya absorta observando la inmensa figura que tomaba el protagonismo de la sala entera. Una tela plástica, de color gris opaco, dejaba intuir el amasijo de piezas metálicas que se ocultaban debajo.
La niña se acercó lentamente y alargó una mano para agarrar la tela con decisión. El tacto era suave y fino, un leve movimiento de su brazo y aquel material se deslizó rápidamente para descubrir lo que ocultaba.
- Es esta... - Susurró la pequeña.
Angus miró aquella especie de rompecabezas de metal y cables asombrado y se acercó lentamente, ganando la curiosidad sobre el miedo.
- Si está aquí es que ya está terminada ¿no? - preguntó Temperance sin esperar contestación realmente. Sabía que las máquinas que había en esa habitación estaban esperando el visto bueno para ser enviadas a donde hicieran falta. Así que necesariamente debería estar acabada.
La pequeña subió casi trepando por un par de escalones y justo bajo el gran arco metálico que sujetaba toda la estructura pudo ver una especie de asiento de cuero, como una pequeña cabina enterrada en monitores y botoncitos.
- Temp, ¿qué haces?... No sabes como funciona... - le advirtió el pequeño.
- Sólo quiero verla por dentro tonto... Ven, sube. ¡Mira cuántos botones!
Angus dudó por unos segundos y finalmente trepó igual que había hecho ella y se asomó dentro de aquella cabina. La niña estaba sentada y comenzaba a meter ambas manos en una especie de guantes llenos de cables que había a ambos lados del asiento.
En el momento en que los guantes se amoldaron a sus manos un leve zumbido comenzó a sonar y todas las pequeñas pantallas parpadearon un par de veces antes de iluminarse a la vez.
"Iniciando proceso de reconocimiento."
-¿¡Qué has tocado!? - preguntó Angus asustado al oír la voz femenina y distorsionada que se sonó a su alrededor.
- No he tocado nada... Se ha puesto solo.
"Usuario reconocido dentro del registro de habitantes actual del Jardín de Balamb... indique lugar y tiempo de su destino"
- ¿Destino?... - preguntó Angus entre asombrado y asustado.
- Odine dijo que era una máquina mejorada de aquella que nos enseñó la última vez... aquella en que podías ver el pasado desde dentro de otras personas, ¿recuerdas? - le explicó la niña al pequeño.
Si aquella máquina era una especie de segunda versión de la que habían probado el anterior año... seguramente tendría el mismo propósito.
Ella había viajado en aquella ocasión al momento de su historia que más ganas tenía de ver, el día en que había nacido. Aún recordaba entre asombrada y maravillada la imagen que su padre había visto de ella, en el momento en que la sacaron toda arrugada y amoratada de la habitación en la que estaba su madre y dejaron a su padre verla por primera vez. Recordaba la sensación que él había sentido al verla en manos de la doctora Kadowaki cuando por fin salió de la habitación. Se perdió el instante en que nació por diversos problemas en el quirófano, pero ese primer instante en que vio su cara estaba aún fresco en los recuerdos de la niña.
Ahora sin embargo... ante la posibilidad de volver a ver algo del pasado a través de los ojos de aquellos que conocía... ¿qué querría ver?
"Indique lugar y tiempo de su destino"
La voz volvió a repetirse, como apremiándola para que decidiera en qué momento de la historia del pasado quería ir a parar.
- Venga, Tempy... tenemos que irnos... hoy es la fiesta de los héroes... - gimoteaba su primo aún a su lado.
La fiesta de los héroes... La conmemoración de la batalla en la que sus padres habían derrotado aquella malvada bruja del futuro...
"Indique lugar y tiempo de su destino"
- Jardín de Balamb... Al momento en que mis padres se convirtieron en héroes... - dijo sin vacilar lo más mínimo.
- ¿Tempy...?
El zumbido de aquella máquina comenzó a aumentar y una descarga eléctrica recorrió el cuerpo del pequeño Angus, enviándolo en el aire hasta aterrizar unos metros más atrás.
El pequeño abrió los ojos asustado para ver cómo una nube de humo y un destello eléctrico de color azul envolvían la máquina.
- ¡Tempy!
El zumbido volvió a disminuir lentamente y la nube de humo comenzó a desvanecerse poco a poco.
- ... Tempy...
Angus se levantó y se aproximó lentamente a la máquina... La tocó primero con un dedo, temiendo que una nueva descarga eléctrica pudiera dañarlo, y después apoyó la mano entera, sintiendo el calor que emanaba del metal.
- Tempy... ¿Estás bien...? - preguntó asustado.
Pero seguía sin obtener respuesta alguna. Trepó de nuevo por el lateral de aquel invento y se asomó tímidamente a la cabina. De nuevo las pantallas estaban apagadas, ya no podía oírse zumbido alguno, y Temperance había desaparecido por completo.
Era una mañana como otra cualquiera en el Jardín de Balamb, si no tenemos en cuenta el entusiasmo con que cada alumno de aquella academia militar se preparaba para la gran celebración que tendría lugar en cuestión de pocos días.
Apenas una semana y estarían festejando el segundo aniversario de la derrota de Artemisa.
Irvine continuaba sentado en la cafetería, periódico en mano, fingiendo interés en la lectura de cualquier noticia mientras paseaba su mirada entre las alumnas de último curso. Gesto que no pasó desapercibido para su novia.
- Irvine… cielo… - dijo la chica en un tono de voz completamente tranquilo pero audible.
Un grupo de jovencitas que hacían cola frente a la barra se percató de la presencia del muchacho y comenzaron a susurrar y reír por lo bajo mientras lo miraban de manera nerviosa y huidiza. Irvine bajó un poco más el periódico y les dedicó una de sus genuinas sonrisas.
Selphie lo miró fijamente por encima de su taza de té y se aclaró la garganta de manera sonora, intentando llamar nuevamente su atención. Pero el chico continuaba mirando a aquellas jóvenes cadetes aún sonriendo.
Su novia se levantó dejando escapar un leve suspiro de resignación y fue entonces cuando el muchacho se dio cuenta de que había vuelto a hacerlo. Había vuelto a quedarse en babia mirando a otras chicas en frente de Selphie.
- Selph… ¿dónde vas…? – alcanzó a balbucear torpemente mientras se levantaba para seguirla hacia la salida de la cafetería.
- Eres imposible Irvine… - dijo con un deje de aburrimiento mientras se alejaba de la mesa con el muchacho siguiéndola justo detrás.
- Selph, espera… sabes que me sale sin querer… - comenzaba a explicarle él en voz baja como tantas otras veces.
Selphie rodó los ojos hacia un lado esperando el resto de aquella disculpa a la que tan acostumbrada estaba ya.
"Sistema mediante el cual podemos almacenar la magia extraída de la naturaleza u otros seres vivos para enlazarla a nosotros, aumentando nuestras cualidades físicas en función del G.F. enlazado." ¿Tanto les cuesta memorizar una simple definición como esa?
Quistis se encontraba tranquilamente sentada en uno de los bancos que rodeaban la inmensa fuente alrededor de la cual se retorcía el inmenso pasillo principal del Jardín.
Había salido hacía una media hora de la cafetería y ahora se encontraba allí sentada, corrigiendo exámenes mientras oía a la gente corretear de un lado para otro preparando la decoración para aquel festival.
- Te lo digo en serio, Selph…
Podía oírse la voz del vaquero intentando no gritar para que su novia parase en aquella casi carrera para huir de él. Algo que era completamente normal ya para el resto de habitantes de la academia.
Quistis giró la cabeza hacia ellos y pudo ver como Selphie caminaba dando grandes pasos hacia el pórtico, la cabeza bien alta, y una leve sonrisa entretenida en los labios.
Sabía bastante bien a qué jugaba la chica y parecía que el único que aún se tomaba en serio esos enfados era Irvine.
El chico la quería con locura, pero eran años de comportarse como el mayor seductor del Jardín de Galbadia lo que su novia se había propuesto borrar. No era fácil quitarle la costumbre de mirar y sonreír a cada chica que pasaba cerca de él, pero Selphie sin duda estaba decidida a conseguirlo. Por esto le daba siempre dos oportunidades cuando lo veía flirtear con alguna jovencita. Dos llamadas de atención, si no hacía caso montaba aquel numerito y salía corriendo, obligándolo a disculparse como estaba haciendo en aquel momento.
Y lo cierto era… que desde hacía unos meses aquella cómica escena se veía con algo menos de frecuencia.
- ¡Quistis!
La joven giró la cabeza en la dirección opuesta al oír su nombre y vio a Zell acercándose a ella a toda prisa.
- Zell, sigues siendo un SEED, - le advirtió la joven con aquel deje de instructora tan natural en ella - te bajarán de rango por correr… otra vez…
El chico se sentó a su lado ignorando aquella observación y la miró directamente a los ojos.
- Necesito tu ayuda… - le dijo mientras sacaba un papel de su bolsillo.
Extendió su mano hacia ella y la muchacha dejó los exámenes a un lado mientras lo desdoblaba y comenzaba a leerlo.
- Es… una invitación… ¿para el baile de la semana que viene? – preguntó con cierta confusión.
- Quiero pedirle a Tess que venga conmigo al baile… - dijo el chico sonrojándose levemente – pero si antes puedes darme tu opinión profesional sobre la carta… Ya sabes… faltas… comprensión… no sé.
Quistis le entregó el trozo de papel con aquellas tres únicas líneas mientras levantaba una ceja al chico, no pudiendo evitar la sonrisa incrédula que se había hecho protagonista de su expresión.
- Zell, no es la primera vez que vas con ella a un baile… - le contestó simplemente – No creo que haga falta ninguna proposición por escrito.
- Siempre coincidimos y ella me acompaña en los bailes… - dijo él algo avergonzado – pero nunca es porque yo la haya invitado a ir conmigo de forma explícita… ¿Qué te parece la carta?
La joven se quitó las gafas y suspiró sonoramente. ¿Era la manera en la que aquel chico no parecía capaz de afrontar sus sentimientos de manera madura lo que la hacía sentir así de cansada o tener que corregir exámenes a esas horas de la mañana?
- La carta está bien, breve pero directa, sin faltas… - le explicó al joven – Justo como tú… No seas tonto y pídeselo sin más… No creo que haga falta que sea por escrito.
El muchacho se levantó complacido con aquella evaluación de su invitación y con media sonrisa se giró hacia la biblioteca. Le entregaría la carta. Sabía que si se lo preguntaba le temblaría la voz y se sentiría realmente estúpido. Así que le entregaría la carta.
Pero antes desayunaría algo. Estaba seguro de que su nerviosismo sería menor si dejaba de sentir aquel ronroneo impaciente en su estómago.
Squall volvió a repetir de nuevo aquel "tranquilo, nos vemos" por el teléfono y esta vez colgó de inmediato nada más oír el "vale, hasta dentro de poco" al otro lado.
Era increíble cómo le costaba a aquel hombre despedirse, o callarse de cualquier manera.
- ¿Otra cosa menos? – le preguntó Edea, sentada al otro lado del escritorio de su despacho.
Squall tachó una corta frase de su lista de cosas por hacer antes de la siguiente semana y la miró de nuevo.
- Otra cosa menos… - le confirmó.
- Cid ya ha firmado esto – dijo ella tranquilamente entregándole un papel firmado y sellado por el director.
Squall le echó un vistazo rápido y lo reconoció inmediatamente como la solicitud de sustitución de Quistis para sus clases de la semana siguiente.
- Perfecto… - dijo el comandante en voz baja y tachó otra frase más de la lista.
Edea se estiró algo más en su silla y vio que sólo había tres líneas tachadas de aquella lista.
- ¿Qué te falta…? – Le preguntó con curiosidad.
- Reservar siete billetes a Esthar para la semana que viene, hecho – comenzó a enumerar el comandante – Avisar a Laguna sobre cuándo llegaremos, hecho… - dijo esta vez con algo de molestia en la voz, recordando aún la interminable conversación telefónica que acababa de tener con su padre – Arreglar lo del sustituto para las clases de Quistis… hecho…
Edea lo miró esperando que continuara.
- Falta todo lo demás… - dijo finalmente dejando caer la lista sobre la mesa y recostándose en su silla de piel con los ojos cerrados.
- Venga… no te desanimes – lo animó la mujer – Sois el comandante, la mejor instructora, los mejores SEEDs y dos de los mejores cadetes… y estaréis fuera del Jardín durante unos días… Es normal que haya tanto papeleo para justificar vuestro viaje.
- No debería haberlo – dijo él con frustración – Es el presidente de Esthar quien nos invita a pasar unos días en su casa y festejar el aniversario… Bien podría echarnos una mano con todo este rollo…
Edea esbozó una sonrisa ante aquel comentario, a Squall no le gustaba la responsabilidad de comandar aquel Jardín pero aún así lo hacía cada día mejor que nadie. Lo que no podía soportar era que le tocara organizar cosas tan poco serias como las vacaciones del resto del grupo.
Sin embargo era comprensible. Nadie le confiaría esa tarea a Selphie, Irvine o Zell por miedo a las consecuencias, y en cuanto a Quistis, Rinoa y Seifer… Todos sabían que estarían demasiado ocupados en aquel mes de exámenes. La primera con las correcciones, los otros dos con su examen de graduación. Y en el caso de Seifer estaba más justificado aún, no podía organizar un viaje al que aún no sabía que había sido invitado.
- Déjame verla… a ver en qué más puedo echarte una mano… - se ofreció Edea amablemente. Ésa era su naturaleza, no podía evitar echar una mano a lo que hiciera falta si podía hacerlo.
- ¿Estrategia principal de defensa en caso de ser un miembro de apoyo? – Rinoa continuaba sentada en aquel banco del pórtico, concentrada en el montón de apuntes tomados de su puño y letra mientras Seifer la miraba con el ceño fruncido, completamente concentrado en la respuesta que debía dar.
- No debemos preocuparnos por la ofensiva durante la batalla, simplemente vigilamos el nivel de vitalidad de nuestros aliados y lo mantenemos siempre por encima del 60%... – dijo de memoria - ¡Ah! Y pondremos siempre como prioridad a aquellos cuyo estado haya sido alterado con magias o habilidades que provoquen veneno, zombi, piedra o confusión, y aquellos que hayan quedado fuera de combate.
Rinoa volvió a rebuscar las respuestas en sus apuntes aunque sabía perfectamente en qué había acertado y en qué no. Lo hacía solo para confirmar.
- Bien… Ahora… - removió los folios buscando algún tema más avanzado que las estrategias básicas dentro de una batalla real – estrategia a seguir… en una misión de infiltración y espionaje…
Miró al chico casi sonriendo. Sabía que Seifer no tenía problemas en ningún aspecto teórico referente al campo de batalla, pero ser un SEED era mucho más que una batalla.
Seifer dejó escapar una risa seca y burlona y le arrebató el fajo de apuntes de las manos.
- Dame un respiro, ahora me toca preguntar a mí – dijo sonriendo. Esta vez encontraría una pregunta que la chica no fuera capaz de contestar.
Ambos tenían el examen final de SEED en dos días y pasaban cada mañana estudiando a conciencia desde hacía una semana.
- Dime… por ejemplo… - el chico seguía mirando entre aquel montón le letras algún dato que aún no le hubiera preguntado y la chica no hubiera contestado correctamente con anterioridad. Rinoa mientras tanto se cruzó de brazos y esperó pacientemente.
EL chico seguía leyendo por encima aquel montón de información con una expresión entre molesto y frustrado.
Seifer había pasado un año entero desaparecido tras la derrota de Artemisa, vagando de un lado para otro, arrepentido y perdido sin saber muy bien hacia dónde dirigir sus pasos. Sabía que había cometido sus errores durante aquella batalla y que debía cargar con la responsabilidad de sus propios actos. Pero nadie lo consiguió convencer jamás de que la decisión a la hora de escoger su bando en aquella contienda fuera errónea.
Rinoa lo miraba ahora considerando todo lo ocurrido, pensando en cómo debió sentirse en su momento.
La única mujer que recordaba haber tratado como a una madre era ahora un monstruo que le pedía su ayuda para asesinar y torturar a cada ser humano que encontrara en su camino hacia el poder, incluyendo a aquellos que en el pasado fueron como sus hermanos.
No recordaba nada de aquello en aquel momento, demasiado cegado por la envidia hacia Squall y el rencor hacia aquellos que lo ignoraban y rechazaban sin ni siquiera conocerlo. Pero sabía cómo funcionaba aquello de ser el caballero de una bruja. Sabía que en él estaba el poder controlar aunque sólo fuera un poco a aquella mujer despiadada que sin saber por qué sentía que debía proteger.
Y todo quedó claro en el momento en que todo terminó y poco a poco se apartó del mundo de los SEEDs, a medida que sus recuerdos fueron volviendo.
Un año después volvió, arrepentido por las vidas que había arrebatado y el sufrimiento que había repartido. Arrepentido y por primera vez consciente de que su lugar seguía estando en aquel Jardín, con toda aquella gente por la que siempre anheló ser aceptado.
Y en aquel último año que había pasado nuevamente como cadete casi lo había conseguido.
No es que todo el mundo lo quisiera como a uno más, pero se estaba esforzando al máximo por que aquello cambiase y a día de hoy se le trataba como a un miembro más de aquella academia. Squall incluso había accedido a entrenar de vez en cuando con él (ambos sabían que nadie los pondría al máximo en un duelo como ellos mismos lo hacían), Selphie había acabado por tratarlo con el mismo entusiasmo y cariño como al resto del mundo, esto era algo completamente natural en ella; Irvine era sobre todo cordial, y Quistis y Zell eran tal vez los más reacios a relacionarse con el joven.
Lo de Zell evidentemente era un caso perdido, Quistis simplemente seguía siendo bastante cauta y precavida con el alumno más problemático que había encontrado en su carrera como instructora en aquel Jardín.
Rinoa lo había conocido desde antes y nunca había partido de esa imagen de alumno problemático y algo sádico de la que partieron el resto de integrantes de aquel Jardín. Ella simplemente lo trató como lo había hecho en el pasado.
- Vale… me rindo… - casi gritó exasperado el muchacho después de unos minutos más de buscar sin mucha suerte – te lo sabes todo… ¿vamos a comer algo?
Rinoa dejó escapar una risita divertida y volvió a agarrar sus apuntes.
- Yo me lo sé todo pero tú no… - dijo con resolución – Venga… ¿Estrategia a seguir en una misión de infiltración y espionaje…?
Los cansados pasitos de Temperance continuaban sonando por los pasillos de aquel inmenso edificio que tan bien conocía. Era como estar en casa… pero sin estar en casa.
Se sentó en uno de los bancos que había a la salida de la biblioteca, sin prestar demasiada atención a la gente que había a su alrededor. Comenzando a concienciarse de lo que realmente había ocurrido y de la situación en la que se encontraba.
Había viajado al pasado. Había viajado físicamente al pasado, aquello no era ninguna ensoñación dentro de los recuerdos de otra persona. Y estando físicamente en ese momento y en ese lugar… ¿cómo podía volver a su tiempo?
=D ¿Y bien? ¿Os gusta? ¿Lo sigo? XDD Espero que alguien mande algún review y me de su opinción antes de que salga el segundo capítulo!! (Parece que vaya a salir mañana mismo... me conocéis... no soy tan rápida XD)
