Disclaimer: nada de esto es mío.

Notas: huy, inspiración de última hora. No tengo muy claro de a qué viene; sólo que el título me gustaba.

Dedicatoria: hm, no pensaba hacerlo, pero bueno. Para Kristy SR, a ver si te da suerte en los exámenes.


Just a little longer

Se deja caer en el sofá sin avisarle. Remus lee, como cada noche, en silencio y con aire pensativo, y a Sirius se le pasa por la cabeza la idea de que, joder, quizás debería hacerle gritar, quitarle de la cabeza todas esas palabras de un desconocido. Que quizás debería mostrarle que pasar el rato es mucho más fácil si se están besando, tocando, lamiendo.

Deja escapar un resoplido, algo así como una imitación mala de un perro acatarrado –eso es lo que le dice siempre Jimmy, el muy cabrón-, y apoya la cabeza en el hombro de su novio.

Su novio. Qué extraño suena eso, ahora.

¿De dónde vienes?, pregunta Remus. Sirius no quiere contestar.

¿Qué lees?, aunque le importa un pimiento, en realidad. Le parece mucho más interesante, por ejemplo, qué ropa interior lleva. Pero así no se puede empezar un cortejo.

Remus sonríe, y le besa. Le besa largo y lento, de esa manera tan suya, tan perfecta. Sirius siente un escalofrío, de pronto, y recuerda.

Hay un traidor en la Orden, le han dicho. Y joder, no quiere ni pensarlo.

Querría decírselo a Remus. Advertirle. Querría confesarle que ha estado con los Potter, que van a esconderse –que van a ir a por ellos, a por Harry-, pero no se atreve. Hay un traidor en la Orden, y todos –todo- apuntan a Remus.

Es difícil discutir.

El libro acaba, como cada noche, en el suelo. Puede que algún día termine de leerlo, el licántropo; por ahora es más interesante recorrer a Sirius, cada milímetro de piel y cada gesto, aprendérselo de memoria, atesorarlo. Se besan y piensan, los dos, que quizás este sea el último beso, que quizás sea el primero. Se rozan y se preguntan si el otro les está tocando en serio, si han sido sinceros en todo esto.

Se separan y, por un momento, ambos sienten que es para siempre, y callan.

Sirius escucha respirar a Remus. No hay nada diferente esta noche; el ruido de Londres se cuela en el piso. Quiere llorar, pero hace mucho desde la última vez. Quizás ya no pueda.

¿Estás bien, Canuto? Y él asiente. Te quiero, piensa. Ojalá pudiera olvidarlo todo. Ojalá los besos durasen más, sólo un poco.


Danny