Código Lyoko: ¿Cómo poder olvidarte?
Capítulo 1: El sueño.
Ulrich POV
-¡Te he dicho que yo no he sido!- Le grité frustrado.
-Stern, ¡tienes que estar más pendiente de tu trabajo! Hoy, por si no lo sabías, los bocetos que tenían que haber llegado a la empresa Fogasa, no han llegado, ¿y sabes qué ha ocurrido? Me han dado un aviso, y me han dicho que como se vuelvan a retrasar los pedidos van a dejar de contar con nosotros. ¡Así que tómate enserio esto o te echaré del trabajo sin pensármelo dos veces!- Me riñó mi padre.
-A ver papá, ¡yo ya avisé a uno de tus estúpidos trabajadores y no lo ha hecho, así que deja de echarme la culpa a mí de todo lo que pasa en esta estúpida empresa! Siempre me haces lo mismo. ¿Faltan unos papeles para el envío? ¡La culpa es de Stern! ¿No llegan los pedidos a la hora prevista? ¡La culpa es de Stern! ¿Pido que hagan unos bocetos para una empresa de gas a un trabajador y no llegan? ¡También la culpa es de Stern! Siempre es Stern y ya estoy harto.- Le grité más enfadado que nunca. Siempre me echa la culpa de todo lo que pasa en la empresa. ¿Quién se cree que soy? ¿Un inútil acaso? Porque si eso piensa, esta vez no callaré ninguno de sus insultos. No, esta vez no lo aré. Y si tengo que jugarme el trabajo que así sea.
-Stern, ¡no consiento que me hables así! Soy tu jefe y tu padre, ¡deberías de tenerme un poquito de respeto!- Me miró fijamente y con el ceño muy fruncido.- Por si no lo sabías…-
-Mis fallos te cuestan una pequeña fortuna. Sí, lo sé. ¡Siempre es lo mismo! ¡Solo te importa el dinero! ¿No es eso? Porque desde que tenía 14 años no parabas de decirme eso.- Le interrumpí bruscamente. Siempre me dice lo mismo. Parece como si el dinero le importase más que a su propio hijo.-¿Cómo decías…? ¡A sí! "Hijo, tienes que estudiar más. De pequeño sacaba todo dieses y preparaba mi entrada en la universidad y tú en cambio, no logro entender por qué sacas unas notas tan pésimas. Por si no lo sabías me cuestas una pequeña fortuna.". ¡Deja de hablar del dinero y preocúpate de tu hijo de una maldita vez!- Grité elevándome de la silla y poniendo las manos bruscamente sobre su mesa con la intención de quedar por encima de él.
-¿Qué no me preocupo por ti? ¿Con que eso es lo que piensas de mí? Yo nunca dejé de preocuparme por ti, y si teníamos tantas discusiones cuando eras adolescente era porque no estudiabas. ¡Siempre he querido lo mejor para ti! Quería meterte en la mejor academia de la zona, ¿y así me lo pagas? ¿Diciéndome que no me preocupo por ti? Eres el hijo más estúpido e inútil que he podido tener. No sé cómo narices te he metido en mi empresa, ya veo que no vales ni para eso.- Dijo levantándose rápidamente de la silla y acercándose a mi.-
Esas palabras que escuché de él me dolieron tanto que no pude contenerme a darle un fuerte puñetazo en la cara que lo dejó tumbado en el suelo.
Él me miraba atónito. Jamás se esperaría una reacción como estas, y menos, de mí.
Me acerqué lentamente hacia el cuerpo tumbado y dolido de mi padre. Lo miré con una expresión de enfado y decepción. Estaba tenso, dolido, decepcionado, frustrado… Mi mente decía "¿por qué no lo derrumbas? Dile todo lo que quieres decirle, déjalo claro quién eres". Pero otra parte de mí me decía: "Déjalo, ¿no ves que no merece la pena? Siempre será un mal padre y un egoísta".
Medité durante unos segundos y respiré hondo. Acto seguido, cogí a mi padre por la camisa de una forma un tanto intimidante, lo miré a los ojos y lo elevé del suelo.
-Tendré 23 años, seré una persona seria y un tanto gruñona, pero nunca, ¡NUNCA! Vuelvas a llamarme inútil. Porque, ¿sabes qué pienso de ti? Tú si que deberías considerarte un inútil. Eres lo peor que puede tener un hijo. Como padre, no vales nada. Al menos, para mí. Pero tampoco demuestro mi odio hacia ti insultándote ni humillándote en público cada día que te veo la cara. Siempre he sido callado, y por respeto nunca te dirigí la palabra de la forma que tu lo hacías, y lo haces. ¡No volveré a permitir que me faltes el respeto de esta manera! Y menos, ¡en el trabajo! Aunque, mira, no hará falta eso de discutir en el trabajo. ¿Sabes por qué? ¡Porque lo dejo!-Tras estas duras palabras, mi padre, reaccionó y me empujó fuertemente contra la pared.
-¡Está bien! ¡Vete si quieres! ¡No me importa! ¡FUERA DE AQUÍ!- Comenzó a gritarme desesperadamente mientras me lanzaba tantas cosas como tenía en su despacho.
-No hace falta que tú me lo digas, ya iba a irme de todas formas.- Golpeé fuertemente la puerta y salí rápidamente del edificio.
Los trabajadores, nos miraban asustados. No podían creer lo que sus oídos habían escuchado. Pero a mí eso me da igual. Se lo tenía bien merecido.
Llegué al aparcamiento y vi mi coche. Gris, grande pero ligero, moderno, caro y con unos asientos de cuero negro.
Me adentré, puse las llaves, y justo antes de conducir, comenzó a llover. "parece que hoy no es mi día" Pensé.
Puse el coche en marcha y me dirigí rumbo a mi casa. Hacía tanto frío que me vi obligado a poner el aire acondicionado. Normal, era invierno.
Tras unos minutos conduciendo, llegué a la última autopista que tenía que cruzar para llegar a mi casa, y por si fuera poco, un atasco surgió de la nada.
-¡Venga ya! ¿Es que el universo está en contra mía hoy?- Maldije.
Pasaron horas, minutos, segundos… Y al fin, logré llegar a mi casa.
Miré el reloj. Las 23:00. Abrí la puerta de mi casa, me descalcé, me desnudé y me fui directo a la ducha.
Abrí el grifo con agua caliente y dejé que la bañera se llenara por completo. Mientras tanto, fui a buscar unas sales de baño que había comprado. Cuando esta terminó de llenarse, abrí el bote y las arrojé.
-Todavía está caliente, esperaré un poco a que se enfríe.- Me dije a mí mismo.
Estuve unos minutos esperando a que el agua se enfriara un poco. Minutos, en los que no dejé de pensar en la discusión que había tenido con mi padre, horas atrás.
-No te sientas mal Ulrich, hiciste lo correcto.- Cerré los ojos fuertemente. Intentaba no pensar en ello.
Toqué el agua. "Creo que ya me puedo meter" Pensé.
Introduje mi musculoso cuerpo en el agua enjabonada, cerré los ojos, y me relajé.
Sin darme cuenta, me quedé dormido, y me quedé sumido en un profundo sueño.
Flash back:
"Era un día soleado, yo me encontraba en una bonita playa disfrutando de mis vacaciones veraniegas. Los cálidos rayos del sol dejaban una pequeña marca en mi blanqueada piel.
Había unas olas preciosas. El agua cristalina, bañada por los rayos del sol, formaba un gran reflejo de luz. Aunque el reflejo dificultara un poco la vista, miles de bañistas, la ocupaban felizmente.
En el cielo, había un montón de aves migratorias. A veces me gustaría ser como ellas, libre, poder recorrer el mundo sin un rumbo fijo, tener la libertad para tomar mis propias decisiones…
Miré con ilusión la hermosa playa. Era preciosa, lo admito.
Me dirigí a la arena húmeda y me tumbé sobre esta. Me gusta el contacto con el agua, hace que todas mis preocupaciones desaparezcan. Incluso los malos recuerdos…
"Valla, no me he puesto la crema" Pensé.
Me giré al lugar de la arena donde había dejado mi bolsa, la abrí, y comencé a buscar mi crema, pero esta, no estaba. Desesperado, busqué en todas los lugares posibles, pero nada, ni señal de la crema.
- Supongo que no tengo más remedio que quemarme- Me dije a mí mismo.
Me tumbé bocabajo en la arena. Me sentía tan relajado, tan a gusto, que sin darme cuenta, comencé a dormirme. Entonces, comencé a sentir un frío un tanto extraño en el centro de mi espalda, es como si alguien me hubiera puesto algo frío en el lugar.
Por un momento, ignoré esa sensación y seguí medio dormido en la arena, hasta que noté el contacto de unas manos, frotar el líquido frío en mi espalda.
Asustado, me giré rápidamente. Mis ojos no se podía creer lo que estaban viendo.
Una mujer, de alta estatura y cabello negro, tenía mi bote de crema y por si fuera poco, me la estaba untando en mi fuerte espalda.
La miré asustado, y un tanto impresionado. "¿De dónde narices ha salido esa mujer? ¿Cómo es que tiene mi crema?"
Seguí mirándola. Era una mujer bastante guapa, morena, con el cabello liso y un tanto corto, de bonito físico y sonrisa deslumbrante. Me quedé embobado al verla, ¿será un flechazo tal vez? No lo sé.
La mujer me miró a los ojos con una sonrisa, ¿acaso me conocía?
-Hola Ulrich, cuánto tiempo.- Dijo mientras seguía untándome la crema.
La miré sorprendido. ¿Cómo es que sabía mi nombre? ¿Quién narices era? ¿Por qué su rostro me resultaba tan familiar?
-¿Quién eres? ¿Por qué sabes mi nombre? ¿Quién te ha hablado de mí?- Le pregunté bastante asustado.
-Vaya Ulrich, ¿no te acuerdas de mí? Soy…-
Fin del flash back.
"Rin" Comenzó a sonar el teléfono.
Desperté de mi sueño y me levanté a toda prisa de la ducha. Me puse la toalla y me dirigí a toda prisa al salón.
-¿Sí? ¿Diga?- Dije un tanto fatigado.
-Oye, ¿Por qué estás tan fatigado? ¿No me digas que…?-
-Odd, no es lo que piensas. Estaba en la bañera relajado y tu llamada me ha sobresaltado un poco.- Le interrumpí.
-Ya…- Rió.
-Bueno, ¿para qué me has llamado?- Le pregunté un tanto borde.
-Pues verás, estoy en el aeropuerto. Quiero coger un vuelo a Alemania para verte pero tengo un pequeño problema. El tipo que lleva los vuelos es alemán y no me entiende ni papa… No señor, no quiero un suelo, quiero un VUELO… ¿Qué? ¡Ulrich ayúdame!- Suplicó mientras intentaba entender al alemán.
-Odd, no quiero hablar con nadie, no me encuentro con ganas.-
-Tío, es cuestión de vida y muerte, por favor ayúdame… No señor, no quiero un suéter, ¡quiero un billete, por el amor de dios no es tan difícil! ¡BILLETE!… ¿Cómo que un filete? ¿Pero es idiota o qué le pasa? ¡BILLETE NO FILETE! ¡FI-LE-TE! Digo ¡BI-LLE-TE! ¡Ah!- Comenzó a gritar desesperado.
-Déjame a mí Odd, yo me encargo.- Comencé a reír.
-Como siga le doy un puñetazo… ¿Cómo que si estoy de embarazo? Pero… ¡Si soy un hombre cómo voy a estar de embarazo! Por dios que pesado… A ver señor, ¡deje de meterse en mis conversaciones…! Sí, estoy de vacaciones, ¡pero no he dicho eso!- Se llevó la mano a la cabeza y suspiró.- Desde luego los alemanes son idiotas…-
-¡He!-
-Huy, perdón.-
-A ver déjamelo a mi.-
-Gracias Ulrich, te quiero… No señor, no estamos en enero, ¡he dicho te quiero no enero!… Ulrich o le hablas ya o me lo cargo…-
-A ver pásamelo.-
-Tome es para usted… ¿Cómo que no quiere ponerse? ¿Ahora me entiende? ¡yo lo mato!-
-Odd…-
-Vale, toma.-
No tardé ni dos minutos en conversar con el.
-Ulrich, gracias. Ha estado a punto de hacer contacto con mi puño…-
-Jajajaja-
-Bueno Ulrich, en… Dos horas llego. Oye te tengo que dejar, mi batería se me va a agotar.-
-Vale, hasta luego.- Sonreí.
Colgué el teléfono y me fui a mi habitación a cambiarme. Me quité la toalla, busqué en mi armario la ropa que quería ponerme, y comencé a vestirme. Me puse un pantalón azul oscuro, con una camisa beis, unas zapatillas negras y una chaqueta de color marrón.
Miré la ventana. La lluvia había cesado.
"Iré a dar un paseo…"
Ese sueño me había dejado pasmado. No comprendo bien por qué esta mujer ha aparecido ahora en mis sueños. Es muy extraño… Pero, me resultaba tan familiar… Es… Como si ya la hubiera visto… Pero, ¿su nombre? No llegué a escucharlo… Maldito Odd, ¿por qué decidiste llamarme?
Walt POV
Mi corazón estaba acelerado. Jamás había visto a mi hijo comportarse de esa forma. Su reacción, sin duda, había hecho que la tensión de mi cuerpo aumentara, provocando, que un fuerte dolor de pecho, me dificultara respirar.
-Señor, hay un envío de…- Uno de los trabajadores entró.
-Oh, mi pecho…- Me quejé.
-¿Se encuentra bien?- El trabajador dejó la caja en el suelo y vino corriendo hacia mí.
-No, llama.. A una… ambulancia.- Me dolía mucho el pecho, no podía hablar bien.
-Señor, no se preocupe, enseguida llamo a la ambulancia.- El trabajador corrió a mi mesilla, cogió mi teléfono, y llamó a la ambulancia.
Una de las trabajadoras entró corriendo, y se puso a mi lado. Me acariciaba el cabello, intentando tranquilizarme.
-Tranquilícese, ya verá como se pone bien.-
-¡Ah!- Después de ese gran quejido, no pude evitar desmayarme.
-¡Señor! Fred, ¿ya has llamado?- Una de las trabajadoras estaba histérica.
-Sí, ya he llamado, me han dicho que vendrán en media hora.- Me miró con cara de preocupación. La ambulancia no iba a llegar a tiempo.
-¿Alguien tiene coche? Hay que llevarlo enseguida al hospital.- La muchacha me golpeaba, peor no obtenía una respuesta por mi parte.
-Le llevaré yo, lo tengo justo en la entrada…- Fred, cogió las llaves de su coche y salió corriendo del edificio. Otros trabajadores que observaban la escena, me cogieron en brazos y lo siguieron.
-Hay que avisar a Ulrich.-
-Pero Lucía, no creo que sea lo más conveniente, ¿te acuerdas de la discusión que han tenido?- Pablo, el cartero, no estaba muy seguro de si la llamada iba a ser lo más conveniente.
-Pablo, es su hijo, tiene que saberlo.- Lucía cogió su teléfono y marcó el número de Ulrich.
Ulrich POV.
Esa chica… Dios, ¿por qué no me la puedo sacar de mi mente? Vamos, ¡solo ha sido un sueño…! Pero… Hay algo que no me cuadra. ¿Cómo es posible que sueñe con una mujer y que encima me suene tanto?
Por más que pensaba no sacaba una respuesta a esa pregunta. Lo único evidente, era que a esa chica, ya la conocía de antes. Pero no conseguía recordar quién era ni por qué aparecía ahora en mis sueños.
"Vaya, se me había olvidado que era de noche…" Miré la hora en mi móvil. "Dios mío, pero si son la 1:07... ¿Cuánto tiempo llevo fuera?"
Iba a guardar el móvil en mi bolsillo cuando de repente, comenzó a sonar. ¿Quién me llamará a estas horas?
-¿Sí? ¿Quién es?-
-Hola Ulrich, soy Lucía. Verás…- La chica no atinaba a hablar.
-¿Ha ocurrido algo?- Sin duda, EA forma que tubo de responderme me ha asustado.
-Tu padre…- Cada vez, atinaba menos.
-¡Qué! ¿Qué le ha pasado?- La grité tan fuerte que se asustó y comenzó a llorar.
-Ulrich, lo siento mucho, tu padre… Se ha desmayado en la oficina, le dolía el pecho y…- Me hablaba entre sollozos. Sin duda, me había asustado con su respuesta.
-¿Qué dices? ¿Se ha desmayado?- Intenté responderla con una voz más calmada para que no se inquietara aún más.
-Sí. Fred, le ha llevado al hospital. Llamamos a una ambulancia pero iban a tardar demasiado en llegar… Seguramente ya estarán llegando.- La chica, consiguió calmarse, pero su voz, seguía siendo entrecortada.
-Vale, muchas gracias Lucía. Iré a verle. Si quieres, cuando llegue te digo como está, ¿vale?- Dije con la intención de calmarla.
-Vale, hasta luego.-
-Adiós.-
Después de colgar, salí corriendo a toda prisa hacia mi casa. Cuando llegué, me dirigí al garaje, lo abrí, y salí a toda prisa con mi veloz vehículo. "Aguanta papá, ya llego."
Salté cada semáforo que me impedía continuar. Claro, que estuve atento de que no hubiera ningún policía. No quiero que esa gente me distraiga ahora. Tengo que llegar a tiempo…
No pasaron ni 15 minutos y ya había llegado al hospital. Frené bruscamente y salí de mi coche.
En ese momento, vi a Fred llevando en brazos a mi padre. ¿Qué narices le ocurre? ¿Por qué no se mueve?
-¡Papá!- Salí corriendo hacia él.
-Ulrich, menos mal que has llegado. Ayúdame a cargar con tu padre.- Fred me entregó su cuerpo inmóvil. Inmediatamente, lo llevé a dentro del hospital. Los médicos, al verle, lo tumbaron en el suelo y comenzaron a reanimarle. Era raro ver esa escena en la sala de espera, pero si esperábamos más tiempo a que lo atendieran, podría llegar a morir.
-¿Qué le ha ocurrido?- Uno de los médicos se giró a preguntarme, peor no dejaba de reanimar a mi padre.
-Estaba en su oficina y le comenzó a doler el pecho. Nada más llamar a la ambulancia, se desmayó y lo llevamos por nuestra cuenta.- Fred le respondió nervioso. Jamás estaría tan asustado como ahora.
-le ha dado un infarto… ¡Rápido, traer oxígeno!-
-Sí señor.- Dos de los médicos que atendían a mi padre, fueron corriendo a por una bombona de oxígeno. Mientras, una de las doctoras le hacía el boca boca.
-Por favor, esperen fuera.- Me dijo.
-Sí, doctor, avíseme cuando acaben.-
Salimos a fuera. Vi como Fred sacaba un cigarrillo. Se nota que está más nervioso que yo.
-Todo esto es culpa mía.- Golpeé fuertemente la pared del gran edificio.
-No te eches la culpa a ti mismo. Ulrich, los dos os peleasteis, la culpa es de los dos. Además, tu padre está ya muy mayor. Ya no aguanta emociones como estas.- Puso la mano en mi hombro, y me miró apenado. Era la primera vez que pasaba por algo así.
-Como le pase algo yo…- Sin darme cuenta, comencé a llorar.
-Ulrich…-
-¡He! Usted, el de la chaqueta marrón.-
-¿Qué pasa?- Mierda la poli…
-Acompáñenos a comisaría.- Me cogieron del brazo y me apresaron.
-Oigan, ¡no pueden hacerme esto! No puedo irme ahora, mi padre…-
-Por favor, señor agente, no le detenga. Se acaba de enterar de que a su padre le ha dado un infarto y ha venido a toda prisa, por favor, no le hagan nada.- Fred intentaba convencerlos en vano.
-No se preocupe, solo se quedará en prisión una noche.- Los policías me llevaron al coche. Yo forcejeaba. No quería irme del lugar, mi padre…
Continuará…
Y hasta aquí mi primer capítulo. Espero que os haya gustado =)
